sábado, 28 de diciembre de 2019

LAS COSAS NO SON LO QUE PARECEN


Poner a pensar al “populacho” (quede claro que no lo digo en tono despectivo) en la realidad de cómo funcionan las cosas y cómo se gobierna este mundo no es tarea fácil, ya que el grado de adoctrinamiento, manipulación e imbecilidad que sufrimos ha calado muy hondo en la sociedad.
Los que dirigen, han dirigido y seguirán dirigiendo el destino de miles de millones de personas que, por supuesto, no se enteran de nada, no son los políticos de turno que “el populacho” elige cada 4 años, sino un grupo selecto de gente que pasa inadvertida para el resto de la población.
Todo este Sistema está sostenido en dos grandes mentiras: instituciones y sistema monetario.
Desde que nacemos somos manipulados, adoctrinados y vejados por unas instituciones al mando de unos esbirros que siguen al pie de la letra las consignas del amo. A estos esbirros (políticos, jueces, altos cargos de la administración, etc.) sólo les preocupa medrar y, por supuesto, defender los intereses de la mano que les da de comer, que no es otra que la del poder global del dinero.
A la clase política, “el populacho” -o como a ellos les gusta llamarnos, la ciudadanía- le importamos una mierda (con perdón). Ellos están ahí para legislar a favor de banqueros, multinacionales, fondos buitres y lobbies de todo tipo, pero nunca, repito, nunca a favor nuestro.
Llevamos demasiado tiempo viviendo en una sociedad jerarquizada a la que sólo le interesa mantener los privilegios de la élite que se encuentra en la cúspide de la pirámide. ¿Tú crees que verdaderamente a esta gente le preocupa que haya desahucios, niños pasando hambre, personas mayores con una pensión miserable, inocentes muriendo en sus guerras y, en general, el sufrimiento físico y psíquico  que ocasiona su Sistema a la mayoría de las personas? Pues ya te digo yo que no.
De cómo funciona el sistema monetario y la corrupción endémica existente en las instituciones ni se educa ni se informa al “populacho”
A ver si nos enteramos de una vez, antes de ir a votar, que los grupos de poder existentes dentro del conjunto de las instituciones más “respetables” (Estado, sector financiero, Iglesia, Ejército,…) no pueden ser desactivados así como así gobierne quien gobierne: unas simples elecciones no cambian nada que no sea pequeñas cosas para hacer creer al “populacho” que su voto ha servido para algo.
El verdadero Sistema lo componen organismos, empresas e instituciones que forman un todo. En definitiva, un ente muy complejo y bien estructurado que no se puede desactivar por mucho que votemos y se nos llene la boca de democracia.
En los Estados modernos, existen estructuras y mecanismos para perpetuar los círculos de poder. Cada individuo, de forma consciente o inconsciente, defiende a muerte la posición de poder del conjunto del colectivo y, por supuestísimo, la posición del individuo dentro del colectivo.
Aunque la mayoría de la población nunca se lo ha cuestionado, la verdad es que vivimos en un mundo basado en una serie de creencias absurdas, inculcadas desde la más tierna infancia, que hacen que el Sistema funcione; y vaya si funciona.
En este Sistema, la realidad es que el fraudulento sector financiero y las corruptas administraciones públicas están por encima del bien y del mal. Controlan todo el Sistema, mediante la utilización de “armas silenciosas”, para llevar a cabo lo que podríamos denominar una “guerra sucia tranquila”.
Aclaremos una cosa. Desde la prehistoria el hombre ha estado guerreando y nunca ha parado de hacerlo. Actualmente las guerras modernas no se libran en los campos de batalla, salvo algunas excepciones para mantener en marcha a la todopoderosa industria armamentística.
En el informe de Iron Mountain, sobre la posibilidad y conveniencia de la paz (encargado por Robert S. McNamara, en 1966), se dice lo siguiente:
“En las sociedades democráticas modernas más avanzadas, el sistema de guerra ha brindado a los líderes políticos otra función político-económica de creciente importancia: ha servido como el último gran bastión contra la eliminación de las necesarias clases sociales. A medida que el continuo desarrollo de la automatización se hace más evidente, la diferencia se  agudiza cada vez más entre los trabajadores “superiores” y los “incultos”.
Pues bien. Por muy duro que parezca es la cruda realidad. Por poner un ejemplo, en EEUU solamente 30 millones de personas, de los 300 millones que habitan en ese país, viven en buenas condiciones con trabajos y salarios decentes. El resto lo pasa mal para llegar a fin de mes. Y eso mismo está pasando en todo el mundo. Solo los que tienen una buena formación universitaria (y no todos) o poseen habilidades fuera de lo común tienen garantizada una vida digna.
Hoy estamos inmersos de lleno en la tercera guerra mundial; eso sí, esta vez más sucia y, por supuesto, silenciosa y tranquila. ¿Y qué ocurre en una guerra? Pues que, como decía Paul Valèry, personas que no se conocen se masacran para salvaguardar los intereses de otras personas que sí se conocen pero no se masacran. La diferencia está en que ahora se utilizan “armas silenciosas” como la economía, el cambio climático, la deuda, la educación, la desinformación, la distracción y la manipulación de la realidad.
No lo dudes. Reducir drásticamente la población mundial y hacinarla en grandes ciudades, para ejercer el control absoluto sobre cada individuo, es el objetivo principal de esta nueva guerra sucia, silenciosa y tranquila: ¿te suena de algo lo de la España vaciada, la caída empicada de la natalidad o el problema de agua potable en el tercer mundo?
Una estrategia, cada vez más frecuente dentro de este tipo de guerra, es utilizar a alguien para que meta cizaña y cause división entre la población (ya sabes, divide y vencerás). Es lo que se denomina “revolución de color”, que con tanto éxito se ha aplicado a lo largo y ancho del planeta en los últimos tiempos y que ahora se está llevando a cabo en Cataluña que, aprovechando el culto a ciertas personalidades públicas (políticos presos, que astutamente han canalizado en “conflicto territorial” el cabreo del “populacho” por las políticas neoliberales llevadas a cabo en Cataluña, curiosamente, por los mismos que ahora dicen defenderles de la España que les roba) se ha creado una mayoría de “imbéciles útiles” que, sin saberlo, están siendo utilizados para perjudicar los intereses que ingenuamente creen defender.
Otra, es hacer creer al “populacho” que algo terrible está pasando y que si no se adoptan medidas drásticas urgentes el futuro que nos espera es apocalíptico (léase cambio climático, terrorismo, etc.). De esta manera, todas las normas restrictivas llevadas a cabo -bien sea vía impositiva o mediante la implantación de leyes draconianas- serán aplaudidas por el “populacho” como si de un Dios salvador se tratara, cuando en realidad no son más que medidas en perjuicio de nuestra economía y nuestra ya maltrecha libertad.
Pero la estrategia más importante, y que ingenuamente el “populacho” piensa que son derechos ganados al Sistema, son las famosas ayudas que nos proporciona “Papá Estado”: prestación por desempleo, pensión de jubilación, sanidad y educación pública, dependencia y un número determinado de ayudas a una serie de colectivos.
Pues bien, esto sencillamente es falso de toda falsedad.
Todo lo que supuestamente nos proporciona el Estado no son más que unas pequeñas migajas de lo que nos roba a lo largo de toda nuestra vida: con trabajos bien remunerados y condiciones dignas como las de cualquier ejecutivo no necesitaríamos de esa falsa caridad. ¡Ah! y, por supuesto, los recursos del planeta patrimonio de toda la humanidad y no propiedad de un grupo de oligopolios.
Los verdaderos dueños de este Sistema, que inconscientemente defiende el “populacho”, son las grandes corporaciones internacionales capitaneadas por el poder global del dinero. Ellos son los que toman las decisiones importantes y tienen a su servicio a los políticos para que las lleven a cabo. Nosotros no pintamos nada; no somos nada; somos de su propiedad y, por tanto, hacen de nosotros lo que les da la gana.
Actualmente el objetivo no es otro que el de hundir la economía local y que solo queden grandes corporaciones, ya que una economía local independiente es la base de toda soberanía. Y esto ya está pasando: en cada pueblo o ciudad se incrementan las grandes superficies en detrimento del pequeño comercio que va cerrando sus puertas día tras día.
Definitivamente, el mundo no funciona como nos lo han contado.
Vivimos en una sociedad del sometimiento donde todo está perfectamente regulado y compartimentado. Una sociedad aséptica y dividida donde lo único que nos importa es no abandonar la “zona de confort” de nuestra pequeña burbuja.
Hoy en día ser un individuo libre e independiente es prácticamente imposible, ya que la independencia depende de generar tus propios recursos y pensamientos, y eso ya no existe. Antes, por ejemplo, un viticultor destilaba orujo y lo vendía a granel. Ahora ya no puede, ya que todo ha de venir con su código de barras. Incluso para poner un pequeño negocio necesitas un montón de trámites y permisos o pasar necesariamente por una estructura de cadena corporativa multinacional.
En definitiva, no puedes ni producir ni comprar ni vender nada fuera del circuito establecido por el Sistema. Si lo haces, serás considerado un delincuente y tendrás que atenerte a las consecuencias. Y esto mismo ocurre si tienes un pensamiento crítico propio fuera del pensamiento único establecido que se mete en nuestras casas a diario por esa ventana llamada televisión. Te colocaran una etiqueta de conspiranoico, antisistema, negacionista, extremista u otras lindezas, y ya sabemos lo que eso significa.
Pero lo peor de todo, es que la gente esta imbuida en una imbecilidad tal, que es incapaz de concebir alternativas  al sistema monetario y a las actuales instituciones corruptas de poder que están esclavizando sus vidas.
Como vengo diciendo habitualmente, hoy el mundo está en manos de unos tíos listos que se han hecho con todos los recursos del planeta. Les han puesto un precio monetario (sistema monetario que controlan ellos) y ahora nosotros tenemos que esclavizarnos de por vida para conseguir dinero -de su sistema monetario- que nos permita tener acceso a esos recursos que nos proporciona gratis la naturaleza. Es de genios, la verdad.
Lo paradójico es que no hacemos más que quejamos y, sin embargo, no nos enteramos de que somos nosotros mismos los que votando a unos políticos que nunca han hecho nada por nosotros, aceptando de buen grado un sinfín de normas estúpidas y practicando un consumo exacerbado alimentamos el Sistema.
¿De verdad que no lo podemos hacer mejor?
Decía Víctor Manuel en una de sus canciones: “paren al mundo que yo me bajo”. Evidentemente es una utopía, ya que si hubiese la posibilidad de bajarse de este mundo no creo que quedase mucha gente sin apearse.
Todo lo que estamos viendo: terrorismo, cambio climático, políticas de igualdad de género, movimiento LGTBI, ecologistas, independentismo, feministas, ONGs, corrupción y un sinfín de nuevas formas de manipulación, no son más que el resultado de una estrategia llevada a cabo por el poder global del dinero que consiste en algo tan sencillo como esto: problema-reacción-solución. Es decir, ellos crean el problema, nosotros reaccionamos, y de nuevo ellos nos ofrecen la solución que nosotros mismos hemos demandado. ¡Brillante! Sí señor. Y es de esta manera como con nuestro consentimiento y nuestra más estrecha colaboración nos van llevando hacia donde ellos quieren: a ese “mundo feliz” que describe Aldous Huxley en su novela, publicada en 1932, donde el sumiso “populacho” está totalmente aniquilado mentalmente y es dominado sin ninguna dificultad por el poder.
Terminaré diciendo que nos guste o no, seamos conscientes de ello o tampoco, el Sistema colapsará puesto que es insostenible. Y ellos lo saben. La incógnita es lo que vendrá después. Pero mucho me temo que en esta nueva etapa de “evolución social” gran parte del “populacho” está llamado a desaparecer.
El periodista Luis Mariñas concluía siempre su informativo con esta frase: “Así son las cosas y así se las hemos contado". Pues eso. Ahora que cada uno reflexione y saque sus conclusiones.

domingo, 8 de diciembre de 2019

REVERTIR EL CAMBIO CLIMÁTICO


¿Pero alguien se ha tomado en serio la tontería esa de que nosotros vamos a revertir el cambio climático?
¿De verdad la gente cree que eso va en serio?
Hace unos días un amigo me envió un “meme”, de esos que circulan por WhatsApp, con el siguiente mensaje:
30 de marzo, la hora del planeta: apagamos las luces durante una hora para acabar con el cambio climático. 23 de noviembre: encendemos tropecientos mil millones de luces durante dos meses para festejar la Navidad.”
¿Esto como se come? O sea, que los mismos que nos dicen que hay que hacer un consumo responsable, para acabar con el cambio climático, son los que derrochan a diestro y siniestro. Y, para más inri, algunos alardean de “quién la tiene más grande”, compitiendo con otros iluminados –nunca mejor dicho- a ver cómo adornan su ciudad con más luces en Navidad, como el alcalde de Vigo.
Que el clima ha cambiado en los últimos 50 años es más que evidente, pero no más que en otras épocas.
Según los científicos expertos en el cambio climático del IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU), si seguimos sin hacer nada para remediarlo en tres décadas el fenómeno será irreversible y auguran catástrofes sin precedentes.
Antes de nada, aclaremos que el IPCC es un cuerpo político que emplea científicos para hacer un informe, de manera que, evidentemente, son los políticos los que tienen la última palabra sobre lo que debe incluir o no el correspondiente informe. Además, están en juego los intereses económicos de los científicos contratados y subvencionados.
Hay dos posturas enfrentadas sobre las causas del cambio climático de las últimas décadas: una natural y la otra provocada por la actividad del hombre.
Contemplemos ahora los dos supuestos sobre el cambio climático para ver cuál es más coherente.
Primero: El clima está cambiando de una forma natural.
Los que defienden esta opción se fundamentan en que los océanos contienen 37.400 GT de CO2; la biomasa terrestre entre 2.000 y 3.000 GT; la atmósfera unos 720 mil millones de toneladas y los humanos aportamos 6 GT de carga adicional. Por otra parte, la atmósfera, los océanos y la tierra intercambian CO2 continuamente, por lo que la carga adicional de los humanos es  muy pequeña en relación a las otras y, por tanto, no tiene prácticamente incidencia en el aumento de CO2 en la atmósfera. Sin embargo, un pequeño cambio en el equilibrio entre los océanos y el aire causaría un aumento de CO2 mucho más severo que cualquiera que pudiéramos producir nosotros. 
Para aquel que no lo sepa, las emisiones naturales de CO2 (del océano y la vegetación) se compensan con los sumideros naturales (de nuevo por los océanos y la vegetación). Las plantas terrestres absorben unas 450 GT de CO2 al año y los océanos absorben unas 338 GT. Esto mantiene los niveles atmosféricos de CO2 en un equilibro aproximado. Y, naturalmente, las emisiones humanas de CO2 que alteran ese equilibrio natural, también son absorbidas en gran parte por los sumideros naturales.
En resumen, pudiera ser que el aumento de CO2 en la atmósfera estuviera producido por un desequilibrio del intercambio de CO2 entre los océanos, la tierra y la atmósfera, aunque realmente no lo sabemos. Pero lo que si se ha comprobado, es que el aumento del CO2 en la atmósfera no es la causa de la subida de la temperatura, sino el efecto, ya que siempre se ha producido primero el ascenso de la temperatura y luego el aumento del CO2 en la atmósfera.
Segundo: El cambio climático es consecuencia de la actividad humana.
Como es lógico, y después del despliegue mediático a favor de esta postura, la mayoría de la población cree que el cambio climático es antopogénico.
¿Y en qué se fundamentan? Pues en los informes del IPCC, que dicen que la actual tendencia de calentamiento global es de particular importancia, porque la mayor parte de ella es muy probable (más de un 95% de probabilidades) que sea el resultado de la actividad humana que, desde mediados del siglo XX, está creciendo a un ritmo que no tiene precedentes en las últimas décadas y milenios.
Pues bien. Esto sencillamente no es cierto.
Calentamientos globales han existido siempre y en los últimos 10.000 años ha habido varios más cálidos y de mucha más duración:
Entre los años 800 y 1300 (donde no había industria) se produjo un calentamiento global muy superior al actual que fue llamado “óptimo climático”. Fue la época donde se construyeron los castillos y las catedrales más grandes. En esta época los vikingos colonizaron Groenlandia durante más de 100 años. Allí tenían viñedos, ganado y bosques. En este periodo la humanidad prosperó como nunca antes, y todo se acabo cuando llegó la mini Edad de Hielo.
Hubo otros periodos cálidos anteriores a este, entre ellos: en el tiempo de los romanos; en la época de los egipcios; al final de la era del bronce (800 años a.d.c.) y entre 5.000 y 7.000 años atrás.
En todos estos periodos la humanidad prosperó como nunca antes lo había hecho y el aumento de la temperatura fue muy beneficioso para el planeta, los animales, las plantas y el ser humano en particular.
Nos venden que el aumento global de la temperatura en el planeta de entre 1 ó 2 grados va a ser catastrófico, y no es verdad. Al contrario, sería bueno para la vida animal y las plantas (el frío mata cien veces más que el calor).
Ahora bien. Esta gente, empeñada en hacernos creer las consecuencias apocalípticas del aumento del CO2 en la atmósfera, engloba todo en el concepto de cambio climático, y eso no es así.
¿Que tenemos que proteger el medioambiente? Evidentemente. ¿Que es urgente hacer respirable el aire de nuestras ciudades? También. ¿Que debemos hacer un uso racional de los recursos? Por supuesto. Pero esto nada o muy poco tiene que ver con el clima.
Esta farsa del cambio climático para lo único que va a servir es para justificar medidas que serán traducidas en impuestos y regulaciones estrictas. Y lo más importante. Serán muy duras y contarán con nuestro más absoluto apoyo y consentimiento. Y todo en aras a una manipulación de la realidad como ya ha ocurrido en tantas ocasiones como, por ejemplo, la utilización del terrorismo para implementar unas medidas de control severas y convertir el mundo en un estado policial con la escusa de que es por nuestra seguridad.
Bueno, pues dicho esto, ahora tendríamos que ver que vamos a hacer y cómo lo vamos a hacer.
Lo primero que tenemos que plantearnos es qué tipo de vida queremos llevar, y a qué estamos dispuestos a renunciar. Porque, como decía Esperanza Aguirre, el gratis total no existe: una cosa es predicar y otra muy diferente dar trigo.
Seamos serios. El petróleo y todos sus derivados han hecho posible el desarrollo sin precedentes de la humanidad en los últimos 100 años. Sin el petróleo, ese desarrollo nunca se hubiera producido. Por otra parte, los automóviles, ordenadores, teléfonos móviles, electrodomésticos, plástico y un sinfín de productos, que nos hacen la vida más agradable, no salen de la nada. Salen de la naturaleza y luego hay que manufacturarlos. Y, ciertamente, eso conlleva un coste medioambiental. Ahora bien, deberíamos calibrar en su justa medida los pros y los contras.
Pondré un ejemplo.
Hace cinco años tuve un accidente de moto y me rompí la tibia y los cinco metatarsianos. Pues bien, el traumatólogo me dijo que tenía que realizarme una intervención muy agresiva que consistía en llenarme la pierna y el pie de hierros y tornillos. La otra alternativa era quedarme cojo de por vida. Evidentemente, elegí –y creo que con buen criterio- la primera opción.
Pues bien, eso mismo es lo que deberíamos sopesar, con respecto al impacto medioambiental, para tener un desarrollo sostenible.
Todos esos que piden a los gobiernos, ingenuamente, medidas contra el cambio climático no son conscientes de lo que eso significa. A esos jóvenes, seguidores de Greta, habría que preguntarles si están dispuestos a renunciar, por ejemplo, a su teléfono móvil, ya que en la elaboración de un teléfono móvil intervienen un montón de industrias contaminantes como la minería, electrónica, transporte y un largo etcétera. ¿No sería más razonable no renunciar al móvil y hacerlo más eficiente y duradero para no tener que cambiarlo cada 3 ó 4 años?
Desechando para siempre la obsolescencia programada y el lucro, la mitad de los problemas medioambientales desaparecerían de un plumazo. Pero por muchas medidas que se tomen, si no quitamos el dinero de la ecuación, jamás conseguiremos nada, ya que la corrupción es intrínseca al dinero.
¿Que las cosas se pueden hacer mejor? Evidentemente. Y de eso se trata. Pero somos nosotros y no los gobiernos (sabemos todos para quien gobiernan) los que con nuestro consumo responsable tenemos que cambiar las cosas, y no a base de impuestos y restricciones que, además, solo recaen sobre el “populacho” ya que las clases adineradas ni pagan impuestos ni están sometidas a restricciones.
Como ocurre siempre, en este Sistema nada es llevado a cabo si no hay dinero de por medio. Así que, seguir el rastro del dinero suele conducir a la verdad.
Estoy convencido de que países como Sudán, Burundi, Mozambique o Madagascar quisieran ser como Finlandia, Austria, Singapur o Suiza, pero me temo que no lo van a conseguir, ya que los impuestos y restricciones al carbono no se lo van a permitir.
El negocio más lucrativo del mundo (ya que no paga impuestos) es el relacionado con las drogas, que mueve en el mundo más de 650 mil millones de dólares al año. Pues agárrense. El negocio del carbono (léase cambio climático) mueve el doble, 1,3 billones de dólares al año y subiendo.
Hay tantos intereses puestos en juego en la farsa del cambio climático que no es de extrañar la repercusión mediática que suscita. Esto no quita que dentro de las medidas a tomar algunas vayan en la dirección correcta y colaboren a descontaminar el planeta. Pero el clima hará lo que ha hecho siempre: cambiar, nos guste o no nos guste.

jueves, 14 de noviembre de 2019

EDUCACIÓN PARA UN MUNDO QUE YA NO EXISTE


El mundo está atravesando por un momento muy delicado.
Si comparamos los acontecimientos que llevaron en 1929 a la Gran Depresión con la situación actual, es para preocuparse.
Si bien el Crack del 29​​ fue la más devastadora caída del mercado de valores en la historia de la Bolsa en Estados Unidos, la situación de los mercados a día de hoy no le van a la zaga: la Bolsa ahora está más sobrevalorada que entonces y la OPV (Oferta Pública de Venta, o salida a Bolsa de un activo) es de peor calidad que, por ejemplo, la burbuja especulativa de las puntocom que se comercializaron entre 1998 y 2001.
Si a eso le sumamos que la automatización está acabando con el empleo, sin que haya una alternativa que lo sustituya; que la mayoría de los trabajos son precarios y están mal remunerados; que los jóvenes cada día son más violentos y muchos de ellos se están radicalizando; y que existe una desigualdad en la distribución de la riqueza nunca antes vista, la cosa no pinta bien.
Con estos antecedentes, y haciendo memoria de lo que ocurrió en nuestra reciente historia hace 90 años, creo sinceramente que estamos en un momento de crispación que se está haciendo viral a lo largo y ancho del Planeta.
La gente, en general, está harta de los políticos que mantienen este sistema corrupto, injusto y absurdo. Hay revueltas sociales muy violentas por todas partes: en España, Francia, Inglaterra, Italia, Perú, Argentina, Bolivia, Ecuador, Méjico, Hong Kong, Chile, Líbano, Irak, Haití….., por no mencionar los conflictos bélicos en los países árabes y del tercer mundo.
Estas revueltas, amén de tener cada una de ellas un objetivo singular concreto, tienen un denominador común: la indignación general por la precariedad a la que se está sometiendo en todo el mundo a la clase trabajadora.
Llevamos años viviendo la mentira de la democracia que para lo único que ha servido es para hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Y todo esto se ha hecho con nuestro consentimiento a cambio de la gilipollez de la libertad de expresión, ya que de qué nos sirve manifestar nuestra disconformidad e indignación con el Sistema si luego no tenemos poder para cambiar nada.
No seamos ingenuos. Meter un voto en una urna cada 4 años no nos permite cambiar nada que no quiera el poder global del dinero.
Los políticos no han hecho otra cosa, a lo largo de la historia, que crear problemas sociales, laborales, económicos y estructurales de todo tipo.  Nunca han resuelto nada, por la sencilla razón de que no saben de nada y sólo tienen verborrea electoralista.
La gente, ingenuamente, piensa que nuestras democracias y gobiernos son los que han propiciado el estado de bienestar del que gozamos (no todos) hoy en día. Pero se equivocan. Quien verdaderamente nos ha proporcionado agua en nuestro hogar (caliente y fría), energía eléctrica, automóviles, teléfonos, ordenadores, medicinas y todo aquello relacionado con el estado del bienestar ha sido la ciencia y la tecnología. Y eso que para ello sólo utilizamos la masa gris de, a lo sumo, el 1% de la población mundial.
¿Te has parado a pensar en cómo estaría la sociedad si pusiésemos al 10-20% de los habitantes del planeta a investigar para crear un mundo mejor? Sin lugar a dudas el avance sería tremendo. Entonces, ¿por qué no se hace? Pues porque para eso sería necesaria una educación de calidad para todo el mundo y es evidente que al establishmen no le interesa, pues perdería todos sus privilegios.  
Todo, absolutamente todo, está relacionado con la educación.
La educación que se imparte a las masas, a nivel mundial, sigue siendo demencial. Se nos forma únicamente para ejercer un puesto de trabajo en la sociedad de acuerdo al sistema establecido y nada más.
Pero la tecnología avanza demasiado deprisa y está cambiando el mundo drásticamente. Y la pregunta es: ¿por qué se sigue educando y formando a la gente para vivir en un mundo que ya no existe? Evidentemente, las nuevas generaciones educadas con planes educativos basados en los mismos dogmas del siglo pasado están abocadas al más estrepitoso fracaso, y el establishmen lo sabe.
Si queremos un mundo mejor no hay otra forma de conseguirlo que no sea mediante una buena educación de calidad para todos.
La educación no puede ni debe estar en manos de políticos, cuya única preocupación es adoctrinar a las masas. El verdadero objetivo de la educación actual es hacer al individuo un ser trabajador consumidor y no cultivar el conocimiento y la creatividad para el beneficio de la sociedad.
Miremos el ejemplo de España, donde la educación pasó a formar parte de las competencias de las autonomías (que evidentemente están en manos de políticos) y ahora tenemos 17 maneras diferentes de ver, por ejemplo, la historia, entre otras cosas. Y no digamos si estas autonomías están gobernadas por nacionalistas. Con esto no estoy diciendo que la historia que aprendimos antes no fuera manipulada, que también.
La base de la educación actual es el miedo. Desde el primer contacto escolar se le inculca al niño la cultura del miedo. Este sentimiento le acompañará de por vida y hará de él un ciudadano sumiso, adaptado y fiel cumplidor de las reglas sociales impuestas por el Sistema. Del mismo modo, si alguien intenta salirse de la norma será visto por todos los demás como un inadaptado. En definitiva, lo que recibimos la mayoría de los mortales es una educación adaptada a un Sistema, muy bien estructurado, donde nos convertimos tanto en víctimas como en verdugos.
Todo lo que vemos actualmente en nuestro mundo tiene como base el miedo: miedo al cambio, al progreso, a la muerte, y, en general, a todo aquello que nos rodea. Pero la realidad es que a lo que tenemos miedo de verdad a ser nosotros mismos, ya que se nos ha educado para que así sea.
De que los miedos inculcados al individuo, desde la más tierna infancia, no desaparezcan se encarga la todopoderosa industria de medios de comunicación de masas, con la abominable televisión a la cabeza.
Un ejemplo claro de ello son los debates electorales televisados que han sufrido nuestras mentes recientemente. Son vomitivos. Tratan a la audiencia como si fuera retrasada mental, ya que no se puede decir tantas gilipolleces, tantas mentiras e inculcar tanto miedo en tan poco tiempo.
¿Pero de verdad la gente no se da cuenta de que esto es un circo? ¿No se entera de que es una obra de teatro donde cada uno representa su papel?
Me da mucha pena de la pobre gente que piensa que con su voto, con su huelga o su manifestación va a cambiar algo.
Nunca en la historia se ha cambiado nada que el poder no haya querido cambiar, salvo si se acaba con el poder (por ejemplo los zares en Rusia). Los cambios, si se producen,  es cuando la gente toma de verdad el poder (por ejemplo, la toma de La Bastilla, la revolución cubana, bolchevique, etc.). Pero luego se colocan en el poder los que tomaron el poder y vuelta a empezar: el pueblo vuelve a ser adoctrinado y machacado para trabajar como un esclavo y seguir pagando impuestos.
Desde que el mundo es mundo no ha cambiado nada en este sentido: sigue habiendo amos y esclavos. La única diferencia está en que antes el esclavo sabía que era esclavo, sin embargo, los esclavos de ahora no sólo no son conscientes de que son esclavos, sino que lo son con su absoluto consentimiento.
Para nuestra desgracia, la educación que recibimos se reduce a obedecer, repetir y no cuestionar: nada de pensamiento crítico o te colocarán la etiqueta de negacionista, inadaptado o conspiranoico.
Pero la realidad es que todos tenemos el derecho a cuestionar y a indagar, por nosotros mismos, para comprobar si lo que se nos enseña es verdadero o falso, lo diga quien lo diga. Todos tenemos la capacidad de sumergirnos en el conocimiento, ya que somos seres inteligentes. Y, lo más importante. No debemos dejarnos influenciar por la gente que posee títulos académicos rimbombantes o puestos de relevancia jerárquica en la sociedad, ya que son los que más mienten.
No es de recibo que en un mundo tecnológico, como el actual, capaz de proporcionarnos una educación de calidad, además de tecnología y medios suficientes para solucionar la mayoría de nuestros problemas, esté como está.
Conclusión:
Mientras no exista una educación de calidad para todos, el mundo seguirá en manos del poder económico, político y militar, generando cada día más desigualdad.
La única solución es tomar conciencia, cada uno de nosotros, de que todos somos iguales (aunque distintos) y que nos necesitamos unos a otros. Y, por supuesto, de que nadie está por encima de nadie.
Pero para llegar a ese nivel sería imprescindible una educación y formación de calidad para todos, y me temo que, hoy por hoy, es absolutamente impensable.

domingo, 3 de noviembre de 2019

¿Y SI EL CLIMA ESTUVIERA SIENDO MANIPULADO POR EL HOMBRE?

Este verano todos los medios de comunicación difundieron la noticia de que Donald Trump quería comprar Groenlandia a los daneses.
¿Y para qué quiere EEUU una isla recubierta de hielo? Pues, probablemente, para utilizarla del mismo modo que utiliza Alaska, que fue comprada a los rusos en el año 1867 por 7,2 millones de dólares.
Evidentemente, la versión oficial es que le interesa geoestratégicamente y para explotar sus recursos –que no digo yo que también-, ya que Groenlandia dispone de yacimientos de rubí, platino, níquel, uranio, aluminio, titanio y cobre, entre otros. Además, recientemente se han descubierto reservas de petróleo en sus costas.
Y digo yo: ¿y por qué no explotan esos recursos los propios groenlandeses? Pues porque, como ocurre en un mundo donde prima el dinero, si extraer esos recursos cuesta más de lo que se va a sacar por ellos, ahí se quedan.
Llevamos varias décadas oyendo que el cambio climático que estamos padeciendo es antropogénico y que el causante es el CO2 que emitimos a la atmósfera. Esta versión es la que respalda la ciencia del estatus quo, pero la otra ciencia –honesta no subvencionada- lo desmiente categóricamente.
Pues bien. ¿Y si verdaderamente el clima estuviera siendo manipulado por el hombre?
Que el clima ha cambiado en las últimas décadas es más que evidente. Ahora bien, que este cambio lo haya producido el CO2 emitido a la atmósfera, aumentando así el efecto invernadero, podría ser la tapadera perfecta para ocultar lo que está pasando realmente.
Muy pocas personas han oído hablar del misterioso Proyecto de la Fuerza Aérea Norteamericana, HAARP (High Frequency Advanced Auroral Research Project), cuya traducción sería, Proyecto de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia.
En Gakona, Alaska, se encuentran unas instalaciones militares donde se está desarrollando el misterioso Proyecto HAARP. Consiste en la instalación de 180 antenas que funcionando a la vez emiten 1 GW =1.000.000.000 W; es decir, un billón de ondas de radio de alta frecuencia, las cuales penetran en la atmósfera inferior e interactúan con la corriente del “elecrojet aureal” (campo eléctrico flotante la Tierra)


El Proyecto HAARP se “vende” a la gente como uno de tantos estudios realizados por el ejército de los EEUU como el Proyecto Starfish (1962), el Solar Power Satellite (1968) o el Military Implications (1978), que son estudios llevados a cabo de la ionosfera y la alta atmósfera con fines científicos y de defensa, supuestamente, pacíficos.
¿Pero cómo funciona y para qué sirve el Proyecto HAARP?
La versión oficial lo explica de la siguiente manera: “los pulsos emitidos artificialmente por sus 180 antenas estimulan a la ionosfera creando ondas que pueden recorrer grandes distancias a través de la atmósfera inferior y penetran dentro de la tierra para encontrar depósitos de misiles, túneles subterráneos, o comunicarse con submarinos sumergidos, entre otras muchas aplicaciones”.
Hasta aquí todo parece normal. Ahora bien. Si los mismos científicos aseguran que la tecnología militar nos lleva 50 años de ventaja al resto de los mortales, no es de extrañar que el Proyecto HAARP esté siendo mirado con lupa por determinados científicos y estudiosos del tiempo y del clima.
Según algunos científicos, HAARP se puede considerar como un verdadero "calentador" de la alta atmósfera, provocando una tremenda ionización que puede acarrear consecuencias imprevisibles. Podría dirigir sus efectos hacia cualquier zona del planeta. Estaríamos hablando de un nuevo tipo de “arma geofísica” capaz de provocar tormentas o sequías, sobre un territorio determinado, y, como no, achacarlo al calentamiento global ocasionado por el CO2 emitido a la atmósfera.
¿Es esto posible? Pues no debe de ser muy descabellado cuando el propio creador del calentador ionosférico del Proyecto HAARP, Bernard Eastlund, aseguró en su día que su invento podría también controlar el clima.
La idea original en la que se basa el Proyecto HAARP fue concebida por Nikola Tesla. Creó un sistema de transmisión de energía inalámbrica, logrando encender un conjunto de bombillas a 40 km de distancia. Su idea fue la de poder concentrar y transmitir energía a grandes distancias, mediante potentes ondas electromagnéticas que se reflejan en la ionosfera.
Se dice, que su mentor, JP Morgan, lo condeno al ostracismo, pues con su invento arruinaría el suculento negocio que JP Morgan había conseguido del Gobierno de los EEUU, al ser el adjudicatario de la contrata para instalar la red de cableado eléctrico de todo el país.
Uno de los posibles objetivos del Proyecto HAARP podría ser modular las corrientes del “electrojet aureal” y así afectar a la intensidad y dirección de los vientos zonales y del chorro (Wikipedia: el chorro, según la Organización Meteorológica Mundial, es una fuerte y estrecha corriente de aire concentrada a lo largo de un eje casi horizontal en la alta troposfera o en la estratosfera, caracterizada por una fuerte cizalladura vertical y horizontal del viento).
Diversos trabajos científicos indican que los vientos de la alta atmósfera (sobre los 50 km de altura) juegan un papel importante en el chorro, que a su vez controla las estructuras de tiempo en superficie.
Otros autores han estudiado el “electrojet aureal” y han encontrado que existe una relación muy estrecha con los vientos a 80 km de altura. Por lo que sugieren, que los sistemas “electrojet aureal” y los vientos troposféricos están, aparentemente, correlacionados.
Con estos datos, parece que la evidencia científica reciente apunta a que el Proyecto HAARP tiene la capacidad potencial de desencadenar inundaciones, sequías y huracanes, entre otras cosas.
Se prevé que en Groenlandia y Noruega se instalen -o se hayan instalado ya- nuevas antenas dentro del proyecto HAARP (aquí encajaría el interés de Trump por comprar Groenlandia.).
Pero no sólo EEUU está inmerso en este tipo de proyectos, ya que Rusia y China disponen, también, de instalaciones similares a las de HAARP.
Todo parece indicar que existe una carrera por hacerse con este tipo de “arma geofísica” entre las tres grandes potencias militares del planeta.
Bueno, pues todo ese interés, por parte del establishmen, de convencernos a todos de que el calentamiento global (con sus sequías, inundaciones, tornados y huracanes) es consecuencia del C02 emitido a la atmosfera, pudiera ser la tapadera perfecta para ocultar sus verdaderas intenciones.
Y ahora las dos preguntas inevitables:
¿Estamos viviendo las primeras pruebas del comienzo de una nueva era de “armas geofísicas” capaces de modificar el clima, entre otras cosas?
¿Es simplemente otra de tantas teorías conspiranoicas?
No lo sabemos. Pero, como diría José Mota: “y si sí”.
Decía Adolf Hitler: “La gente, en la simplicidad de sus mentes, cae fácilmente víctima de grandes mentiras antes que de pequeñas, puesto que ellos mismos cuentan pequeñas mentiras pero sentirían pudor de contar mentiras enormes. Nunca se les ocurriría fabricar mentiras colosales y, por tanto, no creen que otros tengan semejante descaro. Incluso, ante la evidencia de las pruebas que muestran la mentira, seguirán dudando y continuarán pensando que debe haber otra explicación”.


miércoles, 16 de octubre de 2019

LOS PUNTOS SOBRE LAS ÍES DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA


Las políticas neoliberales que se vienen aplicando en España desde los tiempos de Felipe González han llevado a este país al estado actual: una desigualdad entre ricos y pobres de las mayores de Europa.
Estas políticas han favorecido sistemáticamente a los empresarios sobre los trabajadores; a la banca y a los especuladores sobre la industria y al turismo sobre el sector productivo agrícola y ganadero.
La entrada de España en la UE no ha hecho otra cosa que aumentar el desempleo, ya que la industria española no es competitiva, el campo ha sido prácticamente abandonado y el sector tecnológico aún está en vías de desarrollo. Esto nos ha llevado a poner todos los huevos en la misma cesta (el turismo) y las consecuencias son trabajadores con empleo temporal estacional y mal remunerado.
Por supuesto, la recaudación del IRPF sobre estos trabajadores es irrisoria y no da para mucho, por lo tanto, y dado que los ricos no pagan los impuestos que deberían, el gobierno de turno se ve obligado a acudir sistemáticamente a los mercados y endeudarse para mantener en funcionamiento la maquinaria del Estado.
La economía de un país depende en gran medida del grado de educación y formación de sus habitantes, además del bienestar de sus trabajadores: trabajadores contentos con buenas condiciones laborales y salarios dignos, hace que sean más productivos. Pero en España hace varias décadas que esto no es así.
Los trabajadores españoles por cuenta ajena están fundamentalmente divididos entre una minoría de trabajadores fijos con un salario aceptable -cada vez en menor cuantía- y una masa creciente de trabajadores eventuales que trabajan por un sueldo raquítico con horarios minúsculos o interminables.
Las reformas laborales, llevadas a cabo por los diferentes gobiernos, han propiciado que los trabajadores hayan perdido los derechos adquiridos durante décadas de lucha obrera, quedando sujetos a los dictados de los empresarios.
Antes de la nueva regulación laboral tener un empleo estable proporcionaba un grado relativo de certidumbre a la hora de hacer proyectos a largo plazo: crear una familia y comprar una vivienda era lo más habitual. Sin embargo, para las nuevas generaciones el empleo es el problema número uno, ya que los trabajos estables están desapareciendo, los salarios cada vez son más bajos y la posibilidad de tener un futuro brilla por su ausencia.
Para las nuevas generaciones de españoles, tener una formación técnica y profesional parece fuera de lugar en un país donde la economía dependiente en gran medida del turismo. Un puesto de trabajo -cada vez más difícil de conseguir- en la administración pública o en alguna de las grandes empresas del país, es el sueño ansiado por los jóvenes mejor preparados. Pero como no hay trabajo para todos, la otra alternativa es la de emigrar a otro país, si no quieres quedarte aquí para ejercer de “licenciado camarero” “geólogo masajista” o “letrado reponedor de Mercadona”.
La generación que creció en la posguerra es la que ha llevado a este país -para bien o para mal- a estar donde está. Ha sido una generación abnegada que trabajó mucho, dentro y fuera de España, para que sus hijos no pasaran las calamidades que ellos padecieron. Pero se equivocaron.
Esta generación de padres ha sido demasiado indulgente con sus hijos. Tuvieron -y aún tienen- un fuerte sentimiento de "sacrificio" para dar a sus hijos todo lo que ellos no tuvieron al crecer pobres. La ironía de esta situación, es que los padres esperaban que dando a sus hijos todo aquello que ellos no tuvieron (dinero, caprichos y carreras universitarias…) sus hijos conseguirían empleos mejor remunerados y que alcanzarían un estatus más alto. Sin embargo, la realidad es que, en lugar de eso, los hijos de estos padres trabajadores no pueden lograr ni siquiera el nivel de seguridad e ingresos de sus padres.
Durante los 13 años y medio que Felipe González estuvo en el poder fue donde se empezó a gestar la situación que padecemos ahora. El régimen socialista fue el primero en reforzar el poder de las empresas. Promulgó una serie de leyes laborales que socavaron el empleo estable de los trabajadores, permitiendo a los empresarios emplear a la gente con contratos eventuales y sin indemnización por despido.
Posteriormente, los gobiernos de Aznar, Zapatero y Rajoy hicieron lo propio, dejando al país en la situación actual: trabajadores cada vez más pobres y empresarios cada vez más ricos.
Entre la mayoría de trabajadores jóvenes que acceden por primera vez al mundo laboral, hay una frustración creciente por el empleo ocasional de subsistencia –esclavo mal remunerado- y la incapacidad, por lo tanto, para emanciparse, progresar y hacer planes a futuro.
En este contexto, son los padres -y en algunos casos los abuelos- los que mantienen a estos jóvenes con un nivel de vida superior al que tendrían si estuvieran trabajando, de ahí que la mayoría de los jóvenes no estén interesados en forjarse un porvenir.
La tendencia mayoritaria, por parte de estos jóvenes, es la de aceptar las circunstancias y dar por sentado que los padres deben hacerse cargo de ellos de por vida. Y no les falta razón, ya que les compran bienes de consumo y les financian gratuitamente todas sus necesidades (comida, ropa, techo, coche, teléfono móvil,…) sin pedirles nada a cambio. Lo hacen simplemente porque son sus hijos. Nada más.
Pero cuando los hijos pasan de la treintena, siguen sin emanciparse y dependiendo económicamente de sus progenitores, la cosa cambia. Los padres a estas alturas están jubilados o a punto de hacerlo. Y claro está, con menos ingresos y menos energías, tener que seguir manteniendo a sus hijos como cuando eran pequeños está fuera de lugar. Esta situación hace que los padres deban restringir su nivel de vida sintiéndose cada vez más exasperados. Pero la cruda realidad es que no pueden hacer nada para remediarlo, ya que fueron ellos mismos los que, con su mal ejemplo, provocaron esta situación.
Y en esas estamos.
La generación de la posguerra, que tanto mimó a sus hijos, ahora no sabe cómo arreglar lo que ya no tiene remedio. Viven en una dicotomía continua: tan pronto maldicen al Sistema por haber dejado a sus hijos sin futuro, como se enfadan con ellos por no esforzarse en buscar un empleo.
Actualmente, la mal llamada clase media de este país vive de las reservas del pasado, y las nuevas generaciones de jóvenes (no olvidemos que son el futuro del país) están viviendo del trabajo y los ahorros de sus padres. Sin embargo, a las grandes familias adineradas nunca les ha ido mejor.
Bien es verdad que hay aproximadamente un 20% de jóvenes a los que les va bien. Son fundamentalmente jóvenes preparados que, en la mayoría de los casos, disponen de  buenos empleos gracias a los contactos de sus padres. Básicamente podemos decir que en la situación actual “si tienes padrinos te bautizas”, de lo contrario es casi seguro que no.
Se dice siempre que un país es rico o es pobre en función de sus recursos. Pero no es verdad. Todos los países son ricos y todos poseen el recurso más preciado: sus habitantes.
Países como Bélgica, Suiza, Singapur, Japón, etc., son países ricos sin prácticamente recursos naturales. Y al contrario, países como Nigeria, Congo, Sierra Leona o Argelia, son algunos de los numerosos países que disponen dentro de sus fronteras de muchos recursos naturales pero, sin embargo, están considerados países  pobres.
La verdadera riqueza de un país es la masa gris de sus gentes. Nada más y nada menos.
No lo dudes. Un país donde sus ciudadanos gozan de una buena educación y formación siempre saldrá adelante, amén de si dispone o no de recursos naturales. Evidentemente, no es el caso de España, donde la educación y formación de sus ciudadanos deja mucho que desear. Y no es porque seamos más torpes que los demás, sino porque históricamente la ineptitud y egoísmo de nuestros gobernantes así lo ha querido. Y esto no ha cambiado un ápice.
Un país de 46 millones de habitantes -considerado desarrollado- con multinacionales tan importantes como Inditex, Telefónica, Iberdrola, Repsol, Banco Santander, etc., donde existe una bolsa de 8,5 millones de personas en exclusión social y el 48% de la población llega a duras penas a fin de mes, es sencillamente inadmisible. Por lo tanto, algo estamos haciendo rematadamente mal.
La gente ingenuamente piensa que la situación mejorará, pero mucho me temo que para la mayoría de los trabajadores la situación empeorará.
Si seguimos el dictado neoliberal que nos impone Bruselas, y arrastrando los errores que cometió la generación de la posguerra con sus hijos, es más que probable que nos convirtamos en un país como Méjico, donde una minoría nada en la opulencia mientras el resto sobrevive con salarios de mierda, con perdón.
Esta es la realidad de la economía española. Lo demás, son cantos de sirena de políticos, con discursos para mentes muy cortitas. Y así nos va, claro.

jueves, 3 de octubre de 2019

¿QUÉ SOCIEDAD NOS ESPERA CUANDO ESTALLE LA BURBUJA DEL DINERO FIAT?


La gran estafa del sistema monetario ha llegado a unos niveles de corrupción tan grandes que ya no queda más remedio que seguir engordando esta gran mentira o hacer borrón y cuenta nueva.
Los programas de flexibilización cuantitativa, la deuda y los intereses negativos, son parte integrante de esta gran estafa.
Los bancos centrales, con el BCE a la cabeza, han inducido a los ciudadanos de a pie (trabajadores, pensionistas y pequeños ahorradores) a un suicidio económico colectivo bajando los salarios, endureciendo la manera de llegar a cobrar una pensión y dando rentabilidades e intereses negativos a los ahorradores. Para ello, han aplicando sin cesar los continuos programas de flexibilización cuantitativa.
Mediante estos programas, han inyectado una cantidad enorme de dinero en el Sistema haciendo que el dinero existente pierda valor. Es lo que se conoce como “inflación encubierta”. Esta práctica, como es de suponer, ha generado una descomunal deuda que “supuestamente” hay que pagar.
Actualmente existen en el mundo 18 billones de euros de deuda, con rentabilidad negativa, y una deuda total mundial de cerca del 350% del PIB global y subiendo. Esto sencillamente es  una barbaridad y jamás, repito, jamás se va a poder pagar.
Los gestores de los grandes fondos de inversión -que son los que “cortan el bacalao”- se ven obligados, por parte de las instituciones reguladoras, a invertir en estos bonos (a priori una forma segura de perder dinero) poniendo como escusa mitigar el riesgo y así seguir manteniendo a flote el sistema de dinero FIAT que tan ricos les hace a ellos y tan pobres y esclavos a nosotros.
Pero la verdad no es esa. La verdad es que invierten en estos bonos porque saben con certeza (disponen de información privilegiada) que los intereses negativos van a seguir creciendo, de tal manera que, cuando los vendan, sacarán pingües beneficios.   
Por otra parte, hay una prueba evidente de que el actual sistema FIAT, con el Dólar como divisa de reserva mundial a la cabeza, es una burbuja a punto de estallar. Y no es otra que la compra masiva de oro por parte los dos países más reacios a las políticas de EEUU, como son Rusia y China.
Mantener el Dólar como divisa de reserva mundial con los actuales intereses negativos se me antoja ardua tarea. Si a eso le sumamos la desafección hacia el Dólar de países como China, Rusia e Irán, entre otros, es más que seguro que llegará un momento en que la burbuja estallará. Y cuando esto ocurra, el sistema FIAT simplemente se vendrá abajo.
Esto no es una ocurrencia mía. Todos sabemos quién es JP Morgan, ¿verdad? Pues bien. El banco estadounidense de inversión, JP Morgan Chase, ha dirigido a sus clientes internacionales de banca privada (es decir, a las grandes ballenas inversoras) un informe en el que les advierte de que "el dólar puede perder su estatus dominante a nivel mundial" debido al auge de potencias como China. Les aconseja diversificar sus carteras e invertir en oro y otras divisas, como la asiática, entre otras.
¿Y qué pasará cuando se derrumbe el actual sistema monetario FIAT? Pues que, o volvemos a la norma del oro o inventamos otro nuevo paradigma en el que no intervenga ningún tipo de dinero.
Un mundo donde no exista ni el dinero ni el trueque ni el comercio ni la propiedad privada es posible. El Proyecto Venus, de Jacque Fresco, va en esta línea. Se asienta en una economía basada en recursos, en donde se supera el dinero y el trabajo, ya que todo tiende a la automatización. También se declaran los recursos de la tierra como patrimonio de toda la humanidad y la tecnología y el conocimiento quedan abiertos a todos los habitantes del planeta.
Se trata de un sistema sostenible y respetuoso con la diversidad del planeta y el medio ambiente
Si bien estas nuevas ideas están consideradas por el establishment como utópicas, no dejan de ser interesantes y quién sabe si en un futuro este proyecto -o algo parecido- se podrá implantar en la sociedad.
La verdad es que no es un sistema tan alejado de la realidad. Salvando las distancias, en las sociedades de insectos (hormigas, abejas, etc.), no hay dinero ni trueque y todos los individuos trabajan por el bienestar de la comunidad.
Ya en la supuesta “utopía comunista” se habla de que llegará el día en que la sociedad evolucionará a un punto donde no habrá necesidad de dinero y que a cada quien se le dará de acuerdo a sus necesidades.
Es indudable que una sociedad que depende 100% del sistema monetario no es capaz de imaginar, ni por asomo, un mundo sin dinero. Lo que sucede, es que desde que nacemos se nos educa en valores como la propiedad privada, la competitividad, los prejuicios y el ego. Evidentemente, los niños cuando nacen no conocen nada de esto. Sin embargo, todos esos valores son inculcados por la sociedad a los individuos para hacerles esclavos trabajadores consumidores. Nada más.
Pero la cruda realidad es que el Sistema no se sostiene y ya lo están empezando a notar no sólo los colectivos más frágiles de la sociedad.
Desde el punto de vista político el “populacho” más pobre no cuenta. Son inocuos. Ellos no protestan ni acuden a manifestaciones y, por supuesto, no votan.
Por otro lado, los trabajadores menos cualificados del primer mundo están en vías de quedar marginados y pasar a engrosar las filas del “populacho” más pobre.
Pero la mal llamada clase media, que también forma parte del “populacho”, es diferente. Sus expectativas importan (aunque menos de lo que ellos creen) simplemente porque votan y consumen.
La clase media está alarmada y tiene motivos más que suficientes para estarlo. Ellos han tenido hasta el momento una vida acomodada. Sin embargo, ahora su trabajo es menos seguro, incluso temporal; los salarios han caído empicado, con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo; su nivel de vida está decreciendo a pasos agigantados y la esperanza de sus hijos es la de vivir peor que sus padres.  
Y para terminar de perpetrar la insostenibilidad del Sistema, tenemos el envejecimiento exponencial de la población.
Por primera vez en la historia, la sociedad se encamina hacia un grupo mayoritario de población mayor -económicamente inactiva- que requiere una serie de servicios sociales muy costosos para sus gobiernos como son  pensiones, asistencia médica, etc. Este grupo se lleva más de la mitad de los Presupuestos Generales del Estado. Pero no se les puede dejar de lado pues es un colectivo que también consume (mantiene él solito a toda una industria farmacéutica) y vota.
Conclusión.
La tecnología lo está automatizando todo y va demasiado deprisa para que el Sistema lo pueda asimilar. Se está llegando a un momento donde la clase trabajadora está dejando de ser necesaria, desde el punto de vista material y económico, y la gente mayor de 65 años empieza a ser una rémora demasiado pesada. Pero nuestros políticos no tienen la preparación suficiente para afrontar estos problemas, o bien el verdadero poder se lo tiene vetado.
Evidentemente, a la élite le importa un comino lo que le pase al “populacho”, en general, -llámese clase media, trabajadora o medio pensionista-, ya que, como dicen ellos mismos, no nos necesitan para mantener su alto nivel de vida. Nos llaman “estómagos inútiles”, a los que no es necesario dar de comer.
El imperio del Dólar, no lo dudes, se derrumbará (como lo hicieron anteriormente todos los imperios conocidos) y con él el dinero FIAT y los viejos paradigmas. Esto dará paso a una nueva sociedad. Pero visto cómo está evolucionando el panorama, creo que el futuro –al menos a corto y medio plazo- no pinta bien para la mayoría de los mortales. ¿Estaré en lo cierto?
Este Sistema depredador y corrupto tiene atrapado a miles de millones de personas que no saben cómo deshacerse de él. Así que, si estoy en lo cierto, sería una buena oportunidad para quitarse de encima las pesadas cadenas del sistema monetario y todo lo relacionado con él.