martes, 24 de mayo de 2016

FONDOS DE COBERTURA

Dentro de la gama de productos financieros, altamente especulativos, están los llamados “fondos de cobertura”, con los cuales se puede obtener pingües beneficios en un periodo relativamente corto de tiempo.
Los llamados “fondos de cobertura” se fundamentan en tres técnicas financieras que son: Cobertura de riesgos, arbitraje y apalancamiento.
Cobertura de riesgos: Es una técnica de protección de una cartera contra las variaciones súbitas del mercado, que consiste en comprar y mantener activos con buenas perspectivas a largo plazo, y en vender al mismo tiempo activos con perspectivas dudosas. Esta última técnica, la venta a corto, consiste en pedir prestadas acciones a terceros y venderlas, para luego volver a comprarlas a menor precio y devolverlas a su titular inicial. La plusvalía generada entre su precio de venta y el precio de recompra es el beneficio.
Técnica del arbitraje: se basa en el hecho de que un activo se negocia, a veces, en distintos mercados a diferentes precios a la vez. Dado que un activo debería venderse al mismo precio en todos los mercados al mismo tiempo -pero no siempre es así- una manera de obtener beneficios con bajo riesgo es vender el activo mejor cotizado en un mercado (vender a corto) y comprar el activo menos cotizado (comprar a largo) en el otro mercado. Cuando convergen los precios se puede obtener un beneficio de arbitraje vendiendo el activo adquirido a bajo precio y recomprando el activo vendido a un precio más alto.
Apalancamiento: es la realización de una inversión por más importe del que se tiene en efectivo contante y sonante; es decir, dinero que se pide prestado para hacer la inversión. Esta práctica es muy habitual  y puede disparar tanto los beneficios como las pérdidas.
Ahora pongamos un ejemplo de cómo se puede obtener beneficios con los fondos de cobertura en un espacio relativamente corto de tiempo.
Imaginemos un banco de inversión que toma prestadas 2 millones de acciones de un determinado activo. Esas acciones a las 10 de la mañana cotizan a 5 € la acción. Pues bien. A esa misma hora el banco de inversión las vende y obtiene por ellas 10 millones de euros.
A las 12 de la mañana –y como consecuencia, por ejemplo, de la caída del precio del petróleo- las acciones han bajado a 4, 50 € la acción. Entonces el banco de inversión vuelve a recomprar los 2 millones de acciones, que vendió a las 10 de la mañana, desembolsando por ellas la cantidad de 9 millones de euros y devolviendo las acciones a quien se las prestó.
Y aquí lo tenemos: la diferencia entre los 10 millones de la venta y los 9 millones de la recompra es la plusvalía. Así que en el transcurso de 2 horas el banco de inversión ha ganado 1 millón de euros y simplemente apretando la tecla de un ordenador. Fantástico ¿verdad? Pero esto no es todo, ya que con las “transacciones de alta frecuencia” esta operación puede repetirse, en el transcurso del día, miles de veces.
Como ya se puede intuir, debido a su carácter altamente especulativo, los fondos de cobertura están claramente diseñados para los grandes inversionistas que cuentan con un gran patrimonio. Últimamente también se han interesado por este tipo de productos los fondos de pensiones, fundaciones, organizaciones benéficas y otras instituciones, por lo que su número ha subido considerablemente. Si en el año 2005 había aproximadamente 8.500 fondos de cobertura operando en todo el mundo -gestionando activos por un valor superior a 1 billón de dólares- hoy en día la cantidad se ha disparado.
Se dice que los fondos de cobertura mueven los mercados a su antojo, en su propio beneficio, y que causan trastornos en los mismos. Se les acusa, en gran medida, de la fluctuación diaria de las bolsas, con picos de sierra en el día como jamás se había visto. También se asegura que los fondos de cobertura no están lo suficientemente regulados ni supervisados.
Mi pregunta es: ¿cómo consentimos esto? Pues lo consentimos fundamentalmente por nuestro desconocimiento, dado que, la mayoría de nosotros, ignoramos por completo las prácticas especulativas de la economía financiera de inversión de productos de “alto riesgo” que, entrecomillo, porque el alto riesgo es para nosotros -pobres ignorantes- pero no para los grandes inversores que cuentan con información privilegiada y la capacidad de mover los mercados a su antojo.
Lo que no se puede consentir es que un grupo de especuladores tenga a la economía real secuestrada. Los precios de los diferentes productos, en una economía de mercado, deberían estar estipulados por la ley de la oferta y la demanda; sin embargo, los inversionistas especuladores –que no olvidemos no aportan nada a la economía real- son los que verdaderamente hacen subir o bajar los precios: un día, por ejemplo, se interesan por el maíz, lo cual genera un incremento espectacular de su precio, cuando el precio debería obedecer a la oferta y a la demanda de maíz que hubiera en el mercado. En definitiva, a día de hoy son estos especuladores los que determinan los precios y así no hay economía real que lo resista.
Con el consentimiento de estas prácticas abusivas y especulativas está claro que: o eres de la misma cuerda de los que dominan la economía mundial -y haces lo que ellos esperan que hagas- o, de lo contrario, te has caído con todo el equipo. Te aplican su guerra económica y estás perdido (léase caso de Venezuela o Grecia y últimamente Brasil, cuya presidenta, Dilma Rousseff, ha sido apartada temporalmente del cargo por desafiar a la banca, al querer reducir la brecha entre la tasa de interés que cobran los bancos por prestar dinero y la que pagan a los ahorradores por sus depósitos (spread bancario). Este diferencial a favor de la banca privada, en Brasil, era de los más altos del mundo. Desde ese momento, la banca le juró la muerte política a Dilma. Y así fue)
Por desgracia en nuestra sociedad todo está supeditado a hacer el mayor dinero posible en el menor corto plazo deseable. Por lo tanto, todos los que no tenemos ese patrimonio ni acceso a productos especulativos como este que, repito, no aportan nada a la economía real, estamos abocados a seguir con nuestra vida monótona -en la mayoría de los casos sin sentido- yendo al trabajo durante cuarenta años; engendrando hijos que luego educaremos en los mismos principios -y en algunos casos de forma absurda- para luego morir.
Bien es verdad que la corrupción y especulación del sistema financiero que rige el mundo no es nueva, ha existido siempre y, mientras el dinero no desaparezca, siempre existirá. Así pues, el sistema financiero es, bajo mi punto de vista, el único culpable de las corruptelas de este mundo. Deberíamos dudar de lo que otros digan o hayan dicho y desconfiar del contenido de los múltiples ríos de tinta escritos sobre economía. Recelar de todos los productos financieros, y sobre todo cuestionar el poder de la autoridad financiera. Tenemos que indagar por nosotros mismos y cuestionarnos todo aquello que se nos ha hecho creer que es económica y financieramente correcto y, por supuesto, ser escépticos; muy escépticos.
François Morin, autor del libro “La hidra mundial”, dice que el mundo está dominado por 28 grandes bancos internacionales. Estos grandes bancos detentan prácticamente la totalidad de derivados financieros y productos tóxicos –entre ellos los fondos de cobertura- responsables de las sucesivas crisis económicas y el más que probable colapso de la economía mundial. Sin embargo, los Estados, en vez de reestructurar y regular los bancos, han transformado la deuda privada en pública, esclavizando de por vida a sociedades enteras que, sin comerlo ni beberlo, se encuentran endeudadas para varias generaciones futuras.
Los 28 bancos que, por cierto, concentran el 90% de los activos financieros del mundo, son: 8 norteamericanos (J. P. Morgan Chase, Bank of America, Citigroup, Morgan Stanley , Goldman Sachs , Bank of New York Mekon, State Street y Wells Fargo), 4 franceses (Groupe Crédit Agricole, BNP Paribas, Société Générale y BPCE), 3 japoneses (Mitsubishi Ufjfg, Mizuho FG y Sumitomo Mitsui FG), 2 chinos (HSBC y Bank of China), 2 ingleses (Barclays PLC y Standart Chartered), 2 españoles (Santander y BBVA), 2 suizos (UBS y Crédit Suisse), 1 alemán (Deutsches Bank), 1 escocés (Royal Bank of Scotland), 1 holandés (ING Bank), 1 italiano (Unicrédit Group) y 1 sueco (Nordea)
También, en una información difundida por la BBC, se dice que estos 28 bancos mantienen recursos superiores a los de la deuda pública mundial. Según informa, mientras que estas entidades tienen activos por valor de 50.341 billones de dólares, la deuda pública mundial asciende a 48.957 billones de dólares.
En definitiva: que un determinado producto financiero -o el mismo sistema económico-financiero- sea legal no quiere decir que sea legítimo, justo e igualitario para todos. Pero hay todavía una cosa más importante que deberíamos tener en cuenta: siempre hay alternativas.

jueves, 12 de mayo de 2016

¿ES VERDADERAMENTE EL ORO UN REFUGIO?

A lo largo de la historia tanto el oro como el papel moneda han sido instrumentos de pago.
Bien es verdad que, en un principio, el oro tenía un valor intrínseco como moneda de cambio (de ahí que el papel moneda siempre estuvo respaldado por oro) pero no parece que ahora ese valor se siga manteniendo.
A raíz de la derogación temporal, por parte de Nixon en 1971, del patrón oro, todas las monedas del mundo se convirtieron en fiduciarias; es decir, que ya no están respaldadas por oro.
Tanto el oro, el papel moneda, así como el resto de cosas, verdaderamente no tienen más valor que el que nosotros le queramos dar. Entonces, mi pregunta es: ¿tiene actualmente el oro ese valor que se le atribuye? O lo que es lo mismo: ¿es verdaderamente el oro un valor refugio ante las actuales monedas fiduciarias?
A raíz de los últimos acontecimientos en materia económico-financiera todo parece indicar que el oro ya no es lo que era y que jamás volverá a serlo.
Dicen los expertos que el oro ya no es un respaldo seguro de nuestro poder adquisitivo. Ahora es simplemente otro negocio más de compra-venta. Aunque también es cierto que sigue existiendo la creencia popular de que en el mundo actual -con todas las monedas fiduciarias al mismo tiempo- nuestros ahorros estarían más seguros en oro que en papel moneda.
Esto obviamente no parece tener sentido, ya que, si así fuera, los poseedores de oro no lo venderían ni se desharían de él.
La única razón por la cual las grandes potencias siguen acumulando oro en las bodegas de sus bancos centrales es para hacer creer a sus ciudadanos –y, por supuesto, a los ciudadanos del resto del mundo- que si cae su papel moneda siempre les quedará el oro. Si bien, son los propios banqueros los primeros en saber que ese oro acumulado en sus bodegas no sirve absolutamente para nada; bueno, para nada no: sigue teniendo utilidad –como cualquier otro metal- por ejemplo, para la composición de circuitos electrónicos, joyería, etc.
En definitiva: el oro es simplemente una rémora del pasado que las clases populares aun no hemos sido capaces de desechar, pero nada más. Al menos eso es lo que asegura la élite bancaria mundial.
Parece ser que en la economía actual ya no hay sitio para el oro, habiéndose convertido en una fantasía que aun añoran algunos.
El papel moneda, en cambio, es un crédito por parte de un banco, respaldado por un Estado, hacia el poseedor. Con ese "papelito" se puede comprar todo lo que esté en venta, pagar impuestos e incluso especular en el mercado de valores. Y mientras todos aceptemos el poder que tienen los estados sobre nosotros, la confianza en ese “papelito” está más o menos garantizada. De manera que, mientras esto ocurra, el papel moneda seguirá teniendo más crédito, preponderancia y utilidad que el oro. Con esto no quiero decir que el papel moneda sea seguro, ya que nada en el sistema económico-financiero actual está libre de especulación.
Hasta ahora el Dólar fue el pilar de la economía mundial, siendo este la base para los tipos de cambio y cotizaciones mundiales. Ahora con el Euro -y el Yuan abriéndose paso- hay una mayor competitividad para ver quien se hace con la hegemonía mundial o, al menos, una hegemonía compartida.
Pero ante la alarmante oleada de noticias sobre la caída inminente de alguna de las divisas más importantes del planeta, como pueden ser el Dólar, Euro o Yuan, la gente tiene pánico a que su papel moneda deje de tener valor y busca refugio en el oro.
Si eso ocurriera, todo parece indicar que no será el oro el que sustituya al Dólar, Euro o Yuan como medio de pago, ya que cuando una divisa cae –como ha ocurrido en numerosas ocasiones en la historia más reciente- enseguida ha sido remplaza por otro papel moneda, pero nunca por oro.
Por otra parte, la élite mundial ya tiene decidido cuál va a ser el dinero del futuro; bueno, mejor dicho del futuro inmediato. Las diferentes divisas coexistentes en el mundo, no tardando mucho, utilizarán únicamente dinero electrónico; o lo que es lo mismo: dinero digital que sustituirá en todo el planeta al papel moneda.
Desde que salió a la luz Bitcoin -ya sabes, esa criptodivisa que no es controlada por ninguna entidad bancaria ni gobierno- la banca, y por ende los gobiernos, siempre la han ninguneado y repudiado, entre otras razones, porque les privaría de emitir moneda. Sin embargo siempre han estado muy interesados en la cadena de bloques (Blockchain) que es en lo que se sustenta  Bitcoin.
Lo que quiere la banca es esa nueva tecnología Blockchain -base de Bitcoin- para crear un sistema de transacción de dinero instantáneo y fiable, que sustituya al sistema de transacción de dinero habitual, más engorroso y propenso a provocar errores.
Sí bien es verdad que en la actualidad el dinero efectivo de una cuenta corriente bancaria se puede gestionar electrónicamente, también no es menos cierto que existe una diferencia sustancial entre ese sistema y lo que significaría que todo el dinero fuese realmente digital y registrado en una cadena de bloques.
¿Pero que es Blockchain o, lo que es lo mismo, la cadena de bloques?
Básicamente una cadena de bloques es un “libro mayor” que en vez de registrar apuntes contables registra solo acontecimientos digitales y que además está “distribuido” y es compartido entre muchas partes diferentes. Sólo puede ser actualizado a partir del consenso de la mayoría de participantes del sistema y una vez introducida la información nunca puede ser borrada. Las transacciones que tienen lugar son “empaquetadas” en bloques, y posteriormente incluidas en la Cadena, una vez que sean validadas y distribuidas a todos los nodos que forman la red.
Cada bloque que forma parte de la cadena (excepto el bloque generatriz, que inicia la cadena) está formado por:
·        Un código alfanumérico que enlaza con el bloque anterior.
·        El “paquete” de transacciones que incluye (cuyo número viene determinado por diferentes factores)

·        Otro código alfanumérico que enlazará con el siguiente bloque.
Esquema elemental de la Cadena de Bloques

En el caso de Bitcoin la cadena de bloques contiene un registro certero y verificable de todas las transacciones que se han hecho en toda su historia.
Esto que, a priori, puede parecer un gran avance tecnológico y comercial, como todo en esta vida tendrá sus ventajas y sus inconvenientes, y sus partidarios y sus detractores.
Lo que es muy curioso, y a la vez sospechoso, es que mientras la élite bancaria se reunía en Wall Street para dar un paso más hacia la implantación de esta tecnología, el inventor del Bitcoin, que se ocultaba tras el pseudónimo de Satoshi Nakamoto, se presenta ante el mundo como un empresario australiano llamado Craig Wright. Aunque parece que no está claro si es verdaderamente el inventor de Bitcoin, ya que se niega a aportar la prueba definitiva que lo corrobore.
Bueno. Pues mientras nosotros estamos distraídos con mil y una estupideces políticas (no olvidemos que no decidimos nada con nuestro voto) las élites bancarias, en el más absoluto secretismo, llevan a cabo sus planes reales sin que nos percatemos de ello, y esos planes y cambios sí tendrán consecuencias para nuestras vidas.
En resumen, el oro no volverá a sustituir al papel moneda como instrumento de pago y mucho menos al dinero digital o electrónico que se va a implantar. Por lo tanto, cambiar nuestro dinero por oro, para una mayor seguridad, parece un “craso error”. Aunque bien es verdad -para gusto se hicieron los colores- que hay mucha gente que prefiere tener su dinero invertido en arte, vino, oro, plata, etc., antes que en papel moneda; y a otros, en cambio, les gusta guardar billetes debajo del colchón.
Después de más de 40 años sin el amparo del oro todo parece indicar que el oro como moneda o respaldo del papel moneda pasó a la historia. Lo que próximamente implementará la banca mundial será el dinero electrónico y ya veremos que nos depara.
Pero ¡ojo! También pudiera ser que tomaran auge las llamadas monedas sociales, que no son otra cosa que monedas alternativas al dinero de curso legal. En el mundo se estima que existen más de 4000 experiencias monetarias de este tipo y en España, en los últimos cinco años, han florecido más de 70 monedas sociales que muchos ciudadanos están utilizando como alternativa al Euro.
Demos en Canarias, Ekhi en Bilbao, Puma en Sevilla, Eco en Tarragona, Res, Ecosol, Osel, Mora….. y un largo etc. son algunas de las monedas sociales que se están utilizando en España con buena acogida por parte de la ciudadanía, que ha visto en este tipo de monedas una alternativa al actual sistema monetario corrupto. Muchas de estas monedas sociales tienen como base Internet y las nuevas tecnologías y, al igual que Bitcoin, parece que han venido para quedarse.