Después de las atrocidades distópicas que hemos tenido que soportar
durante los tres últimos años, la única explicación racional ante la evidencia
es que la falsa enfermedad atribuida al Sars-Cov2 fue creada para poner en
marcha un proyecto de reestructuración a escala mundial.
Lo
mires por donde lo mires el relato oficial no se sostiene. Porque si fuera
cierto que el Covid-19 es una enfermedad mortal, tan fácil de propagarse como
nos han dicho, no te quepa la menor duda de que la mayoría de nosotros ya no
estaríamos aquí. Además, en una pandemia real nunca habría habido la necesidad
de manipular los datos ni de realizar una campaña propagandística de tamañas dimensiones.
La farsa del Covid-19 ha sido, y lo sigue siendo, una gran mentira con
un fin perverso: reestructurar, controlar y despoblar el planeta. Nada más.
Con la llegada de la falsa pandemia la agenda política para la
implantación del Nuevo Orden Mundial ha sufrido un gran avance. Desde un
principio ha servido como excusa para impulsar reformas en todos los sectores.
Recordemos que, en marzo de 2020, Gordon Brown pidió un gobierno
mundial para luchar contra la “pandemia”; que, en diciembre del mismo
año, The Economist informó que el Covid-19 estaba impulsando los
planes nacionales para dar a los ciudadanos identidades digitales; que, en
julio de 2021, FinTech Times informó que la “pandemia” había acelerado
el desarrollo de las monedas digitales de los bancos centrales (CDBC); que, en
el mismo año, Deloitte indicó que el Covid-19 había acelerado la transformación
de los alimentos; que el Instituto Grantham del Imperial College de Londres
afirmó que el Covid-19 ha permitido una recuperación de emisiones netas cero
para combatir el cambio climático; y que, finalmente, la “pandemia” ha allanado
el camino para profundos cambios en la política de salud pública mundial, a
través de una propuesta de “tratado pandémico” impulsado por la OMS.
Bueno, pues si esto no es el guión de una agenda que venga Dios y lo
vea, como se dice coloquialmente.
Y ahora vayamos al meollo de la cuestión.
Existe una máxima que dice: “sigue el rastro del dinero y darás con
la verdad”
Lo primero que vamos a hacer es formularnos la pregunta adecuada:
¿alguien se ha lucrado con el Covid-19? Evidentemente, sí.
A parte de la industria farmacéutica –por razones obvias- las personas
más ricas del planeta han visto incrementadas sus fortunas de una manera
escandalosa.
Según Business Insider, los multimillonarios vieron aumentar su
patrimonio neto en 500 millones de dólares, sólo en los primeros seis meses de
la “pandemia”. También Forbes informó, en abril de 2021, que se habían creado 40
nuevos multimillonarios para combatir el coronavirus. En mayo de 2022, el
número de nuevos multimillonarios creados por la pandemia se situó en 543. Y la
proporción de la riqueza mundial, en manos de los multimillonarios, aumentó del
10% en 2019 al 14% en 2022: un incremento mayor que en los 16 años anteriores a
la “pandemia”.
Resumiendo, las personas más ricas del mundo han aumentado su riqueza en
más de cinco billones de dólares, en los últimos tres años, gracias al Covid-19.
¿Y qué decir de las grandes empresas? Las multinacionales han obtenido
pingues beneficios provenientes del aumento del gasto público, que ha puesto
nuestro dinero en manos del sector privado.
Gracias al gasto público de los gobiernos, en medidas y material totalmente
inútil para paliar la falsa pandemia, muchas empresas han visto incrementados
sus beneficios. El mercado mundial de mascarillas, por ejemplo, creció más del
15.000%. Y eso son solo las mascarillas.
También se han duplicado las ganancias de grandes empresas como Amazon,
y las plataformas y redes sociales han ganado millones de nuevos usuarios gracias
a los encierros.
Sin embargo, es en el sector de las “vacunas” donde se han batido todos
los records, ya que desde que se lanzaron al mercado las compañías farmacéuticas
han ganado alrededor de 1.000 dólares por segundo. Así, a groso modo,
pongamos que se han vacunado con 2,3 dosis 6.000 millones de personas en el
mundo. Si cada dosis tiene un coste de 14 €, serían 193.200 millones de euros.
Pero si contamos con que los gobiernos han comprado como mínimo el triple de
dosis, la cifra asciende a 579.600 millones de euros, que no lo ganamos
nosotros todos los días.
Por otra parte, el Covid-19 no sólo ha servido para que unos cuantos
“tíos listos” se hayan forrado, sino también para acelerar la agenda política de
la élite, que pretende convertir el mundo en una “jaula de grillos”. Tal es
así, que en estos tres últimos años el mundo ha cambiado hasta tal punto de
llegar a ser casi irreconocible.
Para entender cómo empezó esta gran mentira hay que remontarse a
diciembre de 2019, en la ciudad de Wuhan, donde un médico vio cuatro casos de
neumonía y los denominó “extraños”.
He aquí un resumen rápido de lo sucedido:
En diciembre de 2019, 4 personas ingresaron en el hospital de Wuhan con
neumonía, aumentando a una veintena a finales de mes. Un médico anónimo decide
que esta neumonía no es conocida y envía una muestra de un paciente al Centro
Clínico de Salud Pública de Shanghai para su análisis. Esta muestra única
es analizada e inmediatamente después este Centro Clínico asegura haber
encontrado un nuevo coronavirus al que atribuyen ser el causante de la nueva
neumonía extraña.
Esta historia, más los eventos que siguieron a continuación -desde la
secuenciación del supuesto virus hasta el desarrollo de pruebas diagnósticas-,
plantearon serias dudas en la comunidad científica sin conflicto de intereses
que, después de investigarlo, aseguraron que no eran más que una maraña de
vagas afirmaciones que no resisten ningún tipo de análisis científico. Bueno,
pues con este patético argumento pararon el mundo.
Para que seamos conscientes de la sin razón, y de que todo obedecía a
un plan, sólo hay que recordar que España se cerró a cal y canto con tan solo
1.200 infectados y 28 muertos, supuestamente atribuidos al Covid-19. Luego, eso
sí, comenzaron las “ejecuciones sumarísimas” en las residencias de ancianos,
cuya investigación sigue siendo denegada a día de hoy. Y esto mismo sucedió en
prácticamente todo el mundo: las mismas consignas, los mismos encierros y las
mismas arengas por parte de políticos y estrellas mediáticas de la televisión.
A día de hoy, con los datos oficiales en la mano (inflados, como ya se
ha demostrado), el supuesto coronavirus denominado Sars-Cov-2, que dio origen a
la enfermedad Covid-19, ha ocasionado en el mundo (para una población de 8.000
millones de personas) un total de 6.843.947 muertes en tres años. Esto es el
0,08% de la población mundial. Sólo en el mismo periodo, las muertes
ocasionadas por el tabaco han sido 18.000.000. Entonces, ¿de qué “pandemia”
estamos hablando?
De las muertes ocasionadas por las “vacunas” mejor no hablar, no vaya a
ser que hiramos la susceptibilidad de los vacunados, que no tienen más remedio
que vivir con eso.
Pero lo que a día de hoy es incuestionable, es que todas las medidas
tomadas han supuesto un coste económico, social y de vidas muy superior al
producido por el llamado Covid-19. ¿O es que ya hemos olvidado cómo nos
encerraron tres largos meses, cómo enfrentaron a familias enteras o cómo
asesinaron a miles de ancianos indefensos?
Aquellas personas que aún no se han dado cuenta de que el Covid-19 ha sido la mentira más grande jamás contada, es porque no están suficientemente informadas o bien tienen algo en su linda cabecita que no funciona con normalidad y deberían hacérselo mirar. Y estoy hablando en serio.
Una vez más...¡ BIEN, COÑO BIEN!!!
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