A ver si pasa pronto el 27-S y dejamos de una vez el
mono-tema del independentismo catalán, porque en mi vida he escuchado semejante
cantidad de chorradas y de despropósitos, tanto por parte de los independentistas
como por parte de los que no lo son. Por no hablar, claro está, del Gobierno de
España y toda su caterva de “paniaguados” que son, entre otros, los que más han
influido para que se llagase a esta situación.
Qué el pueblo Catalán quiere independizarse; está en
su derecho. Otra cosa es cómo hacerlo. Pero no voy a entrar aquí ahora en eso.
Vivimos en un mundo cada vez más globalizado y negar
esa evidencia es no tener los pies en el suelo.
De llevarse a cabo la independencia de Cataluña es
seguro que unos pocos saldrían beneficiados y otros perjudicados, pero lo que
es al grueso de la tropa; es decir, a la gran mayoría de la población catalana,
le iría exactamente igual.
Es de suponer –porque de momento no existe nada que
lo reemplace- que una vez que el pueblo catalán sea independiente tendrá un
Gobierno ¿no? Por lo tanto, seguirá siendo gobernado.
¿Y qué significa ser gobernado?
Ser gobernado es ser vigilado, inspeccionado,
espiado, dirigido, legislado, reglamentado, encasillado, adoctrinado,
sermoneado, fiscalizado, estimado, apreciado, censurado, mandado por seres que
no tienen ni título, ni ciencia, ni virtud. Ser gobernado significa, en cada
operación, en cada transición, ser anotado, registrado, censado, tarifado,
timbrado, tallado, cotizado, patentado, licenciado, autorizado, apostillado,
amonestado, contenido, reformado, enmendado, corregido. Es, bajo pretexto de
utilidad pública y en nombre del interés general, ser expuesto a contribución,
ejercido, desollado, explotado, monopolizado, depredado, mistificado, robado;
luego, a la menor resistencia, a la primera palabra de queja, reprimido,
multado, vilipendiado, vejado, acosado, maltratado, aporreado, desarmado,
agarrotado, encarcelado, fusilado, ametrallado, juzgado, condenado, deportado,
sacrificado, vendido, traicionado y, para colmo, burlado, ridiculizado,
ultrajado y deshonrado. ¡He aquí el gobierno, he aquí su moralidad, he aquí su
justicia! (Sacado
del libro “Política para Amador” de Fernando
Savater)
Bueno, pues eso. A ver
quién es capaz de independizarse del Gobierno, porque, lo otro, para la mayoría,
no es otra cosa que más de lo mismo, salvo algunas excepciones.
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