viernes, 26 de enero de 2018

IGUALDAD DE GÉNERO


La igualdad de género en nuestra sociedad occidental acomodada, a la que se le llena la boca de democracia, no es tal, es una quimera.

Se habla mucho de que las mujeres han conseguido equipararse a los hombres gozando de los mismos derechos: falso de toda falsedad.
Esta afirmación se hace al compararnos con otras culturas como, por ejemplo, la de los países árabes, donde la mujer sufre una discriminación atroz con respecto al varón. Y es verdad, aunque nuestras mujeres occidentales no le van a la zaga, salvando las distancias, claro.
Ser mujer -en cualquier cultura- y no morir en el intento es cuanto menos una heroicidad. Porque vamos a ver: ¿qué es más insufrible de llevar, un burka o unos tacones de aguja de 10 centímetros con plataforma?

No voy a enumerar aquí la discriminación que sufre la mujer en todos los ámbitos de la vida ya que es archiconocida por todos: mujeres que desarrollando la misma actividad laboral que los varones cobran salarios inferiores; que trabajando fuera del hogar realizan más tareas domésticas que su pareja masculina o mujeres “atrapadas” en el cuidado de sus pequeños y mayores.
De lo que voy a hablar es de algo que, por cotidiano, pasa inadvertido para todo el mundo, pero que, sin embargo, bajo mi punto de vista es la base de que a día de hoy siga existiendo discriminación.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que históricamente la mujer ha sido educada para asumir el papel de fiel esposa y abnegada madre. Al ir a remolque del marido siempre ha dispuesto de pocos recursos; o lo que es lo mismo, siempre ha sido pobre.
Esto no es baladí, ya que la razón de su discriminación no es sólo por el mero hecho de ser mujer, que también. La realidad es que la principal causa de su discriminación ha sido la pobreza, al igual que siempre han sido y son discriminados el resto de pobres.
Indudablemente ha habido muchos avances en este sentido. Con su incorporación al mercado laboral ha comenzado a disponer de recursos propios y esto le ha permitido dejar de depender del hombre. Sin embargo, paradójicamente, ahora más que nunca está siendo discriminada, esclavizada y atrapada hasta unos niveles patológicos.
¿Y qué es lo que la tiene así? pues evidentemente la sociedad de consumo. Y no me refiero al consumo de bienes materiales, que también. Me refiero a un sinfín de estupideces superfluas relacionadas con la estética: dietas imposibles, operaciones peligrosas, modas grotescas, prendas de vestir incómodas, calzado inadecuado, interminables horas de peluquería, maquillaje, depilación,  etc.
¿Y por qué la mujer está sometida a esta ignominia y el hombre no? pues por la sencilla razón de que tradicionalmente la mujer ha sido y sigue siendo considerada un “oscuro objeto de deseo” por parte del varón. Y si no es así, que alguien me explique lo siguiente:
¿Por qué una mujer para salir a un escenario a cantar tiene que hacerlo prácticamente en ropa interior mientras que un hombre lo hace completamente vestido? Una de dos: o lo hacen los dos vestidos o los dos en ropa interior (yo no recuerdo haber visto nunca a un hombre encima de un escenario en “gayumbos”).


¿O por qué en eventos tales como los Óscar de Hollywood las mujeres visten -por decir algo- con unos modelitos y tacones insufribles, mientras sus parejas masculinas llevan trajes y zapatos cómodos? Por supuesto, esto mismo ocurre con las parejas de novios en las bodas, celebraciones familiares y todo tipo de eventos sociales.

Mientras las mujeres consientan de buen grado ser utilizadas como “floreros” y acepten que los hombres les vistan y calcen a su antojo, para satisfacer sus más oscuras fantasías fetichistas, la igualdad de género nunca se producirá. Porque, no creerán en serio las mujeres que son ellas las que elijen vestir así, ¿verdad? (hay toda una industria de la moda dirigida por hombres)

Con esto no quiero decir que tengamos que ir uniformados hombres y mujeres y nos volvamos todos mojigatos; no se trata de eso. Se trata de la dignidad de la mujer y de abandonar, de una vez por todas, la educación machista que recibimos tanto hombres como mujeres.
Fíjate si el sistema lo hace “bien” que, paradójicamente, esa educación machista es transmitida por las mismas mujeres: madres y maestras (en preescolar suelen ser mayoritariamente mujeres) son las encargadas de impartir la primera fase de la educación de los más pequeños, que es donde empieza verdaderamente toda esta discriminación.
Piénsalo bien. Con toda seguridad jamás veras a un hombre calzarse unos tacones de aguja de 10 centímetros, salvo algún drag queen; entonces, ¿por qué las mujeres se someten a esa tortura?
Actualmente hay infinidad de mujeres que ya no aceptan ese rol y, sin embargo, siguen padeciendo discriminación porque son metidas en el mismo saco que el resto de mujeres que sí lo aceptan. Así que mientras haya un elevado número de mujeres consintiendo este estúpido juego,  dudo mucho que se consiga la igualdad.
Luego, hipócritamente nos echamos las manos a la cabeza. Porque claro está, una cosa lleva a la otra: donde hay discriminación de género hay violencia de género.
Lo verdaderamente grave, es que cuando una mujer sufre discriminación de género significa que todo lo que haga ha de hacerlo infinitamente mejor que el varón, simplemente para que sea tomada en cuenta. Además, lo tendrá que hacer sumergida en ese disfraz de mujer. Me refiero a que deberá ir maquillada, peinada, depilada, vestida y calzada para la ocasión.
No le des más vueltas. Esta es la verdadera revolución que le queda por hacer a la mujer si verdaderamente quiere conseguir algún día la igualdad de género. 

domingo, 14 de enero de 2018

¡ESPAÑA HA SALIDO DE LA CRISIS!: NADA MÁS LEJOS DE LA REALIDAD

Según una reciente encuesta, las cinco mayores preocupaciones de los españoles, por este orden, son: paro, corrupción, políticos, economía e independentismo catalán.
Y yo me pregunto: ¿dónde se han dejado la deuda? Porque todo lo anterior es “pecata minuta” comparado con la deuda.
No hay que ser un “Lince” para darse cuenta de que política y economía son los dos pilares que sustentan nuestra sociedad. Estos dos pilares deciden sobre nuestra salud, educación, trabajo, salario, recursos naturales y hasta quiénes son nuestros amigos y enemigos. En definitiva, deciden todo lo concerniente a nosotros.
Actualmente para el ciudadano de a pie política y economía se reducen a lo siguiente: meter un ridículo voto cada cuatro años en una urna, y dejar que otros nos administren los recursos. Y todo porque cada día somos más estúpidos, sumisos y conformistas.
Dicho esto, está claro que deberíamos “ponernos las pilas” y no dejar que otros decidan y planifiquen nuestra vida por nosotros, pero con el grado de lavado de cerebro, llevado a cabo a escala mundial, se me antoja arduamente difícil.
Últimamente el Gobierno no hace otra cosa que anunciar a bombo y platillo que el país ha salido de la recesión. Nos dice que se está creando empleo, aumentando el PIB y que nuestra economía es una de las que más crece de  la UE.
Esto dicho así podría hacernos creer que somos la “vanguardia” de Europa, y que hemos salido de la crisis por la puerta grande, pero, por supuesto, es falso de toda falsedad, ya que este país se encuentra técnicamente en quiebra y la cruda realidad es que se está manteniendo gracias a la deuda.
El asalto a las arcas del Estado por parte de la banca ha sido bestial. Las ayudas superan con creces los 400 mil millones de euros y no esa “ridícula” cifra oficial de 60 mil millones que nos vende el Gobierno.
En tan sólo unos pocos años hemos pasado de ser uno de los mejores países, en relación con la deuda soberana, a colocarnos entre los más problemáticos: de una deuda de 340 mil millones hemos pasado a superar el billón de euros, tres veces más y creciendo.
La mayoría de la gente no es consciente del endeudamiento que padecemos. Según el Gobierno, España tiene una deuda pública del 100% de su PIB. Pero esto simplemente no es verdad, y lo explicaré.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que hay dos tipos de deuda pública: una la de engañar y otra la de verdad, que respectivamente se denominan de “déficit excesivo” y “pasivos en circulación”.
Veamos qué diferencia hay entre cada una de ellas.
La deuda de “déficit excesivo” -que es una convención contable de Bruselas para aquellos países que, como España, tienen un déficit público de más de un 3% del PIB- es la que presenta el Gobierno y asciende a 1,14 billones de euros. Esta, obviamente es mentira y se calcula manipulando los datos.
La de “pasivos en circulación”, es la que notifica trimestralmente el Banco de España, y se refiere a la deuda pública total que debemos realmente y que, por supuesto, tenemos que devolver con intereses. Esa deuda asciende a 1,58 billones de euros.
La diferencia entre ambas no es poca cosa, ya que una supone el 100% del PIB y la otra el 139%.
Como de todos es sabido, el mayor gasto de los Presupuestos Generales del Estado se destina a las pensiones, que asciende aproximadamente a 140 mil millones de euros. Pues bien. A partir de este año, la llamada hucha de las pensiones se ha quedado sin fondos, por lo que habrá que hacerle frente con nuevos créditos, lo que supondrá seguir aumentando nuestro endeudamiento.
Por otra parte -como la mentira en la política está institucionalizada-, nos dicen que el PIB de España está creciendo. Para que nos hagamos una idea, si el PIB sube 1 euro la deuda sube 3 euros, esa es la verdadera proporción. Y claro está, esto es totalmente insostenible. Bueno, será sostenible mientras el BCE nos siga dando dinero a espuertas y sigamos acumulando deuda.
Pero el BCE ha comenzado el año preparando al mercado para poner fin a su programa de flexibilización cuantitativa; o dicho de otra manera, el fin de la era del dinero barato. Si esto es así, significa que España tendrá que pagar un interés por la deuda inasumible.
Y la pregunta es: ¿hasta cuando el BCE nos va a seguir prestando dinero?
Un país con una deuda del 139% de su PIB está técnicamente en quiebra y es solo cuestión de tiempo que entre en suspensión de pagos. La deuda nunca la podremos pagar y los intereses de cada año superan los 30.000 millones de euros. ¿Alguien es consciente de lo que significa esto?
Porque aquí no vale dejar de pagar, ya que el día que dejes de pagar ese mismo día te dejan de prestar; es decir, que la deuda hay que pagarla sí o sí, de lo contrario hemos de afrontar las consecuencias.
Vista la cuantía real de la deuda, la pregunta no es si España entrará en suspensión de pagos sino cuándo y el día que esto suceda lo vamos a pasar muy mal, puesto que ya no tenemos de dónde tirar, y me explico.
Antes de la llegada de la democracia, las empresas de electricidad, agua, infraestructuras y telecomunicaciones, entre otras, se consideraban empresas de servicios públicos. ¿Y qué son los servicios públicos? Pues aquellas prestaciones elementales que necesitamos para vivir en sociedad.
Lo que ha sucedido, es que todas esas empresas han sido privatizadas pasando a manos de cleptócratas, que ahora nos cobran un dineral por esos servicios, con el consiguiente enriquecimiento de ellos y el empobrecimiento de nosotros.
No sé cómo vamos a salir de esta, pero presumiblemente volvamos a ver reducir pensiones, salarios, sanidad, educación, etc. Y esto nos llevará a convertirnos en otra Grecia, salvando las distancias, claro.
Posiblemente yo me empeñe en ver un país distópico, puede ser, pero también el Gobierno se empeña en hacernos creer en un país utópico, ese de “España va bien”, y no es así.
Por lo tanto: ¡Ojo con la deuda!