jueves, 14 de marzo de 2013

ECONOMÍA DE HOY Y TECNOLOGÍA DE MAÑANA (6 razones para acabar con el sistema monetario)


Hoy en día la humanidad vive inmersa en dos sistemas de administración diametralmente antagónicos. Estamos hablando de la economía de mercado con su sistema monetario y de la tecnología y avance científico, en el que el desarrollo galopante del primero no deja crecer lo suficiente al segundo.
La consecuencia de mantener estos dos sistemas tan dispares el uno del otro, es lo que está produciendo una desestabilización social cada vez mayor y, como resultado, un continuo declive de la salud tanto física como mental de la población.
Veamos  qué es eso de la economía de mercado y el sistema monetario.
La economía, para Aristóteles, es la ciencia que se ocupa de la manera en que se administran unos recursos con el fin de satisfacer las necesidades que tienen las personas. Economizar también significa incrementar la eficiencia y reducir el desperdicio. Entonces, ¿por qué la economía de hoy no lo cumple? Es decir, ¿por qué la economía de hoy no satisface las necesidades de las personas, sino que las esclaviza, es ineficiente y promueve el despilfarro?
La misma definición de economía de mercado dice: Por economía de mercado se entiende la organización y asignación de la producción y el consumo de bienes y servicios que surge del juego entre la oferta y la demanda en una situación de competencia imperfecta.
Analicemos ahora la eficiencia de la economía de mercado frente a la eficiencia técnica, utilizando para ello seis parámetros económicos en los que se pone de manifiesto la incompatibilidad de los dos sistemas.
  1. Consumo y crecimiento: en una economía de mercado todo se basa en el constante incremento del consumo y perpetuo crecimiento, entre otras cosas, para mantener el empleo, pero si vivimos en un mundo de recursos limitados –la tierra es un sistema finito- esto es simple y llanamente una locura. Sin embargo, en una economía basada en la tecnología lo que se hace es optimizar los recursos, regularlos y no malgastarlos.
  2. Competencia: una economía de mercado está basada en la competencia personal, mientras que una economía tecnológica está  basada en la cooperación, más eficiente que la competencia. Si compites no puedes cooperar.
  3. Derecho a la propiedad privada: lo que entendemos por propiedad no es más que una palabra inventada que nos permite la restricción controlada, por algunos, de recursos y bienes hacia otros. La idea de que cada uno tenga un bien de todo tipo –ya sea material o intelectual- en propiedad para él solo, es absurdo. La economía basada en la tecnología no tiene nada en propiedad, todo se comparte y se intercambia.
  4. Obsolescencia: tanto si es intrínseca del producto como si es programada, es una aberración. No se pueden fabricar artículos de escasa calidad y poca duración sólo por el mero hecho de mantener una industria que necesita de la realización de compras reiteradas para conseguir mantenerse. Esto a la larga acabará con los recursos. En una economía basada en la tecnología esto no se produce ya que se busca obtener productos de la mayor calidad y duración y, además, productos diseñados para ser reciclados.
  5. Trabajo a cambio de dinero: en una economía de mercado la supervivencia del hombre depende inevitablemente de la habilidad de cada individuo para obtener un empleo remunerado. Este, y no otro, es tu derecho a la vida. ¿Qué significa esto para nuestro desarrollo en ciencia y tecnología? Pues que la llegada de la automatización y mecanización está haciendo que el empleo humano sea cada vez más escaso y, además, se esté quedando completamente obsoleto, dado que la mecanización es más productiva y eficiente que el trabajo humano. Este punto pone de manifiesto lo antagónico de los dos sistemas, donde la aplicación de uno de ellos es irremediablemente incompatible con el otro.
  6. Escasez e inseguridad: contrariamente a lo que la mayoría de la gente cree el dinero que genera la economía de consumo está directamente basado en la inseguridad y la ineficiencia; es decir, está basado en una anti-economía. La pobreza que vemos y el desequilibrio social no es sólo el resultado de la codicia de algunos seres humanos, que también, sino que es inherente al sistema. Con el sistema monetario actual para que unos ganen tiene que haber muchos que pierdan y, además, debe ser ineficiente, de otra manera no funcionaría. Una economía basada en la tecnología puede producir abundancia y seguridad, por lo que es infinitamente más ventajosa para la salud de las personas pero, evidentemente, es incompatible con el sistema monetario.
Una vez analizado y puesto de manifiesto la incongruencia de una economía de mercado, basada en la máxima de obtener el mayor beneficio monetario en el plazo de tiempo más corto posible (todo está supeditado a esto) frente a una economía basada en la tecnología, veamos ahora qué potencial social tenemos, lo que somos capaces de hacer, lo que nos espera si no lo hacemos y cómo podemos salir de este sistema que se ha quedado obsoleto para afrontar los retos de la humanidad en el siglo XXI, antes de que se produzca el colapso del mismo.
Existen una serie de problemas sociales que pueden verse a diario en los medios de comunicación: pobreza, desempleo, desestabilización, colapso de la deuda, contaminación, etc. Todos estos conceptos están completa y técnicamente obsoletos. Sí, esto es así, no te sorprendas. Ninguno de ellos debería existir en absoluto. Como mínimo podrían ser reducidos a un nivel muy básico. Eliminar las ineficiencias medioambientales y sociológicas inherentes a una economía de mercado se soluciona simplemente aplicando los conocimientos científicos modernos que resolverían o reducirían ampliamente todos estos problemas.
Ese es nuestro potencial, pero dado que lamentablemente no lo estamos desarrollando (por el marco económico en que nos encontramos) nos enfrentamos, si esto sigue así, inevitablemente ante un colapso de la sociedad, del cual no se habla lo suficiente y que, además, a nadie parece importarle.
En la sociedad actual, con una economía de mercado y un sistema monetario acaparando todas las facetas de nuestras vidas hay, por lo menos, cuatro aspectos del sistema abocados al fracaso que harán inevitable el colapso, que son:
  • El desempleo: Por cómo están yendo las cosas y lo eficiente de la mecanización de muchos puestos de trabajo, no volveremos a ver niveles de empleo como hemos visto en el pasado, eso se acabó. Y como, en este sistema, todos nosotros necesitamos un trabajo remunerado para subsistir, entonces,  ¿qué va a pasar con la gente desempleada? ¿van a vivir gratis? ¿la vamos a eliminar? Este va ha ser -de hecho ya es- uno de los principales problemas que el actual sistema no tiene capacidad de resolver.
  • La energía: el costo de la energía va a ser cada vez mayor puesto que vivimos en una economía energética basada en el consumo de hidrocarburos –que es un recurso limitado- y, de momento, no existe ninguna otra alternativa a corto plazo que la sustituya. Por lo tanto, si el colapso energético se produce, las consecuencias para la vida, tal y como la conocemos actualmente, pueden ser nefastas.
  • Los residuos: una economía de usar y tirar aplicada a una población de siete mil millones de habitantes terminará minando la salud del planeta.
  • La deuda: ¿es que nadie es capaz de darse cuenta de que la deuda jamás se va a poder pagar? ¿cómo vamos a arreglar eso?
En fin, visto esto, está claro que necesitamos eliminar de nuestras vidas el sistema monetario (origen de todos nuestros males) y encaminarnos hacia una transición para lograr una sociedad tecnológica más justa y equitativa.
Dado que tenemos implantada una guerra de valores entre ambos sistemas, el monetario y el tecnológico, ¿qué podemos hacer para inspirar un cambio y crear una reforma social de calado que acabe de una vez con uno de los sistemas que, por supuesto, debe ser el sistema monetario?
Esa es la gran pregunta. Pero esta pregunta debemos hacérnosla a título personal. ¿Qué harías tú? ¿De qué manera lo harías? ¿Qué tipo de conciencia social habría que impulsar? ¿Qué papel crees que podrías jugar? ¿Harás sólo aquello que te beneficie  a ti? ¿O te darás cuenta que tu propio interés vale menos que el interés de la sociedad como conjunto y es más eficiente para que podamos sobrevivir?