miércoles, 13 de octubre de 2021

NO ES VERDAD: LA CRISIS ECONÓMICA NO LA HA TRAÍDO EL COVID-19

La crisis financiera que estamos viviendo no la ha traído el Covid-19, sino que empezó en septiembre de 2019 con el rescate a los bancos, justo en el momento en que estas entidades estaban al borde del colapso y la burbuja de deuda a punto de estallar. Fue entonces cuando tanto la FED como el BCE comenzaron masivamente a imprimir cantidades ingentes de “dinero del Monopoly” que, como sabes, no está respaldado por nada y le resta valor al dinero existente.

La falsa pandemia no es más que una excusa para acabar con el viejo paradigma y la implantación de uno nuevo. Pero eso sí, el nuevo sistema también será controlado por los mismos; o sea, por los de siempre. Y de eso se trata.

El parón por la falsa pandemia que lleva experimentando el mundo desde hace prácticamente dos años está empezando a tener consecuencias. Y la primera consecuencia, es que toda esa liquidez que se está inyectando al sistema, para rescatar al sistema financiero, está disparando los precios.

El sistema monetario está a punto de colapsar; no es ninguna novedad. La inflación se dispara; era obvio. El precio de los alimentos está por las nubes; y seguirán al alza. La luz y los carburantes no dejan de subir; con el peligro de colapso inminente (Sidenor, Fertiberia, Ferroatlántica y Asturiana de Zinc paran por el encarecimiento de la electricidad.html). Y lo más preocupante: empiezan a escasear productos -algunos de primera necesidad- como era de esperar.

Con estos antecedentes cabría preguntarse: ¿estamos a las puertas de una escasez de alimentos?

Con los encierros, las cuarentenas y demás imbecilidades (no tan imbecilidades para los que planificaron esta odisea) han conseguido romper la cadena de suministro. Ya no se encuentran fácilmente algunas materias necesarias para el buen funcionamiento de fábricas, talleres, pequeños negocios, supermercados, gremio de la construcción, etc.

Tal es así, que la Cámara Naviera Internacional ha emitido unacarta de alerta roja” advirtiendo de un colapso inminente de los sistemas de transporte mundial si se siguen aplicando bloqueos y la obligación de test  y vacunas para los trabajadores, puesto que lo único que se consigue con ello es reducir las plantillas laborales de las empresas de transporte, tan necesarias para el buen funcionamiento de la cadena de suministro.

En EEUU y Reino Unido, por ejemplo, no llega el combustible a las gasolineras por falta de conductores de camiones cisterna y es muy posible que la situación empeore. Esto pone de manifiesto otro gran problema: la falta de empleo.

El empleo está desapareciendo a gran velocidad por dos razones: una, porque las máquinas están acabando con muchos puestos de trabajo, y dos, por la falta de incentivos de los trabajadores menos cualificados, que han visto más rentabilidad en vivir de subvenciones que del propio trabajo.

Como he dicho en tantas ocasiones, la economía moderna ha sido diseñada para ser predecible, previsible y manipulable. Por lo tanto, todo lo que está sucediendo no es fruto de la casualidad, sino que ha sido planificado para que ocurra exactamente lo que está ocurriendo de la manera que estamos viendo.

Si tiramos de hemeroteca, comprobaremos que antes de la llegada de la falsa pandemia vivimos un tiempo de deflación. Luego, amparándonos en una supuesta “crisis sanitaria”, paramos el mundo a sabiendas de lo que eso supondría. Y lo que ha supuesto es una inflación galopante que, inevitablemente, dará paso a un periodo –me atrevo a vaticinar bastante largo- de estanflación.

Los programas de flexibilización cuantitativa, los derivados financieros y la deuda han acabado con el actual sistema financiero: un cadáver andante que no llega a descomponerse gracias a la constante inyección de liquidez por parte de los bancos centrales.

Y aquí tenemos lo que muchos llevamos años anunciando: han tirado la economía para hacer borrón y cuenta nueva. ¡Bienvenidos al Gran Reinicio!

Lo que está pasando, lo mires como lo mires, es una conspiración en toda regla. Pero como en toda conspiración que se precie, lo primero de todo es buscar un culpable para descargar sobre él toda responsabilidad. Y en este caso los “culpables”, según el atajo de dementes que nos gobierna, son los ancianos.

Un Informe del FMI de abril de 2021, cuya directora, Christine Lagarde, ya se ha pronunciado en varias ocasiones en estos términos, dice que los ancianos viven demasiado y son un riesgo para la economía mundial: “El riesgo de longevidad afecta la estabilidad financiera al amenazar la sostenibilidad fiscal y debilitar los balances del sector privado, lo que aumenta las vulnerabilidades existentes en el entorno actual.

Por lo tanto, parece obvio pensar que toda esta farsa es en realidad una conspiración a nivel mundial para “salvar” el sistema financiero y de paso matar a tantos ancianos como sea posible. Y lo digo porque la edad promedio de muerte por Covid-19 es de 82,5 años.

En este “cuento chino” –nunca mejor dicho- todo el mundo calla. Callan los medios de comunicación, callan los médicos, callan los partidos políticos, callan los jueces, callan los empresarios, callan los sindicatos, callan los intelectuales y callan los ciudadanos.

Puedes seguir con tu trapo en la boca, con tu mierda de distancia de seguridad, con tu pasaporte Covid y con todas esas sandeces que te obligan a hacer. Pero si eres de los que ya te has dado cuenta de que te han engañado, no deberías seguir colaborando con esta mentira. Así que mi pregunta es: ¿vas a seguir callado y obedeciendo?

Recapitulando. En un corto espacio de tiempo hemos pasado de una deflación a una inflación y ahora entramos en un periodo de estanflación. ¿De verdad crees que es una casualidad?

Siempre dije que esta farsa no era un problema de salud, sino un problema económico –y, evidentemente, algo más- que ahora estamos empezando a ver. 

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