En los últimos
tiempos estamos asistiendo a un sabotaje deliberado de la cadena alimentaria
por parte de todos los actores involucrados en la Agenda 2030 y el Gran
Reinicio.
Todo parece
indicar que algunos gobiernos están tomando deliberadamente medidas para
garantizar una próxima crisis alimentaria mundial. Cada paso que dan para,
supuestamente, controlar la inflación -según ellos provocada por la guerra de
Ucrania- no hace más que encarecer los carburantes y la energía, con el
consiguiente aumento en los precios de la producción de alimentos que seguramente
se desmadrarán a partir de otoño.
Tanto el FMI, el
BPI, el BM, la ONU, la OMS, el FEM e incluso el mismo Biden predicen una gran crisis
alimentaria a corto plazo. Pero es fácil predecir una crisis cuando tú mismo la
has creado. Los gobiernos títeres, que trabajan a las órdenes de las
instituciones supranacionales, con sus políticas y acciones son los verdaderos
causantes de la crisis que ahora predicen, del mismo modo que lo fueron de la
falsa pandemia y la guerra de Ucrania que también predijeron.
David M. Beasley,
Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas, dijo
recientemente, sobre la crisis alimentaria que se avecina, que “no ha habido un precedente ni siquiera
cercano desde la Segunda Guerra Mundial”. Del mismo modo se pronunció el senador de Kansas, Roger Marshall, quién
afirmó que “la guerra en Ucrania conducirá a una hambruna mundial en los
próximos dos años”.
Los fertilizantes están por las nubes; las reservas mundiales de
cereales han caído a niveles extremadamente bajos; en las estanterías de los
supermercados empiezan a faltar algunos productos; en muchos países se han
sacrificado millones de aves de corral por la supuesta pandemia de gripe aviar; los incendios están devastando las tierras de cultivo en toda la mitad
occidental de EEUU; en Australia quieren aprobar una ley que prohibirá cultivar
tu propia cosecha; el granizo y las heladas en España han hecho que se espere
una recolección de fruta menor que la de años anteriores y las cosechas de
cereales empiezan a agostarse a mitad de mayo debido a las altas temperaturas.
Pues bien. ¿Son estos suficientes indicadores de la crisis alimentaria que
todos auguran?
Por otra parte, se
está informando insistentemente de que en 2022 la producción mundial de alimentos
será muy inferior a la prevista. Esto traducido al “Román Paladino” significa
que no habrá suficiente comida para muchos de los que antes la tenían.
Con la tecnología
y los medios actualmente disponibles, es una tomadura de pelo pensar tan
siquiera que podría producirse una hambruna a escala global si no es provocada
deliberadamente. Evidentemente, se trata, una vez más, de otro paso adelante
para la implementación de la Agenda 2030 y el Gran Reinicio. Si crearon una
falsa pandemia, organizaron una guerra y promovieron una crisis económica no
hay que ser muy despierto que digamos para saber que desembocaremos en una
escasez de alimentos. Y, claro está, está escasez hará posible la eliminación,
por “causas naturales”, de millones de personas.
Así lo expuso
Robert McNamara (ejecutivo de Ford, Secretario de Defensa estadounidense entre
1961 y 1968 y Presidente del Banco Mundial hasta 1981): “Es necesario tomar medidas drásticas para la reducción demográfica,
incluso en contra de la voluntad de la población. Reducir la tasa de natalidad
se ha revelado imposible o insuficiente. Por lo tanto, debemos aumentar la tasa
de mortalidad. ¿Cómo? Por medios naturales: el hambre y la enfermedad”.
Todo está relacionado, y el clima también.
Llevamos décadas
siendo bombardeados con el calentamiento global, ahora convertido en cambio
climático antropogénico. Siempre que se produce un fenómeno atmosférico, dando
lugar a una sequía o una inundación, se le achaca al cambio climático
antropogénico. ¿Y no será que ese cambio climático está siendo impulsado por
la geoingeniería?
La manipulación
del clima cada día se hace más evidente. En España, no hay una sola región que escape
a la fumigación. De hecho, las denuncias ante el Seprona y en los juzgados se
han disparado en los últimos años. Los meteorólogos de la televisión lo llaman
“nubes altas”. Sin embargo, está más que documentado que se trata de estelas
químicas de metales pesados -dispersados desde aviones comerciales adaptados-
cuyo objetivo es manipular el clima. Así que no te sorprendas si unos días
después de verlas en el cielo aparece algún fenómeno meteorológico no deseado
como una lluvia torrencial o una subida irregular de las temperaturas.
Foto tomada por el autor en
el noroeste de Madrid el 29 de septiembre de 2021
Aunque la mayoría
del público lo desconoce, las armas climáticas existen. Desde hace años se está
utilizando esta tecnología para crear a conveniencia precipitaciones abundantes
o sequías prolongadas que, evidentemente, tienen una inmediata repercusión en
la agricultura y la ganadería.
Esto no es
ninguna teoría de la conspiración. Existe un documento, que fue presentado el
17 de julio de 1996 a las Fuerzas Aéreas de EEUU, titulado “El
clima como multiplicador de fuerza: poseyendo el clima para 2025.pdf”, donde puedes comprobarlo por ti mismo.
Como podrás imaginar, esta gente no va a parar hasta conseguir su sueño de reducir la población mundial a un número inferior a 1.000 millones de habitantes y controlar al resto. Si piensas que se han tomado la molestia de organizar una falsa pandemia, una guerra en Europa y la “madre” de todas las crisis económicas para después abandonar, estás muy equivocado.
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