Que vivimos en un mundo donde la mentira se ha
institucionalizado ya prácticamente nadie lo duda.
La premisa para el confinamiento, sufrido por
gran parte de la población mundial, fue que el Covid-19 es una enfermedad
altamente mortal. Así que, para “salvarnos”, nuestros gobernantes, con el más absoluto
desprecio hacia nuestros derechos y libertades más elementales, decidieron
imponer un estado de alarma y tuvimos que encerrarnos en casa durante tres largos
meses.
Luego resultó que, en realidad, el virus no
era tan mortal. Pero el encierro sí lo fue: casi 20.000 personas, de las 28.000
muertes ocasionadas en España por Covid-19, murieron en las residencias de
ancianos cerradas a cal y canto por el confinamiento.
Todo este cúmulo de mentiras, que llevamos soportando
5 meses las 24 horas del día, ha servido para hacer de nosotros una panda de
imbéciles asustados, dispuestos a ir al matadero sin rechistar.
En esta “tragicomedia” todo el mundo miente.
Miente la OMS; miente la ONU; miente la OTAN; miente
el FMI; miente el BM; miente la FED; miente el BCE; miente China; miente EEUU; miente la EU; mienten los test PCR con sus
brotes, rebrotes, picos y repicos; mienten los medios de comunicación y mienten
los corruptos gobiernos que están colaborando con la implantación del Nuevo
Orden Mundial. Y, por supuesto, se mienten a sí mismos todos aquellos que están
siendo víctimas de la mentira: el arma más efectiva para la destrucción
psiquico-mental del ser humano.
La mayoría de la gente desconoce que existe un
centro de investigación en Fort Detrick -localizado en Frederick,
Maryland, EEUU-, que es la instalación militar de armas biológicas más grande
del mundo, además de especialistas en técnicas para el control de la mente,
donde incluyen el uso de drogas, lobotomías, terapia de electrochoque, privación
sensorial y tortura.
Su programa estrella se denomina MKULTRA, cuyo
objetivo lo definió perfectamente Paul Gaynor, jefe del Servicio de
Investigación de Seguridad de la CIA, cuando dijo: “Podemos obtener el
control de un individuo hasta el punto de que haga nuestra voluntad en contra
de la suya propia e incluso en contra de las leyes fundamentales de la
naturaleza”
Hoy en día, Fort Detrick es la principal base
militar de los EEUU en investigación biológica y el control mental. Y no
estamos hablando de un laboratorio de tres al cuarto. Estamos hablando de un
complejo enorme con 600 edificios que albergan a más de 8.000 personas entre
militares e investigadores.
Fort Detrick lleva décadas invirtiendo miles
de millones de dólares en ingeniería biológica y de control mental. Según un informe
de la televisión japonesa, es muy probable que el Covid-19 tenga algo que ver
con este lugar. El informe de la TV Asahi Corporation de Japón, afirma que un
misterioso brote infeccioso tuvo lugar en las inmediaciones de Fort Detrick unas
semanas antes de los Juegos Mundiales Militares que se celebraron en la ciudad
China de Wuhan, justo antes de aparecer el virus. Atletas de Bélgica, Francia,
Italia, Alemania, Luxemburgo y Suecia revelaron que cayeron enfermos en los
Juegos Militares. Posteriormente, dedujeron que enfermaron de Covid-19. Por lo
tanto, la delegación estadounidense pudo ser la causante de la infección.
Los deportistas militares de EEUU (que sorprendentemente
quedaron en el puesto nº 35, detrás de países como Finlandia o Irán) se
alojaron en el Hotel Wuhan Oriental, que está a tan solo 300 metros del mercado
de mariscos de Wuhan, donde se dice que tuvo lugar el origen del coronavirus.
Bueno, pues esta es otra de tantas teorías
sobre la aparición y propagación del Covid-19. Tú puedes creer la que quieras,
o ninguna.
La OMS no es la solución, es el problema.
La OMS acaba de anunciar que la pandemia será
muy larga. Elemental, ya que no concluirá hasta que haya cumplido su objetivo,
que no es otro que el de conseguir una drástica reducción de la población
mundial, implementar un proceso digitalizado de control de la población
superviviente y el reseteo del sistema económico-monetario. Además, es seguro
que habrá un segundo, tercer,… rebrote, puesto que ya lo ha anunciado Anthony
Fauci (el mismo que pronosticó la pandemia mucho antes de producirse) y la OMS.
Sin televisión no hay pandemia que valga.
¿Te imaginas qué pasaría si se diera el mismo
seguimiento mediático al reto de enfermedades como el cáncer, diabetes,
enfermedades coronarias, alzhéimer, etc.? Pues que la sanidad estaría
perpetuamente colapsada y la paranoia sería incompatible con la propia vida.
Pues bien. Aunque en menor medida, esto está
pasando. Todos sabemos que las enfermedades citadas anteriormente son más
mortíferas que el Covid-19, pero pasan inadvertidas, porque al no ser
mediáticamente expuestas al gran público, mostrando sus miserias, no alarman
(ojos que no ven corazón que no siente).
Evidentemente, aquí todos mienten. La única
verdad de lo que estamos viviendo es que nos empobrecemos a pasos agigantados
como nunca antes lo habíamos hecho y que tendrá consecuencias infinitamente
mayores que las producidas por el Covid-19. Pero parece que esto no es
relevante para los medios de comunicación.
El sistema económico-monetario ha tocado fondo, eso es una realidad.
Desde las décadas de los años 70-80 se sabía
con absoluta certeza que el modelo económico-social colapsaría (sobre el año
2030, según predijo Richard C. Duncan en su famosa Teoría de Olduvai, de 1989, o
entre 2040-2050, como aseveró Jay Forrester en su estudio llevado a cabo en el Instituto
Tecnológico de Massachusetts, en 1973).
Y la pregunta es: si se sabía que esto iba a
pasar, ¿por qué no se hizo nada al respecto? Pues por la imperiosa necesidad de
desarrollar tecnologías que permitieran eliminar el factor humano y así poder
implantar sin el menor problema su Nuevo Orden Mundial. Y ese momento ha
llegado.
Divide et impera.
Aunque la situación que estamos viviendo es completamente
nueva, sin embargo, se vuelve a utilizar la misma estrategia de siempre:
“divide et impera” (divide y vencerás)
La pandemia tiene al mundo dividido en dos:
los que creen en la pandemia (“creyentes”) y lo que no creen (“negacionistas”)
-así nos llaman-. Los “creyentes” obedecen ciegamente sin rechistar y se han convertido
en víctimas de su propia creencia a la vez que en verdugos de los
“negacionistas”. Y, por desgracia, son inmensamente mayoritarios.
Es evidente que soy uno de esos
“negacionistas”, ya que no comparto absolutamente nada de la versión
institucional. Ahora bien, nosotros no negamos nada, solamente denunciamos
mentiras y, por supuesto, respetamos a los “creyentes”. Sin embargo, ellos no
hacen lo mismo: nos insultan, nos agreden y nos imponen una serie de medidas
nocivas para nuestra salud física, mental
y económica.
Visto cómo se están desarrollando los
acontecimientos, y ante la impotencia de ver que no se puede competir con el
poder omnipotente de la televisión, la guerra está perdida de antemano.
Dicho esto, a muchos de nosotros lo único que
nos gustaría es poder vivir –el tiempo que nos quede- en armonía, ya que el
enemigo no es ni el que lleva mascarilla ni tampoco el que no la lleva.
¡Señores “creyentes”! No tengan miedo.
Nosotros, los “negacionistas”, no podemos trasmitirles nada, ya que ustedes
están “PROTEGIDOS” por sus mascarillas, su distancia de seguridad y su auto-confinamiento
voluntario. Yo, personalmente, prometo no acercarme a ustedes ni importunarles
ni tocarles; e incluso aprenderé a ignorarles. Pero me gustaría reprocidad por su
parte. ¿Es mucho pedir?
¡Ah!, y sigan alimentando la mentira que ya
verán que bien nos va a ir.
No seas tan derrotista...un viejo topo recorre el mundo
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