sábado, 30 de julio de 2022

DEFINITIVAMENTE LA TELEVISIÓN SE HA CONVERTIDO EN EL ARMA PERFECTA PARA EL CONTROL SOCIAL

Tanto A. Huxley, en su Mundo Feliz, como G. Orwell, en su Rebelión en la Granja, pudieron tan siquiera imaginar que el control social que ellos ficticiamente describieron en sus obras iba a llegar a ejecutarse de manera tan sutil.

La narcotización que ejerce la todopoderosa televisión disfrazando de ocio, de cultura y de información toda una sutil repugnante propaganda, está siendo muy efectiva.  

La mal llamada “caja tonta” en realidad es muy lista. Desde hace décadas viene adoctrinando a la población para convertirnos en un rebaño de borregos sin pensamiento propio. Por lo tanto, se ha erigido en el arma perfecta para el control mental, dando unos resultados excelentes.

Pero si de siempre la programación ha sido deliberadamente ponzoñosa, es en estos dos últimos años y medio donde ha llegado a unos niveles de obscenidad y frivolidad difíciles de superar.

Los programas mal llamados de entretenimiento, y los también mal llamados culturales, deberían denominarse programas de aborregamiento. Así de claro. Concursos, reality shwos, series, películas, deportes, documentales, etc., forman parte del mismo paquete morfínico para anestesiar a las masas. Pero los que han batido todos los records de procacidad son los telediarios.

Se supone que una cadena de ámbito nacional, y pública, es una institución seria que informa con rigor. Pero nada más lejos de la realidad. Pandemia, cambio climático, incendios, crisis económica y guerra de Ucrania son los únicos temas que copan las parrillas de los telediarios. Y, como colofón, para hacernos aún más imbéciles de lo que somos, suelen incluir alguna “ocurrencia” del “iluminado” de turno como que un ballenato ha varado en la costa del Cantábrico o cualquier otra simpleza semejante. Evidentemente, este tipo de noticias son intencionadamente utilizadas para infantilizar al espectador, que termina por hacerse un adicto a las noticias basura.

Hoy en día es imposible encontrar información y programas de calidad en cualquier cadena de televisión, ya que todas repiten y emiten los mismos contenidos. Podríamos tener un solo canal y no echaríamos de menos al resto.

Esto que acabo de exponer puede parecer excesivo, pero no lo es. Lo que sucede, es que llevamos años acostumbrados a tragar esta bazofia y ya no somos conscientes de la carroña audiovisual que consumimos.

Pero si la televisión está totalmente manipulada, alguien podría pensar que existen otros medios alternativos más rigurosos y menos coercitivos. De nuevo, nada más lejos de la realidad, ya que, por desgracia, la mayoría de los llamados medios alternativos son también controlados por los mismos grandes imperios de la información y el entretenimiento.

¿Y qué decir de toda esa gama de nuevas plataformas, redes sociales y aplicaciones de todo tipo?

El consumo masivo de los formatos interactivos está sustituyendo las relaciones personales por relaciones cibernéticas. Las nuevas generaciones consumen a diario un sinfín de gilipolleces que salen de las pantallas de sus dispositivos móviles.  En estos tiempos podemos contemplar a cientos de millones de personas en todo el mundo que no hacen otra cosa, en el transcurso del día, que consultar e interactuar con su puto móvil. Dedican su preciado tiempo a ver vídeos, escuchar audios e intercambiar diálogos (si es que se les puede llamar así) en las redes sociales.

Pero, mientras están encantados “disfrutando” de las nuevas tecnologías, se están perdiendo algo tan esencial y enriquecedor como son las relaciones humanas. Eso por no hablar del placer de leer un buen libro. Pero me temo que la gran mayoría de las nuevas generaciones de cibernautas no solo no van a abrir un libro en su jodida vida, sino que ni siquiera sabrán que es un libro.

Lo que se ha conseguido, a través de la televisión y las nuevas plataformas tecnológicas, es hacer personas neutras que ni opinan ni se cuestionan nada, solo quieren ser entretenidas y a cambio obedecen y punto.

El grotesco espectáculo al que hemos asistido durante los dos últimos años y medio a través la televisión, ha sido demoledor para los que aún conservamos un poco de dignidad y sentido común. Ver a la gente aplaudiendo en los balcones de sus casas a los asesinos de nuestros mayores, mientras estábamos encerrados como animales de granja, no va a ser nada fácil de olvidar.

Ahora la televisión está preparando a las masas para el otoño-invierno “calentito” que se avecina. Los incendios, el miedo al corte de suministro de gas ruso a Europa, la viruela del mono y la estanflación son la excusa perfecta para el cúmulo de racionamientos energéticos, alimenticios, monetarios y la vuelta a las restricciones sanitarias y otras nuevas por el cambio climático que nos esperan después del verano. Medidas, por cierto, que acaba de anunciar nuestro Presidente de Gobierno aprovechando el periodo estival.

¿Y la gente? ¿Volverá a tragar? Me temo que sí. ¿Pero cómo no va a tragar con el bombardeo constante que sufre a través de la televisión?

La televisión tiene amedrentada y engañada a la población, además de ocultar información. Cuando hablas con la gente, y le dices que medio mundo se está levantando en contra de la tiranía de la agenda globalista, no te cree. Y no te cree, porque no lo ha visto en televisión. Sin embargo, solo en el mes de julio  se han producido multitud de manifestaciones pacíficas en Canadá, Australia, Chile, Portugal, España, Alemania, Austria, Francia, Italia y Holanda, solo por nombrar algunos de los países más activos. Conviene resaltar el caso de Alemania, cuyos habitantes no han olvidado lo que supuso el nazismo y no quieren volver a vivir ese horror. Alemania hoy día es un clamor, pero nada de eso sale en televisión.

Por enésima vez se está utilizando la “estrategia de la gradualidad” para hacer colapsar la economía mundial. El incesante bombardeo de la subida de precios, a través de los medios de comunicación, está acabando con la demanda. Y, claro está, una sociedad de consumo que no consume se hunde. Así de sencillo. Por lo tanto, creo que no me equivoco al decir que, definitivamente, los medios de comunicación, con la televisión a la cabeza, se han convertido en el arma perfecta para el control social.

¿Y ahora qué? ¿Vas a apagar de una vez la televisión? 

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