Según la página web “worldometer” el mundo actualmente tiene 7.840 millones de personas. Cada día nacen 372.960 personas y mueren 155.520 (media obtenida del último censo de la CIA realizado en el año 2018). Eso quiere decir que la población mundial crece a un ritmo de cerca de 80 millones de personas al año, lo que supondrá que el planeta doblara su actual población en unos 80-90 años, si seguimos creciendo a esta velocidad.
Y la pregunta es: ¿verdaderamente la Tierra
está capacitada para albergar esa población con el nivel de vida actual?
Evidentemente no.
Desde el punto de vista de quienes dirigen el
mundo, los seres humanos nos hemos convertido en un cáncer para la Tierra y es
imprescindible atajarlo de raíz. Si a esto le sumamos que la tecnología está
acabando a pasos agigantados con la clase trabajadora, que ya no es necesaria,
han llegado a la siguiente determinación: eliminar a toda esa población
“sobrante”.
Quienes sean los dementes que ocupan la
cúspide de la pirámide del poder en el mundo han ordenado diseñar un plan para
deshacerse del mayor número de seres humanos en el menor tiempo posible.
Su argumento se centra en que tanta población
está provocando el agotamiento de los recursos naturales, la contaminación
química masiva y la destrucción ecológica del planeta. Y no les falta razón,
aunque no justifica, en absoluto, su maléfico plan porque, para empezar, no es
el hombre el que está acabando con el planeta, sino este Sistema perverso
depredador en manos de un atajo de dementes. ¿O acaso las grandes corporaciones
-en manos de ellos- que son las que verdaderamente manejan, explotan y gestionan
los recursos de la Tierra no tienen nada que ver?
Que el mundo no puede seguir así y necesita un
cambio es más que evidente. Ahora bien, hay maneras y maneras de acometer los
cambios y lo que ellos pretenden no es ni mucho menos la mejor opción.
En los últimos cien mil años los seres humanos
hemos pasado de ser inocentes hombres primitivos de las cavernas, en armonía
con la naturaleza, a seres locos destructivos, tecnológicamente dependientes que
amenazan no solo su propio ecosistema, sino la vida misma.
Y aquí es donde entran en juego los maníacos
“iluminados” que han puesto en marcha este plan macabro para intentar deshacerse
de la mayor parte de la humanidad. Otra cosa es que lo consigan.
Cualquiera que no haya perdido el sentido
común se habrá dado cuenta de que esto no va de una pandemia. Todas las medidas
(militares, por cierto) que se están aplicando van encaminadas a machacar a la
población, tanto física, mental y económicamente.
La reducción drástica de la
población mundial es el objetivo de la élite desde hace años, donde llevan
recurriendo a la manipulación de alimentos, a la farmacología y a la
contaminación de nuestras ciudades, entre otras cosas, para conseguirlo. Pero
ahora han dado el paso definitivo. Esta vez están utilizando un arma biológica
con una supuesta alta transmisión y, de momento, con una baja tasa de mortalidad.
El plan consta de tres fases.
La primera fue provocar el pánico, mediante el
asesinato en masa de miles de ancianos, ya que necesitaban los muertos para
poder encerrarnos. La segunda arruinarnos, separarnos de nuestros seres
queridos y obligarnos a llevar una absurda mascarilla que nos deshumaniza. Y la
tercera, cuando la desesperación llegue a límites esquizofrénicos y estemos
dispuestos a lo que sea con tal de salir de esta situación, la vacuna.
Esta vacuna probablemente esterilizará a gran
parte de la población o la hará enfermar hasta morir. Con esto esperan reducir
la población mundial en unos años, pero si no fuera suficiente, disponen de un
“paln B” que muy probablemente incluiría un arma biológica mucho más letal.
Actualmente estamos en plena fase 2, donde las
medidas represoras se incrementan un día sí y otro también. Pero todas esas
medidas nada tienen que ver con cuidar de nuestra salud y salvar nuestras vidas.
Porque digo yo. Las restricciones de movilidad, recorte de libertades, toque de
queda y vigilancia policial no son precisamente medidas sanitarias, sino, como
ya dije antes, militares. Medidas sanitarias son incrementar el número de
hospitales, centros de salud, personal sanitario y disponer del material
suficiente para que el sistema sanitario funcione.
Lo que no se puede decir, con una cara dura
impresionante, es que en La Rioja hay una “alarma sanitaria”, porque las UCIs
están al 56% de su capacidad, cuando disponen solamente de 32 camas UCI para
una población de 315.000 habitantes. Eso es sencillamente intolerable.
¿Cuándo nos vamos a dar cuenta de que NO HAY
NINGUNA PANDEMIA, sino una puesta en escena, a nivel mundial, de una
“emergencia sanitaria” para la implementación de la agenda del Nuevo Orden
Mundial?
Cada día soy más consciente de que los tontos
útiles tienen una importancia capital en esta sociedad para la élite dominante.
Un claro ejemplo es que sin ellos la pandemia que estamos sufriendo no sería
posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario