jueves, 30 de abril de 2020

LA "NUEVA NORMALIDAD"


Definitivamente sufrimos una tasa de imbecilidad de tal calibre que da igual lo que nos cuenten que lo tragamos sin cuestionar.
Si hasta no hace mucho la tele nos trataba como si fuéramos niños de 12 años, ahora directamente nos trata como a subnormales profundos. Y está más que comprobado que si a la gente la tratas como si fuera idiota, evidentemente, terminas haciéndola idiota.
La televisión nos está haciendo cada vez más infantiloides: lávate las manos con jabón durante 40 segundos; vuelve a lavarse las manos nuevamente; no te toque los ojos ni la nariz ni la boca; no te lleves las manos a la cara; ponte la mascarilla y los guantes; mantén la distancia social de seguridad y, sobre todo, quédate en casa. Pero vamos a ver, ¿es que nosotros solitos ya no sabemos cuidarnos?
Las cabezas pensante que dirigen este país son el fiel reflejo de lo que verdaderamente somos: un atajo de imbéciles ignorantes.
Las ocurrencias de estos iluminados salvapatrias para mantener la mentira de la pandemia son demenciales (los propios datos de la OMS no justifican la pandemia).
Pero el engaño más flagrante es decir que las personas tienen que estar confinadas para evitar contagios, cuando en realidad el confinamiento solo sirve para evitar que se desarrolle la llamada “inmunidad de rebaño”: un despropósito descomunal, según confirma la comunidad de científicos condenados al ostracismo.
No voy a entrar aquí a explicar que el coronavirus no es ninguna enfermedad más letal que otra cualquiera que justifique el parón del Mundo. Lo que si voy a decir es lo que nos espera.
“Palabros” nuevos como distanciamiento social, enfermos asintomáticos, desescalada, nueva normalidad y un largo etcétera,  no cumplen otra función que la de manipularnos a través del lenguaje.
Lo primero a tener en cuenta es que toda la información sobre esta pandemia nos llega a través del Ministerio de Sanidad de un gobierno de coalición PSOE-Podemos.
Deberíamos recordar cómo se gestó este Gobierno y quién lo dirige.
Todos sabemos que el Presidente del Gobierno es un señor que juró y perjuró que no formaría un gobierno de coalición con Podemos. Incluso, dijo que Pablo Iglesias (actual Vicepresidente de Gobierno) le quitaba el sueño solo de pensar que podría formar parte del Gobierno de España.
Entonces, la pregunta es: ¿qué credibilidad tiene este Gobierno?
Para los que no lo sepan, Pedro Sánchez ha sido elegido por el estado profundo para llevarnos hacia el nuevo orden mundial (él lo llama “nueva normalidad”). Pedro Sánchez ha asistido a dos reuniones del Club Bilderberg y acudió a la llamada del El Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, Council on Foreign Relations) que es la institución supranacional más importante y poderosa del planeta donde se dicta la política mundial.
Cada rueda de prensa de nuestro Presidente de Gobierno es de lo más esclarecedor. Repite hasta la saciedad eso de “la nueva normalidad”, versus “nuevo orden mundial”. Y esa “nueva normalidad” no se alcanzará hasta dentro de unos años y, por supuesto, no será la normalidad que teníamos antes de la pandemia, será, como dice el Presidente de Gobierno, “la nueva normalidad”; es decir, otra cosa.
Por mucho daño que cause el “bicho”, no va a ser ni una milésima parte de la que va a ocasionar el parón de la economía mundial. Algún día pagaremos con creces nuestra estúpida pasividad, pero entonces ya será tarde. ¡Ah!, y no lo dudes, esta “fiesta” la pagamos nosotros.
Los gobiernos del mundo están violando los derechos y libertades de sus ciudadanos a sabiendas, siguiendo las órdenes de la OMS. Aquí, hasta ahora, la única realidad es que hemos sido secuestrados y encerrados, en un hecho sin precedentes en la historia de la humanidad.
La mafiosa Organización Mundial de la Salud se ha designado, así misma, como el "nuevo gobierno mundial". Su trabajo consiste en aterrorizar a la población, para que acepte las nuevas normas sociales, políticas y económicas que están por venir.
La verdad es que estoy más que harto de explicar esta “tragicomedia”. Es muy triste ver como todo el mundo está bloqueado por el miedo, sin darse cuenta de que nos están arruinando con el único propósito de poner en marcha su encubierta Agenda 2030.
Cuando intento razonar con otras personas sobre lo que está sucediendo, la mayoría no quiere escuchar. La gente se limita a obedecer al Gobierno o, en su caso, a mirar hacia otro lado. Siguen pensando que ya se arreglará y que todo volverá a ser como antes. Pero creo sinceramente que se equivocan.
Esto no va de un “bichito” que tarde o temprano desaparecerá. Esto va de lo de siempre: de dinero, de poder y esta vez más que nunca de una nueva esclavitud.
¿Pero es que no queda un ápice de lucidez y sentido común en el mundo?
A ver si al final van a tener razón y es necesario deshacerse -según ellos, claro- de todos los estúpidos borregos inútiles que no hacen otra cosa que enguarrinar el planeta.
Y ahora las dos preguntas del millón. Después de todos los sin sentidos que estamos viendo y padeciendo, ¿Estamos dispuestos a someternos a unos tests (poco fiables según los propios médicos) que pueden llevarnos a un nuevo confinamiento y a recibir una medicación (sin saber si es la apropiada) para curarnos de una enfermedad de la que no sabemos nada? Y lo que es más preocupante: ¿dejaremos que nos inoculen una vacuna que nunca conoceremos lo que contiene?
Conclusión:
Como no paremos esto –y lo tenemos que hacer nosotros- luego no nos quejemos. Y no hay que hacer nada extraordinario, simplemente decir ¡BASTA!, y seguir con nuestra vida normal; es decir, volver a poner el mundo en marcha y, por supuesto, dejar de colaborar de una puñetera vez con la “nueva normalidad”.

jueves, 23 de abril de 2020

EL INDIVIDUO DESAPARECE PARA DAR PASO AL BORREGO


La llegada de las nuevas tecnologías, unidas al aumento exponencial de información-desinformación, ha convertido a la civilización moderna en una sociedad donde el individuo como tal está a punto de extinguirse.
Nuestra, a propósito, mala educación, más el adoctrinamiento que ejerce sobre nosotros los medios de comunicación y la tecnología, han conseguido que tengamos miedo de ser diferentes del resto de nuestros congéneres. Por tanto, nuestro gran objetivo es estar integrados en un proyecto común (el que sea con tal de no sentirnos discriminados) y renunciar a ser un individuo libre pensante.
El 99% de las personas que habitamos este planeta no hacemos otra cosa que asimilar, repetir y reproducir lo que ya existe. A diferencia de un individuo creativo, crítico y reflexivo, los seres humanos de hoy en día engullimos pensamientos enlatados que han conseguido hacer de nosotros un rebaño perfecto que no se cuestiona nada.
Los verdaderos poderes que dirigen la sociedad, ayudados por herramientas tales como la Ingeniería Social y la Inteligencia Artificial, se dedican a crear máquinas de control cada vez más perfectas.
La tecnología es una de ellas. Está científicamente probado que la adicción a la tecnología digital aumenta la soledad, la ansiedad y la depresión dejándonos expuestos y sin defensas ante cualquier ataque emocional. Y esto es justo lo que está ocurriendo.
Los últimos acontecimientos que estamos viviendo ponen de manifiesto que no vivimos en una sociedad al uso, sino en un estado policial sin precedentes, amparado en un sistema financiero corrupto hasta la médula.
Durante las últimas décadas, los programas de Ingeniería Social, basados en la difusión del miedo, han dado sus frutos. Ahora entendemos el porqué de las noticias trágicas que llevan acaparando las parrillas de todos los telediarios y demás medios de comunicación durante décadas.
La televisión es pura manipulación y fantasía. La televisión es un maldito parque de atracciones, un circo, un cabaret, un cine, un teatro, un partido de futbol o cualquier otra cosa menos un medio serio de difundir noticias.
Nada de lo que sale en televisión es cierto, pero todos nos sentamos delante del televisor día tras día y noche tras noche a pensar que la tele es la verdad haciendo de nuestras propias vidas una ilusión. La televisión ha conseguido que hagamos una realidad de lo que verdaderamente es una ficción: nos vestimos como quiere la televisión, criamos a nuestros hijos como dice la televisión e incluso pensamos como la misma televisión.
Hay mucha gente que confunde creencias con conocimiento. Las creencias son dogmas de fe, nada más. ¿Y qué es fe? Fe es creer lo que no vimos. Sin embargo, el conocimiento se cultiva a través del intelecto y la experiencia. Por lo tanto uno puede creer lo que le dé la gana pero no es fundamento que soporte nada, mientras que el conocimiento es todo lo contrario.
Si el conocimiento es escaso y el nivel de creencias no es lo suficientemente fuerte, la televisión se convierte en nuestra enciclopedia y religión.
Así, no es de extrañar que la falsa pandemia del Covd-19 haya sido creada y escenificada, mediante imágenes apiladas y cortadas a conveniencia, seguidas de una narración adecuada, para convencer al populacho de que algo muy grave estaba sucediendo.
Cada vez son más evidentes las pruebas de que el nuevo orden mundial ha venido para quedarse.
En el discurso que pronunció en la Casa Blanca el doctor Anthony Fauci (del cual me hice eco en mi anterior artículo), dio a conocer oficialmente el nuevo orden mundial. Entre otras cosas, hablo de reestructuración de la economía mundial y de la implantación de un gobierno global.
Pues bien. ¡Agárrate! El día 22 de abril de 2020, en la sesión del Congreso de los Diputados, Pedro Sánchez pronuncio en la tribuna de oradores las siguientes palabras: “Ha llegado la hora de unos nuevos modos políticos. Esta nueva emergencia mundial tiene como efecto acelerar cambios que ya se estaban poniendo en marcha desde hace años: el cambio de nuevas formas de trabajo no presencial; el cambio hacia formas de producción y consumo compatibles con la respuesta a la emergencia climática; el cambio acelerado hacia la digitalización en la automatización en la educación y el cambio, en definitiva, hacia una forma de gobernanza mundial para hacer frente a amenazas globales”. Si esto no es el nuevo orden mundial, que venga Dios y lo vea (lo puedes comprobar tu mismo tirando de hemeroteca)
Ahora entendemos mejor cómo llegó a presidente Pedro Sánchez después de ser defenestrado por su propio partido, ¿verdad? Tanto el presidente como vicepresidente están puestos donde están por el nuevo orden mundial. No lo dudes. En mi artículo del 13 de julio de 2018 titulado el-engaño-de-la-moción-de-censura. l, dejé constancia de esto y lo explique muy claramente.
La gente mayoritariamente sigue creyendo que esto es una pandemia y está dispuesta a renunciar a sus derechos y libertades con tal de librarse de ella. Y eso es precisamente lo que va a aprovechar el nuevo orden mundial.
Como no acabemos con esto cuanto antes, lo del Covid-19 va a ser una tontería al lado de lo que nos espera. Esto es muy serio y no deberíamos esperar a ser cocinados a fuego lento.
Tirar la economía mundial por los suelos no tiene otra función que la de hacer borrón y cuenta nueva: nuevo orden mundial.
¿Por qué crees que el empleo se está destruyendo a raudales?
¿Crees que la FED y el BCE están de nuevo aplicando la flexibilización cuantitativa por casualidad?
¿Crees que también es una casualidad que el precio del petróleo se haya desplomado más de un 300% en 24 horas?
Y lo más importante: ¿crees que es casualidad que mientras esto sucede el planeta entero esté encarcelado en su casa?
Por favor, ¡despertad de una vez! Por el bien de la humanidad.

domingo, 19 de abril de 2020

LA VERDADERA PANDEMIA SE LLAMA NUEVO ORDEN MUNDIAL (IIª PARTE)

Estamos inmersos de lleno en una crisis existencial sin precedentes en la historia de la humanidad. Si no tomamos consciencia y reaccionamos, es que ya hemos perdido toda capacidad de reacción y no hay solución. Por tanto, seguiremos “confinados de por vida” y aplaudiendo a las 8 de la tarde (es una metáfora).
Esta pandemia no es una casualidad. Es una eugenesia en toda regla, organizada y planificada por los dueños del mundo que ya no necesitan a una población no productiva que, además, está ocupando su “espacio vital”.
En el artículo que publicó el 13 de abril de 2020 Univisión, No habrá un regreso a la normalidad en el mundo tras la pandemia del covid-19, se relata la conferencia de prensa que dio en la Casa Blanca el doctor Anthony Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas de EEUU. En ella dijo que podría no haber un "regreso a la normalidad" después de que termine la pandemia de coronavirus.
En realidad lo que hizo el doctor Anthony Fauci, es dar a conocer oficialmente (nada menos que en la Casa Blanca) el nuevo orden mundial, enumerando todo aquello que nos espera y que muchos llevamos denunciando desde hace años. Entre otras cosas, habla de cómo la implantación de la Inteligencia Artificial es ya irreversible; de cómo los robots sustituirán a las personas  en los centros de trabajo; del control absoluto de la población mediante la monitorización; de las restricciones para viajar; de relaciones virtuales en vez de presenciales; de la pérdida absoluta de privacidad, de la reestructuración de la economía mundial y de la implantación de un gobierno mundial.
Si eres un poco observador, te habrás dado cuenta de cómo los informativos de las diferentes cadenas de televisión ya nos están preparando. Noticias en las que se nos dice claramente cómo somos controlados y monitoreados mediante el móvil, están a la orden del día. Del mismo modo, esas clases de gimnasia, los niños asistiendo al cole virtualmente, la gente teletrabajando y todo lo que está relacionado con alejarnos de nuestros semejantes para aislarnos y dejar de relacionarnos como hasta ahora, son el pan nuestro de cada día y tarde o temprano surtirá el correspondiente efecto. No lo dudes.
Ahora mismo la gente no es consciente de lo que significa estar monitorizados las 24 horas del día durante los 365 días del año. Pues bien, eso supone que no vas a poder hacer ningún movimiento sin que ellos lo sepan. Por ejemplo, si quieres organizar una protesta para reivindicar una sanidad pública, ellos lo sabrán antes de que se produzca y podrán actuar en consecuencia.
Esta es la verdadera pandemia que nos espera. Lo del CoVid-19 es la escusa perfecta para llevarlo a cabo, además de una eugenesia encubierta.
Como todo en esta vida, las pandemias tienen muchas formas diferentes de afrontarse. Entonces, ¿por qué todo el mundo está haciendo lo mismo? Pues, obviamente, para obtener los mismos resultados.
¿Te has parado a pensar que todos los países tienen su confinamiento, su hora de aplausos y su canción de “resistiré”? Curioso, ¿verdad?
¿Y si después de todo el coronavirus no es más que un fraude y la gente está muriendo de otra cosa como, por ejemplo, el veneno que sobre nuestras ciudades echan los chemtrails (estelas de aviones) o la mala alimentación?
En el mes y pico que llevamos de confinamiento ya tendríamos que haber notado un descenso sustancial de los contagios y muertes. Sin embargo, todo parece indicar que este confinamiento no está sirviendo para nada, ¿o sí? Mucho me temo que seguirá así hasta que estemos lo suficientemente acojonados, domesticados y preparados para el nuevo mundo que se nos viene encima.
Es curioso que no se nos permita pasear o bañarnos en el mar (obviamente eso es salud) pero sí podamos ir a Mercadona donde, por cierto, he investigado en tres centros (uno en Lanzarote, otro en Fuenlabrada y otro en Oviedo, con un total de 190 trabajadores) y no hay ni un solo caso de coronavirus entre sus trabajadores, cuando por ahí pasan al día cientos o miles de personas que lo tocan y lo tosen todo (más que en los hospitales).
Hay muchas contradicciones en este asunto y cada día son más las voces (entre ellas científicos) discrepantes con esta pandemia. Entre otras cosas, denuncian que no se realizan autopsias y que los test no cumplen los 4 postulados de Koch. Y lo que es más incongruente: los continuos cambios de criterio que nos están volviendo locos a todos.
Esto parece una tomadura de pelo y, lo que es peor, un crimen de lesa humanidad.
Por supuesto, la pregunta inevitable es: ¿si es un fraude, qué pasa con los muertos? Pues, según los datos del Instituto de Salud de Italia, la edad media de los fallecidos es de 81 años y el 90% de ellos habían padecido dos o más enfermedades crónicas. Solo el 1% de los fallecidos eran personas sanas. Además, el estudio trató de diferenciar entre los que murieron por el coronavirus y los que fallecieron con el coronavirus sin conseguirlo. También se cuestiona el tratamiento con antivirales y la utilización de respiradores que, en determinados pacientes, pueden ocasionar neumonía.
Yo no soy quien para juzgar a nadie, pero seamos serios y rigurosos.
La medicina, al igual que la geofísica aplicada, no son ciencias exactas, sino empíricas. ¿Y eso que quiere decir? Pues que no siempre dos más dos son cuatro. Yo he dedicado 40 años a trabajar en geofísica aplicada y sé de sus limitaciones. Y lo mismo pasa con la medicina. Por muy buen geofísico o médico que sea uno, no todos los terrenos ni todos los cuerpos son iguales, por tanto, el factor geológico en geofísica y el bioquímico en medicina, condicionan –y de qué manera- el acierto o el fracaso muy a pesar nuestro.
El “buenismo” no existe. Es posible que los niños crean en los reyes magos, pero los mayores no, ¿verdad? Bueno, pues que un adulto piense que los políticos se dejan el culo por nosotros, que la policía y el ejército se crearon para velar por nuestra seguridad y que personajes como  Rothschild, Rockefeller, Morgan, Du Pont, Bill Gates y demás élites adineradas, son filántropos, es cuanto menos una ingenuidad, por no decir directamente una estupidez.
O tomamos conciencia de lo que está pasando y dejamos de hacer lo que nos están obligando a hacer o cuando reaccionemos ya será tarde.
En EEUU,  en los estados de Michigan, Kentucky, Ohio y Carolina del Norte ya hay mucha gente que no traga. Se están echando a la calle con la bandera de EEU en una mano y, eso sí, el rifle en la otra, pidiendo que se levante el confinamiento y puedan volver a trabajar. Lemas como “trabajadores del mundo, uniros”; “no tenemos nada que perder, excepto las cadenas” y otros como “preferimos arriesgar nuestras vidas que darlas por perdidas” han sido escuchados en estas manifestaciones supuestamente espontáneas.



En una foto que publicó el diario ABC, el 17 de abril de 2020, dentro de un artículo titulado: “Una ola de protestas para acabar con el confinamiento recorre Estados Unidos”, se pueden ver los rifles de asalto.
Lo que nos están haciendo no tiene nombre.
No tengo ni los datos ni los conocimientos necesarios para saber qué es lo que está matando a la gente. Pero lo que sí sé, es que han encontrado el arma perfecta de manipulación social para implantar su “dictadura médica” con el consiguiente lema: es por tu bien.
Vernos a todos con mascarilla y guantes, aunque estemos a 50 metros de otra persona, se ha convertido en lo más habitual. Y es que parece ser que respirar puede matar. Lo que significa que cada ser humano es el enemigo de otro ser humano por el mero hecho de respirar. Ni los mismísimos Hitler, Mao o Stalin hubieran podido soñar algo parecido.
¿Quiénes son nuestros gobernantes para encerrarnos a la fuerza en casa? ¿Qué clase de democracia es esta? Y no me vale el patético argumento de que es por el bien de todos y para no colapsar la sanidad (la sanidad no existe, solo el negocio de la sanidad)
Piénsalo. Los que queremos salir de casa nunca infectaremos a los que quieren quedarse en ella por la sencilla razón de que ellos no saldrán. Es lo mismo que cuando en una playa hay bandera roja; solo tendrá riesgo de ahogarse aquel bañista que se meta en el agua, el que se quede en tierra, evidentemente, no se ahogará.
Después de lo que estamos viviendo deberías pensártelo dos veces antes de decir "mantras" tales como ”vivimos en un mundo libre”, “somos un país democrático”, “yo soy libre de hacer lo que quiera”, etc.

LA VERDADERA PANDEMIA SE LLAMA NUEVO ORDEN MUNDIAL (Iª PARTE)

Se están efectuando test para ver el número de afectados por el coronavirus asintomáticos. Indudablemente, “a huevos visto, macho seguro”, que diría mi hermana pequeña. Pero la realidad no es esa, sino que necesitan que haya muchos contagiados para justificar la pandemia, dado que, evidentemente, sin test no hay pandemia que valga.
Esta “comedia satírica” que, por cierto, no tiene ni puta gracia pues hay muertes de por medio, va de establecer definitivamente un nuevo orden mundial que será llevado a cabo en tres etapas.
La primera -en la que actualmente estamos inmersos- es crear una alarma social a escala global: ahí es donde entra en escena el coronavirus.
En esta fase se irá preparando a la población para que acepte sin rechistar el nuevo orden mundial, que desembocará en un estado policial permanente disfrazado de democracia global. Para eso sirve el confinamiento y no para salvarnos del “bicho”.
La estrategia es muy simple:
Supongamos que tenemos un capital de 100 monedas de oro (nuestra libertad) y de repente nos son arrebatadas (proclaman el estado de alarma con el consiguiente confinamiento). Evidentemente, estamos frustrados porque ha desaparecido todo nuestro capital (hemos perdido la libertad). Una vez hechos a la idea de que hemos perdido las 100 monedas (aceptar estar confinados por el bien de todos), sale el Gobierno salvador y nos regala 30 monedas de oro (termina el confinamiento pero con condiciones). Entonces, nos ponemos la mar de contentos y damos gracias al Gobierno salvador que nos ha librado de la ruina (de enfermar y morir por el coronavirus). Y ahí lo tenemos: nos han robado 70 monedas de oro y, encima, estamos agradecidos; o dicho de otra manera, hemos aceptado perder la libertad en aras a nuestra supuesta seguridad. 
En la segunda etapa, llegará una crisis financiera de magnitud mastodóntica para tapar la podredumbre del sistema financiero que ya era insostenible. Desaparecerá el dinero físico, pasando a ser todo digital, con el consiguiente control de todos nuestros ingresos y gastos; es lo que venían anunciando. También se producirá el pinchazo de la burbuja bursátil, que también estaba previsto. Y como no, el reseteo de la economía mundial que Christine Lagarde (expresidenta del FMI y actual presidenta del BCE) lleva anunciando desde hace años.
Por último, la tercera fase dará paso a la implementación de nuevas medidas para tener un control absoluto sobre toda la población: puesta en escena de la Inteligencia Artificial, con la monitorización de toda la población mundial; control de movimiento de las personas (aquí entra el 5G); nueva forma obligatoria de relacionarnos; gobierno mundial dirigido probablemente desde la ONU y estado policial encubierto permanente.
Esta pandemia, unida al cambio climático, va a ser la excusa perfecta para imponer un nuevo paradigma a escala global que, mucho me temo, nos esclavizará aún más y solo beneficiará a una minoría.
Sin intentar convencer a nadie de nada, voy a exponer, a continuación, lo que dice la OMS sobre el coronavirus y luego lo que asegura la otra comunidad científica (esa que es invisible para los medios de comunicación de masas) y que cada uno saque sus conclusiones.
Según la OMS, los coronavirus (CoV) son una amplia familia de virus que pueden causar diversas afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como ocurre con el coronavirus causante del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el que ocasiona el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV). El nuevo coronavirus es una nueva cepa de coronavirus que no se había encontrado antes en el ser humano. Los coronavirus se pueden contagiar de los animales a las personas (transmisión zoonótica) y de persona a persona.
Y ahora lo que dice sobre los virus la otra ciencia.
El doctor Thomas Cowan, basándose en la obra de Rudolf Steiner, expuso en la conferencia dada en la Cumbre de Salud y Derechos Humanos en Tucsa, Arizona, el 12 de marzo de 2020, que los virus son simplemente la expresión de una célula intoxicada: “Los virus son trozos de ADN, ARN o alguna otra proteína que se han expulsado de la célula. Se manifiestan cuando la célula esta envenenada. Cuando las células se encuentran intoxicadas intentan limpiarse excretando residuos que nosotros denominamos virus. No son la causa de nada, sino el efecto”.
También habla de que, en 1918, el Ministerio de Sanidad de Boston decidió analizar el carácter contagioso de una epidemia. Tomaron a cientos de personas que tenían gripe y les extrajeron las mucosidades de la nariz. Después se las inyectaron a sujetos sanos y ni una sola vez consiguieron hacer enfermar a un individuo sano aun repitiendo la prueba una y otra vez.
Termina diciendo que, cuando se dan epidemias de gripe, u otras donde aparecen virus, es simplemente porque un grupo de personas están expuestas al unísono a agentes externos nocivos que les hacen enfermar (contaminación, mala nutrición, estrés, etc.). Como consecuencia, sus células se intoxican a la vez y también excretan virus al mismo tiempo. De ahí que algunos padezcamos la gripe en los mismos periodos de tiempo.
Discrepar sobre las denominadas “verdades absolutas” de este Sistema -tanto en ciencia, política, economía y cualquier otra materia- es arriesgarse a ser considerado cuanto menos un conspiranoico o antisistema y, en el peor de los casos, un terrorista. No obstante, la cosa ha mejorado bastante puesto que, como todos sabemos, en el siglo XVI Miguel Servet fue quemado en la hoguera por decir que la sangre circulaba por las venas.
Dado que la sintomatología del coronavirus y la gripe son prácticamente los mismos –siempre dando por cierto lo que nos dicen- analicemos ahora cómo afecta a las personas el virus de la gripe y el coronavirus.
La gripe aparece todos los años, especialmente de invierno a primavera. Los principales afectados son los niños y los mayores de 64 años, que son los que presentan mayor riesgo de complicación.
Según datos del Ministerio de Sanidad, los casos hospitalizados con gripe confirmada por grupo de edad, en la temporada 2019-2020, fueron los siguientes: el colectivo más afectado han sido las personas mayores de 64 años (53,7%) seguido muy de cerca por los niños de entre 0 y 4 años (40%). Por cierto, es lo que estamos acostumbrados a ver.
Y ahora veamos un gráfico con el porcentaje de muertes causadas por el coronavirus en función de la edad.

Observamos que las muertes producidas en niños menores de nueve años son una anécdota mientras la pandemia se ceba únicamente con las personas mayores de 60 años.
¿Qué está pasando realmente? Si el coronavirus se contagia igual que el “virus” de la gripe, ¿por qué los niños no se contagian o se contagian muy poco de coronavirus?
Todos los días mueren de hambre en el mundo unas 20 mil personas y otras 80 mil más a consecuencias de la pobreza. Estamos hablando de 100.000 personas diarias que a nadie le importan una mierda. Es decir, 36,5 millones de personas año tras año.
En un  documento de la Fundación Rockefeller, publicado en mayo de 2010, y titulado "Escenarios para el Futuro de la Tecnología y el Desarrollo Internacional", se describen cómo una pandemia provocada por un virus infecta al 20% de la población mundial y causa la muerte a 8 millones de personas. Por otra parte, el simulacro sobre una pandemia provocada por un coronavirus llevada a cabo en el Evento 201, celebrado en 2019 y organizado por la Fundación Bill y Melinda Gates, se habla de 85 millones de muertes en todo el mundo.
Si hacemos caso a estos informes, en el peor de los casos la pandemia se llevaría por delante a 85 millones de personas, que no es moco de pavo. Sin embargo, el hambre y la pobreza se llevarán en los próximos 5 años (y esto sí es real) 182,5 millones de personas, sin que el Sistema mueva un solo dedo para evitarlo.
Por otra parte, según los datos oficiales de la OMS, de cada 100 personas infectadas por el coronavirus solo 20 necesitan de atención médica, y de esas 20 personas muere el 10%; es decir, 2 personas. Así, suponiendo que se infectase el 100% de la población mundial, o sea 7.700 millones de personas (algo realmente improbable), morirían 154 millones, lo que supone el 2% de la población mundial, quedando reducida esta a 7.546 millones.
Las muertes que se producen en el mundo cada año rondan los 60 millones de personas; es decir, 164.383 personas al día.
Según los datos oficiales, a día de hoy, y después de 4 meses desde que empezó esta pandemia, han fallecido 150.000 personas de coronavirus en todo el mundo, lo que supone, 1.250 personas por día.
Definitivamente, acojonar a todo el mundo, llamar a esto pandemia y tirar la economía mundial por los suelos es una tomadura de pelo.
¿De verdad piensas que esta gente, que nos tiene prácticamente todo el planeta confinado en casa, quiere salvarnos la vida? ¡Venga ya!, un poquito de seriedad y rigurosidad.
Continuará.

miércoles, 15 de abril de 2020

“HÁGANSE A UN LADO, QUE IGUAL ESTOS TÍOS NOS MATAN”

En la película “Dos Hombres y un Destino”,  Paul Newman y Robert Redford custodiaban el traslado de la nómina de una empresa minera en Bolivia. En el trayecto, fueron atracados por unos bandidos que les robaron el dinero. Cuando los bandidos estaban repartiendo el botín, aparecieron  Paul Newman y Robert Redford y les dijeron:
-“¡Eh, amigos! Ese dinero es nuestro”.
A lo cual respondió el jefe de los bandidos:
-“No, amigos, ahora ya no es suyo, ahora es de nosotros”.
Y agregó, dirigiéndose al resto de los bandidos:
-“Háganse a un lado, que igual estos tíos nos matan”.
Y como sabrá todo aquel que haya visto la película, inmediatamente después se produjo un tiroteo donde todos los bandidos fueron aniquilados.
Pues bien. Eso mismo es lo que están haciendo todos los gobiernos corruptos y genocidas de este planeta: acabar con toda la población enferma y mayor de 65 años que puedan.
Según sus propias estadísticas, el 97% de las muertes causadas por el coronavirus son de personas mayores de 65 años. ¡Increíble! ¿Verdad?
Pero esto no es todo. Un informe del gobierno italiano (Report COVID-2019_17_marzo-v2.pdf) ha revisado los registros del 18% de los pacientes fallecidos para ver si las personas mueren realmente por el virus o por otras causas más obvias. Y, ¡oh, sorpresa! encontraron que el 99% de las personas que han muerto por coronavirus tenían otra enfermedad. ¿Será verdad?
Mantener confinadas a personas sanas durante 2 ó 3 meses ya es malo de por sí. Pero si, además, esas personas son mayores, las patologías que van a sufrir se incrementarán de una forma exponencial.
Veamos algunos de los problemas derivados de la falta de movilidad en personas mayores.
El llamado síndrome de inmovilidad puede producir numerosos efectos perjudiciales -e incluso mortales- en el organismo de las personas de más edad.
La inmovilidad afecta a la circulación sanguínea, ya que se ralentiza y no riega adecuadamente los diferentes órganos del cuerpo. Además, la sangre puede coagularse y formar trombos con el consiguiente riesgo de paro cardiaco.
La inmovilidad también afecta al sistema respiratorio, puesto que la capacidad respiratoria se ve reducida. También puede provocar disnea y sensación de ahogo y degenerar en derrame pulmonar.
Los sistemas digestivo y renal también se pueden ver afectados y ocasionar serios problemas, por no hablar de las consecuencias a nivel mental.
Y lo que nadie parece tener en cuenta: la falta de ejercicio ocasiona en los mayores la pérdida inmediata de masa muscular. Este es el mayor de los problemas pues, al final, todos los demás derivan de éste.
¿Y cómo termina todo esto? Evidentemente, termina mal.
Cuando una persona mayor pierde su masa muscular, y no puede valerse por sí misma, pasa a ser una persona dependiente. Esta persona suele pasar el día en la cama y, a consecuencia, la piel sufre y provoca la aparición de úlceras y heridas que pueden llegar a resultar muy dolorosas y problemáticas si se infectan. Del mismo modo, todos los órganos del cuerpo se van deteriorando y dejando de funcionar correctamente. Al final, una persona mayor en la cama no dura mucho y muere.
Dicho esto, me gustaría saber quién ha tenido la “genial idea” de no dejar salir a pasear a las personas mayores, salvo, claro está, que se haya decidido a sabiendas de las nefastas consecuencias que una medida como esta tendrá para este colectivo. ¡Ojo al dato! La mayoría de países europeos, incluido Italia, dejan pasear individualmente a las personas y, salvo Italia, tienen menos muertos que nosotros.
No creo que nada de lo que está pasando en el mundo sea por casualidad ni que los informativos ignoren “inocentemente" las millones de voces discrepantes con respecto a esta situación insólita.
Bajo mi punto de vista, y sin querer convencer a nadie, se trata de alimentar el miedo a escala planetaria con fines estrictamente políticos y económicos.
Le dijo Séneca a Nerón: “tu poder radica en mi miedo, ya no te tengo miedo; por tanto, tú ya no tienes poder sobre mí”.
Mientras estamos bloqueados por el temor a contagiarnos de coronavirus no vemos lo que verdaderamente hay detrás de esta pandemia, que es mucho y muy gordo.
Piénsalo. Nunca antes ha habido tanta cantidad de medios de comunicación. Sin embargo, paradójicamente esto ha dado paso a una sociedad de la desinformación y confusión. Estos medios publican impunemente mentiras como si de verdades absolutas se tratara con el único fin de defender intereses bastardos. Nada más.
El coronavirus no es el fin del mundo ni nada que se le parezca, pero si es una enfermedad mortal para las personas de edad más avanzada.
Para los que ya pasamos de los 60 años, si no nos mata el coronavirus nos matará el miedo, el confinamiento, la crisis devastadora que se avecina o la imbecilidad. Por eso he titulado este artículo “Háganse a un lado, que igual estos tíos nos matan”.
Y eso es lo que deberíamos hacer: echarnos a un lado, en el más estricto sentido de la palabra (a buen entendedor, pocas palabras bastan).

jueves, 9 de abril de 2020

GORDOS

En las últimas décadas el número de personas con sobrepeso está aumentando de una forma alarmante en todo el mundo, con especial incidencia en las zonas urbanas. Por supuesto, también está creciendo en España, donde ya somos el segundo país de la UE con más niños obesos y con sobrepeso, cosa impensable hace tan solo 50 años, ya que España siempre fue un país de personas delgadas.
La OMS ha dado la voz de alarma anunciando que la obesidad supone uno de los problemas de salud más graves del siglo XXI.
¿Nadie se ha percatado de que actualmente la población más pobre es la más obesa? Pues sí, así es.
Desde siempre, el ser gordo o flaco –amen de la constitución física de cada uno- ha tenido que ver con el dinero. Lo paradójico de hoy en día, es que las personas con menos recursos son las que tienen mayores tasas de sobrepeso y obesidad. Hemos pasado de una situación en la que la obesidad era sinónimo de opulencia, a un escenario donde el sobrepeso es una epidemia entre el estrato socioeconómico más bajo de la sociedad.
Es la primera vez en la historia de la humanidad que se da esta paradoja: los más gordos son los más pobres.
¿Cómo puede ser que las personas con menos recursos sean las más expuestas a padecer sobrepeso? La respuesta es muy simple: hoy comer mal, es lo más barato.
El motivo radica en que adquirir comida de ínfima calidad nutricional es lo único que se pueden permitir las clases más desfavorecidas o, dicho de otra manera, lo único asequible para sus maltrechos bolsillos. Así, mientras que las verduras y frutas están a un precio excesivo para esta gente, sin embargo, dulces, refrescos, productos procesados y bollería industrial, entre otros, son los alimentos que consumen mayoritariamente, ya que son los únicos que pueden pagar.
¿Y qué sucede cuando nos alimentamos mal? Pues, entre otras cosas, que vamos a enfermar y probablemente a morir entre 5 y 10 años antes de lo que nos correspondería.
Todos sabemos los efectos negativos que la obesidad y el sobrepeso tienen en nuestra salud y las enfermedades que nos acarrean: hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes, problemas respiratorios, apnea del sueño, etc.
Decía un anuncio publicitario: “somos lo que comemos”. Y si somos lo que comemos, ¿qué nos está indicando esta nueva situación? Pues que en los países desarrollados y en vías de desarrollo, que es donde más se da este fenómeno, la gente se está empobreciendo, con lo cual, está engordando, enfermando y muriendo antes de lo deseado.
Por otra parte, la demografía mundial está cambiando hacia una población de mayor edad cada vez más numerosa. Se prevé que en el año 2050 los mayores de 65 años serán el 24% de la población mundial, cifra que se duplicará en los países desarrollados como España que, según las perspectivas de la OCDE, tendrá 78 personas mayores de 65 años por cada 100 personas de entre 20 y 64.  Y lo más importante, la esperanza de vida prácticamente se ha duplicado en tan solo 150 años.
¿Y dónde está el problema? Pues en que nos encaminamos hacia un aumento importante de población, no productiva, compuesta por ancianos y pobres que para este Sistema de usar y tirar sobra.
Hoy en día hay infinidad de formas de deshacerse de la población “sobrante” sin que tenga que haber de por medio ninguna guerra, como sí sucedía antes. Pues bien. La más sutil de todas, es dar a la población una mala alimentación o una pandemia. Del resto, ya se encargará la madre naturaleza.
La legislación y regulación en materia alimentaria no va encaminada a que los alimentos sean saludables, como se nos quiere hacer creer. Al contrario. Se regula y legisla para que los alimentos no sean demasiado tóxicos y nos maten de ipso facto, pero sí para que lo hagan poco a poco.
Por otro lado, al tomar alimentos poco saludables y bajos en nutrientes lo normal es que enfermemos. Si enfermamos, seremos asiduos consumidores de medicamentos que, en la mayoría de los casos, no son necesarios y solo sirven para hacernos enfermos crónicos de por vida y llenar las arcas de las farmacéuticas.
Pero esto no queda aquí, ya que una dieta baja en nutrientes hace que nuestro organismo esté carente de las suficientes vitaminas y sales minerales que hacen fuerte a nuestro sistema inmunológico. ¿Y qué ocurre cuando se tiene un sistema inmunológico débil? Pues que disponemos de pocas defensas ante cualquier “ataque” exterior proveniente de virus y bacterias de todo tipo.
Esto no es una cosa que se me acabe de ocurrir a mí, ya que es de dominio público. Entonces, ¿por qué no se hace nada para remediarlo? Pues, desgraciadamente, porque quien realmente ostenta el poder quiere deshacerse de toda esa población que, para ellos, ya no es necesaria.
Hoy el poder no lo tienen los títeres que vemos en los gobiernos. Hoy el poder se ejerce de una manera encubierta.
Atentados terroristas, revoluciones de color (como la que se está llevando a cabo en Cataluña), epidemias y pandemias, crisis económicas, cambio climático, movimiento de migrantes y tantos otros problemas son, en general, crisis ficticias fabricadas para ir llevando al mundo hacia donde ellos quieren.
Parece increíble que en un mundo donde la ciencia y la tecnología hacen cosas tan maravillosas como, por ejemplo, imprimir en 3D órganos artificiales para el ser humano, no sea capaz de acabar con la comida basura que nos está matando. Sin embargo, claro que le ciencia y la tecnología podrían proporcionarnos productos saludables llenos de nutrientes. El problema es que el capitalismo salvaje que vivimos no tiene el menor escrúpulo en hacer lo que haga falta para seguir manteniéndose a flote. Nada más.

domingo, 5 de abril de 2020

UNA OPORTUNIDAD INCREÍBLE PARA HACER LAS COSAS BIEN


Que el mundo va a cambiar después de esta crisis nadie lo duda.
Como en toda crisis que se precie, las oportunidades económicas se van a producir y, evidentemente, los especuladores sacarán tajada de ello.
Los “tíos listos” ya están preparados en los tacos de salida para hacerse con las gangas que van a poder adquirir a precio de saldo.
Por otra parte, los gobiernos también tienen preparada una batería de medidas para, supuestamente, salvarnos de la ruina que esta pandemia está provocando.
Por mucho miedo que tengamos al “bicho”, el verdadero problema no es el virus, sino sus consecuencias que, evidentemente, serán geopolíticas, sociales y macroeconómicas. Pero esto es tan solo el principio, la punta del iceberg. Una cortina de humo que esconde mucho más: la implantación del nuevo orden mundial, con el consiguiente enriquecimiento de los de siempre.
Lo grave del caso, es que la reestructuración tiránica social, política y económica que se avecina, será -si no ponemos remedio- llevada a cabo con nuestra más estrecha colaboración.
La gente cada vez se va a poner más nerviosa y el ánimo va a ir decayendo, especialmente cuando nos obliguen a seguir en casa por más tiempo. Así, el día que recuperemos “la libertad” (mentira, pues nunca la hemos tenido) estaremos eternamente agradecidos a nuestros verdugos, para terminar encantados con nuestra nueva esclavitud como verdaderos imbéciles.
Ver cómo mis semejantes están confinados en sus casas y amedrentados por esta pandemia, y la pasividad y el conformismo con la que se lo han tomado, es muy desilusionante y frustrante. Como no podría ser de otra manera, esta situación ha provocado en mí una sensación de impotencia como nunca antes sentí. Sabía de nuestro lavado de cerebro, pero no hasta que punto.
Vamos a ver si somos capaces de quitarnos la venda de los ojos.
Lo que está ocurriendo no es solo que se esté propagando una pandemia, que probablemente también. Lo que nadie ve –o nadie quiere ver- es el experimento social salvaje y la eugenesia controlada que los dueños del mundo han puesto en marcha.
Nos guste o no, seamos conscientes de ello o tampoco, estamos en manos de una élite de dementes cuyo único propósito es establecer un nuevo orden mundial a su gusto, cueste lo que cueste.
No lo dudes, lo que está pasando es justamente lo que ellos quieren que pase.
Pero, ¿y si esta vez les saliera el tiro por la culata? ¿Y si esta vez han calculado mal la jugada?
Pude que con este confinamiento hayan cometido el peor error de su vida: dejarnos pensar, aunque por desgracia no lo haremos todos.
No sé si estáis observando el nuevo fenómeno que se está produciendo. Si os dais cuenta, en estos días está aflorando ese ser humano que todos llevamos dentro y que prácticamente había desaparecido, aunque no siempre es así, ya que sigue habiendo multitud de imbéciles.
Por supuesto, la pregunta inevitable es: ¿este fenómeno es real o producto del miedo?
Os voy a hablar de mi caso en particular. Como sabéis, los que me conocéis, estoy desde enero en Canarias. Pues bien. De los tres meses que llevo aquí, los últimos 15 días los he pasado confinado en casa como todo el mundo. Ojo al dato. He hecho más amistades en estos 15 días que en los dos meses anteriores. Además, esa gente se me ha ofrecido para todo: ayudarme con la compra, si necesito alguna receta médica, e incluso muy amablemente me han ofrecido sus casas para cuando todo esto termine.
Piénsalo bien. Estamos viendo que los cielos de nuestras ciudades están más limpios, pues no hay aviones; que la contaminación ambiental y acústica ha descendido de una manera drástica, pues no hay coches; que no estamos consumiendo compulsivamente, pues no hay tiendas abiertas; y lo más importante, que no pasa “na” (como diría José Mota).
Por otra parte, las bolsas se han desplomado, las grandes empresas no necesarias para nuestra subsistencia básica han cerrado y el turismo ha dejado hoteles, playas y ciudades vacías sin que nadie haya muerto por ello.
Nos estamos dando cuenta de que con cobijo, luz, agua y alimentos es suficiente para vivir; bueno, también nos vendría bien un sistema sanitario sostenible de calidad y algunas cosas más.
Ahora más que nunca estamos comprobando que nuestros políticos jamás han sabido solucionar nada, y en este momento tampoco; que no necesitamos a élites adineradas, banqueros, intermediarios y a los políticos salvapatrias que los sustentan; de que está crisis sanitaria la estamos sacando adelante nosotros y de que en momentos críticos, como el actual, el dinero no sirve para nada salvo para jodernos la vida.
Algunos, además, estamos bastante cabreados con las restricciones impuestas, ya que son totalmente discutibles. En definitiva, en esta crisis deberíamos replantearnos de una vez por todas el dejar nuestras vidas en manos de otros.
Te preguntarás, ¿y cómo lo hacemos? Muy sencillo: acabemos con el dinero. No necesitamos más.
Sabemos que el 1% de la población mundial acumula el 80% de la riqueza del planeta y son los dueños del dinero. Pues bien, quitémoselo.
No sé si somos conscientes de ello, pero esta gente acaba de declararnos la guerra, y no es una broma (ya lo estamos viendo). Así que son ellos o nosotros. Es decir, el 1% de la población mundial contra el 99% restante.
Para acabar con ellos son solo necesarias dos cosas: declarar los recursos del planeta patrimonio de toda la humanidad y abolir el dinero.
Pero para llevarlo a cabo será imprescindible que la mayoría de la población sea consciente de lo que está ocurriendo.
Sé que no es fácil ni tarea de un día. Pero esta oportunidad no la deberíamos desaprovechar.