miércoles, 11 de abril de 2012

LA MALA EDUCACIÓN

La educación de nuestros retoños deja mucho que desear y lo grave del tema es que somos nosotros, sus padres, los que estamos contribuyendo a ello.

Desde que comenzaron a aplicarse hace 30 años las nuevas políticas neoliberales en Europa, nuestro sistema educativo ha ido deteriorándose, de manera alarmante, con nuevos y cada vez más precarios planes de educación que, entre otras cosas, han empobrecido (y mucho) el grado de conocimientos de nuestros hijos.

La élite dominante está ejerciendo un férreo control sobre la educación (de ahí el afán de querer privatizarla o precarizarla) con el propósito de destruirla. Una de las razones de la existencia de la UE, y la futura Unión Americana y Asiática, es el control de la educación para «aborregar» a la gente. Aunque nos resulte increíble, estos esfuerzos ya están dando «buenos frutos». La juventud de hoy ignora por completo la historia, las libertades individuales y el significado del mismo concepto de libertad. Hoy en día en España es normal encontrar a universitarios prácticamente analfabetos en cultura general. Y esto se debe, entre otras razones, a que a los globalizadores les es mucho más fácil luchar contra unos oponentes ignorantes y sin principios, que a gente preparada y con conocimientos.

Y si a esto le unimos a que en España se da la circunstancia de que los padres de los jóvenes de ahora son hijos de la posguerra o principios de la democracia (cuando este país aun estaba en vías de desarrollo) lo que ha ocurrido es, que toda aquella represión y penuria que ellos padecieron, han querido que no la sufrieran sus hijos, con lo cual, se ha venido confundiendo sistemáticamente el derecho a la libertad de nuestros hijos con el libertinaje, dado que un poco de disciplina, en su justa medida, no significa obligatoriamente la represión que sufrieron sus padres.

De cada 100 jóvenes españoles, en edades comprendidas entre los 15 y 30 años, el 20 % son con toda seguridad los mejor preparados de la historia de este país. Después hay un 50-60 % de jóvenes mal criados y consentidos que no tiene interés por nada, excepto por el dinero y las comodidades que les dispensan sus padres. Y, por último, otro 20-30 % que directamente no han sido educados, que campan a sus anchas y suelen ser muy violentos, llegando a agredir, en algunos casos, incluso a sus progenitores.

Dicho esto, está claro que algo hemos hecho rematadamente mal cuando hemos consentido que, la mayoría de nuestros hijos, en la época en la que hay más avances tecnológicos y mejores medios en la historia de la humanidad, vayan a ser vilmente explotados por falta de educación.