lunes, 14 de marzo de 2022

EL MIEDO Y SUS CONSECUENCIAS

En la era de la digitalización nuestra mente ha sido colonizada. Es lo que se denomina vulgarmente “lavado de cerebro”.

Este “lavado de cerebro” ha permitido que, mediante la estrategia del miedo, en los dos últimos años se haya llevado a cabo la operación psicológica más importante de la historia de la humanidad, logrando una sumisión total de la población como jamás antes se había producido.

La información, la contra información, la desinformación y la mentira están a la orden del día y circulan a la velocidad de la luz, nunca mejor dicho. Sin embargo, el grado de credulidad de la gente es brutal, dado que el miedo instalado en su cerebro no le permite cuestionarse nada bajo el temor de ser sancionado, discriminado o apartado del rebaño. Pues bien. Todo eso lo ha conseguido un aparatito llamado televisor.

La televisión nos ha enseñado (yo diría que ordenado) que nadie debe osar cuestionar, y mucho menos debatir, el relato oficial que nos proporciona. Por lo tanto, eso que antes era de lo más normal, como discutir o cambiar opiniones en una reunión familiar o con amigos en un bar, hoy en día está muy mal visto y no tardando mucho estará prácticamente prohibido.

Utilizando la estrategia del miedo, la burda propaganda malintencionada emitida por la televisión ha conseguido en pocas décadas lo que no había sido posible en ninguna otra época de nuestra historia: tener acojonada constantemente a la población.

El miedo es la emoción negativa más perjudicial del ser humano y viceversa. Es decir, que el miedo puede destruirte o salvarte. Pero cuando el miedo se mantiene prolongado en el tiempo genera angustia y esta es incompatible con la propia vida.

La angustia es eso que sentimos -sin saber por qué- que hace que vivamos permanentemente en un estado confuso e inseguro, consiguiendo que nuestras emociones, pensamientos y actuaciones, en general, se vean afectadas negativamente.

Hay dos clases de miedo: el real y el infundado. El real (el único que existe), es el miedo a algo concreto que está ocurriendo, por ejemplo, estar en medio de un incendio. Y el infundado, es aquel que, como su propio nombre indica, no tiene fundamento y solo existe en nuestra mente: miedo a una posible guerra o al qué dirán los demás ante una determinada actuación nuestra.

Cuando decimos que el miedo nos bloquea, nos estamos refiriendo al infundado, al irracional; el que degenera en angustia. Sin embargo, el real -que podríamos denominar miedo bueno-, nos pone en guardia y, por lo general, nos salva de situaciones comprometidas.

Dicho esto, toda la propaganda emitida en los medios de comunicación va encaminada a promover el miedo irracional e infundado.

Como estamos viendo, otra vez “la masa” –esa que se creyó que un virus maligno acabaría con su vida y que poniéndose un puto trapo en la boca y una supuesta “vacuna” regresaría a la normalidad- vuelve a tragarse que estamos a punto de iniciar una guerra nuclear mundial.

La televisión no hace otra cosa que hablar de un conflicto bélico que se está librando a miles de kilómetros de distancia que, por cierto, ni nos va ni nos viene. No hay noticiero ni programa de televisión que no demonice a Rusia y eleve a los altares a los mártires ucranianos. Sin embargo, no quieren escarbar sobre el verdadero origen de esta historia, la cual no voy a traer aquí ya que no viene al caso.

Pues bien. Esa misma televisión ha ignorado por completo que al mismo tiempo que Rusia bombardeaba Ucrania, Arabia Saudita bombardeaba Yemen, Israel bombardeaba Siria y EEUU bombardeaba Somalia.

Evidentemente, el “populacho” ha dado por sentado –porque así se lo ha dicho la televisión- que los rusos son el demonio con cuernos y los ucranianos unas almitas de la caridad que en su vida han roto un plato. Por lo tanto, si hablas con la gente sobre Ucrania, todos coinciden en que son las víctimas -que, por supuesto, también lo son- y sienten empatía hacia ellos. Pero si lo haces sobre  Siria, Yemen o Somalia te darás cuenta de que les importa un rábano y no sienten la misma empatía. ¡Increíble como condiciona la propaganda!

Una guerra mundial nuclear tiene muy pocas probabilidades de convertirse en realidad. Sin embargo, la verdadera guerra se está librando aquí mismo: en cada casa, cada calle, cada colegio, cada hospital, comercio y supermercado.

Antes de que Putin apareciera en escena, en España le deuda pública ya era muy superior al 120% de su PIB y el desmantelamiento de nuestra economía ya llevaba años produciéndose. Debido a esto, España entrará, no tardando mucho, en suspensión de pagos (esto no lo digo yo, sino el todopoderoso fondo de inversión BlackRock en su informe anual sobre estos temas). Y si España entra en suspensión de pagos, los “hombres de negro” llegarán y entonces ya no habrá tiempo para lamentaciones.

Creer esa imbecilidad de que la guerra de Rusia con Ucrania es la causa de todos nuestros males es de lo más infantil, aunque lo diga en el Congreso de los Diputados nuestro Presidente de Gobierno. Resulta que ahora la culpa de la subida del recibo de la luz, de la gasolina y de la cesta de la compra la tiene Putin, ¡faltaría más!

No seamos ingenuos. La puntilla a la destrucción económica de este país se dio  cuando, POR MIEDO, nos dejamos encerrar y nos pusimos el primer bozal: de esos polvos vienen estos lodos y no de la guerra en Ucrania que, por supuesto, también terminará pasándonos factura.

¿De verdad crees que nuestro Presidente de Gobierno es imbécil y no hace los deberes? ¿Crees que tanto él como el resto de presidentes de los países que han impuesto las sanciones a Rusia ignoraban las consecuencias? ¿No será, más bien, que sabían lo que hacían y lo han hecho con toda la intencionalidad del mundo?

Los gobiernos no son estúpidos y hacen muy bien su trabajo. El problema es que lo hacen para otros y no para nosotros. Nos amenazan constantemente con crisis económicas, falsas pandemias, cambio climático, etc. que solo se sostienen en los medios de comunicación comprados y en las mentes de las personas miedosas que consumen masivamente la propaganda tóxica de la televisión y han perdido por completo el sentido común.

Que los carburantes suban linealmente cada día desde que empezó el conflicto no está justificado de ninguna de las maneras, ya que el bloqueo ruso no repercute en los precios de inmediato y, además, hay otros proveedores. Del mismo modo, romper la cadena de suministros, como se está haciendo deliberadamente, no tiene más que un objetivo: crear el caos que se necesita para aplicar las políticas del Gran Reinicio. No hay más.

Todo aquel que no esté ciego se habrá dado cuenta de que nuestras sociedades democráticas son un engaño y están a merced de individuos sin escrúpulos que juegan a ser dioses. Por lo tanto, si algún día se llevara a cabo la eliminación de esa élite de maniacos, y sus correligionarios, no te quepa la menor duda de que todos esos desastres –crisis económicas, pandemias, calentamiento global, atentados terroristas, guerras, etc.- se acabarían de inmediato. Entonces ase miedo infundado desaparecería y la gente ya no tendría que renunciar a sus libertades a cambio de una falsa promesa de seguridad.

Siempre he mantenido que un cambio de paradigma es inevitable si no queremos ir hacia nuestra propia autodestrucción. Pero ese cambio debe ser un consenso entre toda la humanidad y no el que han preparado las élites para salvar su culo a cambio del sacrificio (dicho en todos los sentidos) del “populacho”.

Solo acabando con todas esas instituciones supranacionales como la OMS, la ONU, FEM, BPI, BM, FMI, Consejo de Relaciones Exteriores, Club Bilderberg, Fundación Bill y Melida Gates, Comité de los 300,…., habría alguna esperanza.

¿Difícil? No, lo siguiente.

Séneca le dijo a Nerón: “Tu poder radica en mi miedo; ya no tengo miedo, tú ya no tienes poder sobre mí“.

Aunque no lo creas, durante la falsa pandemia ha habido, y sigue habiendo, mucha gente sin miedo que no ha cumplido ni una sola de esas estúpidas normas: no salir de casa, ponerse mascarilla, dejar de ver a los seres queridos, someterse a test PCR o de antígenos, vacunarse, enseñar pasaporte Covid, etc. Por eso ellos tratan de amedrentarnos, porque sin nuestro miedo no pueden hacer nada, y lo saben.

Para terminar solo decir que, después de lo acaecido en los dos últimos años, mucha gente por miedo a morir ha dejando de vivir. Y eso, por lo menos para mí, es inaceptable. 

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