martes, 19 de abril de 2022

DOBLEGADOS A TRAVÉS DE LA NECEDAD

El espectáculo dantesco al que hemos asistido durante los dos últimos años ha sido demoledor. Aguantar las 24 horas del día un maltrato psicológico, por parte de los medios de comunicación, ha conducido a muchos a aislarse de su entorno social más cercano y a cambiar por completo su forma de vida.

Ahora estamos viendo que los medios de comunicación han abandonado el bombardeo constante de la falsa pandemia. Incluso el Gobierno -con una IA de 426 casos por cada 100 mil habitantes- ha decidido eliminar la obligatoriedad de los aislamientos para las personas con Covid “asintomáticas” o que presenten enfermedad “leve”. Es decir, que si estás enfermo “leve” de Covid ya puedes hacer tu “vida normal”, pero si estás sano y no tienes un pasaporte Covid no podrás viajar ni visitar a un familiar en un hospital de Galicia. ¡Alucinante! Conviene recordar que durante las restricciones más duras la IA era de 125 casos por cada 100 mil habitantes.

Este nuevo escenario está haciendo creer ingenuamente a la gente que esto se ha acabado. Pero no, no se ha acabado. Todavía faltan algunos episodios más como son el hundimiento de la economía, una posible guerra a gran escala, la farsa del cambio climático antropogénico (antes llamado calentamiento global), un apagón cibernético y probablemente algo más que todavía no nos han anunciado.

Que nuestros políticos hayan cambiado la pandemia por la guerra no es más que parte del guión, porque es lo que toca ahora para justificar la inflación y el desastre económico. ¿Y cuál ha sido nuestra reacción? Pues la misma que cuando nos encerraron por primera vez: tragar, tragar y volver a tragar.

No seamos ingenuos. Todo es un gran complot, y, por supuesto, la guerra de Ucrania forma parte de ese complot, como también lo forma el cierre del puerto de Shanghái. Si Putin y Xi Jinping se comprometieron a acelerar la aplicación de la Agenda 2030, mediante las “vacunas”, el control de epidemias, el cambio climático y el desarrollo sostenible, está claro que también forman parte de la Cuarta Revolución Industrial del Foro Económico Mundial.

Mientras sigamos sin reconocer que este es un proyecto de ingeniería social, y no un burdo cúmulo de casualidades, su perversa agenda seguirá avanzando. Lo que están haciendo, muy sutilmente, es aprovechar la necedad humana para conducir a la gente por su propia voluntad hacia un mundo orwelliano.

No es cuestión de insultar a nadie, pero, ¿cuántos necios crees que hay a tu alrededor? Como personas adoctrinadas que somos es muy probable que subestimemos la cantidad. ¿Por qué digo esto? Pues porque hacemos la falsa suposición de que las personas son inteligentes en función de su trabajo, su nivel de educación, su apariencia o sus logros económicos. Pero no es así.

Veamos la definición de “necio” según la RAE: “Persona que insiste en los propios errores o se aferra a ideas o posturas equivocadas, demostrando con ello poca inteligencia”. Léase, por ejemplo, seguir votando (comentario del autor).  

Verdaderamente nadie sabe a ciencia cierta cuántos necios hay. Pero si de algo nos ha servido la experiencia vivida en estos dos últimos años es que hemos podido comprobar que son legión. A partir del día 20 de abril de 2022 en España ya no será obligatorio llevar una mascarilla en interiores. ¿Crees que vas a ver los supermercados, los cines o teatros sin mascarillas? Ni lo sueñes. Bueno, pues puedes ir contando bozales y tendrás una idea de la cantidad de necios por km2.

La necedad es una constante en cualquier sociedad, ya que la misma sociedad se encarga de que así sea. El porcentaje de gente necia no va en función de si se es analfabeto, universitario, rico o pobre: se puede ser ingeniero, abogado o camarero y ser igualmente necio. Tal es así, que en todas las instituciones, incluidas la OMS, la OTAN y la ONU, hay gente necia, y no digamos en los gobiernos, parlamentos y partidos políticos.

Ser necio sería anecdótico si no fuera por la importancia que tiene a la hora de conformar una sociedad anclada en lo que llamamos democracia. Esto lo saben muy bien los “tíos listos” que, aunque son una insignificante minoría, manejan a la perfección a toda esa masa de necios. Y si no, que alguien me explique cómo ha podido Macron ganar la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, después de someter a semejantes humillaciones a su propio pueblo.

Pero uno no nace necio. Entonces, ¿de dónde salen?

Veamos, a continuación, los resultados de un estudio realizado por científicos de La NASA, donde se demostró que los humanos nacemos con un talento natural de creatividad e inteligencia innata, que se va perdiendo una vez ingresamos en el sistema educativo.

Los científicos aplicaron una prueba, que analizaba la capacidad de generar ideas nuevas e innovadoras para los problemas, a 1.600 niños de entre 4 y 5 años. Lo que encontraron les sorprendió: un 98% tenían esa capacidad. Quedaron tan asombrados que decidieron seguir con el estudio y evaluaron a los niños nuevamente a los 10 años. ¿Y cuál fue el resultado?  Que solo el 30% de los niños conservaba esa capacidad. Cuando los niños fueron evaluados a los 15 años la cifra se había reducido al 12%, y cuando llegaron a adultos su creatividad se desplomó hasta el 2%.

Esto demuestra que todos nacemos inteligentes y es el sistema educativo el que acaba por doblegarnos hacia la mediocridad y necedad, salvo raras excepciones.

Conclusión.

Una sociedad solo prosperará adecuadamente cuando tenga la capacidad de producir ciudadanos inteligentes que actúen en interés de toda la comunidad. De lo contrario, quedará a merced de esa masa ingente de necios que sistemáticamente es manipulada por los “tíos listos”, dejándose arrebatar sus derechos más fundamentales, su riqueza y hasta su propia vida como ha ocurrido tantas veces a lo largo de la historia.

Piénsalo. Una sociedad inteligente nunca habría aceptado las infames restricciones, los encierros, el uso obligatorio de mascarillas, la tortura de los niños en los centros educacionales, unas “vacunas” experimentales de las que nadie se hace responsable, los pasaportes Covid y un sinfín de despropósitos a cual mayor. Y, por supuesto, no confiaría en políticos, medios de comunicación y autoridades sanitarias que promovieran tales aberraciones. Sin embargo, estamos viendo todo lo contrario. Entonces, pregúntate. Con este grado de necedad, ¿qué futuro crees que nos espera? 

1 comentario:

  1. Barajar la Incidencia Acumulada como dato fiable es hacerles el juego, creo.

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