El uso de nuevas armas sociales, unidas a las cada
vez más sutiles técnicas de control y manipulación mental, están dando sus
frutos: crear una población con un grado de estupidez supina de lo más
desmoralizante.
La información (sería más correcto decir
desinformación) que recibimos a cada instante está haciendo de nosotros un
atajo de imbéciles como la copa de un pino. Esta información se cuela en
nuestro cerebro aunque no queramos. Por más que nos alejemos de los medios de
propagación de “desinformación”, ya se encarga nuestro amigo del alma, nuestra
madre, cuñado o compañero de trabajo… de ponernos al día, bien sea de viva voz
o utilizando alguna de las armas del calado de Whatspp, Twitter o Facebook.
No hace falta ser más que un poquito
observador para darse cuenta de que los medios de comunicación sólo escupen
basura.
Resulta, cuanto menos sospechoso, que la
desaparición y posterior asesinato de un niño sea retransmitido por los medios
de comunicación audio visuales como si de un “culebrón” televisivo de gran
éxito se tratara.
Porque digo yo: Si al año se producen más de
12.000 desapariciones, de las cuales alrededor de 3.000 son de menores, ¿por qué
sólo se mediatizan casos como el de Gabriel, Diana Quer o Marta del Castillo? Y
la pregunta del millón: ¿quién decide y selecciona los casos que van a
ser mediáticamente tratados y por qué?
Constantemente estamos recibiendo basura
informativa dirigida a nuestro maltrecho cerebro que ya no es capaz de
discernir entre información y manipulación, entre lo que es verdad y lo que es
mentira.
Nos informan de la violencia en eventos
deportivos tales como el fútbol: ahora todos son partidos de alto riesgo; sobre
agresiones a personal sanitario en hospitales por parte de inmigrantes; intentos
de secuestros de niños a las puertas de los colegios; matanzas indiscriminadas
en EEUU; guerras y atentados terroristas; casos de corrupción; manifestaciones de
indignación popular a diestro y siniestro. En definitiva, nos hablan de un
“caos permanente” en todos los ámbitos de la vida.
El interminable bombardeo informativo no es
precisamente eso, informativo. Es justo todo lo contrario y persigue diferentes
objetivos, como por ejemplo: declinar el voto hacia un partido determinado,
aceptar de buen grado medidas impopulares, la demanda de normas represoras por
parte de los mismos ciudadanos, implementar impuestos, aceptar una
monitorización total de todos nosotros, etc.
En definitiva, se trata de crear un “caos
controlado” para mantener amedrentada y cabreada constantemente a la población:
el miedo paraliza y la ira irracionaliza. De esta manera aseguran la
continuidad de su Sistema.
Cada vez que veamos, oigamos o leamos noticias como estas, no deberíamos
dejarnos confundir: no se trata de sensibilidad informativa, sino de basura
informativa.
Todo esto no es más que la aplicación de una técnica clásica de
manipulación social, que podríamos resumir así: Si queremos causar cierta
confusión en el análisis racional de la gente, no hay nada como utilizar el
aspecto emocional. Las emociones son más fáciles de manipular que las
reflexiones y anulan por completo el sentido crítico de los individuos. Además,
mediante las emociones es muy fácil insertar miedos, deseos, ideas o inducir
comportamientos.
Y aquí tenemos la prueba.
Después de un mes bombardeándonos con el “caso Gabriel”, se han producido
manifestaciones de diferentes sectores de la sociedad a favor de mantener la
ley de prisión permanente revisable, utilizando mediáticamente a los padres de las
diferentes víctimas.
La prisión permanente revisable es la máxima pena
privativa de libertad del Código Penal Español. Fue aprobada el
26 de marzo de 2015 con el único apoyo del Partido Popular. Por cierto. Este
es un claro ejemplo de cómo es utilizado el lenguaje para suavizar o
tergiversar las cosas: lo que ahora llaman prisión permanente revisable es la
cadena perpetua de toda la vida, sólo que al cambiarle el nombre suena como más
benévola.
Con todos mis respetos hacia las víctimas: ¿Entiendes ahora para qué
sirve la utilización mediática de
Gabriel, Marta del Castillo o Diana Quer?
Cada día tengo más claro de que toda la basura
informativa que recibimos condiciona nuestra manera de pensar y es muy difícil
(por no decir imposible) tener pensamientos propios. Es lo mismo que ocurre con
la ropa que llevamos puesta. Nos pensamos que somos nosotros los que elegimos
vestir así, y no es verdad. Vestimos únicamente lo que produce la industria
textil, de manera que sólo decidimos entre llevar traje, vaqueros, faldas, etc.
Pero eso sí, no contemplamos la alternativa de ir desnudos, entre otras cosas,
porque está absolutamente prohibido y seríamos detenidos de inmediato.