viernes, 15 de enero de 2021

Y DESPUÉS DE LA VACUNA, QUÉ

Ya nos están anunciando que después de la vacuna no va a cambiar nada; es decir, que seguirán los confinamientos, el uso obligatorio de mascarillas, etc.

La “nueva anormalidad” ha venido para quedarse.

Todo lo que se nos viene encima (dinero electrónico, economía compartida, vigilancia biométrica, crédito social, etc.) forma parte del programa globalista del Gran Reinicio, que no es más que otro engaño para intentar ralentizar el colapso del Sistema, que, en mi opinión, solo retrasará lo inevitable. 

El coronavirus no es más que otra herramienta, como lo son el cambio climático y el terrorismo, para justificar las medidas draconianas que nos están imponiendo para implementar el Nuevo Orden Mundial: un intento más de las élites para permanecer en el poder que,  de hecho, es lo único que les importa.

Con el pretexto de cuidar nuestra salud y la de los demás, esta “nueva anormalidad” nos está convirtiendo en ciudadanos anónimos sin rostro, inexpresivos, obedientes y disciplinados, siempre atentos a las órdenes que imparte la televisión.

Como ya estamos viendo (cosa que anuncié hace tiempo), y seguiremos viendo en los próximos meses, los contagios continuarán aumentando, aparecerán nuevas mutaciones del virus y se incrementarán las vacunaciones en masa. En definitiva, utilizarán toda la “artillería pesada” de que dispongan hasta que la gente que sobreviva se adapte a la “nueva anormalidad” y olvide por completo cómo era la vida antes de la falsa pandemia.

Actualmente vivimos en un mundo de borregos asustados y cobardes: una gran masa de ignorantes que lo son por comodidad y decisión propia, que no quieren pensar y que solo obedecen órdenes absurdas sin rechistar. Como dijo Walter Lippmann: “Cuando todos piensan igual, es que ninguno está pensando”.

Si la gente pusiera más atención en la economía y menos en falsas pandemias divulgadas por políticos y medios de comunicación de masas se daría cuenta de qué va todo esto.

Los que siguen la corriente de hacer todo lo que se les ordena –llevar un bozal, guardar el maldito distanciamiento social, vacunarse, etc.-, con el único sentido (porque no hay otro) de no incomodar al prójimo y evitar confrontaciones y multas, están colaborando a este genocidio, a acabar con la economía del país y a la pérdida de derechos y libertades. Así de rotundo.

Espero y deseo equivocarme, pero la evidencia manda y el guion que algunos venimos anunciando se está cumpliendo punto por punto.

En plena ola de frío y en medio de una crisis sanitaria y económica -con una parte importante de la población sin trabajo o en un expediente de regulación de empleo temporal- el Gobierno ha autorizado una subida del recibo de la luz de un “insignificante” 27%. ¡Sí señor: con dos cojones!

Y ahora te pregunto: ¿De verdad crees que este Gobierno está preocupado por tu salud? ¿Crees realmente que lo que te están obligando a hacer es para salvarte la vida? ¿No te das cuenta de que esto no es más que un proyecto de ingeniería social?

Con la infinidad de datos que nosotros mismos les hemos regalado han confeccionado un programa de ingeniería social casi perfecto. ¿Entiendes ahora por qué WhatsApp, Twitter, Facebook, etc. son gratis?

Tristemente este país se ha llenado de “covidiotas”, muertos de miedo, que sin saberlo están colaborando a arruinar la nación y a dejar sin futuro incluso a sus propios hijos. Son tan estúpidos que lo aceptan sin rechistar. Pero lo más triste es que siguen sin entenderlo. Lo lamento sinceramente y les deseo buena suerte con la vacuna. La van a necesitar.

La evidencia es clara. Si las medidas tomadas hasta el momento no han servido para nada (a las pruebas me remito), ¿por qué se continúan aplicando? Y sobre todo, ¿para qué vacunar a la gente si nos dicen que nada va a cambiar?

Termino con un dato muy esclarecedor.

Los once países más pobres del mundo, según el último informe de Naciones Unidas, son: República Democrática del Congo, Mozambique, Sierra Leona, Burkina Faso, Eritrea, Mali, Burundi, Sudán del Sur, Chad, República Centroafricana y Níger, que, en total, suman 288 millones de habitantes.

En el mapa mundial del coronavirus.shtml, publicado en la web de RTVE, se puede ver el número de muertos ocasionados por el Covid-19 de cada país, según datos de la OMS y del Center for Systems Science and Engineering (CSSE) at Johns Hopkins University (JHU).  

A fecha 1 de enero de 2020, el número de muertos por Covid-19 en los once países más pobres del mundo ha sido de 1.545 personas, para una población de 288 millones, lo que supone una mortandad del 0,0005% de la población. Eso sin mascarillas ni hidrogel ni distancia de seguridad ni nada de nada.

Sin embargo, en las cinco economías más importantes de Europa (Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España), que suman una población de 260 millones de habitantes, han fallecido 301.045 personas, lo que supone una mortandad del 0.1%. Y qué curioso. A diferencia de los países pobre, los europeos han utilizado en todo momento mascarilla obligatoria, confinamientos, distancia de seguridad, toques de queda, hidrogel, etc.

Y ahora viene la pregunta que nadie se quiere hacer. Si el virus es tan peligroso y se contagia tan solo con mirarlo, ¿Cómo es posible que en los países que estamos aplicando restricciones a diestro y siniestro la incidencia del virus sea más de mil veces superior a la de los países que no aplican ninguna? ¿Cómo se come esto? Y lo más preocupante, ¿cómo es que en Israel y Reino Unido, los primeros países en vacunar a su población, la epidemia esté batiendo récords?

Bueno, pues seguro que los “covidiotas” tienen una explicación para ello. No lo dudes.

¡Bienvenido al MUNDO PARANOIA!

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