Últimamente, cada día nos levantamos con la
noticia de que ha cerrado otra gran empresa o que se ha despedido a un número
importante de trabajadores.
Nos dicen que todo esto es consecuencia de “la
crisis” y que tarde o temprano las aguas retornarán a su cauce y se volverá a
crear empleo. Y no es verdad.
Lo que ocurre es que el trabajo que se
destruye cada día, en todo el mundo, está siendo reemplazado por máquinas, robot
y ordenadores. En definitiva, todos esos puestos de trabajo están siendo sustituidos
por la tecnología. Esto lo podemos comprobar en nuestra vida cotidiana cuando
vamos al banco y utilizamos un cajero automático o cuando vamos al supermercado
y le pagamos a una máquina o facturamos electrónicamente en un aeropuerto sin
que intervenga ninguna persona en cada uno de estos procesos.
Sí, esto es así, y negar la evidencia no nos
va a sacar de este atolladero. La tecnología está acabando con la clase
trabajadora poco cualificada en todo el planeta y, sin embargo, paradójicamente,
las empresas de vanguardia tienen verdadera dificultad para encontrar
trabajadores altamente cualificados.
Según un estudio realizado en la Universidad
de Oxford por los economistas Carl Frey y Michael Osborne, cerca de la mitad de los empleos, en los
Estados Unidos, están en peligro de ser automatizados. En concreto, de los 702
tipos de puestos de trabajo que los economistas analizaron, prácticamente la
mitad corre el riesgo de ser totalmente sustituido por máquinas. Y, ya se sabe.
Lo que ocurre en Estados Unidos, tarde o temprano nos termina afectando.
Las innovaciones tecnológicas de fabricación
durante el siglo XIX sustituyeron gran parte de la mano de obra cualificada en
industrias como la textil o la producción de herramientas. A continuación, la
revolución informática del siglo XX provocó la eliminación de puestos de
trabajo con ingresos medios, tales como secretarias, delineantes,
administrativos, etc. La próxima generación de ordenadores y nuevas máquinas
sustituirá, durante las próximas décadas, a los empleados de bajos ingresos,
aquellos poco cualificados. Entonces, ¿qué puestos de trabajo no van a
desaparecer o se van a crear? Pues prácticamente
aquellos que requieren de inteligencia creativa, como la ciencia y la
ingeniería, o los que exigen una inteligencia social, como es la atención
sanitaria, la educación, el arte y la cultura.
Todo lo que está sucediendo, y que a nadie
parece importarle, no es más que el final de un modelo “económico-social” que,
más o menos, ha funcionado hasta ahora, pero que la tecnología lo ha dejado totalmente
obsoleto.
La situación actual no deja de ser paradójica.
Hoy en día la productividad está en niveles de
récord. Jamás en la historia de la humanidad hemos tenido la capacidad de
producir más de lo que somos capaces de consumir. Al mismo tiempo, la innovación
nunca ha crecido tan rápidamente como ahora.
Sin embargo, por otra parte, cada día no hacen
más que desaparecer puestos de trabajo y los salarios de la clase trabajadora,
que aun dispone de un empleo, están cayendo empicados. En definitiva. Las
personas se están quedando fuera del sistema porque la tecnología avanza
demasiado rápido (cosa que no hace las humanidades) y no estamos haciendo bien
las cosas para asumir el cambio.
Pensar que dentro del sistema actual puede
sustituirse al trabajador remunerado, cuya vida depende exclusivamente de eso,
por una máquina, sin que existan consecuencias inmediatas, es no tener los pies
en el suelo. Y si a esto le sumamos que ya somos 7.000 millones de seres
humanos, lo que resulta es una mezcla
altamente explosiva. Y claro está. La consecuencia –según han decidido nuestros
“dueños”- no va a ser otra que la de acometer una drástica reducción de la
población mundial.
Esta reducción de la población mundial no
necesariamente se llevará a cabo de inmediato. Más bien, lo que se hará –mejor
dicho, ya se está haciendo- es empobrecer y marginar a toda esa clase
trabajadora que, por otra parte, ya no es necesaria, para arrinconarla en
guetos, no dándole opción a tener acceso a la mayoría de los recursos del
planeta, hasta que poco a poco vayan desapareciendo del globo terráqueo. En
definitiva. Nuestros “dueños” quieren una población mundial diseñada a la
carta.
Nos guste o no, este es
el futuro que nos espera en las próximas décadas, salvo que nos tomemos estos
temas de una vez en serio y no dejemos que sean otros los que decidan por
nosotros.
Dedicado a aquellos que están esperando un trabajo como agua de mayo
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