martes, 14 de enero de 2014

MATEMÁTICAS VORTICIALES

En los últimos años se ha producido un descubrimiento que, si lo dejan desarrollarse, será la base de un nuevo paradigma tecnológico, mucho más avanzado que cualquier tecnología que conocemos hoy en día.
Marko Rodín descubrió un lenguaje matemático desconocido hasta ahora (según dicen el más avanzado que jamás la humanidad haya conocido) inherente a la naturaleza. Las Matemáticas Vorticiales.
Las Matemáticas Vorticiales (Vortex_Base Mathematics o VBM) es una matemática dinámica que muestra las relaciones y por lo tanto las cualidades de los números en lugar de las cantidades, que es como la matemática de hoy los simboliza.
Marko Rodin ha encontrado la fuente del constante “spin” o giro del electrón. Aunque los científicos saben que todos los electrones en el universo giran, nunca han descubierto el origen de este giro que los mantiene en constante movimiento y no permite que colapsen contra el núcleo. Rodin lo ha hecho. Descubrió la geometría básica del universo, la mismísima fabrica del tiempo. Lo ha hecho mediante la reducción de todas las matemáticas superiores – cálculo, geometría, matemáticas escalar – a la matemática de números discretos.
Con la introducción a las Matemáticas Vorticiales se puede ver cómo la energía se está expresando matemáticamente.
Introducción a las Matemáticas Vorticiales
Marko ha estudiado todas las grandes religiones del mundo. Él decidió tomar el Más Grande Nombre de Bahaullah (profeta de la Fe Bahai), que es Abha y lo convirtió en números. Dado que la escritura sagrada Bahai fue originalmente escrita en persa y árabe, Marko utilizó el sistema de notación numérica Abjad para la conversión en números. Este era un sistema sagrado de la asignación de un valor numérico único a cada letra de las 27 letras del alfabeto para que el secreto de la física cuántica pudiera estar codificado en palabras. Lo que Marko descubrió fue que (A = 1, b = 2, h = 5, a = 1) = 9. Así que utilizando los 9 números de un solo dígito; es decir, el 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9. Dibujó un círculo con el 9 en la parte superior y después colocó el 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8 equidistantes en el sentido del las agujas de un reloj alrededor del círculo, tal y como vemos en la siguiente figura.
Luego descubrió un sistema numérico muy interesante dentro de este círculo.
Empecemos poniendo la punta de un lápiz imaginario en el número 1 y, sin levantar el lápiz, movemos el lápiz en una línea recta hasta el número 2, luego al 4 y luego al 8. Ya te habrás dado cuenta que se están duplicando. Así que la próxima debe ser de 16, y lo es, pero 1+6 = 7. Así que movemos el lápiz hasta el 7. A continuación, el doble de 16 es 32, pero 3+2 = 5,  Así que movemos el lápiz hasta el 5. Luego el doble de 32 es 64, y 6 +4 = 10 y 1 +0 = 1. Así que movemos el lápiz de vuelta hasta el 1.
Una vez hecho esto podemos observar que el símbolo de infinito se ha formado al hacer estos trazos con el lápiz, que crea un patrón constante de repetición de 1, 2, 4, 8, 7, 5. También observamos que el centro de esta figura, donde se cruzan los trazos, no es el centro del círculo, sino que está a 2/3 hacia abajo.
Sorprendentemente, esta secuencia numérica permanece intacta  para la secuencia de mitades (o lo que es lo mismo, haciéndolo al revés) Empezamos de nuevo en el 1, pero esta vez hacia atrás en el símbolo de infinito.  La mitad de 1 es 0.5, así que movemos el lápiz al 5. Luego, la mitad de 0.5 es 0.25, y 2 +5= 7. Así que movemos el lápiz al 7. La mitad de 0.25 es de 0.125 y 1 +2 +5 = 8. Pues vamos al 8. La mitad de 0.125 es 0.0625 y 0+ 6+ 2+ 5 = 13 y 1 +3 = 4,  así que vamos a través de centro hacia el 4. Y la mitad de 0.0625 es 0.03125 y 0+3+1+2+5= 11 y 1 +1 = 2, y nos movemos al 2. Podemos ver que se mantiene siempre la ruta 1, 2, 4, 8, 7, 5 incluso al revés.
Bueno, esto es sólo una introducción de cómo funcionan las Matemáticas Vorticiales.
Sorprendentemente, después de veinte años trabajando con este símbolo y con la colaboración de otros ingenieros y científicos, Marko descubrió que el 1, 2, 4, 8, 7, 5 era un circuito de duplicación de una bobina eléctrica muy eficiente y esto es lo que ha creado Marko, la Bobina Rodin (Cabe comentar que Hewlett Packard y Microsoft ya están utilizando las bobinas de Rodin y aseguran que el campo magnético obtenido es un 62,5% mayor al de una bobina convencional con un ahorro importante en la cantidad de material utilizado.)
Y ahora os preguntaréis “¿Qué diablos hacen estos patrones de números y que tienen que ver con las aplicaciones del mundo real?”. Pues mucho.
El alcance potencial y la amplitud de la solución de Rodin son asombrosos. Son de aplicación general en matemáticas, ciencias, biología, medicina, genética, astronomía, química, física y ciencias de la computación. La solución de Rodin va a revolucionar equipos informáticos mediante la creación de un espacio vacío crucial, o surco mayor equipotencial, de los procesadores. Este espacio vacío genera vórtices anidados que resultan de mucha más alta eficiencia sin la acumulación de calor. La solución de Rodin sustituye al código binario con un nuevo código llamado la tripleta binaria que va a revolucionar los sistemas operativos de ordenador.
Randy Powell (alumno de Marko Rodin) asegura que gracias a este descubrimiento podríamos tener energía limpia e inagotable, terminar con todas las enfermedades en el mundo, producir alimentos ilimitados, viajar a cualquier punto del universo, construir el superordenador definitivo y crear inteligencia artificial. En definitiva, hacer obsoleta toda la tecnología existente.
¿Y cómo es posible realizar tan extraordinarias afirmaciones? Porque, según Randy Powell, tenemos el secreto que conecta todas las tecnologías del mundo, los números.
¡Ah! y lo más importante. No quieren lucrarse con ello y quieren darlo a conocer a todo el mundo.
Bueno, creo que no tengo que explicar el por qué no se está potenciando y desarrollando esto ¿verdad? ¿Tendrá algo que ver con el dinero? Pues definitivamente sí. Creo que todas estas industrias (energética, farmacéutica, alimentaria, etc.) no están por la labor de acabar con su posición estratégica privilegiada en esta sociedad y no van a permitir que unos “lunáticos” acaben con ellos. Porque es así. Si esto se desarrollase adiós a las ganancias de las eléctricas, farmacéuticas, y todo tipo de industria lucrativa. Y, claro está, terminaría afectando a los banqueros, y aquí sí que “con la iglesia hemos topado”.
Pero no seamos pesimistas. Tarde o temprano el ser humano saldrá del aborregamiento y entenderá que más importante que el balón de oro de Cristiano Ronaldo es la misma existencia del planeta, en el que está incluido el desarrollo de la humanidad.
Basta ya de aceptar la esclavitud a la que estamos sometidos por unos cuantos. Apoyemos iniciativas como esta que harán prosperar de verdad a la humanidad.
De una vez por todas dejemos de lado a la monarquía, a la falsa democracia, -con sus políticos, parlamento, senado y demás instituciones- y a los explotadores, que se han apropiado de los recursos del planeta en aras de haber creado un sistema económico-monetario perverso que sólo ellos entienden y manipulan a su antojo.
En definitiva, dejemos de hacerles el juego. ¿Cómo? Pues empecemos por no volver a votar. Si consiguiéramos que en estas próximas elecciones al parlamento europeo, a la hora del recuento de votos, las urnas estuvieran vacías, o lo que es lo mismo, que tuvieran sólo en número de votos de los afiliados a cada partido (o sea, los votos de ellos mismos) sería una clara señal de que nuestra indignación no sólo ha quedado puesta de manifiesto en una conversación de Bar y, probablemente, podría ser el principio del fin de este sistema enfermizo, perverso y corrupto.

sábado, 11 de enero de 2014

TODO POR EL CONSUMO

Hoy en día, en todas las economías del mundo, el dinero es buscado única y exclusivamente por el dinero y nada más. No se busca un bien social; o sea, que el fin principal que persigue la economía a nivel mundial es hacer más dinero, sin importar en absoluto cómo afecte esto a las personas.
En la sociedad de hoy en día rara vez escuchamos a alguien hablar sobre la prosperidad de un país en función del bienestar físico de las personas, estado de felicidad, confianza de la población o estabilidad y paz social. Al contrario. Un país mide su estado de bienestar y prosperidad en función de ciertos ratios económicos, como puede ser su PIB (producto interior bruto), su IPC (índice de precios al consumo), el estado de su mercado bursátil, etc., y no por el bienestar de su población. Es más. La misma población mide su estado de felicidad en función de las cosas materiales que posee.
Se dice de un país que tiene buena calidad de vida, por ejemplo, si crece al 4% -es decir, que su PIB aumenta ese porcentaje cada año-  ya que se asemeja esta medida al nivel y calidad de vida de un país. Bueno, pues no es verdad.
Imaginemos que la industria sanitaria aporta el 20% al PIB de ese país y que los servicios de seguridad privada aportan otro 5%. Esto le irá muy bien al PIB pero no a sus ciudadanos, puesto que deben estar muy enfermos y viviendo con gran desasosiego, cuando gastan tanto en sanidad y seguridad. Y eso no es, bajo mi punto de vista, tener calidad de vida. Si además, el siguiente año, estas industrias aumentasen su aportación un 25% y 10% respectivamente, los economistas estarían muy contentos porque ha aumentado el PIB. Sin embargo, ese ratio demostraría que sus ciudadanos estarían aun peor que el año anterior.
Nos estamos enfrentando a un tipo de engaño estructural, el cual se está volviendo cada vez más letal para las personas, y debemos tratar de cambiarlo, antes de que sea demasiado tarde, pues está claro que es un trastorno del propio sistema.
Este sistema, para perpetuarse y retroalimentarse, debe producir problemas para después buscar soluciones y así generar ganancias. En el paradigma actual no hay beneficios económicos por salvar vidas o por tener justicia y paz o por crear energía gratuita e ilimitada para todos. Simplemente no hay ganancias en eso y, si no hay ganancias, pues ya se sabe, jamás se acometerán estás tareas.
Lo que este paradigma económico demanda, o lo que es lo mismo, lo que mantiene nuestro sistema económico en movimiento, no es otra cosa que el consumo, o siendo más precisos, el consumo cíclico (tú no compras una lavadora para toda la vida, sino que compras una cada 5 u 8 años. Lo mismo ocurre con un coche, televisor, ordenador, reloj, etc.)
Debido a este consumo cíclico se está produciendo un despilfarro de recursos sin precedentes, dado que el sistema necesita de la obsolescencia programada para seguir funcionando y a consecuencia de ello estamos acabando con los recursos del planeta –que no olvidemos son limitados-  y deteriorando el medio ambiente a pasos agigantados.
El petróleo, el oro, el hierro, los diamantes, el volframio, el coltan -y así podríamos hacer una lista infinita de recursos- tardaron millones de años en crearse, y el sistema económico lo que está haciendo es promover deliberadamente la aceleración del consumo por el bien del supuesto crecimiento económico. Y esto sencillamente es una locura, además de llevarnos inevitablemente hacia nuestra propia autodestrucción.
Este sistema no es para nada eficiente puesto que despilfarra a diestro y siniestro los recursos finitos del planeta. Para ser eficiente debería tener ausencia de despilfarro y desperdicio.
Acaban –afortunadamente- de pasar las fiestas de Navidad, donde año tras año el consumo es exacerbado y la gente intercambia una cantidad enorme de productos -que en la mayoría de los casos no sirven absolutamente para nada- simplemente porque la sociedad de consumo lo ha programado así.
Y qué decir de los niños. Ellos reciben cantidad ingente de regalos (que en la mayoría de los casos no les interesan para nada) con el único propósito de programarles como futuros consumidores. Pero  lo patético del caso es que son sus propios progenitores los que, sin saberlo, están colaborando a esta programación.
La economía actual está obligada a crecer continuamente para poder funcionar. Este crecimiento ha podido producirse hasta ahora debido a que hemos vivido un periodo de escasez. Escasez que, por otra parte, ya no deberíamos tener gracias a la tecnología, por lo tanto, no podemos seguir creciendo indefinidamente, más aun cuando, para crecer, dependemos del despilfarro de los recursos limitados del planeta.
Estamos llegando a un punto en el que no hay manera de mantener el crecimiento, dado que no hay recursos ni energía suficiente que lo sustente. Para dentro de 50 años no se pueden producir, por ejemplo, trescientas mil veces más bienes y servicios de los que se producen ahora simplemente para que la economía vaya bien y crezca el PIB.
Tampoco se va a poder devolver el dinero prestado, pues para dentro de 50 años la deuda será, no enorme, que ya lo es ahora, sino descomunal. Y todo esto debido  al consumo por el consumo, para mantener la economía en crecimiento y nada más.
O acabamos de una vez por todas con este sistema basado en el perpetuo consumo o este sistema acaba con nosotros.

Luego, claro está, tenemos el “plan B”. Sí, ese que han diseñado las élites para reducir la población mundial. Ellos creen que esa es una buena solución, pero si no se cambia el paradigma económico tampoco una reducción de la población mundial arreglará nada. Seguiremos despilfarrando y encaminados hacia nuestra propia autodestrucción, aunque al ser menos población esto se retrasará algunos años, pero nada más.