jueves, 20 de octubre de 2022

NI PANDEMIA NI CAMBIO CLIMÁTICO ANTROPOGÉNICO NI CRISIS ECONÓMICA NI ENERGÉTICA. LO QUE ESTAMOS VIVIENDO ES UN GOLPE DE ESTADO PLANETARIO ENCABEZADO POR LA ONU

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial muchas naciones estaban en la ruina. Ante la amenaza que supondría para la humanidad volver a sufrir otra guerra mundial, representantes de 50 países se reunieron durante dos meses en San Francisco para redactar y firmar la Carta de la ONU, creando así una nueva organización internacional, las Naciones Unidas, que vio la luz el 24 de octubre de 1945.

Ahora, 77 años más tarde, la ONU sigue trabajando para, supuestamente, mantener la paz y la seguridad internacional.

Sus últimas actuaciones pretenden, mediante su Agenda 2030, llevar al mundo hacia un desarrollo sostenible. Esta Agenda se presenta como un plan de paz y prosperidad para toda la humanidad y cuenta con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que, indudablemente, son imposibles de cumplir en tan poco tiempo.

En teoría algunos de estos objetivos suenan muy bien: erradicación de la pobreza, del hambre y el fin de la desigualdad (por cierto, no hay cosa más estúpida que ser todos iguales). Sin embargo, la realidad es que esta Agenda está constituida por una sarta de políticas utópicas -envueltas en un “fino y sutil lenguaje”- que, en la práctica, sólo beneficiará a la élite económica mundial.

Como se dice vulgarmente en mi pueblo: “quien paga manda”. Entonces, veamos quiénes son los verdaderos financiadores de la ONU. 

La ONU se financia, en gran medida, gracias al sector privado y a fundaciones "filantrópicas" como la Fundación Rockefeller o la Fundación Bill y Melinda Gates. Incluso, hasta los terrenos donde se asienta la sede de la ONU fueron donados por la familia Rockefeller.

No seamos ingenuos. La ONU se fundó con el fin de que el sector privado mantuviera sus vínculos comerciales a través esta institución. Es decir, que sirviera de trampolín a sus empresas para introducirse en otros países. Así pues, es el sector privado el que verdaderamente maneja las políticas de la ONU, habiéndola convertido, como todo en este mundo, en otro puto gran negocio.

La posibilidad de influir en la regulación y el desarrollo de los mercados es una bicoca muy atractiva para las multinacionales y, sobre todo, para los grandes fondos de inversión, que campan a sus anchas por todo el mundo amparados en el paraguas de la ONU.

En este contexto, el papel real de los gobiernos de las diferentes naciones queda relegado a un segundo plano, siendo su principal tarea la de crear un entorno fiscal y político para que pueda operar el sector privado.

Un ejemplo claro lo tenemos con la declaración de pandemia, en 2020, por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Recordemos que la OMS es un organismo vinculado a la ONU y, por tanto, también está financiada por el sector privado, sobre todo por la industria farmacéutica.

Lo que se hizo fue lo siguiente: La fundación “filantrópica” de turno tuvo una idea (en este caso crear un falsa pandemia). Elaboró un plan, lo pasó a la OMS y esta lo distribuyó por todo el mundo para que cada gobierno lo ejecutase. Y, ¡voilá! Todo un cúmulo de despropósitos se pusieron en marcha de la noche a la mañana hasta llegar a conseguir su objetivo: inocular al mayor número de personas una pócima que ningún médico prescribió.

Evidentemente, además del fin real oculto para el que fueron creadas estas mal llamadas vacunas, el negocio ha sido redondo y gigantesco.

Aunque resulte paradójico, la realidad es que la Agenda 2030 de la ONU se ha diseñado para provocar el colapso total del sistema. No hay duda de que el colapso -que ya ha comenzado- será caótico y que miles de millones de personas sufrirán sus consecuencias.

Se trata de una estrategia a nivel mundial para que definitivamente el poder global del dinero se haga con todas las instituciones financieras y políticas del planeta. El dinero ya lo tienen, y ahora solo les falta controlar la política a través de los llamados Think Tanks de reflexión, que llevan infiltrados  en los círculos de poder desde hace décadas.

De tener éxito, ninguna comunidad estará fuera de las garras del poder global del dinero. En pocas palabras, el desarrollo sostenible, que tanto le gusta a la Agenda 2030, sustituirá a los gobiernos nacionales por un gobierno mundial bajo la tutela de la ONU. Este es el verdadero objetivo.

No nos dejemos engañar. Aquí no hay pandemia que valga ni cambio climático antropogénico ni crisis energética ni nada que no haya sido deliberadamente provocado. Lo que verdaderamente está en curso no es otra cosa que un golpe de Estado planetario encabezado por la ONU. Este golpe de Estado que, reconozcámoslo, hasta ahora está siendo un éxito, se está llevando a cabo con la colaboración de los gobiernos títeres que, sin que nos estemos dando cuenta, lo están cambiando todo. Sus actuaciones, disfrazadas de causas “nobles”, están sirviendo de tapadera para tomar el control de la humanidad. Y para cuando la opinión pública mundial se dé cuenta será demasiado tarde.

La gente empieza a estar muy cabreada porque, en la ingenuidad de sus mentes, cree que lo que está ocurriendo (por ejemplo, subida desorbitada de la luz, el gas o los carburantes) es consecuencia de la mala gestión de sus gobiernos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Los gobiernos hacen muy bien su trabajo, solo que lo hacen para otros y no para nosotros.

Hoy en día todos los gobiernos globalistas -da igual del signo que sean- actúan y se comportan de la misma manera, ya que no son más que peleles a las órdenes del poder global del dinero.

¿Alguien con dos dedos de frente puede creer que EEUU está realmente dirigido por Joe Biden? Seamos serios. Este señor, en su actual estado, jamás ocuparía un puesto de responsabilidad en cualquier empresa. Es más, creo que ni siquiera le ofrecerían un puesto de trabajo.

Así que si la primera potencia mundial tiene de presidente a un zombi momificado como éste, ¿qué personajes ocupan la presidencia del resto de países del mundo?  Me temo que podremos encontrar de todo: pedófilos, maníacos, sátrapas, dementes, salvapatrias, lameculos,… Eso sí, todos ellos esperan ser recompensados por los servicios prestados a la causa; o sea, por la colaboración incondicional con este golpe de Estado. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario