Desde hace décadas la ingeniería social ha impuesto en Occidente una
cultura de masas, anclada en la exaltación permanente de la mediocridad, para
hacer del mundo un lugar colonizado por estúpidos. Esto ha permitido a los
gobernantes hacer de las personas ganado
al que poder pastorear, marcar, y, por supuesto, sacrificar. Por si no fuera
suficiente, ahora se pretende dar un paso más y establecer una dictadura
digital transhumanista.
El término “transhumanismo” fue acuñado por primera vez en
1957 por el biólogo Julian Huxley (eugenista,
globalista y evolucionista convencido). Para él, los seres humanos deberían ser
mejorados a través de la ciencia y la tecnología. Desde entonces, el
transhumanismo se ha convertido en un
movimiento ideológico que defiende la mejora de las capacidades físicas, psíquicas
e intelectuales del ser humano, mediante el uso de tecnología y métodos
científicos. Su objetivo es llegar a conseguir una nueva
“especie transhumana” superior, dejando a un lado al actual ser humano.
Hablar de transhumanismo hoy en día es controvertido ya que, como es
natural, hay opiniones para todos los gustos: unos piensan que no es más que
otra de tantas teorías de la conspiración, otros lo ven como un objetivo
deseable de alcanzar por algunos a medio plazo y otros, sin embargo, como una
realidad de la que no podremos escapar.
Entre los defensores a ultranza de esta nueva ideología está el
presidente del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, quien asegura que la Cuarta
Revolución Industrial, en la que ya nos encontramos inmersos, “conducirá a una
fusión de nuestras identidades físicas, digitales y biológicas”, produciéndose
la unión total del hombre con la máquina”.
En su libro “Shaping the future of the Fourth Industrial Revolution”
Claus Schwab dice que la tecnología neurológica permite influir mejor en la
conciencia y los pensamientos, lo que conllevará a tener la capacidad de “leer
y escribir” en el cerebro.
En la reunión del FEM, de 2016, se dijo que si pudieran utilizar la
optogenética, u otra tecnología similar, podrían introducir sensores
artificiales en el cerebro y restaurar o potenciar funciones. Esto implicaría
la posibilidad de manipular pensamientos, emociones o sentimientos en
beneficio, obviamente, de los propietarios de esos cerebros conectados. Que traducido al “román paladino” significa leer
nuestros pensamientos para influir en nuestro comportamiento.
Otros transhumanistas, como Raymond Kurzweil (director de ingeniería de
Google) o el neurocientífico Anders Sanberg, incluso exponen la posibilidad de
poder llegar algún día a transferir nuestra mente a un ordenador.
Por supuesto, los grandes defensores de esta nueva ideología no hacen
otra cosa que alabar los beneficios de la fusión del hombre con la máquina. Según
ellos, los implantes de micro chips traerían consigo la posibilidad de tratar
lesiones cerebrales, corregir todo tipo de problemas de movilidad y acabar con
enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer, entre otras cosas.
Pero el “sueño húmedo” de todo transhumanista es la inmortalidad. Por eso dicen buscar liberar la conciencia humana de las ataduras del
cuerpo y poder superar para siempre la enfermedad y la muerte.
Yuval Noah Harari, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén
y miembro FEM, está dedicado en cuerpo y alma al transhumanismo y convencido de
que la nueva era transhumanista venidera es inevitable.
En el centro de este nuevo
dogma están el Internet de
las cosas, los big data y la
inteligencia artificial. Con estas tres
herramientas tratan, según la filosofía
transhumanista, de buscar un evento -al que llaman “Singularidad”- y una vez
logrado la humanidad tal y como la conocemos ya no será posible
Este deseo de fusionar el hombre con la máquina no es ninguna utopía y
está cada día más cerca. Por lo tanto, la pregunta inevitable es: ¿nos
encontramos física, mental y socialmente preparados para abordar los retos que
nos plantea este cambio tecnológico sin precedente?
Mucho me temo que a los transhumanistas les importa un bledo que la
sociedad esté preparada o no, ya que no todos serán elegidos para ingresar en
el mundo transhumanista de la misma manera. Además, su agenda incluye la
despoblación, y todos aquellos no elegidos, a los que los transhumanistas consideran
seres inútiles que no aportan nada, serán literalmente eliminados.
Actualmente estamos inmersos en medio de esta transformación, que no es
otra cosa que una guerra encubierta contra la humanidad. Todo lo que estamos
viviendo forma parte de una agenda de exterminio y control. Porque al final, si
lo piensas, siempre se trata de control. Control, por otra parte, necesario
para que los que están en la cúspide de la pirámide puedan seguir estando ahí
eternamente.
Si no sentimos inquietud y rabia al observar los desastrosos cambios
que se están produciendo es que verdaderamente nos han convertido en un atajo
de imbéciles integrales.
Todas las transformaciones que se están llevando a cabo no tienen otra
finalidad que conducir a la humanidad -o a lo que quede de ella- a un
transhumanismo que, evidentemente, no será igual para todos: unos disfrutarán
de sus ventajas (erradicación de enfermedades, tecnología avanzada,…) y otros
padeceremos sus inconvenientes (control físico y mental, esclavitud,…).
Aunque estamos acostumbrados a que los “iluminados” de turno nos
impongan sus ideologías, esta vez se han pasado siete pueblos.
Puede que algunos estén como locos esperando el momento de
transformarse en cíborg. Sin embargo, creo que somos legión los que preferimos
seguir siendo humanos, con nuestros defectos y virtudes.
Me pregunto si van a respetar nuestra voluntad.
¡Pero qué cosas se me ocurren!
El canario JORGE GUERRA viene avisando desde hace lustros de esta locura en curso .🤬
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