viernes, 30 de septiembre de 2022

LA CRISIS ENERGÉTICA ES TAN FALSA COMO LA PANDEMIA

Vivimos en un planeta de unas dimensiones que son las que son y disponemos de unos recursos finitos que también son los que son. Y claro está, si despilfarramos los recursos tarde o temprano nos pasará factura.

Durante los 19 primeros siglos de nuestra era el hombre ha ido evolucionando lentamente. Sin embargo, en los últimos 120 años ha sufrido un desarrollo descomunal. Bueno, pues la causa del avance exponencial que hemos sufrido no ha sido otra que el descubrimiento  excepcional de una fuente de energía abundante, barata y fácil de transformar: el petróleo.

En 1859 Edwin Drake perforó el primer pozo petrolífero en Pensilvania (EEUU). Desde entonces, esta industria no ha hecho otra cosa que crecer y dar a la humanidad un sinfín de posibilidades de progreso.

Es evidente que esta fuente de energía tiene los días contados, por lo tanto, sería imprescindible saber cuánto petróleo queda en el mundo para planificar nuestro futuro.

Atendiendo a los datos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), en el mundo quedan reservas para 54 años. Otras fuentes, como el Director del Centro de Investigación en Energía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Claudio Estrada Gasca, aseguran que sólo faltan 42 años para que se acaben las reservas de crudo existentes en el planeta y 65 años para que se agote el gas.

Si esto es así, no deberíamos tener ningún problema para hacer la transición hacia otras fuentes de energía limpias y sostenibles. Sin embargo, deberíamos preguntarnos: ¿estamos haciendo los deberes para que cuando esto ocurra tengamos alternativas que garanticen nuestro nivel de vida?

El simple hecho de que una reducción en el suministro de gas y petróleo, por parte de Rusia a Europa, haya causado esta enorme crisis energética, pone de manifiesto que no estamos preparados aún para la transición hacia la “energía verde” que tan insistentemente promueven los seguidores de la Agenda 2030.

Pero, ¿qué pasaría si agotásemos los yacimientos de hidrocarburos antes de tener una fuente de energía alternativa que la sustituya?

Este problema se lo planteó en 1989 Richard C. Duncan (licenciado en ciencias por la Universidad de Oregón, en 1961, y doctorado en ingeniería de sistemas por la Universidad de Washington, en 1973) cuando publicó un trabajo llamado “La teoría de Pulso-Transitorio de la Civilización Industrial” -posteriormente renombrada como la “Teoría de_Olduvai- sobre la cual escribí un artículo, en 2013, tituladoEl cambio es inevitable /2013/01/”.

La Teoría de Olduvai predijo que la proporción de la producción mundial de energía per cápita empezaría a disminuir hacia el año 2007, debido a un descenso de las tasas de extracción de combustibles fósiles por agotamiento de los recursos, al mismo tiempo que crecería la demanda por el aumento de la población. Esto, según Duncan, causaría un colapso social y económico catastrófico y argumenta que los primeros signos serían grandes apagones eléctricos en todo el mundo.

Bueno, pues si esto no es lo que estamos viviendo actualmente se le parece mucho, ¿no crees?

Pero Duncan no calculó el desarrollo brutal que alcanzaría la tecnología y la Inteligencia Artificial antes de su pronosticado apagón energético.

La tecnología, como todo, puede ser bien o mal utilizada: puede liberar a la humanidad o esclavizarla como nunca antes lo estuvo.

Si dejáramos de lado la propaganda y las soluciones que proponen los que lucen el pin de la Agenda 2030 en la solapa, veríamos que existe un torrente aparentemente interminable de energía limpia, abundante y renovable. Un ejemplo claro es la energía solar, cuyo verdadero potencial permanece deliberadamente silenciado. La energía procedente del Sol es tan abundante, que una sola hora de luz contiene más energía que la que el planeta entero consume en un año. Si pudiéramos capturar solo el 1% de esa energía, la humanidad dispondría de energía limpia, gratuita e inagotable para el resto de sus días. Entonces, ¿por qué no se hace? Pues porque vivimos en la sociedad del lucro y si no hay lucro nada se hace. Así de simple.

Una sociedad que erradique definitivamente las enfermedades y que desarrolle una fuente de energía limpia, gratuita e inagotable es posible. Pero mientras sigamos anclados a un sistema monetario corrupto, a una industria que solo busca enriquecerse y a unos gobiernos vendidos al poder global del dinero, nada va a cambiar en este sentido.

Los estúpidos, que con su voto legitiman este sistema corrupto, harán este invierno todo lo que se les pida, al igual que hicieron durante la falsa pandemia: apagarán la luz, bajarán la calefacción, comerán gusanos y cualquier otra gilipollez que se le ocurra al político iluminado de turno. Son tan estúpidos que no se dan cuenta de que con su sumisión están contribuyendo a fomentar su propia pobreza. Y la pobreza mata.

Un puñado de poderes económicos ha tomado el control del mundo. Ellos nos colocaron el coronavirus, la guerra de Ucrania y ahora pretenden rematar la faena creando la mayor crisis energética de la historia.

No seamos ingenuos. No hay crisis energética, como tampoco hubo crisis sanitaria. La falsa pandemia y la guerra planificada de Ucrania fueron creadas para tirar la economía mundial e implementar el Gran Reinicio, la cuarta revolución industrial, el Nuevo Orden Mundial o como coños lo quieran llamar. ¡Ah! Y no te quepa la menor duda de que Europa está siendo utilizada como conejillo de indias.

La UE siempre produjo más gas que Rusia. Pero esto ha ido cambiando a partir de que se empezaran a aplicar las absurdas políticas “verdes” de la Agenda 2030. Ahora la producción de gas se ha invertido: la UE es deficitaria y Rusia excedentaria. Por lo tanto, la UE depende del gas ruso para producir energía eléctrica. Por otro lado, las sanciones impuestas a Rusia han conseguido lo que se esperaba de ellas: la escasez energética deliberada de la UE.

¡Abre los ojos! ¿No ves que todo forma parte del mismo plan? Es tan evidente, que incluso Francia está en plena crisis energética cuando no depende del gas ruso para producir electricidad. Francia (segundo país del mundo en producir electricidad mediante energía nuclear) se abastece de sus 56 reactores nucleares. Sin embargo –“casualidades” de la vida- en estos momentos tienen 32 reactores parados. ¿Quién ha sido la “lumbrera” que ha tomado esa decisión en tan delicado momento? ¿Alguien podría explicarlo?

La hipótesis del gran apagón cada vez va tomando más fuerza. ¿Pero sabe realmente la gente lo que significa un gran apagón de varios días? Pues que gasolineras, supermercados, cajeros automáticos, transacciones bancarias, hospitales, Internet y todo aquello que dependa de la electricidad para funcionar (que es prácticamente todo) desaparecería en un abrir y cerrar de ojos. Pero lo peor de todo es que, sea como fuere, el choque psicológico vinculado a un apagón prolongado sería infinitamente superior al que ha ocasionado la falsa pandemia. Quedaremos tan afectados e indefensos, que entonces ya podrán hacer de nosotros lo que les dé la gana sin la más mínima oposición.

La verdad que no se entiende cómo es posible que en pleno siglo XXI un insignificante número de maniacos -por muy inteligentes que sean- tenga sometida a una población de 8.000 millones de personas que, no olvidemos, también son inteligentes. Evidentemente, esto es así porque la mayoría ha tomado voluntariamente la decisión de obedecer ciegamente y ceder sus derechos y libertades a estos tiranos a cambio de una supuesta seguridad.

Pero seamos optimistas. Si de algo nos ha servido la falsa pandemia es que ha hecho despertar a mucha gente, que no era consciente del mundo perverso en que vivimos. Entonces, ¿hay alguna esperanza para nuestro futuro o estamos condenados a ser ejecutados por esta camarilla de dementes? Pues debería decir que sí, ya que la esperanza es lo último que se pierde.

Un futuro brillante y esperanzador nos está esperando. Día tras día está aumentando el número de personas que ya no confía en el gobierno corrupto de turno ni en los medios de comunicación vendidos al poder global del dinero. Ahora solo falta apartar el miedo de nuestras vidas, dejar de ser sumisos y atrevernos a decir NO. Utilicemos la tecnología con sentido común y los recursos de una manera coherente para el beneficio de toda la humanidad. Se acabaron los secretos de Estado, los gobiernos corruptos anclados en la partitocracia, las insoportables leyes represoras, las fuerzas armadas y los soldaditos que luchan en guerras que ni les va ni les viene. Un mundo nuevo es posible y esta es una gran oportunidad para conseguirlo.

En fin. He de decir, en honor a la verdad, que ni yo mismo me creo el último párrafo que acabo de escribir; pero, ¡sería tan bonito!

martes, 20 de septiembre de 2022

¿ESTÁN BUSCANDO DELIBERADAMENTE LA TERCERA GUERRA MUNDIAL?

La llamada civilización está siendo destruida a un ritmo vertiginoso. La cadena de suministros, la energía, los carburantes, la producción de alimentos, los fertilizantes y todo aquello que tiene que ver con nuestro modo de vida se está desmoronando. Del mismo modo, todos nuestros derechos fundamentales prácticamente han quedado abolidos: ya no hay -si es que hubo alguna vez- elecciones honestas ni libertad de expresión ni sanidad decente ni justicia ni nada en que confiar: todo es un asqueroso chanchullo y un puto negocio.

Los gobiernos, cárteles criminales al servicio del poder global del dinero, ya ni siquiera disimulan. Los engaños manifiestos (puestos de relieve como nunca durante la falsa pandemia) y la corrupción sistémica han alcanzado un punto de inflexión donde, por nuestro bien, no podemos  seguir mirando hacia otro lado.

Responsabilizar de todos nuestros males a Putin, a la “pandemia” o al “cambio climático” es lo mismo que decir que la culpa es del chachachá.

Nuestro grado de estupidez es tan grande que nos tratan como tales. Con un descaro que roza el insulto, y sin el menor pudor, el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, dice chorradas como estas: “El chantaje energético de Vladimir Putin a Europa podría provocar disturbios civiles este invierno, pero los europeos harán sacrificios para apoyar la guerra en Ucrania. El invierno será difícil. Familias y empresas sentirán los efectos del aumento de los precios de la energía y del coste de la vida, pero valdrá la pena pagar el precio de apoyar a Ucrania.

¡Señor Stoltenberg! A los europeos no se nos ha preguntado si queremos apoyar militarmente a Ucrania. Ha sido una decisión unilateral de la OTAN que, por imperativo legal, han tenido que aceptar nuestros gobiernos títeres. Y no, no vale la pena pagar ese precio por mantener su guerra; porque es su guerra, no la nuestra.

No seamos ingenuos. El mayor peligro para terminar con la hegemonía de EEUU en el mundo es la unión de la capacidad industrial y tecnológica de Alemania con el poder energético y minero de Rusia. Por lo tanto, la política exterior de EEUU está dirigida a que esa unión nunca fructifique.

Ahora veamos unas declaraciones del miembro del Consejo ruso y expresidente, Dmitry Medvedev: “La camarilla de Kiev dio origen al proyecto de "garantías de seguridad", que en realidad es un prólogo de la Tercera Guerra Mundial. Si estos idiotas continúan alimentando al régimen de Kiev, con los tipos de armas más peligrosas sin moderación, tarde o temprano la campaña militar pasará a otro nivel. Las fronteras visibles y la previsibilidad potencial de las acciones de las partes del conflicto desaparecerán. Seguirá su propio escenario militar, involucrando nuevos participantes. Y entonces los países occidentales no podrán sentarse en sus casas y pisos limpios, riéndose de cómo están debilitando a Rusia por mediación de terceros. Todo se incendiará a su alrededor. Su pueblo sufrirá  el dolor por completo. Literalmente, tendrán la tierra ardiendo y el hormigón derritiéndose (¿se está refiriendo a una amenaza nuclear?)”.

¡Señor Medvedev! Le digo lo mismo que al señor Stoltenberg. A los europeos no se nos ha consultado sobre el envío de armas a Ucrania. Esa decisión la tomó la camarilla que dirige la UE (que, no olvidemos, no ha sido elegida por el pueblo) por mandato expreso de la OTAN.

Los “señores de la guerra” de ambos bandos están jugando con fuego y lo saben. ¿Pero qué se puede esperar de ellos si son pirómanos compulsivos profesionales?

¡Señores de la guerra! Dejen de tomarnos por idiotas. Ustedes han metido a Europa en una recesión deliberadamente. Pero me temo que lo que hemos visto hasta ahora es sólo el principio. Lamentablemente, las cosas se agravarán aún más este invierno. Si el Ministro de Economía alemán, Robert Habeck, ha admitido públicamente que algunas partes de la economía alemana dejarán de producir por el momento, y partiendo de la base de que Alemania es el motor de Europa, pues apaga y vámonos.

De hecho, nuestros gobiernos ya nos están preparando para lo que veremos este próximo invierno: hambre, frío, cortes de electricidad y gas, escasez de alimentos y una ruina económica sin precedentes. Nos han acostumbrado a vivir constantemente con miedo, de tal modo que, ante un caos de tal envergadura, tragaremos nuevamente con todo tipo de restricciones y también con una Tercera Guerra Mundial si es preciso.

Cada día se hace más evidente que lo que estamos viviendo no es más que la hoja de ruta de una agenda establecida (la Agenda 2030) para dar paso al famoso Gran Reinicio del Foro Económico Mundial.

Pero, ¿sabías que ese nuevo mundo no cuenta con la mayoría de nosotros?

Yuval Noah Harari (asesor del fundador de FEM, Klaus Schwab), en unas declaraciones recientes, dijo: “La sociedad que estamos preparando ya no tendrá nada que ver con la actual. Deberemos adaptarnos y no siempre será fácil”. Y enfatizo: “En este siglo XXI, estamos asistiendo al surgimiento de una nueva clase masiva de personas inútiles, sin ningún valor económico, que ya no serán de ninguna utilidad. También advirtió y amenazó: “si la humanidad se niega a entregar su soberanía a la élite se enfrentará un verdadero exterminio”.

¿Te ha quedado claro? Pues eso: que ya no somos útiles y han decidido deshacerse de nosotros. ¿O es que no lo ves? Evidentemente, se puede decir más alto pero no más claro.

Los dueños del mundo han apostado fuerte por el Gran Reinicio, donde se contempla una reducción drástica de la población mundial. Y claro está, para reiniciar algo primero hay que pararlo. Y en eso estamos. Naturalmente, si de lo que se trata es de despoblar el planeta antes del año 2030 no hay nada mejor que una Tercera Guerra Mundial, ¿no crees?

Para terminar, unas sabias palabras:Cuando advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio, entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada”. Ayn Rand (1950). 

sábado, 10 de septiembre de 2022

UNA SOCIEDAD CADA VEZ MÁS ESTÚPIDA

Nunca a lo largo de la historia hemos tenido una sociedad ideal. Lo más que hemos conseguido es ser una sociedad soportable, nada más. Pero cuando las cosas no empiezan bien solo pueden ir a peor. Y en eso estamos.

Una sociedad que no piensa no es una sociedad libre, sino un rebaño fácil de pastorear. En la actualidad, prácticamente la totalidad de la población, incluida la gente que lee libros y estudia carreras universitarias, no piensa. Y lo lamentable, es que no es consciente de que adopta como propios pensamientos que no son suyos, sino de otros.

Llevamos muchas décadas en una dinámica de degeneración constante de la sociedad. Nos hemos convertido en una sociedad perversa que no valora nada. Es una sociedad que confunde lo virtual con lo real, que ha cambiado el ser por el tener, que la verdad le importa un pepino y que lo único que busca es el placer inmediato.

Amén de la inestimable colaboración de los babosos medios de comunicación, vendidos al poder global del dinero, paradójicamente es el sistema educativo el que más está contribuyendo a esta degeneración. El sistema educativo ha sido diseñado para adoctrinar e inculcar ideologías, no para formar. Esto impide que los niños desarrollen su ingenio, su talento y su espíritu crítico y hace que salgan de las aulas convertidos en borregos estúpidos muy fáciles de doblegar.

Los que peinamos canas, o ya no podemos peinarlas porque hemos perdido el pelo, estamos viendo como la mayoría de jóvenes que salen de nuestro sistema educativo prácticamente no saben hablar, leen –si es que leen- con dificultad y casi no son capaces de escribir algo medianamente legible. Y claro está, los gobiernos están encantados porque una población así no ofrece la más mínima resistencia ante el abuso de poder, tal y como estamos viendo últimamente.

Una masa de gente cada vez más cretinizada, que fija su mirada a todas horas en la pequeña pantalla de su móvil (totalitarismo digital) y que desconoce el lenguaje adecuado para efectuar sus pensamientos (sin lenguaje no hay pensamiento), ha dado pie a la deriva totalitaria que estamos padeciendo.

Nos encontramos en una situación extremadamente crítica. Las nuevas generaciones, que cuentan con los mejores medios de toda la historia de la humanidad, albergan una mayoría de individuos cada vez más estúpidos, iletrados e ignorantes. Su coeficiente intelectual, según los últimos estudios, está descendiendo y mucho me temo que no serán capaces de afrontar los importantes retos de los nuevos tiempos.

Verdaderamente los “tíos listos” se lo han montado de fábula. Han creado toda una masa de imbéciles que hacen, dicen y repiten lo que ellos quieren. Les han prohibido pensar y, sobre todo, juzgar. Si algo tienen en común los imbéciles es esa frase tan manida: “quién soy yo para juzgar”. O sea, que tú no juzgas, pero los “tíos listos” si te juzgan. Ya sabes, ellos nos responsabilizan del cambio climático, de las crisis económicas, del deterioro del medio ambiente, etc.

Parece que el acto de juzgar esté prohibido para el “populacho” por mandato divino. Sin embargo, nosotros admiramos y nos parecen más interesantes las personas que juzgan, que no tienen miedo a opinar y, por supuesto, que piensan. Por cierto, solemos llamarles intelectuales.

Decía el historiador inglés Henry Thomas Buckle : “Los hombres y mujeres se clasifican en tres clases o niveles de inteligencia. Se puede distinguir a la clase más baja por su costumbre de hablar siempre de las personas; a la siguiente, porque suele conversar de las cosas, y a la más alta, por su preferencia a debatir sobre las ideas”.

¿Cuántas veces debatimos sobre las ideas con familiares y amigos? Ninguna: elemental, está muy mal visto. ¿Cuántos debates sobre las ideas vemos en los medios de comunicación? Ninguno. Alguno pensará que las tertulias políticas sí son sobre las ideas. Pues no, no lo son, son sobre las personas, puesto que lo único que hacen es descalificarse unos a otros, ya que es lo que espera la masa que sigue esas tertulias que, por supuesto, entra en el primer nivel de inteligencia de Henry Thomas.

Es curioso que ahora todo es inteligente menos nosotros. Tenemos una inteligencia artificial, casas inteligentes, coches inteligentes y se habla de que en un futuro, no muy lejano, las ciudades también serán inteligentes. Aunque mucho me temo que serán cárceles inteligentes.

El ciudadano del siglo XXI se ha convertido en un ser perezoso. No quiere esforzarse en aprender ni quiere responsabilidades y se ha dejado arrebatar sus derechos fundamentales que tantos siglos de lucha costaron a sus ancestros.

Aunque algunos ya lo sabíamos, la falsa pandemia ha puesto de manifiesto el engaño de la democracia. Lo que hoy llamamos democracia no es más que el gobierno en la sombra de unos oligarcas  plutócratas que practican la estigmatización de las masas. Para ello se han hecho con los servicios incondicionales de unos políticos corruptos, estúpidos e ignorantes que lo único que buscan es medrar.

Pero vamos a ver. ¿De verdad crees que Pedro Sánchez, Emmanuel Macron, Justin Trudeau o Joe Biden son nuestros representantes? Y lo que es aún más ridículo, ¿crees que las empresas del Ibex-35, S&P 500, Nasdaq o fondos de inversión como BlackRock y Wanguard Group  van a dejar su fortuna y su futuro en manos de cualquier paleto salido del “populacho” en una elección? ¡DESPIERTA! Son ellos los que eligen a esas personas, no tú.

A las nuevas generaciones se les ha preparado para razonar, analizar y buscar información, pero no para pensar. Y, claro está, si te lo dan todo pensado te arriesgas a que te den gato por liebre. Y como muestra un botón.

El mayor experimento farmacológico realizado sobre la humanidad ha sido posible gracias a la idiotización de la sociedad. Nunca antes se habían atrevido a someter a toda la población mundial a una experimentación médico-genética de tal calado: “vacunas” anti Covid-19 para toda la población mundial.

El hecho de que la “vacunación” continúe a pesar de su comprobada nula valía, de los gravísimos efectos secundarios y un claro exceso de mortalidad en las naciones donde ha habido más “inoculaciones” nos lleva a pensar que detrás de la “vacunación” -cuasi obligatoria- se esconde un fin perverso. Del mismo modo, eso de que ningún juez ni fiscal haya intervenido en el abuso de medidas coercitivas ilegales, y de que todos los que han criticado el programa de “vacunación” hayan sido calumniados y condenados al ostracismo, son la prueba irrefutable de que no se trata de un problema de salud, sino de una conspiración.

Pero ahora explícaselo tú a una sociedad estúpida y amedrentada.