El aire que respiramos y el agua que bebemos son dos elementos
esenciales para nuestra existencia. El agua ocupa el 70% de la superficie de la
tierra, siendo el 97% agua salada de los océanos y el 3% restante agua dulce
que se encuentra en los lagos, en los ríos, en el interior de la corteza
terrestre (agua subterránea) y en los glaciales (aquí se incluyen los polos).
Entonces, ¿es el agua un bien escaso o abundante? Utilizando el símil
recurrente del vaso medio lleno o medio vacío –nada más apropiado-, podemos decir que depende de cómo se mire.
En España el reparto de consumo de agua es el siguiente: 70%
agricultura, 20% industria y 10% los hogares. Así pues, desde un punto de vista
de consumo humano no parece que sea un bien escaso.
Ahora bien, ¿por qué están empeñados los medios de comunicación en
“vendernos” la idea de que hay escasez de agua? La respuesta es simple: porque la
abundancia no es negocio, la escasez sí. Por lo tanto, si se genera la
suficiente alarma social con el cambio climático y la sequía, y después se
implementa toda una serie de restricciones en el suministro de agua, se
incrementará su demanda -“efecto escasez”-, dando lugar a que aparezcan los
especuladores buitres carroñeros para repartirse el suculento pastel.
Lo que vemos en los medios de comunicación no es más que un relato de
propaganda para difundir la narrativa que interesa a los especuladores. Pero no
es real.
España siempre ha tenido veranos muy calurosos, sobre todo en Andalucía
o Extremadura. Sin embargo, este año hemos tenido un periodo estival, digámoslo
así, diferente: más de 30 días seguidos y sus correspondientes noches con
temperaturas elevadas por encima de lo normal en prácticamente todo el país.
¿Es esto consecuencia del cambio climático? Claro que sí, ya que es el
clima el que ha causado esas altas temperaturas. Ahora bien, ¿qué ha ocasionado
ese cambio del clima?: ¿Una de tantas fases meteorológicas más cálida de lo
habitual? ¿El CO2 emitido por el ser humano a la atmósfera, como
dicen los “expertos” del IPCC? ¿O ha sido provocado mediante geoingeniería?
Quiero hacer hincapié en esto último, pues me temo que la población, en
general, ignora por completo que el clima se puede manipular y que, además, está
legislado.
Atrículo-3 del Real Decreto1/2001 de 20 de julio: Modificación de la
Fase Atmosférica: “La fase atmosférica del ciclo hidrológico solo podrá ser modificada
artificialmente por la Administración del Estado o por aquellos a quienes
ésta autorice”.
En el caso concreto de este año, puedes consultar el Boletín Oficial de
la Comunidad de Madrid 6/08/2022.PDF, donde se dice textualmente:
-Tipo de
solicitud: autorización temporal.
-Descripción
general: evitar precipitaciones en forma de granizo o pedrisco, desde 1
de mayo a 30 de septiembre.
-Descripción detallada:
red antigranizo formada por 24 generadores de yoduro de plata en las
comarcas de la Baja Campiña y Las Vegas.
¿Lo quieres más claro? Acabas de ver como el Gobierno admite que se
puede modificar artificialmente el ciclo hidrológico. Por lo tanto, reconoce
que el clima se puede manipular, tal y como se expone en nuestra legislación.
Según la Organización Mundial de la Salud, antes del 2030 dos de cada
diez personas de todo el mundo no tendrá acceso a agua potable en su hogar. También
dice que la escasez de agua es un problema actual para los países en vías de
desarrollo y que se va a convertir, antes de lo que muchos se imaginan, en un
problema también para los países más ricos.
De modo parecido se ha pronunciado el Foro Económico Mundial,
advirtiendo que la mayor amenaza a la que se enfrentará el planeta en la
próxima década es que miles de millones de personas no tendrán acceso al agua
potable.
Que estas dos instituciones vaticinen catástrofes venideras no es
ninguna novedad, ya que no es la primera vez que lo hacen, ¿verdad? Pero ya
sabemos lo que ocurre cuando esta gente predice algún episodio, que se cumple.
¿Pero cómo no se va a cumplir si son ellos mismos los que lo fomentan?
Esta insistente propaganda de la falta de agua tiene dos objetivos: hacer
del agua un gran negocio y convertirla en un arma estratégica de control.
Seamos un poco rigurosos. El agua dulce no es un bien escaso. Así de
claro. Les guste o no a los alarmistas, el ciclo del agua lleva repitiéndose
una y otra vez a lo largo de los tiempos. Por lo tanto, el problema no es el
agua, sino la gestión del agua.
Desde siempre hemos tenido periodos de abundante precipitación y de
sequias prolongadas, así que de lo que se trata es de gestionar bien esos
ciclos. Si además tenemos la capacidad de desalar el agua de los océanos, entonces,
¿de qué escasez estamos hablando?
Lo que no es de recibo, es que una pequeña localidad española de 1.500
habitantes sufra restricciones en el suministro de agua cuando una ciudad de
700.000 habitantes -como Las Vegas (construida en el desierto de Mojave)- no
padece ninguna. Por consiguiente, no hay que ser ningún lince para darse cuenta
de que algo no estamos haciendo bien.
Evidentemente, suprimir 84 presas -como está haciendo nuestro
Ministerio de Transición Ecológica- con el pretexto de restaurar ríos, y
demoler centrales térmicas para llevar a cabo la transición hacia la energía
verde, sin una alternativa consolidada, no va a contribuir a solucionar el
problema del agua ni el de la energía. Al contrario, lo va a agravar. Y de eso
se trata.
Los seres humanos podemos vivir sin dinero, sin electricidad o sin
petróleo, pero no sin agua. Los “tíos listos” lo saben, han visto un “filón de
oro” en el “líquido elemento” y están preparándose para hacer su agosto. Tal es
así, que desde diciembre de 2021 el agua cotiza en el mercado de futuros de
materias primas de Wall Street. Y lo más preocupante, cada vez hay más grupos de capital riesgo
(fondos buitre) que están intentando controlar el agua, sabiendo que se va a
convertir en un recurso estratégico en el futuro.
Por otro lado, a medida que nos vayan asustando con el cambio climático
el control de los recursos hídricos irá a más. Y, claro está, puesto que el agua
siempre será demandada y, de momento, no hay nada conocido que la sustituya, se
va a convertir en un recurso político y en una herramienta de control. Lo que
quiere decir que cualquier gobierno de turno podrá utilizarla para chantajear a
la población e incluso como “arma de guerra”.
Después de ver como las compañías eléctricas han incrementado el precio
de la electricidad de una manera escandalosa, una vez que fueron privatizadas,
no te quepa la menor duda de que ocurrirá lo mismo con el agua. Si actualmente
el agua en España está a 1,91 € el m3, no es de extrañar que la
veamos a 50 € ó 100 € el m3. Espera y verás.
El agua es un bien esencial para la vida y está en el ámbito de los
derechos humanos (aunque ya hemos visto lo que hacen nuestros gobiernos con los
derechos humanos: limpiarse el trasero con ellos). Por lo tanto, la
especulación del “líquido elemento” es absolutamente mezquina, insensata e
inmoral y jamás deberíamos haberlo consentido.
Decía Henry Kissinger: “Quien controla el suministro de alimentos
controla a la gente, quien controla la energía controla continentes
enteros y quien controla el dinero controla el mundo“. Y añado yo:
quién controla el agua controla la vida.
Pues esto es lo que está sucediendo delante de nuestras propias narices
sin que movamos un solo dedo para impedirlo.
La pandemia con sus “vacunas”; el cambio climático con sus sequias,
restricciones de agua e innumerables incendios; la crisis energética con el
racionamiento de gas y electricidad; la guerra de Ucrania; la escasez de
alimentos y la inflación, entre otras cosas, forman parte del mismo plan:
despoblar el planeta y controlar de una manera enfermiza a los que queden.
Todo esto está siendo provocado intencionadamente por quienes llevan el
puto pin de la agenda 2030 en la solapa, en colaboración con los gobiernos
títeres y toda una pléyade de paniaguados periodistas, médicos, científicos y
jueces que, por cierto, son tan imbéciles que no se dan cuenta de que tampoco ellos
se van a librar de la quema.
Lo que se avecina no es una gran recesión, sino el colapso total del sistema. Es lo que el Foro de Davos denomina “El Gran Reinicio”. Algunos llevamos años intentando despertar a la gente de su letargo y, salvo alguna rara excepción, lo único que hemos conseguido son descalificaciones e insultos. Pues nada, como se dice vulgarmente en el argot taurino: “que Dios reparta suerte”. La vamos a necesitar.