En
el mundo somos actualmente 7.000 millones de seres humanos.
Según
las estadísticas del Banco Mundial, en el año 2.015 el porcentaje de personas
viviendo en la pobreza extrema –personas con menos de 1 dólar al día- es de
1.050 millones. También, en este mismo año, el número de personas viviendo en
la pobreza –personas con menos de 2 dólares al día- se situó en 2.310 millones
de personas, que no es “moco de pavo”.
Según el Proyecto Hombre de Naciones Unidas, alrededor
de 24.000 personas mueren al día en el mundo por hambre o causas relacionadas
con el hambre, de los cuales, 18.000 son niños.
Del
otro lado se encuentran los ricos.
La
riqueza mundial se concentra cada vez más en manos de una pequeña élite rica. Para
el año 2.016 se estima que el 1% más rico de la población mundial acaparará más
riqueza que el 99% restante. Prácticamente
la totalidad de la riqueza en el mundo está en manos de un 10%, dejando para el
90% restante de la población menos del 5% del total de la riqueza.
¿Pero,
qué está pasando? ¿Es que verdaderamente en el mundo se genera tan poca riqueza
como para que exista tal cantidad de pobres?
Empecemos
por recordar que el PIB es el valor de todos los bienes y servicios producidos
en una economía durante un año.
Pues
bien. Siguiendo este criterio el PIB mundial, sumando la economía sumergida y
el dinero de los paraísos fiscales, es de aproximadamente 100 billones de
euros. Si estos 100 billones de euros los dividimos entre los 7.000 millones de
habitantes del planeta, tenemos que a cada uno de nosotros nos corresponderían
14.285 € al año; o lo que es lo mismo, 1.190 € al mes; o dicho de otra manera, 39
€ al día. Eso quiere decir que una familia de 2 miembros tendría unos ingresos
de 2.380 € al mes; una de 3 miembros 3.570 € al mes; de 4 miembros 4.760 € al
mes, y así sucesivamente.
Estos
datos nos indican que el mundo genera la suficiente riqueza para que todos
pudiéramos llevar una vida digna y no existiera pobreza. Por lo que podemos
deducir que el problema no es la falta de riqueza; el problema está en el
reparto de la riqueza y, probablemente, en la generación de la misma.
Se ha escrito mucho sobre el por qué de la pobreza y de todo lo que
influye para llegar a ella, pero verdaderamente a día de hoy, en una sociedad
dominada por el poder económico, las causas principales de la pobreza en el
mundo son simplemente dos: la ignorancia y el miedo. Son, por lo tanto, el
miedo y la ignorancia -auto-infligidos o impuestos- los que mantienen a la
gente atrapada en la pobreza. Por otro lado, lo que intensifica el miedo, y
como consecuencia el bloqueo de la gente, es la ignorancia.
¿Por qué la gente es ignorante y está llena de miedos? Básicamente
se resume en una sola cosa: por su educación; o mejor dicho, por su falta de
educación y como consecuencia de conocimientos.
Generalmente en los sistemas educativos infligidos a las clases
populares se enseña a utilizar las emociones para pensar y no a pensar y reflexionar
dejando a un lado las emociones -cosa que hacen las élites- y que es esencial
para salir de la pobreza.
La riqueza, al contrario que la pobreza, es valiente y atrevida y
al igual que la pobreza también se fundamenta en dos causas que, por supuesto,
son la antítesis de la pobreza: el conocimiento y el valor.
Normalmente los pobres suelen ser trabajadores por cuenta ajena
que trabajan para los dueños de las empresas, además de para el gobierno, a
través de retenciones e impuestos, y para el banco, que es al final donde va a
parar su dinero. Pasan sus vidas ocupándose del negocio de otro y haciendo rica
a esa otra persona y, por supuesto, a los bancos, porque al final para quien
termina trabajando uno es para un banco.
Sin embargo, los ricos, no funcionan así. La realidad es que los
ricos no están gravados con impuestos. Es la clase media la que paga impuestos.
Cada vez que un gobierno trata de penalizar a los ricos, ellos no
sólo no se conforman, sino que reaccionan. Tienen el dinero y la fuerza
suficiente para cambiar las cosas. Ellos no se quedan ahí cruzados de brazos
–como la clase media- pagando impuestos voluntariamente. Ellos buscan formas de
minimizar su carga impositiva. Contratan abogados y contables astutos, y
persuaden a los políticos para cambiar leyes o crear escapatorias legales. En
definitiva. Tienen los recursos para efectuar cambios, los promueven y al final
consiguen lo que se proponen.
Resumiendo: la diferencia entre un pobre y un rico es que el pobre
trabaja por el dinero, cediendo todo el poder a su empleador. Sin embargo, el
rico no trabaja para un empleador. El rico pone a trabajar su dinero para él y
de esa manera mantiene el control de su dinero y a la vez el poder.
Aunque ricos y pobres siempre han existido, nunca se ha dado la
tremenda brecha que les separa hoy en día; desigualdad que, por otra parte, se
debe al perverso y corrupto sistema económico-monetario actual que proporciona
los suficientes “chanchullos financieros” tales como la flexibilización
cuantitativa, el apalancamiento, los derivados, la inflación y deflación, y un
largo etc. para que esto ocurra.
Como
dijo el “sabio” Mújica: Cuando yo compro algo, o tú, no lo compramos con plata,
lo compramos con el tiempo de vida que tuvimos que gastar para ganar esa plata
con la que poder comprar. Tremendo ¿verdad?
Hay
una segunda derivada de la que nadie parece darse cuenta y que, bajo mi punto
de vista, es más preocupante que la desigualdad económica. Me refiero a la
enorme brecha que se está produciendo en
el conocimiento y que jamás en la historia se ha dado. Está sucediendo lo mismo
que con la economía y es que cada vez “los listos son más listos y los tontos
más tontos” con perdón de la expresión. Pero como en el tema económico, y dejando
de un lado el coeficiente intelectual de cada uno, está claro que no todos
tenemos el mismo acceso al conocimiento y, lo que es peor, éste puede caer en
buenas o malas manos, y eso si es peligroso.
Pensarás que esto ha ocurrido siempre y prácticamente no afecta a
tu vida pero, si es así, estás totalmente equivocado. Son precisamente este
tipo de desigualdades las que afectan a tu vida y cada día más.
Un ejemplo claro de esto es lo que está sucediendo ya a día de hoy.
Aunque no lo creas, muchos hospitales en todo el mundo están
tomando decisiones drásticas tales como “quién va a morir, y quién vivirá” Esas
decisiones se basan exclusivamente en cuánto dinero tienes, la edad que tienes
y, por supuesto, el conocimiento que tienes. Si el paciente es ignorante y mayor,
la protección médica se dará probablemente a alguien más joven, salvo que ese
paciente mayor esté podrido de dinero. De no ser así al paciente pobre, mayor e
ignorante se le colocará al final de la fila y si sobran medios y recursos se
le atenderá, si no, no. Así que el rico podrá mantenerse vivo, mientras que los
que no dispongan de recursos económicos morirán. Así de claro.
Un suceso verídico –del cual nos hemos enterado por los medios de
comunicación- ha ocurrido no hace ni un mes en La Coruña. Es el caso de una
anciana a la que no se le dispensó atención médica y se le dejó morir en el
pasillo de un hospital de la Seguridad Social.
¿Te
das cuenta ahora de lo malo que es ser pobre? Por eso la pobreza es el arma más
potente utilizada por la élite mundial: o haces lo que ellos dicen o te
amenazan con empobrecerte y eso ya sabemos todos lo que significa (véase el caso
de Cuba, Venezuela y más recientemente Grecia)
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