lunes, 22 de julio de 2019

EL EFECTO DE LAS PANTALLAS EN LOS NIÑOS


A estas alturas, y después de infinidad de estudios, ya nadie duda de que todos los niños sean unos genios en potencia. Vienen de fábrica con sus mentes sin contaminar; su capacidad creadora es bestial y la facultad para adquirir conocimientos es superior a la de cualquier ser vivo del planeta. Resumiendo, su cerebro es una esponja y lo absorbe absolutamente todo: lo positivo y lo negativo.
El niño es un ser que nace libre y que tradicionalmente, poco a poco, es domesticado a través del miedo, ya que la palabra que más escucha en los primeros años de su vida es ¡no! Ya sabes: eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca.
La educación que reciben los niños es para convertirles en trabajadores consumidores y no para que se desarrollen como seres humanos. Si el sistema educativo impuesto a las clases populares ya es lo suficientemente dañino para su mente, dado que anula su creatividad, interfiere en su personalidad y ahonda profundamente en su adoctrinamiento, las nuevas tecnologías pueden ser aún peores para sus frágiles cerebros.
Hoy en día los niños desde antes de empezar a caminar ya están sometidos a la pantalla de un televisor, ordenador, tableta o teléfono móvil.
Y la pregunta es: ¿todo ese pantallazo es bueno para los niños?
Si acostumbras a un niño a que dentro de una “cajita” están los juegos y la respuesta de todas sus preguntas e inquietudes, sin que comprenda qué sucede dentro de la “cajita”, evidentemente perderá toda su creatividad y hará mella en sus emociones, ya que el aprendizaje es fundamentalmente una emoción de descubrir por uno mismo algo que se ignora que, por supuesto, produce una enorme satisfacción.
¡Ojo al dato!, que diría José María García. Si en Silicon Valley (epicentro de tecnología digital mundial) proliferan los colegios en donde los niños no utilizan para su formación ni tabletas ni ordenadores y, asómbrense, sus niñeras tienen totalmente prohibido por contrato utilizar teléfonos móviles, por algo será, ¿no?
Según publicaba un diario de ámbito nacional, en el Waldorf of Peninsula (colegio privado donde se educan los hijos de directivos de Apple, Google y otros gigantes tecnológicos) no entra una pantalla hasta que llegan a secundaria. Curioso que los que nos venden estas maravillas tecnológicas no las quieran para sus hijos, ¿verdad?
Dicha publicación seguía diciendo. “Según Pierre Laurent, padre de tres hijos e ingeniero informático que trabajó en Microsoft, Intel y diversas startups, si le pones una pantalla a un niño pequeño limitas sus habilidades motoras, su tendencia a expandirse y su capacidad de concentración. No hay mucha certeza en todo esto. Tendremos la respuesta en 15 años, cuando estos niños sean adultos. ¿Pero queremos asumir el riesgo?
Entonces, la pregunta inevitable es: ¿podrían estar cambiando las pantallas de televisión, ordenadores, tabletas y, sobre todo, los teléfonos móviles ese proceso de maduración cerebral?
El Instituto de Salud Norteamericano, hizo un estudio en 2015 y tras escanear la actividad cerebral de 4500 niños y niñas, descubrió que cuanto más expuestos están los menores a las pantallas de aparatos digitales más se reducen su capacidades de aprendizaje, memoria y percepción.
La entidad llegó a la conclusión de que inclusive con dos horas de exposición diaria, a este tipo de pantallas, los pequeños perdían habilidades de memoria, percepción y aprendizaje, lo que en definitiva terminaba afectando variables como el coeficiente intelectual de los menores.
Más preocupante fueron los resultados que encontraron respecto a los niños que pasaban más de siete horas enganchados a teléfonos móviles, tabletas y videojuegos en el ordenador. De acuerdo con la doctora del Instituto de Salud Norteamericano, Gaya Dowling, estos niños presentaban un debilitamiento prematuro de un área del cerebro llamado el cortex. Es decir, se generaron cambios físicos palpables en el cerebro de los menores. 
Si bien es verdad que el cerebro humano nunca deja de cambiar, la etapa de la niñez y adolescencia son épocas en las que este órgano es especialmente sensible a los estímulos externos. Es durante estos años cuando se forman las conexiones neuronales, capacidad de análisis y memoria, que nos acompañan durante el resto de la vida. De ahí el peligro que supone para los más pequeños estar sometidos a estas pantallas.
Bueno, pues aparte de lo imbéciles que parecemos todos mirando todo el puñetero día una puta “cajita” de dimensiones diminutas, está claro que está afectando seriamente a nuestra forma de vida y sobre todo degenerando los cerebros de los más vulnerables: los niños.
En estos tiempos, en que los salarios son raquíticos y la mayoría de las parejas con hijos ambos tienen que trabajar, prácticamente no les queda tiempo para estar con ellos y mucho menos para educarles (delegan toda esa responsabilidad en los colegios). Por lo tanto, cuando están con sus hijos (por las noches o fines de semana), no tienen ganas ni fuerzas para “pelearse” con ellos. Así que les ponen delante de una pantalla, y de esa manera los niños están entretenidos y ellos pueden hacer las tareas domésticas, relajarse un poco o mirar también su “cajita diminuta”, ya que desafortunadamente, son los padres los primeros enganchados a estas “cajitas”, y son ellos mismos, consciente o inconscientemente, los culpables de inculcar a sus propios hijos esta pasión por las pantallas.
Como decía Pierre Laurent, en unos años veremos los resultados de tanto pantallazo en los niños. De momento, ya hemos visto lo que ha hecho con los adultos (una panda de imbéciles y borregos que aceptan y repiten sin rechistar las consignas del Sistema) y, personalmente, no me mola nada.