miércoles, 31 de agosto de 2022

EL AGUA COMO NEGOCIO Y HERRAMIENTA DE CONTROL

El aire que respiramos y el agua que bebemos son dos elementos esenciales para nuestra existencia. El agua ocupa el 70% de la superficie de la tierra, siendo el 97% agua salada de los océanos y el 3% restante agua dulce que se encuentra en los lagos, en los ríos, en el interior de la corteza terrestre (agua subterránea) y en los glaciales (aquí se incluyen los polos).

Entonces, ¿es el agua un bien escaso o abundante? Utilizando el símil recurrente del vaso medio lleno o medio vacío –nada más apropiado-,  podemos decir que depende de cómo se mire.

En España el reparto de consumo de agua es el siguiente: 70% agricultura, 20% industria y 10% los hogares. Así pues, desde un punto de vista de consumo humano no parece que sea un bien escaso.

Ahora bien, ¿por qué están empeñados los medios de comunicación en “vendernos” la idea de que hay escasez de agua? La respuesta es simple: porque la abundancia no es negocio, la escasez sí. Por lo tanto, si se genera la suficiente alarma social con el cambio climático y la sequía, y después se implementa toda una serie de restricciones en el suministro de agua, se incrementará su demanda -“efecto escasez”-, dando lugar a que aparezcan los especuladores buitres carroñeros para repartirse el suculento pastel.

Lo que vemos en los medios de comunicación no es más que un relato de propaganda para difundir la narrativa que interesa a los especuladores. Pero no es real.

España siempre ha tenido veranos muy calurosos, sobre todo en Andalucía o Extremadura. Sin embargo, este año hemos tenido un periodo estival, digámoslo así, diferente: más de 30 días seguidos y sus correspondientes noches con temperaturas elevadas por encima de lo normal en prácticamente todo el país.

¿Es esto consecuencia del cambio climático? Claro que sí, ya que es el clima el que ha causado esas altas temperaturas. Ahora bien, ¿qué ha ocasionado ese cambio del clima?: ¿Una de tantas fases meteorológicas más cálida de lo habitual? ¿El CO2 emitido por el ser humano a la atmósfera, como dicen los “expertos” del IPCC? ¿O ha sido provocado mediante geoingeniería?

Quiero hacer hincapié en esto último, pues me temo que la población, en general, ignora por completo que el clima se puede manipular y que, además, está legislado.

Atrículo-3 del Real Decreto1/2001 de 20 de julio: Modificación de la Fase Atmosférica: “La fase atmosférica del ciclo hidrológico solo podrá ser modificada artificialmente por la Administración del Estado o por aquellos a quienes ésta autorice”.

En el caso concreto de este año, puedes consultar el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid 6/08/2022.PDF, donde se dice textualmente:

-Tipo de solicitud: autorización temporal.

-Descripción general: evitar precipitaciones en forma de granizo o pedrisco, desde 1 de mayo a 30 de septiembre.

-Descripción detallada: red antigranizo formada por 24 generadores de yoduro de plata en las comarcas de la Baja Campiña y Las Vegas.

¿Lo quieres más claro? Acabas de ver como el Gobierno admite que se puede modificar artificialmente el ciclo hidrológico. Por lo tanto, reconoce que el clima se puede manipular, tal y como se expone en nuestra legislación.

Según la Organización Mundial de la Salud, antes del 2030 dos de cada diez personas de todo el mundo no tendrá acceso a agua potable en su hogar. También dice que la escasez de agua es un problema actual para los países en vías de desarrollo y que se va a convertir, antes de lo que muchos se imaginan, en un problema también para los países más ricos.

De modo parecido se ha pronunciado el Foro Económico Mundial, advirtiendo que la mayor amenaza a la que se enfrentará el planeta en la próxima década es que miles de millones de personas no tendrán acceso al agua potable.

Que estas dos instituciones vaticinen catástrofes venideras no es ninguna novedad, ya que no es la primera vez que lo hacen, ¿verdad? Pero ya sabemos lo que ocurre cuando esta gente predice algún episodio, que se cumple. ¿Pero cómo no se va a cumplir si son ellos mismos los que lo fomentan?

Esta insistente propaganda de la falta de agua tiene dos objetivos: hacer del agua un gran negocio y convertirla en un arma estratégica de control.

Seamos un poco rigurosos. El agua dulce no es un bien escaso. Así de claro. Les guste o no a los alarmistas, el ciclo del agua lleva repitiéndose una y otra vez a lo largo de los tiempos. Por lo tanto, el problema no es el agua, sino la gestión del agua.

Desde siempre hemos tenido periodos de abundante precipitación y de sequias prolongadas, así que de lo que se trata es de gestionar bien esos ciclos. Si además tenemos la capacidad de desalar el agua de los océanos, entonces, ¿de qué escasez estamos hablando?

Lo que no es de recibo, es que una pequeña localidad española de 1.500 habitantes sufra restricciones en el suministro de agua cuando una ciudad de 700.000 habitantes -como Las Vegas (construida en el desierto de Mojave)- no padece ninguna. Por consiguiente, no hay que ser ningún lince para darse cuenta de que algo no estamos haciendo bien.

Evidentemente, suprimir 84 presas -como está haciendo nuestro Ministerio de Transición Ecológica- con el pretexto de restaurar ríos, y demoler centrales térmicas para llevar a cabo la transición hacia la energía verde, sin una alternativa consolidada, no va a contribuir a solucionar el problema del agua ni el de la energía. Al contrario, lo va a agravar. Y de eso se trata.

Los seres humanos podemos vivir sin dinero, sin electricidad o sin petróleo, pero no sin agua. Los “tíos listos” lo saben, han visto un “filón de oro” en el “líquido elemento” y están preparándose para hacer su agosto. Tal es así, que desde diciembre de 2021 el agua cotiza en el mercado de futuros de materias primas de Wall Street. Y lo más preocupante, cada vez hay más grupos de capital riesgo (fondos buitre) que están intentando controlar el agua, sabiendo que se va a convertir en un recurso estratégico en el futuro.

Por otro lado, a medida que nos vayan asustando con el cambio climático el control de los recursos hídricos irá a más. Y, claro está, puesto que el agua siempre será demandada y, de momento, no hay nada conocido que la sustituya, se va a convertir en un recurso político y en una herramienta de control. Lo que quiere decir que cualquier gobierno de turno podrá utilizarla para chantajear a la población e incluso como “arma de guerra”.

Después de ver como las compañías eléctricas han incrementado el precio de la electricidad de una manera escandalosa, una vez que fueron privatizadas, no te quepa la menor duda de que ocurrirá lo mismo con el agua. Si actualmente el agua en España está a 1,91 € el m3, no es de extrañar que la veamos a 50 € ó 100 € el m3. Espera y verás.

El agua es un bien esencial para la vida y está en el ámbito de los derechos humanos (aunque ya hemos visto lo que hacen nuestros gobiernos con los derechos humanos: limpiarse el trasero con ellos). Por lo tanto, la especulación del “líquido elemento” es absolutamente mezquina, insensata e inmoral y jamás deberíamos haberlo consentido.

Decía Henry Kissinger: “Quien controla el suministro de alimentos controla a la gente, quien controla la energía controla continentes enteros y quien controla el dinero controla el mundo“. Y añado yo: quién controla el agua controla la vida.

Pues esto es lo que está sucediendo delante de nuestras propias narices sin que movamos un solo dedo para impedirlo.

La pandemia con sus “vacunas”; el cambio climático con sus sequias, restricciones de agua e innumerables incendios; la crisis energética con el racionamiento de gas y electricidad; la guerra de Ucrania; la escasez de alimentos y la inflación, entre otras cosas, forman parte del mismo plan: despoblar el planeta y controlar de una manera enfermiza a los que queden.

Todo esto está siendo provocado intencionadamente por quienes llevan el puto pin de la agenda 2030 en la solapa, en colaboración con los gobiernos títeres y toda una pléyade de paniaguados periodistas, médicos, científicos y jueces que, por cierto, son tan imbéciles que no se dan cuenta de que tampoco ellos se van a librar de la quema.

Lo que se avecina no es una gran recesión, sino el colapso total del sistema. Es lo que el Foro de Davos denomina “El Gran Reinicio”. Algunos llevamos años intentando despertar a la gente de su letargo y, salvo alguna rara excepción, lo único que hemos conseguido son descalificaciones e insultos. Pues nada, como se dice vulgarmente en el argot taurino: “que Dios reparta suerte”. La vamos a necesitar. 

lunes, 22 de agosto de 2022

¿ES LA CIENCIA LA NUEVA RELIGIÓN?

Vivimos en un mundo tecnológico donde, por mediación de la propaganda emitida constantemente por los medios de comunicación, todo lo que huele a ciencia es considerado por el vulgo palabra de Dios. No hay día que no oigamos, hasta la saciedad, que gracias a determinado estudio científico se ha demostrado tal o cual cosa o se afirme o se niegue cualquier otra.

Si hacemos memoria, o tiramos del “libro gordo de Petete” de la historia de la ciencia, veremos que esto no siempre ha sido así. Desde los primeros atisbos de lo que llamamos ciencia, los llamados científicos han cometiendo tremendos errores que han ocasionado a la humanidad serios trastornos y retrasos.

Es cuanto menos curioso ver cómo hemos aceptado que la mayoría de la ciencia del pasado era inadecuada o estaba equivocada. Sin embargo, gracias a la propaganda subliminal introducida en nuestro cerebro, pensamos que la ciencia actual no comete errores y está en lo cierto. Evidentemente, nada más lejos de la realidad.

A grandes rasgos, podríamos decir que a lo largo de la historia la ciencia ha tenido más equivocaciones que aciertos, dándose por buenos planteamientos científicos erróneos que, posteriormente, fueron corregidos. Así, por ejemplo, tenemos que en el siglo II Ptolomeo introdujo un sistema geocéntrico (la Teoría Geocéntrica) que situaba a la Tierra en el centro del universo y a los astros, incluido el Sol, girando alrededor de la Tierra.  Este modelo estuvo vigente hasta el siglo XVI (nada menos que 1.400 años), cuando fue reemplazado por la Teoría Heliocéntrica de Copérnico.

Otro claro ejemplo fue la Teoría de la Deriva Continental, desarrollada en 1912 por el alemán Alfred Wegener, corregida 40 años más tarde por la tectónica de placas que explica de manera adecuada el movimiento de los continentes.

¿Y qué decir de las atrocidades cometidas por las autoridades de cada época por ir en contra de las creencias del momento? Recordemos que Miguel Servet (teólogo reformista y médico español) fue quemado en la hoguera, en 1553, simplemente por descubrir que la sangre circula por las venas.

Ampararnos en la ciencia para tomar decisiones que atañen a nuestras vidas sin una evidencia irrefutable es una temeridad, una irresponsabilidad y una insensatez. Y eso es lo que está ocurriendo  en estos momentos.

La ciencia, al igual que en economía y otras disciplinas académicas, plantea a veces ciertas hipótesis equivocadas que pueden llegar a influir en el pensamiento mayoritario. Y lo que es aún peor, puede, y de hecho muchas veces lo hace, condicionar lo que se enseña en las universidades. Por lo tanto, tomar semejantes hipótesis al pie de la letra puede ser precipitado, tal y como estamos viendo con la repuesta a una falsa pandemia, a un inexistente cambio climático antropogénico y a una crisis económica provocada, donde ninguna de las tres disciplinas presentan argumentos sólidos irrefutables para avalar las decisiones que se están tomando.

Por otro lado, tenemos la tendencia a pensar que los llamados “expertos” siempre tienen razón. Pero la tozuda realidad lo desmiente categóricamente. Lo hemos visto cuando los “expertos” del cambio climático, en su interminable historial de predicciones catastróficas, vaticinaron la reducción del hielo del Ártico para el año 2010, luego para el 2014, el 2018 y últimamente para el 2030. Sin embargo, la extensión de hielo del Ártico no solo no ha disminuido, sino que ha  aumentado/s.

Lo mismo pasó con la “pandemia”. Los “expertos” auguraron la muerte de 85 millones de personas y también se columpiaron. En este periodo nos han contado, una y otra vez, una cosa y la contraria. Pero, para más inri, cada vez que se equivocan vuelven a inventar otra sarta de mentiras que luego la realidad se encarga de poner en su sitio: nos aseguraron que las “vacunas” anti-Covid, inmunizaban y eran seguras y luego la cruda realidad ha demostrado, con hechos, que ni inmunizan ni son seguras.

Las normas de la ciencia son rigurosas: Quien hace una afirmación debe demostrarlo de forma clara y comprensible y debe de poder, además, ser comprobado y verificado. Solo así puede llamarse ciencia. Lo demás, es solo cuestión fe.

Muchos de los mitos y procedimientos en los que se basan las teorías científicas están siendo ahora cuestionados.

A raíz de la aparición del Covid-19, los gérmenes patógenos se están poniendo en entredicho por una parte de la comunidad científica. Epidemias como la gripe española, la poliomielitis o la viruela, entre otras, están siendo nuevamente estudiadas. También se está poniendo en tela de juicio técnicas como el aislamiento de los virus y su secuenciación para intentar una mejor comprensión de la virología moderna y la teoría de los gérmenes en su conjunto.

Esto que, en principio, debiera ser el protocolo a seguir antes de tomar cualquier decisión que pueda ser irreversible (como la de “vacunar” a toda la población mundial con una “pócima” experimental), ahora no solo no se contempla, sino que está mal visto, en el mejor de los casos, o directamente perseguido.

En resumen, la ciencia es debate y si no hay debate no hay ciencia. Así de simple. De hecho, lo que nos están vendiendo sobre la “pandemia” y el “cambio climático antropogénico” no es más que la opinión de un puñado de científicos con conflicto de intereses, y eso no es ciencia, es opinión.

Creo sinceramente que para dejar de ser engañados por todo tipo de farsantes (científicos, políticos, economistas, etc.) cada uno de nosotros debería crearse su propia opinión. Para eso debemos esforzarnos por querer saber y no cerrarnos en banda ni dejarnos manipular por los medios de comunicación al servicio del poder. Eso implica investigar por nuestra cuenta y leer y escuchar cosas que se dan de patadas con las creencias establecidas. Y, sobre todo, dejar de pensar que todo lo que no es oficial es una teoría de la conspiración, ya que la teoría de la conspiración no existe, solo existe la conspiración (el término “teoría de la conspiración” fue inventado para promover la autocensura y desacreditar a los disidentes. Por cierto, una genialidad de los ingenieros sociales que ha dado unos excelentes resultados, la verdad).

Pero lo más importante es dejar de tener miedo a quedar fuera del rebaño. El día que lo consigas, ¡ENHORABUENA! Habrás pasado a formar parte de los “despiertos” y serás una persona más difícil de engañar. 

domingo, 14 de agosto de 2022

“EFECTOS ADVERSOS” DEL TELÉFONO MÓVIL

A día de hoy hay más teléfonos móviles que habitantes tiene el planeta. El vulgarmente llamado “móvil” se ha convertido en una prolongación de nuestros sentidos. Pero, sin negar ninguna de las ventajas de esta nueva tecnología, hay que hacer constar que no todo son bondades y que esconde, al menos, tres serias amenazas que deberíamos tener en cuenta: la adicción, el impacto en nuestra salud y, por supuesto, la utilización como herramienta de control.

La adicción es una enfermedad crónica y recurrente del cerebro que implica la incapacidad de controlar el deseo de consumir la sustancia o cosa a la que se es adicto. Hoy tenemos multitud de adicciones: se puede ser adicto al trabajo, a las drogas, al sexo, al juego, al deporte, a las series de televisión,… y, por supuesto, al teléfono móvil.

Alguno pensará que si el teléfono móvil forma parte de las nuevas tecnologías, imprescindibles para el modo de vida actual, ¿cómo se puede decir que se es adicto al móvil? Pues se puede, claro que se puede. De hecho, la “movilmanía” es la enfermedad de moda en estos momentos y tiene un nombre: nomofobia.

La nomofobia  (palabro nuevo inventado para esta recién aparecida enfermedad) es el  miedo irracional que sufren las personas a no tener el móvil o a estar sin cobertura. ¿Y cómo se sabe si una persona es nomofobica? Pues muy sencillo. Un nomofóbico es fácilmente reconocible, porque mira constantemente su móvil para ver si ha recibido algún mensaje o hay alguna nueva noticia en los canales que consulta. ¡Ah! Y, en algunos casos, su obsesión llega a tal punto que no quiere ir a ningún sitio en el que no haya cobertura.

La nomofobia se ha convertido en la mayor adicción que existe en el mundo, siendo prácticamente 1 de cada 2 usuarios –dentro de la población más joven- quien la sufre con diferente grado de dependencia. Esta nueva adicción afecta tanto a niños como adolescentes y adultos. Según diversos estudios, se da sobre todo entre personas menores de 35 años, siendo afectados el 78% de las personas que tienen entre 18 y 25 años y el 68% de los que tienen edades comprendidas entre los 25 y los 35 años.

Pero el móvil no solo puede crear una dependencia adictiva, sino que también tiene consecuencias demostradas en el deterioro de la salud.

Un teléfono móvil funciona a través de una red de antenas  que generan campos electromagnéticos. La exposición a las radiaciones electromagnéticas, emitidas por las estaciones de telefonía móvil, es una de las mayores preocupaciones de una parte de la sociedad que ve la posible relación entre los niveles de radiación no ionizante y los indicadores de salud.

Existen dos tipos de radiaciones: las ionizantes y las no ionizantes.

Las radiaciones ionizantes son las emitidas por material radiactivo, equipos de alto voltaje, reacciones nucleares y las estrellas. Los tres tipos principales de radiación ionizante se conocen como radiación alfa, beta y gamma, siendo esta última la más peligrosa.

Las radiaciones no ionizantes son un tipo de radiación que no tiene suficiente energía como para desestabilizar un átomo, haciendo saltar de su órbita un electrón. Por lo tanto, a priori no son tan peligrosas como las ionizantes. La radiación no ionizante incluye la luz visible, infrarroja y ultravioleta; las microondas; las ondas de radio y la radiofrecuencia de los teléfonos móviles.

De entre los problemas más comunes que presenta la exposición a las antenas de telefonía móvil -ya contrastados- son los dolores de cabeza, problemas de memoria, mareos, depresión y trastorno del sueño. Sin embargo, hay otras muchas afecciones que se están investigando como los efectos en la sangre, la proliferación de diferentes tipos de cáncer, el retraso en las habilidades motoras en los jóvenes o el riesgo significativamente mayor de padecer diabetes mellitus tipo 2, entre otras. En la página web Environmental Health Trust/ tienes información sobre diferentes estudios, revisados por pares, de los efectos de la radiación en la salud. También puedes consultar aquí/ otro estudio sobre el vínculo entre el 5G y los síntomas del Covid-19. 

Si bien la adicción al móvil y los efectos que tiene sobre la salud son importantes, existe otro mucho más peligroso que no es tenido en cuenta por los usuarios. Me estoy refiriendo a la utilización del teléfono móvil como herramienta de control.

En el año 2022, la OMS firmó un contrato con la Deutsche Telekom para que desarrollasen una aplicación y un software de verificación QR que se aplicará en todo el mundo. La UE ya ha anunciado que quiere tener implantada la identificación digital para el año 2024, formando parte del nuevo sistema mundial de identificación digital que se está creando. El objetivo es implementar un sistema global en el que nuestros datos personales de todo tipo sean incorporados a la red de la Moneda Digital de los Bancos Centrales (CBDC), que es el nuevo sistema monetario que se tiene pensado imponer en todo el planeta.

En definitiva, lo que se pretende es llegar a tener a todo el mundo controlado a través de un software de código de verificación QR, que deberá estar incluido en cada teléfono móvil. Este software vigilará y supervisará a toda la población del planeta y controlará todos los aspectos de nuestras vidas.

Si la falsa pandemia sirvió para amedrentar e idiotizar a la población y crear una red global de “bioseguridad” a través del teléfono móvil (códigos QR de test PCR y “vacunas”), ahora el cambio climático y la guerra de Ucrania traerá consigo el racionamiento energético que, evidentemente, acelerará el colapso económico.

Ya estamos viendo como la mayoría de países occidentales están desmantelado intencionalmente sus sectores energéticos habituales para dar paso a la “energía verde” de la Agenda 2030. Francia y España están apagando monumentos y escaparates. También están imponiendo restricciones a la temperatura de la calefacción y el aire acondicionado para “reducir el consumo energético” que, evidentemente, arruinará la economía. Después eliminarán todo el dinero físico  y se introducirá la CBDC, que siempre ha sido el principal objetivo.

Y ahora recapacitemos un poco. ¿No te has parado a pensar que todos esos cambios no se pueden llevar a cabo sin la existencia de nuestros teléfonos móviles? Así que la pregunta obligada es: ¿estamos dispuesto a prescindir de él? Porque este es el verdadero “quit de la cuestión”.

Piénsalo, sin teléfonos móviles no hay control que valga.

jueves, 4 de agosto de 2022

HISTORIA DE UNA "PANDEMIA" ANUNCIADA

Los gobiernos de prácticamente todo el mundo han sucumbido a la oligarquía del poder global del dinero que, mediante instituciones con estructuras corruptas, tiene al mundo bajo la suela de su zapato.

Estas estructuras de poder han estado planeando durante años una pandemia, con el fin de crear deliberadamente el pánico masivo de la población. El propósito de este pánico masivo solo tenía un objetivo: persuadir a la población para que aceptara “vacunas” experimentales, cuyas bondades estamos viendo que no son tales, sino todo lo contrario.

Esta “pandemia” ha sido planeada durante mucho tiempo, habiendo tenido anteriores intentos fallidos como el de la gripe porcina hace 12 años. Finalmente, sus promotores -psicópatas sin escrúpulos- lograron su objetivo en 2020.

Experimentos y eventos tales como la Operación Dark Winter, en 2001; el ejercicio Lockstep de la Fundación Rockefeller, en 2010, o el Evento 201, que patrocinaron el Centro Johns Hopkins, la Fundación Rockefeller, el Foro Económico Mundial y la Fundación Bill y Melinda Gates, en 2019, corroboran que hasta el último detalle de este plan diabólico fue planeado y planificado con anterioridad.

Pero una “pandemia” que en el transcurso de casi tres años de existencia tiene unos datos de risa, no es tal, y solo reúne los requisitos de pandemia porque su definición fue cambiada por la OMS en 2009. Por lo tanto, podemos asegurar, sin temor a equivocarnos, que no hay ninguna pandemia, solo una “exuberancia” de positivos a unos test PCR, por cierto, hartamente desacreditados por la valiente comunidad científica sin conflicto de intereses.

Quiero aclarar que cuando hablo de que no hay ninguna pandemia, nada tiene que ver con que exista (si es que existe) una enfermedad, a la cual han denominado Covid-19, que, por cierto, tiene dividida a la comunidad científica y a día de hoy no hay evidencia científica de que sea causada por un virus.

En última instancia, el objetivo principal de todo este esperpéntico espectáculo es la implosión controlada del sistema financiero (corrupto hasta la médula), para llevar a cabo la introducción de uno nuevo más esclavizante -con una moneda digital emitida probablemente por el Banco de Pagos Internacionales- y la consolidación de un gobierno mundial bajo la tutela de la ONU y la OMS.

Esto implica la destrucción deliberada de la economía, haciendo quebrar las  pequeñas y medianas empresas (tal y como estamos viendo), para que plataformas como Amazon, Google o Meta, entre otras, puedan tomar el control.

También se requiere la destrucción de la democracia y el estado de derecho (cosa que se está haciendo con la introducción en nuestros reglamentos de toda una sarta de prohibiciones y limitaciones) y la cesión de soberanía a instituciones como la UE, la OMS, la ONU o la OTAN que nos conducirá a perder nuestras identidades nacionales y culturales a cambio de aceptar un mundo unipolar bajo un único gobierno mundial.

Pero la mayor de las atrocidades de esta agenda -que ya no se oculta- es la drástica reducción de la población mundial. Tal es así, que hasta la Dra. Jane Goodall (célebre primatóloga inglesa por sus descubrimientos sobre la conducta de los chimpancés) dijo este año en el Foro de Davos: “Todos nuestros problemas estarían resueltos si la población de la Tierra fuera la de hace 500 años”, aludiendo claramente a la despoblación (se estima que la Tierra contaba con 500 millones de personas en aquella época). Eso por no hablar de la manipulación de nuestro ADN (como aseguran algunos científicos) para llegar al transhumanismo que tanto le gusta al FEM.

Muchos de los que estuvieron colaborando como asesores en la OMS y la ONU aseguran que, de facto, la OMS y la ONU han sido designadas para ejercer el gobierno del mundo. Por eso necesitan declarar una emergencia sanitaria a nivel internacional, para que los diferentes gobiernos cedan su soberanía. Esto lo intentaron este mismo año, pero más de 40 países africanos se negaron a firmar el traspaso  de su soberanía a la OMS. Desgraciadamente, me temo que solo es cuestión de tiempo para que esos países sucumban a las presiones a las que serán sometidos.

A ver si nos queda claro de una vez por todas que el Nuevo Orden Mundial, la Cuarta Revolución Industrial, el Gran Reinicio, la Agenda 2030, el Capitalismo Inclusivo, o como coños lo quieran llamar, tiene como objetivo crear un único nuevo imperio mundial. Ese es el plan. Así que este es el sombrío panorama al que nos enfrentamos. La cuestión es: ¿estamos dispuestos a hacer algo para evitarlo? Pero antes deberíamos preguntarnos: ¿verdaderamente podemos hacer algo? Porque hay gente que lo duda.

Las masas no somos conscientes del inmenso poder que tenemos. Si nos organizamos podemos derribar cualquier muro. Juntos somos demasiados para ser reprimidos. Por eso no sé qué hacemos dejándonos dominar por  el 1%.

Bien es verdad que el sistema lo tiene todo atado y bien atado y dedica mucha energía a mantenernos idiotizados. Desde el momento en que nacemos se nos inculca la sumisión hacia el statu quo. La educación que recibimos, empezando por nuestros padres, fomenta la obediencia. Las religiones ensalzan la mansedumbre y la pobreza. Y luego, como no, está la eterna división: blancos y negros, derechas e izquierdas, ricos y pobres,... Pero aun así, el sistema es vulnerable y, por supuesto, podemos vencerlo.

La “pandemia” fue creada para implementar las nuevas políticas globalistas. Pero resulta que el Covid-19 fue una chapuza en toda regla y, de momento, no ha sido ni de lejos tan mortífero como se esperaba. Por lo tanto, la situación se puede revertir en cuanto la gente despierte y se dé cuenta del engaño al que ha sido sometida.

Si Klaus Schwab (fundador del FEM) dijo que la “pandemia” era una oportunidad para implementar el Gran Reinicio, también es una oportunidad única para nosotros de acabar con los poderes fácticos que nos tienen subyugados.

No sé si seremos capaces de hacerlo. Pero hay una cosa que sí podemos hacer: utilizar todo lo posible el dinero en metálico. Cuanta más gente deje de efectuar pagos electrónicos (sobre todo a través del móvil), más difícil les será implementar su nuevo sistema monetario, piedra angular de todo su plan.