lunes, 11 de julio de 2016

ARMAGEDÓN FINANCIERO

Todos recordamos lo que pasó el día después de que los británicos votasen a favor del Brexit, con la caída espectacular de todos los índices bursátiles en prácticamente todo el mundo. Pues bien. El Brexit es una broma en comparación con lo que irremisiblemente se nos viene encima y que debería preocuparnos a todos. Un problema que, amén de no ser nuevo, en los últimos 10 años ha ido creciendo y cada día está más lejos de tener solución. Me refiero al tamaño gigantesco y falta de solvencia de las más importantes entidades financieras del mundo, con el Deustche Bank a la cabeza.
Según el FMI el Deustche Bank constituye el riesgo más evidente para el sistema financiero mundial. De hecho, ni este año ni el anterior superó los test de stres de la FED. El gigantesco banco alemán, y primer banco europeo, sigue su trayectoria descendente desde 2006, en que sus acciones cotizaban a 115 € y hoy lo hace a tan sólo 12 € la acción, lo que supone una pérdida de más del 90% de su valor.
¿Pero cuál es el verdadero problema del Deutsche Bank? Pues, según el FMI, ni más ni menos que la increíble exposición en derivados de más de 60 billones de euros (casi 6 veces todo el PIB de la eurozona) que probablemente sea mucho mayor ya que, en lo referente a derivados, ni ellos mismos saben lo que realmente tienen pululando por los mercados.
Pero no es este el único banco insolvente y técnicamente en quiebra. Al  Deutsche Bank hay que sumarle otros 15 bancos europeos (entre los que se encuentra nuestro “buque insignia”, el Santander, cuyas acciones en estos últimos 10 años se han desplomado más de un 75% de su valor) 8 bancos americanos (como J.P. Morgan, Goldman Sachs, Bank of America……) y 6 asiáticos (ICBC, Bank of China…….)


Bancos sistémicos atrapados en derivados y deuda

Ante esta situación –que, por cierto, debería haber estallado hace tiempo- lo que están haciendo los bancos centrales es inyectar más dinero fiduciario al sistema y bajar los tipos de interés; es decir, aplicar un parche para tapar otro parche y esto, como se puede comprender, tarde o temprano tendrá un final. La cuestión no es si se producirá un colapso del sistema financiero mundial, sino cuándo. Y mi pregunta es: ¿de verdad podemos seguir mirando hacia otro lado y dejar que la burbuja financiera siga creciendo indefinidamente? Porque no es lo mismo aguantar el impacto de una ola de 1 metro que el de una de 8 metros.
Aunque el colapso del sistema financiero provocará una nueva y mayor crisis mundial (probablemente con consecuencias impredecibles) hay gente que le resta importancia, argumentando que aproximadamente cada 40 años se produce una caída del sistema. La última vez que esto ocurrió fue en 1971, así que todo parece indicar que debe de estar al caer.
Para algunos, estas crisis económicas cíclicas que se vienen produciendo, no son necesariamente una mala noticia ya que, según ellos, como en todas las crisis habrá ganadores y perdedores. Lo que de verdad les importa no es lo que ocurrirá o por qué ocurrirá, sino posicionarse en el lado de los que van a salir ganando, como sucede en todas y cada una de las crisis económicas de la historia de la humanidad. Y, por supuesto, no les preocupa lo más mínimo la cantidad de vidas que una crisis de tal envergadura se llevará por delante.
Yo soy de los que piensa que la actual crisis económica no es producto del azar o de unas malas praxis de banqueros y economistas. La crisis actual, y la que está por venir, son la consecuencia de aplicar mecanismos altamente calculados para favorecer los intereses de unos pocos, ya que, como he dicho siempre, la economía actual ha sido creada por una élite para ser predecible, previsible y manipulable.
Pero ¡ojo!: Porque la codicia y la estupidez del ser humano están llevando a nuestra especie al borde de la autodestrucción.
Acontecimientos recientes como las elecciones en España y el Brexit en el Reino Unido, son una muestra clara de hacia dónde nos dirigimos.
En el caso de España ha quedado puesto de manifiesto que a los españoles nos preocupa muy poco la corrupción, aunque los medios de comunicación se empeñen en decir lo contrario. Lo único que nos preocupa es el dinero, venga de donde venga: las clases populares que votan conservador, piensan que son las derechas –“ricas por naturaleza”- las únicas que les pueden proporcionar dinero. De ahí los resultados de las últimas elecciones.
Respecto al Brexit: más de lo mismo. Los británicos piensan que serán más ricos si “lo suyo es suyo y lo tuyo de los dos”. Así que, como en el caso de España, han decidido salirse de la UE simplemente por dinero (por cierto, al igual que los que quieren quedarse). Todo lo demás son pretextos: si, por ejemplo, los extranjeros emigrantes que llegan al Reino Unido trajeran cada uno de ellos un millón de libras bajo el brazo, no solo no se les pondría ninguna pega para entrar en el Reino Unido, sino que se les recibiría con los brazos abiertos.
En ambos casos –al igual que en el resto del mundo- a la gente sólo le preocupa el dinero, pero: ¿se han parado a pensar para que van a querer el dinero el día que nos quedemos sin planeta?
Los problemas de la humanidad no son sólo la economía, la migración, el paro, el hambre y las guerras….; que también. El principal problema de la humanidad es otro que, por supuesto, nadie quiere ni sabe cómo afrontar: me estoy refiriendo a la sobrepoblación del planeta.
Además, si seguimos en esta estúpida máxima de hacer el mayor dinero posible en el menor tiempo deseable, acabaremos con el planeta en menos tiempo del que somos capaces de imaginar.
Que yo sepa la Tierra es el único sitio habitable en varios cientos de miles de millones de kilómetros a la redonda: este planeta tiene una antigüedad de 4.500 millones de años; el primer homínido apareció hace 2 millones de años; los primeros “homo sapiens” hace 150 ó 200 mil años; los Sumerios son la primera civilización conocida (4.000-3.000 a.d.C); y la revolución industrial (donde se puede decir que comenzó la degradación del planeta) data de la segunda mitad del siglo XVIII, o sea, tan solo 200 años.
En el transcurso de la historia la población ha crecido de la siguiente manera: en el año 10.000 a.d.C había 1 millón de personas sobre la Tierra; en el año 1 d.d.C. 200 millones; en el año 1.000 había 310 millones; en el año 1.900 éramos 1.650.000 y en el año 2.016 somos la friolera de 7.350.000 habitantes.
Si nos fijamos, en los últimos 100 años hemos añadido más de 5.000 millones de seres humanos al planeta y creciendo.
A causa del crecimiento imparable de la población, y a la cultura del despilfarro y el pelotazo, la Tierra es explotada cada vez más y más, amenazando, destruyendo, aniquilando y esquilmando todos sus recursos, incluyendo su fauna y flora, base de la vida en el planeta.
Algún día, de un futuro no muy lejano, el ser humano pagará las consecuencias de su propia codicia y estupidez y, a este ritmo, ese día no va a tardar mucho en llegar. Esto no es una fantasía: es un hecho. No podemos creernos inmunes cuando dependemos completamente de los recursos del planeta y el comportamiento de la naturaleza.
Bien es verdad que si controlásemos de una manera radical la carga del planeta (entre 1.000 y 1.5000 millones de habitantes)  cuidásemos el medio ambiente y administrásemos de una forma más eficiente los recursos, nos ayudaría a darle bastantes más años de vida a la Tierra y con ello a alargar nuestra propia existencia. Pero en algún momento esto ocurrirá y al paso que vamos no será tardando mucho. Lo que está sucediendo es que somos más rápidos destruyendo que encontrando soluciones, y salvo que seamos capaces de adquirir la suficiente tecnología para colonizar otros mundos, antes de destruir este, nuestra especie irremisiblemente desaparecerá.
Dicho esto: qué más da que se produzca el tan cacareado Armagedón financiero, si lo que verdaderamente se está produciendo es el Armagedón del planeta y somos tan estúpidos que no nos damos cuenta. 
Se dice que de los errores se aprende. Bueno, pues confiemos en que después del Crack financiero que se avecina seamos capaces de enterarnos, de una vez por todas, que nuestro estilo de vida actual es totalmente insostenible.

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