1 de enero de 2031. Te levantas de la cama con
un día soleado. Miras el cielo azul y no hay estelas de aviones. El aire que
respiras está limpio. Los ríos, los océanos y los bosques impolutos. Tienes
todas tus necesidades cubiertas. La energía es limpia, sostenible y accesible
para todo el mundo. Ya no hay hambre en el mundo ni pobreza ni guerras ni
delincuencia ni violencia ni incultura ni desigualdad. En definitiva, el Gran
Reinicio ha terminado.
Cualquiera que sea un poco observador se habrá
fijado en el pin que lucen frecuentemente en la solapa nuestro Presidente y
Vicepresidente de Gobierno. Pues bien. Ese pin no es otro que el logo de la
Agenda 2030.
La Agenda 2030 tiene 17 objetivos muy
ambiciosos:
Poner fin a la pobreza. Poner fin al hambre.
Garantizar una vida sana. Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de
calidad. Lograr la igualdad entre los géneros. Garantizar la disponibilidad de
agua. Garantizar el acceso a una energía sostenible. Promover el crecimiento
económico sostenido. Industria, innovación e infraestructuras. Reducir la
desigualdad entre los países. Lograr ciudades resilientes y sostenibles.
Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles. Adoptar medidas
urgentes para combatir el cambio climático. Conservar en forma sostenible los
océanos y los mares. Gestionar sosteniblemente los bosques y detener la pérdida
de la biodiversidad. Promover sociedades justas, pacíficas e inclusivas y
revitalizar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible.
¡MARAVILLOSO! ¿Verdad? ¿Quién en su sano
juicio no desea esto? Evidentemente, el problema es llevarlo a la práctica.
Habrás observado que la palabra “sostenible”
se repite hasta la saciedad. Pues bien. Decir que la Agenda 2030 va a conseguir
un “mundo feliz” y “sostenible” en tan solo 10 años se me antoja misión
imposible, a no ser que desaparezca el 80% de la población mundial o nos
conviertan a todos en zombis o robots.
La falsa pandemia ha servido de
catalizador para agravar la crisis económica y de paradigma que se viene
arrastrando desde hace años.
El colapso del sistema monetario acordado en
Bretton Woods ha dado lugar al actual sistema monetario fiduciario, basado
en la deuda, y este ha llegado a su fin. Nos encaminamos a toda velocidad hacia
un nuevo paradigma donde las cosas van a cambiar y mucho.
Desde hace tiempo se viene anunciando, por
parte de la autoridad monetaria, que es urgente llevar a cabo un “Gran Reinicio.
Ahora bien, lo que no queda muy claro es si los “tíos listos” que deciden este
tipo de cosas saben lo que hacen, están experimentando o simplemente de dedican
a poner parches al Sistema.
El primer paso de este ambicioso plan,
imprescindible para acometer el resto de la Agenda 2030, es cambiar el sistema
monetario. Y en eso estamos.
El Foro Económico Mundial ha anunciado para el
próximo año el comienzo del Gran Reinicio.
Klaus Schwab, fundador y Presidente Ejecutivo
del Foro Económico Mundial, escribió sobre el Gran Reinicio: “Todos los
países, desde Estados Unidos hasta China, deben participar, y todas las
industrias, desde el petróleo y el gas hasta la tecnología, deben transformarse.
En resumen, necesitamos un 'Gran Reinicio' del capitalismo".
Pero para coronar a un rey nuevo es
imprescindible la abdicación o muerte del rey viejo. Por lo tanto, lo más
importante es acabar con el dinero fiduciario, empezando por monedas y billetes.
Con la escusa de la falsa pandemia las
restricciones al dinero en efectivo se van acelerando, corroborando que el
dinero físico tiene los días contados. Y cuando esto suceda, se implantará un
sistema monetario totalmente digital.
La digitalización del dinero evidentemente
favorece a los gobiernos, otorgándoles un control infinito sobre los ciudadanos.
El dinero digital permitirá al Estado bloquear nuestras cuentas, autorizar o
desautorizar el pago de diferentes artículos y desposeernos de todos nuestros
bienes, cuando le dé la gana, con algo tan sencillo como apretar una tecla.
No nos equivoquemos. El verdadero objetivo del
Gran Reinicio es hacer un mundo digital. Una vez que nos tengan, tanto al
dinero como a nosotros mismos, totalmente digitalizados, acometer el resto de
la Agenda 2030 puede ser un juego de niños.
No te confundas. Aquí no hay ninguna
conspiración oscura. Aquí lo que hay es lo de siempre: una minoría que viene
ejerciendo el poder desde tiempos inmemoriales que quiere seguir ejerciéndolo.
Nada más. Lo verdaderamente frustrante es que esto es consentido una y otra vez
por una sociedad cada vez más estúpida, sumisa, egoísta y cobarde.
El fin del modelo de sociedad que conocemos ya
ha comenzado. Las cosas que he venido anunciando en este blog durante años
están sucediendo, como el decrecimiento energético que anuncié en mi artículo “el cambio es inevitable 8/01/2013/”, y ya no hay
vuelta atrás. En definitiva, nos guste o no, nos van a obligar a “bajar el
pistón”.
Los promotores del nuevo paradigma están
aprovechando la falsa pandemia para avanzar en su agenda. Cada una de las
respuestas, supuestamente sanitarias, a la falsa pandemia son simplemente medidas
para llevar a cabo el “Gran Reinicio” del mundo.
Los confinamientos, las distancias de
seguridad y las mascarillas sirven de preparación para la vida de aislamiento
que nos espera de aquí en adelante. Se terminaron las reuniones de amigos y
familiares por doquier. Se acabaron las salidas al campo a la montaña y al mar
a discreción. Adiós al turismo de masas y a los viajes por placer. En resumen,
la era del consumo exacerbado se acabó.
El cambio de paradigma es inevitable y muchos somos conscientes de ello. Ahora bien. Salir de Málaga para entrar en Malagón no es lo más deseado, ¿verdad? Pero, como estamos viendo, por desgracia el cambio se está llevando a cabo de una manera sibilina y con engaños. Y de los engaños no puede salir nada bueno. ¡Lo pillas!
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