domingo, 25 de octubre de 2020

COVID-19: LA ESCUSA PERFECTA PARA CAMBIAR EL MUNDO

La descomunal campaña del miedo, llevada a cabo por los medios de comunicación de masas en todo el mundo, se ha convertido en el instrumento político de control económico y social por excelencia. La masa borreguil y sorprendentemente muchos intelectuales, científicos y personas inteligentes han aceptado sin rechistar la narrativa oficial de la gran mentira de esta falsa pandemia.

Como todo el mundo sabe, el 11 de marzo de 2020 la OMS declaró una “pandemia mundial” solicitando el confinamiento y cierre de las economías nacionales. Estas medidas autoritarias, impuestas a miles de millones de personas, fueron aceptadas por la mayoría de países del mundo con devastadoras consecuencias económicas y sociales.

Las políticas de confinamiento, distanciamiento social y nueva normalidad han ocasionado el cierre de la economía provocando bancarrotas, desempleo y pobreza por todo el mundo.

Existen dos tipos de economía: la “economía real” y la “economía financiera”. La “economía real” constituye la actividad económica real; es decir: industria, agricultura, ganadería, minería, servicios, etc. Sin embargo, la “economía financiera” es todo lo contrario: se basa en valores subjetivos, es especulativa y crece o desaparece como por arte de magia. ¡Ah! y lo más surrealista: la economía financiera es mil veces superior a la economía real.

El cerrojazo de la economía mundial, provocada por la falsa pandemia, ha desencadenado un proceso de endeudamiento global sin precedentes. Este endeudamiento nos llevará irremisiblemente a la apropiación, por parte del establishment financiero, de los activos reales del planeta.

La falsa pandemia está haciendo posible el sueño del establishment que, a través de un proyecto de endeudamiento masivo, comprará sectores importantes de la economía real a precio de saldo, además de hacerse con los activos sociales y económicos de cada Estado.

El cierre de la economía mundial afecta tanto a las pequeñas y medianas empresas (PYMES) como a grandes corporaciones. Evidentemente, las primeras en caer están siendo las pequeñas y medianas empresas que desaparecen a pasos agigantados con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo.

La crisis del Covid-19 ha destruido la economía y los mercados laborales en todas las regiones del mundo. Se estima que, hasta ahora, más de 400 millones de empleos fijos han sido destruidos y no van a volver.

Pero los planes de la élite para hacerse con la riqueza del planeta y el control de la población mundial no son nuevos y vienen llevándose a cabo desde hace décadas.

Cuando convencieron a todo el mundo de que el terrorismo (inventado y financiado por ellos) había que combatirlo a escala mundial, se dispusieron estrictas normas de seguridad y vigilancia en aeropuertos y ciudades que vinieron para quedarse. Cuando crearon la “gran crisis de 2008” recortaron salarios, prestaciones sociales y derechos laborales que, una vez pasada la “crisis”, no han vuelto a su estado anterior, sino que también vinieron para quedarse. Y ahora está la “nueva normalidad”, creada a raíz del Covid-19 que, evidentemente, de nuevo ha venido para quedarse.

Con el pretexto de que el número de casos positivos de Covid ha aumentado, los gobiernos están implementando lo que podríamos llamar un “segundo programa de bancarrotas”.

Todas las formas de actividad social están siendo afectadas: cierre o limitación de aforos en hoteles, bares, restaurantes, colegios y universidades; limitación de personas en reuniones familiares, bodas, funerales, eventos deportivos y culturales y medidas policiales sin precedentes mediante confinamientos, estados de alarma y toques de queda para hacer cumplir toda esta sarta de barbaridades que, escandalosamente, la gente acepta sin siquiera cuestionarse nada.

Las estadísticas oficiales, basadas en estimaciones de unos test inespecíficos que dan falsos positivos asintomáticos, constituyen la base para justificar estas acciones perversas, según figura en un estudio sobre las pruebas analíticas para la detección del SARS-COV-2.pdf, donde se demuestra que los test RT-qPCR para determinación del Sars-CoV-2 carecen de validez científica.

Además, según los datos dados por el Instituto de Salud Carlos III, en el análisis de los casos notificados a la RENAVE con fecha de inicio de síntomas y fecha de diagnóstico posterior al 10 de mayo, y hasta las 19:00 h del 14 de octubre de 2020, se identificaron 672.611 casos de COVID-19 en España. Un 5,3% de los casos han sido hospitalizados, un 0,4% han sido admitidos en UCI y un 0,8% han fallecido. ¿Dónde está la gravedad de la supuesta segunda oleada?

Con esta “segunda oleada de contagios” el miedo ha vuelto a tomar fuerza y castrará aún más la economía global. Esto contribuirá irremediablemente a terminar de una vez por todas con las PYMES y sectores enteros de la economía mundial como la industria turística, que será una de las más afectadas.

Una vez acabado con el empleo, y aprovechando la desesperación de la población, vendrá la tan ansiada vacuna para unos y odiada para otros. El carnet de vacunación permitirá a aquel que se vacune viajar y vivir sin restricciones, no así al que se niegue. También se condonará la deuda mundial, se implantará una nueva moneda digital y se impondrá una renta básica universal. Esos son solo algunos de los verdaderos planes del “Deep State”.

Lo que está en juego, y que nadie parece ver por miedo al virus, es MUCHÍSIMO: la implantación de una agenda autoritaria sin precedentes a nivel mundial llamada Agenda 2030.

Evidentemente, cada país tiene su propia hoja de ruta, pero la finalidad es la misma. Además no lo ocultan, ya que en la web del Ministerio de Sanidad aparece a la derecha el logotipo de la AGENDA 2030 y hasta el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lleva un pin del mismo logotipo en la solapa.


Esta falsa pandemia ha propiciado que los Estados expandan su poder hacia la ciudadanía regulando las relaciones sociales, empobreciendo a las clases populares y, por supuesto, eliminando físicamente a la población considerada una carga para el Estado. En otras palabras. Quieren que esta falsa pandemia sirva de puerta de entrada y justificación para una nueva civilización abocada a una vigilancia extrema, obediencia absoluta y esclavitud infinita.

Siento no ser políticamente correcto pero, lamentablemente, a los imbéciles no les importa perder su dignidad y liberad. El idiota común que camina orgulloso por la calle llevando un bozal no se entera de nada y solo repite lo que ve en la puta televisión. Por desgracia, los borregos solo entienden de guardar cuarentenas, de ponerse una puta mascarilla en la boca y demás gilipolleces diseñadas para controlarlos y machacarlos. Y lo tragan; ¡vamos si lo tragan!

Pero la gente no nace imbécil ni idiota ni borrego, sino que se le hace imbécil, idiota y borrego, que no es lo mismo.

La narrativa oficial totalitaria, unida a una incesante propaganda del miedo con mentiras y exageraciones de todo tipo, ha hecho de nosotros unos paranoicos enfermos psicóticos.

Después de ocho meses de esta interminable campaña del miedo es terriblemente cansino ver el grado infantiloide al que ha llegado la sociedad. Por eso, para la gente que aún disponga de dos dedos de frente es imprescindible despertar, porque si las personas valientes y sensatas dan el paso, la masa les seguirá. No lo dudes.

Debemos hacerlo ya.

La falsa pandemia está causando estragos incalculables. Necesitamos urgentemente gente valiente que diga que NO lo va a seguir tolerando. El 99,99% de la población mundial no estamos enfermos de ningún coronavirus, lo que estamos es en manos de unos enfermos mentales (Gobierno, oposición y medios de comunicación) que están acabando con nuestra forma de vida a todos los niveles.

Nos enfrentamos a un movimiento fanático global totalitario sin precedentes en la historia de la humanidad. Olvidémonos de una vez por todas del coronavirus, ya que ahora mismo es el menor de nuestros problemas, y centrémonos en recuperar lo perdido.

¿Seremos capaces de hacerlo? No tengo respuesta para eso.




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