Todavía seguimos creyendo que aunque vivamos en sociedades engañosamente
democráticas, no obstante, somos seres de libre pensamiento y que nosotros, y
sólo nosotros, somos los creadores de nuestro propio pensamiento. Pues nada más
lejos de la realidad.
En estos tiempos, en los que nos ha tocado vivir, todo aquello que
percibimos como “nuestra realidad” verdaderamente no es tal. Es una realidad
cuidadosamente construida, por poderosas fuentes corporativas, con el objetivo
de influir en nuestra opinión de una manera encubierta. ¡Ah! y por supuesto,
influyendo también en el que escribe estas líneas.
Desde siempre, las élites dominantes han utilizado todos los medios a
su alcance con tal de mantenernos distraídos y apartados de nuestro propio
pensamiento, para que sigamos sin cuestionarnos todas esas instituciones y
normas que nos oprimen y que impiden que podamos escucharnos a nosotros mismos.
Eso les aterroriza y harán lo que sea necesario para que no ocurra; por eso hoy,
entre otras, se sirven de la todopoderosa industria de la información.
La industria de la información difunde a través de prensa, radio,
televisión, internet y cualquier otro tipo de medio, toda una serie de mentiras
en relación con la política, la economía, la sanidad, el deporte, la educación,
la alimentación, el terrorismo, la guerra, etc. que son cuidadosamente creadas
y manipuladas para condicionar la mente de los receptor de las mismas y así
dirigirles hacia donde ellos han programado.
Lo que verdaderamente se está llevando a cabo, a nivel planetario, es
un lavado de cerebro masivo para terminar implantando el “pensamiento único”.
Para ello fue creado el Instituto Tavistok, que tiene como objetivo fundamental
desarrollar campañas de insidiosa propaganda y la manipulación de la opinión pública
a nivel global. El trabajo pionero de Tavistock es la ciencia del
comportamiento, siguiendo las líneas freudianas de "control" de los
seres humanos y, entre otras cosas, ha desarrollado las técnicas de lavado
de cerebro masivo.
Las grandes agencias de noticias encuentran la manera más sutil de
manipular cualquier tipo de información, para moldear a su conveniencia la
información que nos ofrecen los periodistas. Nunca tendremos claro hasta qué
punto es verdad la información que reciben los periodistas -que luego
transmiten a la población- debido a que la industria de las noticias está
totalmente controlada por grandes corporaciones que actúan en el anonimato.
En EEUU -probablemente el país del mundo con más televisiones, radios, periódicos
y publicaciones de todo tipo- existen seis grandes corporaciones que poseen el
90% de los medios de comunicación, que son: CBS, General Electric, Disney, Time
Warner, News-Corp y Viacom. Sin embargo, estas seis grandes corporaciones funcionan
bajo muchas marcas diferentes como CNN, ABC, Fox, Comcast, Wall Street Journal,
USA Today, The Washington Post, etc, haciendo creer a la gente que ellos, y
solamente ellos, son libres de elegir entre múltiples opciones diferentes. Es
una estrategia creada por el Instituto Tavistock que dice: “debe haber un gran número de fuentes de
información, cuyos mensajes pueden variar ligeramente, a fin de enmascarar la
sensación de control por parte de un “ente” exterior”.
En el caso de España la manipulación y control
de las noticias es fácilmente constatable. Todas las cadenas de televisión, la
prensa escrita y la radio ofrecen las mismas noticias y, para más inri, hasta
en el mismo orden.
Básicamente se empieza con la noticia más
sensacionalista del día, como puede ser un atentado terrorista o accidente
aéreo. A continuación la actualidad política, seguida de corrupción, guerras y
otros desastres. Luego una serie de noticias banales o “gratuitas” como, por
ejemplo, las causas de la obesidad en España o cómo se bailan sevillanas en El
Rocío, para rematar con noticias alarmantes de desapariciones de personas,
asesinatos, violencia de género, etc. que son de gran calado en la población
más sensible y emocional. Y por último, los deportes; bueno, mejor dicho, el fútbol: la mayor y
más potente herramienta con la que la industria de la información hace su
trabajo sucio de control mental e hipnosis de masas.
Y aquí lo tenemos: hemos confeccionado la
parrilla de cualquier medio de comunicación y esta misma parrilla es repetida
día tras día y año tras año.
¿Te has parado a pensar por qué las noticias
siempre son de guerras, atentados, violencia de género, casos de corrupción,
injusticias, robos, etc.?
¿Es que no se produce ninguna noticia buena en
el mundo que de para llenar un telediario como sí ocurre, por ejemplo, con un
accidente aéreo, atentado o caso de corrupción?
¿Te has preguntado también por qué no estalla
una revuelta y por qué todo el mundo parece estar aletargado?
Pues seguro que tiene un “porque”.
El grado de saturación de noticias trágicas y
de corrupción es tal que nos ha hecho inmunes y ya no reaccionamos: podemos
estar tranquilamente comiendo en casa y viendo en la tele a millones de
refugiados muriendo de hambre, frío o ahogándose en el mar, que lo único que
saldrá de nosotros será una exclamación: ¡pobre gente! Y ya está.
Y yo me pregunto: ¿es que en un mundo de siete
mil millones de personas únicamente se producen las 50 ó 100 noticias que
reflejan al unísono todos los medios de comunicación? Sospechoso ¿verdad?
Pero hay algo aun más inquietante, que se ha
introducido muy sibilinamente, y que es realmente novedoso. Me refiero a cuando
los intereses económicos, corporativos, políticos o de otro tipo, se disfrazan y se publican en Twitter y
Facebook, en blogs de todo tipo, en cartas
editoriales, comentarios online, etc., para tratar de hacer creer a la gente
que el mensaje sale de un movimiento independiente o de una persona cualquiera que
emite su opinión.
Pues bien. Con todo este conglomerado de
noticias: ¿cómo podemos distinguir lo que es información real de lo que es
falso o manipulado? Sencillamente no se puede. Únicamente nos queda utilizar
nuestro sentido común y grado de formación. Sólo así encontraremos alguna
verdad, ante el maremágnum de tanta obscenidad y falsedad, en la
desproporcionada cantidad de información que recibimos cada minuto.
Como podréis imaginar esto no es gratuito. El interés final de toda esta
manipulación es conseguir un lavado de cerebro masivo con el fin de reconfigurar
el mundo a nivel político, económico y social, para sentar las bases de un
nuevo paradigma global que está a punto de aparecer. Este nuevo paradigma bien
pudiera ser aquello que en determinados círculos se conoce como “Nuevo Orden
Mundial” y que tantos ríos de tinta ha hecho correr entre los defensores de la
“teoría de la conspiración”.
El escándalo de los “Papeles de Panamá” -que está ocasionando la
persecución de algunos paraísos fiscales así como de determinados “personajes”
que a priori parecían respetables- no ha hecho más que corroborar esta
hipótesis. Es la excusa perfecta para promover la creación de organismos
globales que se encarguen de controlar el mundo como un todo, bajo el pretexto
de luchar contra el fraude fiscal
global. Es un paso más hacia ese mundo globalizado que prácticamente ya se
tiene conseguido con la entrada en vigor de los diferentes tratados de libre
comercio esparcidos por todo el mundo.
No os extrañéis si últimamente escucháis mucho
la palabra “global” ya que forma parte de esta estrategia para ir mentalizando
a la gente. Esto lo podéis comprobar, por ejemplo, en la cabecera del diario El
País que, en la portada, bajo su nombre “EL PAIS” figura: “EL PERIÓDICO GLOBAL”
(no tengo que explicar aquí en manos de quién está es El País ¿verdad?)
Pero el último gran paso que se quiere dar, y que se está impulsando
con nuestro beneplácito, para conseguir el control absoluto sobre la población
mundial, es la eliminación del dinero físico.
Como habréis podido observar, a lo largo de los últimos años, el dinero
físico es cada vez menos utilizado siendo sustituido por el “dinero de
plástico” o “dinero electrónico”. Pues bien. Uno de los puntos clave de esta
presunta lucha contra el fraude fiscal global es precisamente impulsar la
eliminación del dinero físico, bajo el pretexto de que de esta manera el fraude fiscal desaparecerá. Pero nada más lejos de la realidad, ya que el
sistema monetario –utilice dinero físico o electrónico- es intrínsecamente
corrupto y, mientras siga existiendo, la corrupción está garantizada.
La mayoría de los países están promoviendo campañas para acabar
erradicando el dinero físico de nuestras vidas. Se está potenciando el comercio
electrónico y endureciendo el uso de efectivo. En el caso de Francia, los pagos
con dinero en metálico se limitarán a mil euros. En España, el Gobierno aprobó
la Ley de Lucha contra el Fraude, que prohíbe los pagos en efectivo por más de
2.500 euros (15.000 si el pagador es un particular no residente) y sanciones
del 25% para quienes no lo cumplan. Por otra parte, muchos países, entre ellos los
países nórdicos, con Dinamarca y Suecia a la cabeza, ya han manifestado su
intención de eliminar por completo el dinero físico.
Nos han vendido, por activa y por pasiva, que con la eliminación del
dinero físico se acabaría con la evasión de capitales, el dinero negro, el
fraude fiscal, los robos, etc. pero la eliminación del dinero físico no está
exenta de riesgos. De hecho, el fraude electrónico se ha multiplicado en los
últimos años de una manera alarmante, por lo que no es ninguna garantía de nada.
No nos dejemos engañar. La verdadera finalidad de sustituir el dinero
físico por el dinero electrónico es simplemente porque su seguimiento y
control, por parte de las entidades bancarias y gobiernos, será total. Así que el resultado final de esta
maniobra será que todos los ciudadanos estaremos bajo el control absoluto de
los bancos y los gobiernos que, siguiendo el rastro del dinero, sabrán en cada
momento dónde estamos y que hacemos, puesto que conocerán cuánto dinero
tenemos; de dónde lo sacamos; cómo, dónde y cuándo lo gastamos; y lo que es más
importante: podrán restringir o negarnos el acceso al mismo si ellos consideran
que nuestro comportamiento no es el adecuado. En definitiva, el mayor Gran
Hermano que jamás habríamos imaginado, y premio gordo para los bancos que controlarían
por completo la masa monetaria mundial: su sueño de toda la vida hecho
realidad.
Y ahora yo me pregunto: ¿sería posible un mundo sin dinero?… me refiero a un mundo sin dinero
de ningún tipo; es decir, ni efectivo, ni tarjeta, ni electrónico, ni nada de
nada.
Si no existiera el dinero las personas no serían esclavas. Las empresas
fabricarían sólo aquello que necesitásemos para vivir. No habría guerras, porque el
motivo principal y único de la guerra es el dinero. No existiría el hambre en
el mundo. Las diferentes industrias –farmacéutica, energética, etc.- sólo producirían
aquello que es necesario. Se pondrían en marcha montones de proyectos de
investigación con todas las garantías de que se implementarían de inmediato. Se
acabaría con el crimen organizado y la delincuencia. El conocimiento sería de
dominio público. Y así podríamos seguir con una lista interminable. En
definitiva, no sería un mundo perfecto pero sin duda sí mucho mejor que el
actual.
¿De verdad que un mundo sin dinero sería una locura irrealizable? Yo no
lo creo así; y no me vale el denostado y patético argumento de que si el ser
humano tuviera todas sus necesidades cubiertas no haría más que holgazanear.
Para terminar, decir que hay fundamentalmente dos mecanismos que
utiliza la industria de la información para mantenernos abstraídos de nuestro
propio pensamiento. Una es la imperiosa necesidad -infundida desde la más
tierna infancia- de creer en una verdad absoluta que nos sirva de referencia en
el transcurso de nuestra vida, la cual podemos ir cambiando. Y la otra, la
saturación de nuestra mente por la cantidad de información que recibimos
constantemente.
Recapitulando:
Mediante las diferentes técnicas de manipulación, llevadas a cabo a
través de la industria de la información, han conseguido hacer de la mayoría de
nosotros una panda de borregos conformistas, cuyo mayor logro es conseguir un
trabajo precario mal remunerado, y en nuestro tiempo libre estar tirados en el
sofá consumiendo largas horas de futbol, series o noticias en televisión,
cuando no haciendo alguno de esos estúpidos viajes que nos venden como sublimes,
además de pasar las horas pegados a esas minúsculas maquinitas llamadas
“móviles”.
Pero
eso sí: no levantaremos ni un solo dedo contra aquellos que nos oprimen, roban
y maltratan física y sicológicamente, dado que ya se han encargado ellos de que
eso no ocurra. Únicamente soltaremos algún que otro patético lamento, de vez en
cuando, para reconfortarnos a nosotros mismos. ¡Ah! y no conviene hacerlo muy a
menudo porque, amén de estar muy mal visto, no es políticamente correcto;
además, la gente huirá de ti como alma que lleva el diablo.
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