Los gobiernos de prácticamente todo el mundo han sucumbido a la
oligarquía del poder global del dinero que, mediante instituciones con estructuras
corruptas, tiene al mundo bajo la suela de su zapato.
Estas estructuras de poder han estado planeando durante años una
pandemia, con el fin de crear deliberadamente el pánico masivo de la población.
El propósito de este pánico masivo solo tenía un objetivo: persuadir a la
población para que aceptara “vacunas” experimentales, cuyas bondades estamos
viendo que no son tales, sino todo lo contrario.
Esta “pandemia” ha sido planeada durante mucho tiempo, habiendo tenido
anteriores intentos fallidos como el de la gripe porcina hace 12 años.
Finalmente, sus promotores -psicópatas sin escrúpulos- lograron su objetivo en
2020.
Experimentos y eventos tales como la Operación Dark Winter, en 2001; el
ejercicio Lockstep de la Fundación Rockefeller, en 2010, o el Evento 201, que patrocinaron
el Centro Johns Hopkins, la Fundación Rockefeller, el Foro Económico Mundial y
la Fundación Bill y Melinda Gates, en 2019, corroboran que hasta el último
detalle de este plan diabólico fue planeado y planificado con anterioridad.
Pero una “pandemia” que en el transcurso de casi tres años de
existencia tiene unos datos de risa, no es tal, y solo reúne los requisitos de
pandemia porque su definición fue cambiada por la OMS en 2009. Por lo tanto, podemos
asegurar, sin temor a equivocarnos, que no hay ninguna pandemia, solo
una “exuberancia” de positivos a unos test PCR, por cierto, hartamente
desacreditados por la valiente comunidad científica sin conflicto de intereses.
Quiero aclarar que cuando hablo de que no hay ninguna pandemia, nada
tiene que ver con que exista (si es que existe) una enfermedad, a la cual han
denominado Covid-19, que, por cierto, tiene dividida a la comunidad científica
y a día de hoy no hay evidencia científica de que sea causada por un virus.
En última instancia, el objetivo principal de todo este esperpéntico
espectáculo es la implosión controlada del sistema financiero (corrupto hasta
la médula), para llevar a cabo la introducción de uno nuevo más esclavizante -con
una moneda digital emitida probablemente por el Banco de Pagos Internacionales-
y la consolidación de un gobierno mundial bajo la tutela de la ONU y la OMS.
Esto implica la destrucción deliberada de la economía, haciendo quebrar
las pequeñas y medianas empresas (tal y
como estamos viendo), para que plataformas como Amazon, Google o Meta, entre
otras, puedan tomar el control.
También se requiere la destrucción de la democracia y el estado de
derecho (cosa que se está haciendo con la introducción en nuestros reglamentos
de toda una sarta de prohibiciones y limitaciones) y la cesión de soberanía a
instituciones como la UE, la OMS, la ONU o la OTAN que nos conducirá a perder
nuestras identidades nacionales y culturales a cambio de aceptar un mundo unipolar
bajo un único gobierno mundial.
Pero la mayor de las atrocidades de esta agenda -que ya no se oculta-
es la drástica reducción de la población mundial. Tal es así, que hasta la Dra.
Jane Goodall (célebre primatóloga inglesa por sus descubrimientos sobre la conducta de los
chimpancés) dijo este año en el Foro de Davos: “Todos nuestros problemas
estarían resueltos si la población de la Tierra fuera la de hace 500 años”,
aludiendo claramente a la despoblación (se estima que la Tierra contaba con 500
millones de personas en aquella época). Eso por no hablar de la manipulación de
nuestro ADN (como aseguran algunos científicos) para llegar al transhumanismo que
tanto le gusta al FEM.
Muchos de los que estuvieron colaborando como asesores en la OMS y la
ONU aseguran que, de facto, la OMS y la ONU han sido designadas para ejercer el
gobierno del mundo. Por eso necesitan declarar una emergencia sanitaria a nivel
internacional, para que los diferentes gobiernos cedan su soberanía. Esto
lo intentaron este mismo año, pero más de 40 países africanos se negaron a
firmar el traspaso de su soberanía a la
OMS. Desgraciadamente, me temo que solo es cuestión de tiempo para que esos
países sucumban a las presiones a las que serán sometidos.
A ver si nos queda claro de una vez por todas que el Nuevo Orden
Mundial, la Cuarta Revolución Industrial, el Gran Reinicio, la Agenda 2030, el
Capitalismo Inclusivo, o como coños lo quieran llamar, tiene como objetivo
crear un único nuevo imperio mundial. Ese es el plan. Así que este es el sombrío
panorama al que nos enfrentamos. La cuestión es: ¿estamos dispuestos a hacer
algo para evitarlo? Pero antes deberíamos preguntarnos: ¿verdaderamente podemos
hacer algo? Porque hay gente que lo duda.
Las masas no somos conscientes del inmenso poder que tenemos. Si nos organizamos
podemos derribar cualquier muro. Juntos somos demasiados para ser reprimidos.
Por eso no sé qué hacemos dejándonos dominar por el 1%.
Bien es verdad que el sistema lo tiene todo atado y bien atado y dedica mucha
energía a mantenernos idiotizados. Desde el momento en que nacemos se nos
inculca la sumisión hacia el statu quo. La educación que recibimos, empezando
por nuestros padres, fomenta la obediencia. Las religiones ensalzan la
mansedumbre y la pobreza. Y luego, como no, está la eterna división: blancos y
negros, derechas e izquierdas, ricos y pobres,... Pero aun así, el sistema es
vulnerable y, por supuesto, podemos vencerlo.
La “pandemia” fue creada para implementar las nuevas políticas globalistas.
Pero resulta que el Covid-19 fue una chapuza en toda regla y, de momento, no ha
sido ni de lejos tan mortífero como se esperaba. Por lo tanto, la situación se
puede revertir en cuanto la gente despierte y se dé cuenta del engaño al que ha
sido sometida.
Si Klaus Schwab (fundador del FEM) dijo que la “pandemia” era una
oportunidad para implementar el Gran Reinicio, también es una oportunidad única
para nosotros de acabar con los poderes fácticos que nos tienen subyugados.
No sé si seremos capaces de hacerlo. Pero hay una cosa que sí podemos hacer: utilizar todo lo posible el dinero en metálico. Cuanta más gente deje de efectuar pagos electrónicos (sobre todo a través del móvil), más difícil les será implementar su nuevo sistema monetario, piedra angular de todo su plan.
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