viernes, 7 de agosto de 2020

¡MIENTEN!

Que vivimos en un mundo donde la mentira se ha institucionalizado ya prácticamente nadie lo duda.
La premisa para el confinamiento, sufrido por gran parte de la población mundial, fue que el Covid-19 es una enfermedad altamente mortal. Así que, para “salvarnos”, nuestros gobernantes, con el más absoluto desprecio hacia nuestros derechos y libertades más elementales, decidieron imponer un estado de alarma y tuvimos que encerrarnos en casa durante tres largos meses.
Luego resultó que, en realidad, el virus no era tan mortal. Pero el encierro sí lo fue: casi 20.000 personas, de las 28.000 muertes ocasionadas en España por Covid-19, murieron en las residencias de ancianos cerradas a cal y canto por el confinamiento.
Todo este cúmulo de mentiras, que llevamos soportando 5 meses las 24 horas del día, ha servido para hacer de nosotros una panda de imbéciles asustados, dispuestos a ir al matadero sin rechistar.
En esta “tragicomedia” todo el mundo miente.
Miente la OMS; miente la ONU; miente la OTAN; miente el FMI; miente el BM; miente la FED; miente el BCE; miente China; miente EEUU;  miente la EU; mienten los test PCR con sus brotes, rebrotes, picos y repicos; mienten los medios de comunicación y mienten los corruptos gobiernos que están colaborando con la implantación del Nuevo Orden Mundial. Y, por supuesto, se mienten a sí mismos todos aquellos que están siendo víctimas de la mentira: el arma más efectiva para la destrucción psiquico-mental del ser humano.
La mayoría de la gente desconoce que existe un centro de investigación en Fort Detrick -localizado en Frederick, Maryland, EEUU-, que es la instalación militar de armas biológicas más grande del mundo, además de especialistas en técnicas para el control de la mente, donde incluyen el uso de drogas, lobotomías, terapia de electrochoque, privación sensorial y tortura.
Su programa estrella se denomina MKULTRA, cuyo objetivo lo definió perfectamente Paul Gaynor, jefe del Servicio de Investigación de Seguridad de la CIA, cuando dijo: “Podemos obtener el control de un individuo hasta el punto de que haga nuestra voluntad en contra de la suya propia e incluso en contra de las leyes fundamentales de la naturaleza”
Hoy en día, Fort Detrick es la principal base militar de los EEUU en investigación biológica y el control mental. Y no estamos hablando de un laboratorio de tres al cuarto. Estamos hablando de un complejo enorme con 600 edificios que albergan a más de 8.000 personas entre militares e investigadores.
Fort Detrick lleva décadas invirtiendo miles de millones de dólares en ingeniería biológica y de control mental. Según un informe de la televisión japonesa, es muy probable que el Covid-19 tenga algo que ver con este lugar. El informe de la TV Asahi Corporation de Japón, afirma que un misterioso brote infeccioso tuvo lugar en las inmediaciones de Fort Detrick unas semanas antes de los Juegos Mundiales Militares que se celebraron en la ciudad China de Wuhan, justo antes de aparecer el virus. Atletas de Bélgica, Francia, Italia, Alemania, Luxemburgo y Suecia revelaron que cayeron enfermos en los Juegos Militares. Posteriormente, dedujeron que enfermaron de Covid-19. Por lo tanto, la delegación estadounidense pudo ser la causante de la infección.
Los deportistas militares de EEUU (que sorprendentemente quedaron en el puesto nº 35, detrás de países como Finlandia o Irán) se alojaron en el Hotel Wuhan Oriental, que está a tan solo 300 metros del mercado de mariscos de Wuhan, donde se dice que tuvo lugar el origen del coronavirus.
Bueno, pues esta es otra de tantas teorías sobre la aparición y propagación del Covid-19. Tú puedes creer la que quieras, o ninguna.
La OMS no es la solución, es el problema.
La OMS acaba de anunciar que la pandemia será muy larga. Elemental, ya que no concluirá hasta que haya cumplido su objetivo, que no es otro que el de conseguir una drástica reducción de la población mundial, implementar un proceso digitalizado de control de la población superviviente y el reseteo del sistema económico-monetario. Además, es seguro que habrá un segundo, tercer,… rebrote, puesto que ya lo ha anunciado Anthony Fauci (el mismo que pronosticó la pandemia mucho antes de producirse) y la OMS.
Sin televisión no hay pandemia que valga.
¿Te imaginas qué pasaría si se diera el mismo seguimiento mediático al reto de enfermedades como el cáncer, diabetes, enfermedades coronarias, alzhéimer, etc.? Pues que la sanidad estaría perpetuamente colapsada y la paranoia sería incompatible con la propia vida.
Pues bien. Aunque en menor medida, esto está pasando. Todos sabemos que las enfermedades citadas anteriormente son más mortíferas que el Covid-19, pero pasan inadvertidas, porque al no ser mediáticamente expuestas al gran público, mostrando sus miserias, no alarman (ojos que no ven corazón que no siente).
Evidentemente, aquí todos mienten. La única verdad de lo que estamos viviendo es que nos empobrecemos a pasos agigantados como nunca antes lo habíamos hecho y que tendrá consecuencias infinitamente mayores que las producidas por el Covid-19. Pero parece que esto no es relevante para los medios de comunicación.
El sistema económico-monetario ha tocado fondo, eso es una realidad.
Desde las décadas de los años 70-80 se sabía con absoluta certeza que el modelo económico-social colapsaría (sobre el año 2030, según predijo Richard C. Duncan en su famosa Teoría de Olduvai, de 1989, o entre 2040-2050, como aseveró Jay Forrester en su estudio llevado a cabo en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, en 1973).
Y la pregunta es: si se sabía que esto iba a pasar, ¿por qué no se hizo nada al respecto? Pues por la imperiosa necesidad de desarrollar tecnologías que permitieran eliminar el factor humano y así poder implantar sin el menor problema su Nuevo Orden Mundial. Y ese momento ha llegado.
Divide et impera.
Aunque la situación que estamos viviendo es completamente nueva, sin embargo, se vuelve a utilizar la misma estrategia de siempre: “divide et impera” (divide y vencerás)
La pandemia tiene al mundo dividido en dos: los que creen en la pandemia (“creyentes”) y lo que no creen (“negacionistas”) -así nos llaman-. Los “creyentes” obedecen ciegamente sin rechistar y se han convertido en víctimas de su propia creencia a la vez que en verdugos de los “negacionistas”. Y, por desgracia, son inmensamente mayoritarios.
Es evidente que soy uno de esos “negacionistas”, ya que no comparto absolutamente nada de la versión institucional. Ahora bien, nosotros no negamos nada, solamente denunciamos mentiras y, por supuesto, respetamos a los “creyentes”. Sin embargo, ellos no hacen lo mismo: nos insultan, nos agreden y nos imponen una serie de medidas nocivas para nuestra salud física, mental  y económica.

Visto cómo se están desarrollando los acontecimientos, y ante la impotencia de ver que no se puede competir con el poder omnipotente de la televisión, la  guerra está perdida de antemano.
Dicho esto, a muchos de nosotros lo único que nos gustaría es poder vivir –el tiempo que nos quede- en armonía, ya que el enemigo no es ni el que lleva mascarilla ni tampoco el que no la lleva.
¡Señores “creyentes”! No tengan miedo. Nosotros, los “negacionistas”, no podemos trasmitirles nada, ya que ustedes están “PROTEGIDOS” por sus mascarillas, su distancia de seguridad y su auto-confinamiento voluntario. Yo, personalmente, prometo no acercarme a ustedes ni importunarles ni tocarles; e incluso aprenderé a ignorarles. Pero me gustaría reprocidad por su parte. ¿Es mucho pedir?
¡Ah!, y sigan alimentando la mentira que ya verán que bien nos va a ir.

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