lunes, 20 de agosto de 2018

DONALD TRUMP: UN IDIOTA PROBABLEMENTE NO TAN IDIOTA


La mayoría de  medios de comunicación nos han vendido un Donald Trump idiota, extravagante y altamente arrogante. Y no digo que no les falte razón. Pero en este mundo en que vivimos, donde la mentira se ha institucionalizado, está claro que nada es lo que parece.
Todos hemos oído a Donald Trump prometer muchas cosas durante la campaña electoral que le llevó a la presidencia de los EEUU. La más repetida, y que caló hondamente entre sus votantes, fue la de volver a hacer grande a los EEUU. Y parece ser que en ello está.
La manera de apretar las tuercas en materia económica a la EU, para que aporte más dinero a las arcas de la OTAN, unido a la imposición de aranceles y el incremento del tipo de interés del dinero, son medidas encaminadas a hacer realidad su promesa.
Mientras en Europa seguimos aplicando políticas globales neoliberales, que conllevan la deslocalización de empresas y externalización de puestos de trabajo, EEUU está volviendo a utilizar las mismas estrategias que le hicieron grande en el siglo pasado.
Con la presión ejercida sobre sus aliados de la OTAN, para que gasten más dinero en defensa, se está asegurando la sostenibilidad de su industria armamentística, dado que mayoritariamente será EEUU quien proveerá de armas a los países miembros.
Del mismo modo, con la imposición de aranceles a los productos que llegan a EEUU -fundamentalmente de China y de la UE- está protegiendo su mercado interior.
Kennedy dijo en una ocasión: “cuidado con despertar al gigante chino”.
Evidentemente, se refería a que China era una dictadura comunista y no disponía de una economía de libre mercado, así que le inquietaba que si algún día China llegara a democratizarse fuera un peligro para los intereses de EEUU. Pero lo cierto es que, aunque China no se ha democratizado, ha experimentado un cambio en su política económica que ha hecho mucho daño a la economía estadounidense.
El Partido Comunista Chino en el poder se dio cuenta de que una cosa es la democracia y otra muy distinta “las cosas de comer”. Así que cambió sólo en el plano mercantil dejando intacto el régimen político.  
China ha hecho una cosa muy inteligente para salir del estancamiento económico en el que se encontraba: promover una economía de libre mercado orientada al socialismo. Es decir, el Estado permite el libre mercado, no interfiere en establecer precios ni favorecer empresas estatales, pero  industrias básicas y sectores regulados como las telecomunicaciones o el sector bancario son mayoritariamente propiedad del Estado, aunque también compiten entre ellas en un sistema de precios establecidos por el mercado.
Ante esta seria amenaza, lo que pretende Donald Trump es que se vuelva a fabricar en EEUU, terminando de algún modo con la deslocalización de empresas y la externalización de los puestos de trabajo. De esta forma crecerá el empleo, subirán los salarios y, en consecuencia, la gente vivirá mejor. En definitiva, lo que él decía: “volver a hacer grande a los EEUU”.
Todo el mundo ha criticado la imposición de aranceles, por parte de Donald Trump, diciendo que era una mala decisión que afectaría a la economía. Evidentemente que afectará a la economía. Sin embargo, lo importante es ver a quién le afecta y de qué manera le afecta.
Según parece, las consecuencias del incremento de aranceles han supuesto una ligera subida en los mercados estadounidenses, mientras que los asiáticos y europeos van a salir perdiendo. Eso es lo que aseguran los expertos, puesto que EEUU importa más de lo que exporta (véase cómo ha afectado a Turquía la subida de aranceles al acero y aluminio)
¿Y qué decir del precio del dinero?
En Europa el BCE tiene fijado un interés del 0%, mientras que la FED lo ha situado en el 1,75%. Con la subida de tipos de interés, por parte de la FED, los EEUU han controlado la inflación y han protegido su divisa. Así de simple.
Por otra parte, el BCE ha anunciado su intención de acabar con el dinero barato para finales de este año. Esto supondrá un varapalo tremendo para economías tan endeudadas como España e Italia que, junto con el Brexit, pueden dañar gravemente (por no decir hacer desaparecer) la UE.
Donald Trump ha criticado en numerosas ocasiones la globalización, y no le falta razón. Parece que sus políticas están encaminadas en este sentido, así que enemigos no le van a faltar. También, no para de atacar a los medios de comunicación, por lo tanto, no es de extrañar su mala prensa.
Siendo objetivos, el movimiento pro globalización ha sido el causante de que en nuestro país (como en otros de nuestro entorno) haya desaparecido prácticamente la clase media, se haya promovido la deslocalización de nuestras mejores empresas (con la consecuente pérdida de puestos de trabajo y bajada de salarios) y de contraer una deuda galopante que no nos va dejar levantar cabeza durante varias generaciones.
Con esto no estoy diciendo que Donald Trump sea la panacea que arreglará los males del mundo ni estoy rompiendo una lanza a su favor (jamás se me ocurriría). Simplemente expongo hechos que, indudablemente, están teniendo consecuencias.
Seamos realistas. Lo que verdaderamente le preocupa al votante estadounidense (como a cualquier votante) es poder llegar a fin de mes sin dificultad, por eso en EEUU se ha dando la siguiente paradoja: la mayoría de gente que tradicionalmente vota demócrata ha votado republicano; es decir, al “payaso” de Donald Trump, rompiendo así los esquemas de todas las encuestas que daban como favorita a Hillary Clinton.
¿Y cómo un “payaso” como este lo ha conseguido?
Muy fácil. Mediante la utilización de “big-data”. Al saber exactamente lo que piensa, ansía y demanda la población mayoritaria de EEUU, dijo en campaña electoral lo que los estadounidenses querían escuchar. Esto se hace siempre, pero, evidentemente, está claro que él contó con datos más fiables y estuvo mejor asesorado que sus rivales. Así de simple.
En resumen, “Obras son amores, y no buenas razones”, que decía Lope de Vega. Lo demás; es decir, las cifras macroeconómicas que presentan gobiernos, bancos e instituciones, no son más que propaganda numérica falsa, que es utilizada por ellos mismos de la manera que mejor les conviene en un sistema amañado como este.

sábado, 4 de agosto de 2018

BIG-DATA: CONSECUENCIAS


De todas las sandeces que dicen nuestros políticos algunas son tan grotescas que se deberían enmarcar.
Una frase que estuvo en boca de todo el país, al menos durante un periodo no muy corto de tiempo, es la frase utópica por antonomasia de José Mª Aznar, esa que decía: “España va bien”.
Evidentemente, como pudimos comprobar en aquel tiempo, y seguimos haciéndolo ahora, España sólo va bien para unos cuantos, por lo tanto, para la gran mayoría de españoles esa frase no es más que una utopía.
Como todo el mundo sabe, la utopía es –digámoslo así- un paraíso perfecto que no existe, pero con el que todos soñamos a sabiendas de que no es real. Sin embargo, la distopía es un concepto poco conocido. Podríamos decir que es el sentido negativo de la utopía o, lo que es lo mismo, lo opuesto a la utopía.
Pues bien. La realidad es que vivimos en una sociedad cada vez más distópica. Una sociedad sumida en un “caos endémico controlado”, fruto de aplicar técnicas altamente eficaces tras años de investigación en Ingeniería Social.
Verdaderamente no sé si tenemos consciencia de que estamos siendo objeto de una vigilancia permanente, donde en cualquier momento y lugar podemos ser localizados y evaluados por medio de sistemas de vigilancia global. Estos sistemas de vigilancia global acumulan una inmensa cantidad de datos (big-data), que debidamente procesados pueden descubrir patrones ocultos, correlacionar acciones hasta ahora desconocidas y un sinfín de información útil para aquel que los maneja.
Probablemente te preguntarás: ¿y qué importancia tiene eso si sirve para mejorar nuestra calidad de vida? Pues muchísima.
Por si no lo sabes, China pretende instalar para el año 2020 un Sistema de Crédito Social.
¿Qué significa esto?
Pues que el Gobierno Chino evaluará a sus ciudadanos en función toda la información personal que reciba de cada uno de ellos. Esta información no es otra que la huella digital que cada ciudadano Chino va dejando por todas partes sin percatarse de ello.
Es evidente, que un sistema basado en la recopilación de macro-datos (big-data), procesados mediante técnicas de Inteligencia Artificial, podrá monitorizarnos a todos por completo. Y lo que es aún más preocupante: podrá conseguir dirigir nuestro comportamiento hasta límites insospechados.
Este sistema, que irremisiblemente se implantará en China, bien podría ser el precursor de una herramienta para controlar a las masas según su comportamiento social, político, económico, etc., en todo el planeta.
Según revelan fuentes con acceso al Sistema de Crédito Social Chino, la evaluación tendrá en cuenta aspectos tan variados como problemas con la justicia, la honestidad comercial, la puntualidad y seriedad en el trabajo, si eres buen pagador, qué haces en tu tiempo de ocio, si eres fumador o bebedor, si te retrasas en el pago de facturas, tu comportamiento en redes sociales e incluso la puntuación de los amigos y familiares afectará a la propia. En definitiva, la evaluación se hará en función de lo que el Gobierno Chino considere ser “buen ciudadano”. Da miedo ¿verdad?
Con todos estos datos, el Gobierno Chino calificará a cada uno de sus ciudadanos y según la nota que saquen serán clasificados como ciudadanos de primera, de segunda, de tercera, etc.
Lo que van a conseguir es que la gente ceda su propia soberanía individual a cambio de una puntuación que posteriormente les permita obtener alguna que otra migaja del Sistema.
Evidentemente, las consecuencias para un ciudadano con puntuación baja pueden ser aterradoras: desde tener sólo acceso a trabajos basura, pasando por no poder utilizar el transporte público o la sanidad, hasta acelerar su muerte. En definitiva, un control absoluto de la población, donde si te sales de la norma lo vas a pasar muy mal. O lo que es lo mismo: todo aquel que no se ajuste a lo que el Gobierno Chino considere ser “buen ciudadano” se quedará al margen de la sociedad.
Toda ésta pretendida sabiduría de gobernantes e instituciones, para ordenar al mundo a su antojo, no hace más que corroborar que estamos en manos de dementes. Estos iluminados no hacen otra cosa que amargarnos la vida a quienes queremos vivir en paz y armonía con nuestros congéneres, al margen de tanta norma estúpida y tanta ocurrencia patológica.
Ni que decir tiene que las consecuencias globales de todo esto serán incalculables.
Para empezar, a partir de ahora, todo aquel que quiera hacer negocios con China tendrá que adaptarse al Sistema de Crédito Social. Lo que significa que primero será implantado en las empresas, y, después, me temo que este Sistema de Crédito Social -o algo parecido- se impondrá en todos los lugares del planeta. 
Hay que ver cómo ha cambiado la película ¿verdad?
Antes, el Gobierno de turno sometía a los ciudadanos a base de represión e incluso utilizaba la tortura para conseguir que hiciesen lo que el Gobierno quería, ya que, en ese entonces, asumían que para que la gente hiciese cosas en contra de su propio interés tendrían que actuar así. Pero ahora no. Ahora  han conseguido hacernos a todos “tontos del culo”, con lo cual ya no es necesario tanto “derroche” de energía. Ahora aceptamos de buen grado cosas, como este Sistema de Crédito Social, a sabiendas que va en contra de nuestro propio interés. Patético, ¿verdad?
En fin. Creo que esto no hay quien lo pare. Esta sociedad tecnológica ha conseguido lo que nunca antes ningún régimen: crear un ser humano tan idiota, que acepta sin rechistar ser manipulado, mancillado, vilipendiado, denigrado y esclavizado como nunca antes en la historia de la humanidad lo había hecho. Así de triste.