En este momento de crisis global, donde la
política ya no es capaz de someter a los poderes fácticos -que campan a sus anchas-
y el paradigma del siglo XX se está viniendo abajo, todo parece indicar que para
salir de este atolladero no queda otra alternativa que desencadenar un
conflicto bélico a escala mundial. Al menos es lo que vienen asegurando los
expertos en estos temas, tanto rusos como americanos, de un tiempo a esta
parte.
Como todo el mundo habrá notado –si sigue las
noticias sobre los conflictos de Siria, Ucrania, Mar de China, etc.- desde hace
meses parece que los tambores de guerra suenan cada vez con más fuerza.
Está claro que últimamente está habiendo
muchos movimientos a nivel mundial en este sentido y ya son muchos los países
que aparentemente se preparan para un acontecimiento bélico.
Un claro ejemplo lo tenemos en Europa, donde
países como Alemania, Suecia y Francia, se plantean reintroducir de nuevo el
servicio militar obligatorio, algo que a día de hoy parece anacrónico.
Otros países, como la República Checa, están
alentando a sus ciudadanos para que hagan acopio de alimentos no perecederos: ¿por
temor a un conflicto bélico?
También la Eurocámara ha aprobado por primera
vez en su historia, en octubre de este año, un fondo
comunitario de dinero público para, según ellos, la investigación en I+D en
Defensa, o dicho de otra manera y sin tapujos: la UE ha decidido formar su
propio ejército y armarse hasta los dientes.
¿Y qué decir de EEUU? Su recién elegido Presidente lleva en su programa
una fuerte partida de los presupuestos para, según él, modernizar las fuerzas
armadas. Como anécdota decir que EEUU tiene desplegadas fuerzas militares en
140 países de los 194 que existen en la actualidad.
Ante toda esta sarta de noticias es lógico
pensar: ¿Entonces es que vamos irremisiblemente hacia la tercera guerra
mundial?
Pues no. Todo esto es, bajo mi punto de vista,
falso de toda falsedad.
Una cosa es mantener una serie de conflictos en
el mundo, como actualmente la guerra de Siria, para mantener en marcha la
industria armamentística, y otra muy distinta desencadenar una tercera guerra
mundial, en el que el mundo saltaría por los aires.
Yo no creo que las grandes potencias, militar
y económicamente hablando, como EEUU, la UE, Rusia y China se vayan a enzarzar
en una guerra que les destruiría a todos.
Para lo que verdaderamente estos países, y tantos
otros, se están preparando es para defenderse de su propia población amén de la
oleada de migrantes que van a tener que soportar.
Sí, esto es así. Los tiempos están cambiando
más rápido de lo que la sociedad puede asimilar.
En un mundo, donde todo está supeditado al
dinero; es decir, necesitamos trabajar para conseguir dinero con el que poder
subsistir, la cosa se empieza a complicar, ya que cada vez es más difícil
encontrar trabajo.
Los empleos no sólo no van a volver; al
contrario, cada día se destruirán más y más. La migración de los países más
pobre hacia los más ricos está
aumentando de forma exponencial y no va a parar. ¿Y qué decir de la población
mayor de 65 años? Cada vez será más numerosa y sin trabajo ni pensión de
jubilación no podrá subsistir, dado que el Sistema Público de Pensiones que
conocemos se ha convertido en inviable. En este nuevo paradigma ya no se dan -ni
se van a volver a dar- los tres factores de cuando se puso en marcha el actual
Sistema Público de Pensiones: pleno empleo, salarios decentes e indexados a la
inflación y una esperanza de vida de aproximadamente diez años tras la
jubilación.
Estos datos ponen de manifiesto que el actual
modelo está llegando a su fin, con lo cual, la mayoría de la población está
abocada a quedarse fuera del sistema.
Pues bien. Lo que está ocurriendo es que los
países más avanzados se han dado cuenta del problema y empiezan a prepararse
para tratar de mantener el orden antes de encontrar una solución.
Lo que todos esos países están haciendo no es
prepararse para una tercera guerra mundial, sino tomar medidas para el nuevo paradigma
que está por llegar, en el que no tendrá cabida la mayor parte de la población.
Se estima que para mover la economía del
planeta ya no es necesario más que un 20% de la población y decreciendo; así
que ese 80% o más restante, que irremisiblemente se quedará fuera, es de
esperar que va a montar la de “Dios es Cristo”.
Al no haber sitio para todos, en este nuevo
paradigma económico, es seguro que los disturbios, saqueos, conflictos y pillajes
de todo tipo se van a suceder día sí y día también.
Por eso los estados están tomando posiciones
haciéndose con ejércitos, cada vez más modernos y numerosos, para defenderse de
esa gran mayoría que se va a quedar fuera del sistema.
Esto no es una ilusión mía puesto que, como
cualquiera puede comprobar, ha empezado ya. Todos los días vemos los disturbios
que se están produciendo en cualquier parte del mundo; y esos disturbios son
ocasionados por esa gente que se está quedando fuera del sistema.
Los mal llamados “anti-sistema” verdaderamente
no son tal; más bien es al revés: es el sistema el que es “anti-ellos” puesto que
los ha expulsado del mismo, dejándoles sin trabajo, sin casa y sin nada. Y esto
no solo no va a parar, sino que irá in crescendo.
Entonces: ¿qué pasará cuando el desempleo
afecte a un 40-60% de la población? Pues que no habrá más remedio que
decantarse por una de estas dos alternativas: aplicar una renta básica
universal o deshacerse de toda esa población sobrante.
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