Vivimos en un planeta de unas dimensiones que son las que son y disponemos de unos recursos finitos que también son los que son. Y claro está, si despilfarramos los recursos tarde o temprano nos pasará factura.
Durante los 19 primeros siglos de nuestra era el hombre ha ido
evolucionando lentamente. Sin embargo, en los últimos 120 años ha sufrido un
desarrollo descomunal. Bueno, pues la causa del avance exponencial que hemos
sufrido no ha sido otra que el descubrimiento
excepcional de una fuente de energía abundante, barata y fácil de
transformar: el petróleo.
En 1859 Edwin Drake perforó el primer pozo petrolífero en Pensilvania
(EEUU). Desde entonces, esta industria no ha hecho otra cosa que crecer y dar a
la humanidad un sinfín de posibilidades de progreso.
Es evidente que esta fuente de energía tiene los días contados, por lo
tanto, sería imprescindible saber cuánto petróleo queda en el mundo para planificar nuestro futuro.
Atendiendo a los
datos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), en el mundo
quedan reservas para 54 años. Otras fuentes, como el Director del Centro de
Investigación en Energía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM),
Claudio Estrada Gasca, aseguran que sólo faltan 42 años para que se acaben las
reservas de crudo existentes en el planeta y 65 años para que se agote el gas.
Si esto es así,
no deberíamos tener ningún problema para hacer la transición hacia otras
fuentes de energía limpias y sostenibles. Sin embargo, deberíamos preguntarnos:
¿estamos haciendo los deberes para que cuando esto ocurra tengamos alternativas
que garanticen nuestro nivel de vida?
El simple hecho de que una reducción en el suministro de gas y petróleo,
por parte de Rusia a Europa, haya causado esta enorme crisis energética, pone
de manifiesto que no estamos preparados aún para la transición hacia la
“energía verde” que tan insistentemente promueven los seguidores de la Agenda
2030.
Pero, ¿qué pasaría si agotásemos los yacimientos de hidrocarburos antes
de tener una fuente de energía alternativa que la sustituya?
Este problema se lo planteó en 1989 Richard C. Duncan (licenciado en
ciencias por la Universidad de Oregón, en 1961, y doctorado en ingeniería de
sistemas por la Universidad de Washington, en 1973) cuando publicó un trabajo
llamado “La teoría de Pulso-Transitorio de la Civilización Industrial” -posteriormente
renombrada como la “Teoría de_Olduvai”- sobre la cual
escribí un artículo, en 2013, titulado “El cambio es
inevitable /2013/01/”.
La Teoría de Olduvai predijo que la proporción de la producción mundial
de energía per cápita empezaría a disminuir hacia el año 2007, debido a un
descenso de las tasas de extracción de combustibles fósiles por agotamiento de
los recursos, al mismo tiempo que crecería la demanda por el aumento de la
población. Esto, según Duncan, causaría un colapso social y económico
catastrófico y argumenta que los primeros signos serían grandes apagones
eléctricos en todo el mundo.
Bueno, pues si esto no es lo que estamos viviendo actualmente se le
parece mucho, ¿no crees?
Pero Duncan no calculó el desarrollo brutal que alcanzaría la
tecnología y la Inteligencia Artificial antes de su pronosticado apagón
energético.
La tecnología,
como todo, puede ser bien o mal utilizada: puede liberar a la humanidad o
esclavizarla como nunca antes lo estuvo.
Si dejáramos de
lado la propaganda y las soluciones que proponen los que lucen el pin de la Agenda
2030 en la solapa, veríamos que existe un torrente aparentemente interminable
de energía limpia, abundante y renovable. Un ejemplo claro es la energía solar,
cuyo verdadero potencial permanece deliberadamente silenciado. La energía procedente
del Sol es tan abundante, que una sola hora de luz contiene más energía que la
que el planeta entero consume en un año. Si pudiéramos capturar solo el 1% de
esa energía, la humanidad dispondría de energía limpia, gratuita e inagotable
para el resto de sus días. Entonces, ¿por qué no se hace? Pues porque vivimos
en la sociedad del lucro y si no hay lucro nada se hace. Así de simple.
Una sociedad que erradique definitivamente las enfermedades y que
desarrolle una fuente de energía limpia, gratuita e inagotable es posible. Pero
mientras sigamos anclados a un sistema monetario corrupto, a una industria que
solo busca enriquecerse y a unos gobiernos vendidos al poder global del dinero,
nada va a cambiar en este sentido.
Los estúpidos, que con su voto legitiman
este sistema corrupto, harán este invierno todo lo que se les pida, al igual
que hicieron durante la falsa pandemia: apagarán la luz, bajarán la
calefacción, comerán gusanos y cualquier otra gilipollez que se le ocurra al político
iluminado de turno. Son tan estúpidos que no se dan cuenta de que con su
sumisión están contribuyendo a fomentar su propia pobreza. Y la pobreza mata.
Un puñado de poderes económicos ha tomado el control del mundo. Ellos
nos colocaron el coronavirus, la guerra de Ucrania y ahora pretenden rematar la
faena creando la mayor crisis energética de la historia.
No seamos ingenuos. No hay crisis
energética, como tampoco hubo crisis sanitaria. La falsa pandemia y la guerra
planificada de Ucrania fueron creadas para tirar la economía mundial e
implementar el Gran Reinicio, la cuarta revolución industrial, el Nuevo Orden
Mundial o como coños lo quieran llamar. ¡Ah! Y no te quepa la menor duda de que
Europa está siendo utilizada como conejillo de indias.
La UE siempre produjo más gas que Rusia. Pero
esto ha ido cambiando a partir de que se empezaran a aplicar las absurdas
políticas “verdes” de la Agenda 2030. Ahora la producción de gas se ha
invertido: la UE es deficitaria y Rusia excedentaria. Por lo tanto, la UE
depende del gas ruso para producir energía eléctrica. Por otro lado, las
sanciones impuestas a Rusia han conseguido lo que se esperaba de ellas: la
escasez energética deliberada de la UE.
¡Abre los ojos! ¿No ves que todo forma
parte del mismo plan? Es tan evidente, que incluso Francia está en plena crisis
energética cuando no depende del gas ruso para producir electricidad. Francia
(segundo país del mundo en producir electricidad mediante energía nuclear) se
abastece de sus 56 reactores nucleares. Sin embargo –“casualidades” de la vida-
en estos momentos tienen 32 reactores parados. ¿Quién ha sido la “lumbrera” que
ha tomado esa decisión en tan delicado momento? ¿Alguien podría explicarlo?
La hipótesis del gran apagón cada vez va
tomando más fuerza. ¿Pero sabe realmente la gente lo que significa un gran
apagón de varios días? Pues que gasolineras, supermercados, cajeros
automáticos, transacciones bancarias, hospitales, Internet y todo aquello que
dependa de la electricidad para funcionar (que es prácticamente todo)
desaparecería en un abrir y cerrar de ojos.
Pero lo peor de todo es que, sea como fuere, el choque psicológico vinculado a un
apagón prolongado sería infinitamente superior al que ha ocasionado la falsa
pandemia. Quedaremos tan afectados e indefensos, que entonces ya podrán hacer
de nosotros lo que les dé la gana sin la más mínima oposición.
La verdad que no se entiende cómo es posible que en pleno siglo XXI un
insignificante número de maniacos -por muy inteligentes que sean- tenga
sometida a una población de 8.000 millones de personas que, no olvidemos,
también son inteligentes. Evidentemente, esto es así porque la mayoría ha
tomado voluntariamente la decisión de obedecer ciegamente y ceder sus derechos
y libertades a estos tiranos a cambio de una supuesta seguridad.
Pero seamos optimistas. Si de algo nos ha
servido la falsa pandemia es que ha hecho despertar a mucha gente, que no era
consciente del mundo perverso en que vivimos. Entonces, ¿hay alguna esperanza para nuestro
futuro o estamos condenados a ser ejecutados por esta camarilla de dementes? Pues
debería decir que sí, ya que la esperanza es lo último que se pierde.
Un futuro brillante y esperanzador nos está esperando. Día tras día
está aumentando el número de personas que ya no confía en el gobierno corrupto
de turno ni en los medios de comunicación vendidos al poder global del dinero.
Ahora solo falta apartar el miedo de nuestras vidas, dejar de ser sumisos y
atrevernos a decir NO. Utilicemos la tecnología con sentido común y los
recursos de una manera coherente para el beneficio de toda la humanidad. Se
acabaron los secretos de Estado, los gobiernos corruptos anclados en la
partitocracia, las insoportables leyes represoras, las fuerzas armadas y los
soldaditos que luchan en guerras que ni les va ni les viene. Un mundo nuevo es
posible y esta es una gran oportunidad para conseguirlo.
¡
ResponderEliminar¡¡ Hombre de poca fe!! , hay que empezar ha poner en práctica aquello de LA MEJOR MANERA DE PREDECIR EL FUTURO ES IMAGINARLO... ya nos han "ayudado" a predecirlo con tanto alarmismo por doquier... en cuanto nos vayamos imaginando situaciones como las que apuntas en tu último párrafo o como este corto video=
[Vientos de cambio] PROPUESTAS PARA LA NUEVA HUMANIDAD. [Robert Martínez....
Torres más altas han caido.