La igualdad de género en nuestra sociedad
occidental acomodada, a la que se le llena la boca de democracia, no es tal, es
una quimera.
Se habla mucho de que las mujeres han
conseguido equipararse a los hombres gozando de los mismos derechos: falso de
toda falsedad.
Esta afirmación se hace al compararnos con
otras culturas como, por ejemplo, la de los países árabes, donde la mujer sufre
una discriminación atroz con respecto al varón. Y es verdad, aunque nuestras mujeres
occidentales no le van a la zaga, salvando las distancias, claro.
Ser mujer -en cualquier cultura- y no morir en
el intento es cuanto menos una heroicidad. Porque vamos a ver: ¿qué es más
insufrible de llevar, un burka o unos tacones de aguja de 10 centímetros con
plataforma?
No voy a enumerar aquí la discriminación que
sufre la mujer en todos los ámbitos de la vida ya que es archiconocida por
todos: mujeres que desarrollando la misma actividad laboral que los varones
cobran salarios inferiores; que trabajando fuera del hogar realizan más tareas
domésticas que su pareja masculina o mujeres “atrapadas” en el cuidado de sus
pequeños y mayores.
De lo que voy a hablar es de algo que, por
cotidiano, pasa inadvertido para todo el mundo, pero que, sin embargo, bajo mi
punto de vista es la base de que a día de hoy siga existiendo discriminación.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es
que históricamente la mujer ha sido educada para asumir el papel de fiel esposa
y abnegada madre. Al ir a remolque del marido siempre ha dispuesto de pocos
recursos; o lo que es lo mismo, siempre ha sido pobre.
Esto no es baladí, ya que la razón de su
discriminación no es sólo por el mero hecho de ser mujer, que también. La
realidad es que la principal causa de su discriminación ha sido la pobreza, al
igual que siempre han sido y son discriminados el resto de pobres.
Indudablemente ha habido muchos avances en
este sentido. Con su incorporación al mercado laboral ha comenzado a disponer
de recursos propios y esto le ha permitido dejar de depender del hombre. Sin embargo,
paradójicamente, ahora más que nunca está siendo discriminada, esclavizada y
atrapada hasta unos niveles patológicos.
¿Y qué es lo que la tiene así? pues evidentemente
la sociedad de consumo. Y no me refiero al consumo de bienes materiales, que también.
Me refiero a un sinfín de estupideces superfluas relacionadas con la estética:
dietas imposibles, operaciones peligrosas, modas grotescas, prendas de vestir
incómodas, calzado inadecuado, interminables horas de peluquería, maquillaje,
depilación, etc.
¿Y por qué la mujer está sometida a esta
ignominia y el hombre no? pues por la sencilla razón de que tradicionalmente la
mujer ha sido y sigue siendo considerada un “oscuro objeto de deseo” por parte
del varón. Y si no es así, que alguien me explique lo siguiente:
¿Por qué una mujer para salir a un escenario a
cantar tiene que hacerlo prácticamente en ropa interior mientras que un hombre
lo hace completamente vestido? Una de dos: o lo hacen los dos vestidos o los
dos en ropa interior (yo no recuerdo haber visto nunca a un hombre encima de un
escenario en “gayumbos”).
¿O por qué en eventos tales como los Óscar de
Hollywood las mujeres visten -por decir algo- con unos modelitos y tacones
insufribles, mientras sus parejas masculinas llevan trajes y zapatos cómodos?
Por supuesto, esto mismo ocurre con las parejas de novios en las bodas,
celebraciones familiares y todo tipo de eventos sociales.
Mientras las mujeres consientan de buen grado
ser utilizadas como “floreros” y acepten que los hombres les vistan y calcen a
su antojo, para satisfacer sus más oscuras fantasías fetichistas, la igualdad
de género nunca se producirá. Porque, no creerán en serio las mujeres que son
ellas las que elijen vestir así, ¿verdad? (hay toda una industria de la moda
dirigida por hombres)
Con esto no quiero decir que tengamos que ir
uniformados hombres y mujeres y nos volvamos todos mojigatos; no se trata de
eso. Se trata de la dignidad de la mujer y de abandonar, de una vez por todas,
la educación machista que recibimos tanto hombres como mujeres.
Fíjate si el sistema lo hace “bien” que,
paradójicamente, esa educación machista es transmitida por las mismas mujeres:
madres y maestras (en preescolar suelen ser mayoritariamente mujeres) son las
encargadas de impartir la primera fase de la educación de los más pequeños, que
es donde empieza verdaderamente toda esta discriminación.
Piénsalo bien. Con toda seguridad jamás veras
a un hombre calzarse unos tacones de aguja de 10 centímetros, salvo algún drag
queen; entonces, ¿por qué las mujeres se someten a esa tortura?
Actualmente hay infinidad de mujeres que ya no
aceptan ese rol y, sin embargo, siguen padeciendo discriminación porque son
metidas en el mismo saco que el resto de mujeres que sí lo aceptan. Así que mientras
haya un elevado número de mujeres consintiendo este estúpido juego, dudo mucho que se consiga la igualdad.
Luego, hipócritamente nos echamos las manos a
la cabeza. Porque claro está, una cosa lleva a la otra: donde hay
discriminación de género hay violencia de género.
Lo verdaderamente grave, es que cuando una
mujer sufre discriminación de género significa que todo lo que haga ha de
hacerlo infinitamente mejor que el varón, simplemente para que sea tomada en
cuenta. Además, lo tendrá que hacer sumergida en ese disfraz de mujer. Me
refiero a que deberá ir maquillada, peinada, depilada, vestida y calzada para
la ocasión.
No le des más vueltas. Esta es la verdadera
revolución que le queda por hacer a la mujer si verdaderamente quiere conseguir
algún día la igualdad de género.