Hace 200.000 años
de la aparición del Homo Sapiens sobre la tierra y unos 9.000 de la primera
civilización conocida, los sumerios. Estamos en el año 2015 de nuestra era y
seguimos sin solucionar los verdaderos problemas del ser humano, que no son
otros que el hambre, la pobreza, las enfermedades, las desigualdades sociales,
la violencia, las guerras, etc., amén de otros problemas secundarios actuales
como son la contaminación y degradación del planeta, los accidentes de tráfico,
etc.
Llevamos
arrastrando estos problemas desde los orígenes del ser humano cosa, por otra
parte, nada extraño, ya que si comparamos la aparición del hombre sobre la
tierra a escala del origen del planeta, llevamos aquí prácticamente medio
milisegundo de un telediario y por muy inteligentes que seamos, estamos aun en
los prolegómenos de nuestra evolución.
Hasta ahora no
hemos resuelto estos problemas porque no teníamos la capacidad de resolverlos,
ya que vivíamos en un mundo con escasez, prácticamente de todo, y un
conocimiento de nuestro entorno muy limitado. Pero esto ha cambiado y
actualmente creo que la mayoría de nuestros problemas si se pueden resolver,
debido a que contamos con la ciencia y la tecnología, que son quienes han
conseguido la calidad de vida actual de la que disponemos y no los políticos ni
la economía.
Ya es hora de
cambiar este modelo anclado en principios arcaicos como Dios, Patria, Rey,
sobre todo, dinero.
El dinero tiene
paralizado el despegue definitivo del ser humano hacia un ser evolucionado cuya
meta sea el conocimiento, y no el actual enriquecimiento y divertimento
(entendiendo estos dos conceptos dentro de la cultura de nuestra sociedad que
está basada en los excesos)
Si pusiéramos, de
una vez por todas, los conocimientos y una educación de calidad al alcance de
todo el mundo, la evolución del ser humano se dispararía. Pero para eso es
necesario primero acabar con el sistema monetario, que lo único que ha hecho es
poner precio a todos los recursos del planeta. Recursos, por otra parte, de los
que se han adueñado los que controlan el dinero.
El actual modelo
político, económico y social, está agotado y ya no se le puede exprimir más,
puesto que es un modelo basado en el perpetuo crecimiento y eso, como es
lógico, no puede ser y además de no poder ser, es imposible.
El dinero es un
invento del ser humano, creado en una época primitiva para administrar la
escasez. Así surgió la economía y, posteriormente, la política como una forma
de administrar la economía. El dinero era necesario para administrar los
escasos recursos pero, actualmente, hemos alcanzado un nivel tecnológico que,
aprovechado correctamente, nos permitirá generar abundancia y, de hecho, lo
estamos haciendo, solo que de una manera nada racional, ya que debido a que hay
que mantener a toda una industria en perpetuo crecimiento, el despilfarro de
recursos es impresionante.
Nos encaminamos
hacia un mundo en el que las máquinas van a sustituir al 80% de los trabajos
monótonos y rutinarios, y también un porcentaje muy elevado de trabajos
complejos y creativos. En definitiva, que ya no vamos a necesitar el dinero
para administrar la escasez, puesto que crearemos abundancia, y en un mundo
donde todo, o casi todo, esté al alcance de cualquiera, no precisará de dinero,
ni tampoco de políticos para administrarlo.
Esto no es una
utopía. Ya estamos en condiciones de vivir de otra manera, aunque una minoría
se empeñe en hacernos creer lo contrario.
Si seguimos con el
actual paradigma estamos abocados a que cada vez más gente quede excluida del
sistema (como está sucediendo ahora) simplemente por el capricho de unos
cuantos que no quieren cambiar nada -pues a ellos les va muy bien así- y
utilizan el engaño de la política y la economía para perpetuar el actual
sistema. Ellos si disfrutan de todos los recursos del planeta, y no tienen
intención de compartirlos con el resto.
¿Te has planteado
alguna vez si para vivir necesitas Dios, Patria, Gobierno, Ejército, Trabajo,
Dinero? Desde luego que no. Estas no son más que invenciones del ser humano creadas
para vivir en una sociedad diseñada por unos cuantos, para satisfacer su propio
ego, y que tiene al resto paralizado. Pero debemos entender que esta no es la
única manera de organizarnos como sociedad y menos aun en los tiempos actuales en
que disponemos de la ciencia y la tecnología, a las cuales no les sacamos todo
el partido que deberíamos, puesto que se encuentran secuestradas en manos de una
minoría y prácticamente paralizadas por el dinero.
Hoy por hoy, si se
quisiera, la alimentación, la vivienda, la sanidad, el transporte, y la
educación -entre otras cosas- podrían estar garantizadas para todo el mundo,
sin la necesidad de esclavizarse de por vida a un trabajo remunerado para poder
conseguirlas. Esto ya no es necesario.
Si todo esto
estuviera garantizado, la gente podría dedicarse a desarrollar otro tipo de
actividad, entre ellas su creatividad, aportando a la sociedad, indudablemente,
más de lo que esta le da a él.
No es que yo esté
planteando un mundo perfecto que, probablemente, nunca existirá, pero si un
mundo mejor para las personas que el que existe hoy, dado que en el mundo
actual es más importante el PIB de un país que sus propios ciudadanos y eso,
como podrás comprender, es una aberración.
Vivimos en un mundo
donde la actual sociedad está estructurada de forma piramidal.
En la base de la
pirámide se encuentra el pueblo. En el siguiente escalón, los políticos. Por
encima de los políticos, las grandes corporaciones. Justo encima de las grandes
corporaciones se encuentra la banca, o sea, el dinero. Y por encima de todos
ellos, el ojo que todo lo ve y todo lo controla; es decir, las grandes familias
dueñas del dinero y, prácticamente, de todo. ¡Ah! Se me olvidaba. Entre el
pueblo y los políticos; es decir, protegiendo al resto de la pirámide hacia
arriba del propio pueblo, se encuentra una fina lámina, pero muy fuerte y
eficaz, compuesta por las fuerzas armadas represivas (ejército, policía,
servicios secretos, etc.)
Ya sé que desmontar
todo este tinglado no es tarea fácil.
Desde luego no se
trata de cambiar de políticos, de bancos, de bandera, de moneda, etc., eso es
como si quisiéramos volar con un coche y para ello le cambiáramos las ruedas,
el volante y las puertas. Seguiría siendo un coche y jamás volaría. Para volar
tendríamos que hacerlo en avión, helicóptero, u otro medio capaz de surcar los
aires, pero no en un coche.
La mayoría de la
gente es incapaz de imaginar un mundo sin dinero. Creen que sin el incentivo
del dinero y teniendo sus necesidades cubiertas la gente no haría nada,
solamente holgazanear. Pues no es verdad. En la actualidad hay mucha gente
adinerada que no tiene la necesidad de trabajar para subsistir y precisamente
suelen ser los más emprendedores y creativos.
También piensan que
si no tuviéramos que trabajar cómo íbamos a tener hospitales, transporte,
educación, fábricas, etc. Pues muy sencillo, haciéndolo nosotros mismos, como
lo hacemos ahora, pero sin recibir un salario por ello, simplemente colaborando
para mantener y desarrollar la sociedad en la medida en la que a cada uno de
nosotros nos corresponda.
Hoy, en todo el
planeta, solamente trabaja un 20-30%, a lo sumo. Si repartiéramos el poco
trabajo que no fueran capaces de realizar las máquinas entre todos, cada uno de
nosotros tendríamos que hacer muy poco esfuerzo para mantener funcionando a
pleno rendimiento la sociedad.
¿Te has parado a
pensar en que en un mundo donde no exista el dinero y prevalezca la abundancia no
tendría que haber guerras, robos y probablemente un porcentaje muy bajo de
asesinatos? Solamente con este logro ya merecería la pena intentarlo.
Si hemos sido
capaces, por medio de las religiones, de convencer a miles de millones de
personas para que acepten y crean cosas verdaderamente surrealistas, además de
aceptar con resignación que sus vidas miserables son como son por mandato
divino, cómo no vamos a ser capaces de convencer a la gente para que vivan en
un mundo mejor, en el que la distribución de la riqueza (mejor dicho, de los
recursos) sea más equitativa y no tan injusta como ahora.
Si nosotros no
somos capaces de abrir los ojos y desmantelar este sistema, el sistema nos
desmantelará a nosotros. Lo que tendremos es un mundo en el que sólo tendrá
cabida un 20% de la población, quedando el otro 80% excluido del sistema, hasta
que, poco a poco, ese 80% desaparezca. Eso sí, de ese 20% habrá un 19% que su
misión será la de servir al 1% restante.
No te lo crees ¿verdad?
Entonces, ¿por qué se está empobreciendo a la gente? ¿Por qué se reducen los
presupuestos en educación, sanidad, servicios sociales, bajan los salarios y se
congelan o bajan las pensiones? ¿Por qué se privatiza todo? Y, lo más
alarmante, esto está sucediendo en prácticamente todo el planeta.
Seamos realistas.
Este sistema no está diseñado para una población de 7 mil millones. Lo que
vende este sistema es que la felicidad o el éxito, está en conseguir la mayor
cantidad de dinero posible, para así disponer de todos los recursos a tu
alcance y despilfarrarlos a tu antojo. Pero eso no hay planeta que lo resista y
menos aun con una población de 7 mil millones de habitantes. Además, como ya
dije anteriormente, las máquinas están reemplazando los puestos de trabajo a
pasos agigantados, de manera que ya no es necesaria tanta población trabajadora,
por lo tanto el sistema ha decidido deshacerse de ella.
Definitivamente nos
encaminamos hacia un mundo dominado por la tecnología, pero esta, como todo,
puede ser bien o mal utilizada, puede hacernos la vida más agradable o
insoportable, depende de las manos en las que esté. Por eso es importantísimo
que no la controlen -como lo están haciendo ahora- los dueños del dinero.