Todavía la
humanidad no es consciente de que el objetivo real de todas estas crisis
ficticias que estamos viviendo (sanitaria, económica, climática,…) es reducir
la población mundial e imponer un régimen totalitario tecnocrático.
Los cambios
drásticos que se están produciendo no son una casualidad, sino cambios diseñados
por la ingeniería social, promovidos por filántropos multimillonarios, militares
de alto rango, académicos sesgados, políticos corruptos y burócratas de
organizaciones e instituciones supranacionales.
Estrategias como
el terrorismo, crisis económicas y falsas pandemias, entre otras, han sido
utilizadas para llevar adelante su plan. Pues bien, ahora le toca el turno a la
mentira del cambio climático.
Si mi memoria no me
falla, venimos siendo alarmados desde hace décadas con diferentes desastres climáticos.
Sin embargo, tragedias apocalípticas como la que se anunció, en 1970, de que en
10 años habría una nueva edad de hielo o la que se predijo, en el año 2000, de
que para el año 2010 se derretirían los casquetes polares, no se han cumplido.
El cambio
climático antropogénico; es decir, el supuestamente provocado por el hombre, es
una farsa pseudocientífica. En otras palabras: una fantasía para hacer caja y
llevar a la humanidad hacia un mundo orwelliano.
El circo que se
ha montado, a cargo de personajes tales como Al Gore o Greta “majareta”, no es
más que un numerito para asustar a las masas ignorantes.
Decir que el
aumento de 100 ppm (partes por millón) de CO2 en los últimos 150
años es la causa del cambio climático y de que estemos al borde de la extinción
es, con los datos en la mano, una elucubración de lo más tendenciosa. Además,
nos estamos olvidando de algo que, cuanto menos, nos debería hacer dudar: la
manipulación del clima mediante geoingeniería que, a día de hoy, es una
realidad que ya no se puede ocultar.
¿Te has parado a
pensar por qué ya no hay una primavera, verano, otoño e invierno definidos,
solo olas de calor y de frío? ¿Qué ya no hay tormentas al uso, sino gotas frías
o ciclogénesis explosivas?
Como todos
sabemos, los días 29 y 30 de junio de 2022 se ha celebrado en Madrid la Cumbre
de la OTAN. Hacía mucho tiempo que en Madrid no se veían cielos tan impolutos,
como los que hemos tenido del 20 al 30 de junio de 2022: ni una sola estela, un
cielo azul intenso y las nubes de toda la vida. ¿Coincidencia?
Sin lugar a
dudas, no existe suficiente evidencia científica de que el cambio climático sea
antropogénico. El calentamiento global que estamos notando no es tan dramático como nos quieren hacer
creer, es discreto y, por supuesto, ni está provocado por la actividad humana
ni mucho menos por el CO2.
Para Klaus
Hasselmann (meteorólogo premio Nobel de física), no se puede aceptar que haya cambio climático habiendo subido la
temperatura media solo un grado centígrado en unas cuantas décadas. En todo
caso, y con moderación, se puede hablar de calentamiento global natural puntual.
El clima en
nuestro planeta está cambiando constantemente. Solo en los últimos 600 millones
de años ha habido numerosos cambios climáticos sin que los estudiosos del tema
hayan encontrado relación alguna con las concentraciones de CO2 en
la atmósfera.
Dicho esto,
veamos ahora para qué va a servir el cambio climático.
Si con la excusa
del Covid-19 los gobiernos se pasaron siete pueblos, urdiendo todo tipo de
tropelías a los ciudadanos de su propio país, espera y verás lo que harán ahora
para salvar el planeta.
De momento, los
líderes del G7 han anunciado, en su última reunión en Alemania, que quieren
crear un “club del clima” para finales de este año.
Sirviéndose, una
vez más, de la ignorancia de la población y utilizando por enésima vez la
estrategia del miedo, la ONU y los oligopolios del carbono han montado un
negocio de lo más lucrativo. Con el cuento del calentamiento global, cambio
climático o como coños lo quieran llamar, la ONU se ha erigido en líder
indiscutible para salvar el planeta.
Las cumbres del
clima que organiza la ONU no son más que un gigantesco chiringuito para reunir
a los diferentes lobbies que se están forrando con este nuevo engaño.
Pero hay más.
Las restricciones
que hemos sufrido -y seguimos sufriendo- para “protegernos” de la falsa
pandemia, han servido de punta de lanza para lo que está por venir. Esas
restricciones no son nada en comparación con las que nos van a imponer para,
supuestamente, “salvar el planeta”.
Lo que propugnan
nuestros gobiernos, la camarilla de Davos y el IPCC sobre alcanzar el objetivo de
“cero emisiones de carbono” para el año 2050, no es más que una estrategia para
acabar con los viajes en avión, los vehículos privados, el consumo de carne y
la industria supuestamente contaminante, entre otras muchas cosas. Evidentemente,
esto será para el “populacho”. Lo hemos comprobado este año en Davos (acudiendo
en jet privados a la reunión del FEM) y en Madrid (saltándose las restricciones
del Madrid central por la Cumbre de la OTAN) donde toda esa casta de privilegiados
han incumplido, sin ningún pudor, los protocolos que ellos mismos “defienden”
para reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera”: haz lo que yo
digo pero no lo que yo hago.
Si el Covid-19
nos trajo el pasaporte sanitario, el cambio climático nos traerá el pasaporte
personal de la huella de carbono. Y aquí lo tenemos: sin enterarnos, estamos
yendo, a pasos agigantados, hacia un mundo tecnocrático controlado por
algoritmos.
Y no está tan lejos. La Unión Europea es a todas luces un régimen
tecnocrático. Está gobernada por un montón de tecnócratas que no han sido
elegidos en ninguna votación popular y no tienen que rendir cuentas a nadie. Y no
tardando mucho esos tecnócratas serán también sustituidos por algoritmos.
Si a ti te gusta un mundo así, nada que objetar. Ahora bien, ¿qué va a
pasar con los que no queremos ese “mundo feliz”? ¿Tendremos alguna alternativa?
De momento parece que no hay sitio para nosotros en ese Nuevo Orden Mundial,
Cuarta Revolución Industrial o como lo quieran llamar.
La clave está en ¡DESPERTAR! Pero explícaselo tú a esa panda de zombis asustados que no hacen otra cosa que ver la televisión.
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