sábado, 30 de marzo de 2024

EL MAYOR CRACK FINANCIERO DE LA HISTORIA CADA DÍA MÁS CERCA

En los últimos tiempos estamos viendo cosas inverosímiles: el precio de los alimentos y la energía por las nubes, unos impuestos desorbitados y unas leyes cada vez más draconianas. Sin embargo, en una sociedad tecnológica, como la actual, nada de esto tiene sentido, ya que tenemos capacidad suficiente para crear abundancia, reducir a la mínima expresión los impuestos y prescindir de leyes estúpidas, que sólo sirven para tener a la gente bajo control.   

El sistema financiero actual, del que todos dependemos, es un enorme aparato hipercomplejo que, sin embargo, no es más que un casino donde se apuesta sobre si un producto aumentará de precio o disminuirá. O dicho de otra manera, es una fantasía llena de papelitos, respaldados por otros papelitos, a los que los mercados financieros llaman “derivados”. Bueno, y ya ni siquiera eso, ahora sólo son numeritos apuntados en la base de datos de una computadora. Eso es todo.

¿Alguien sabe realmente cuántos billones de dólares representan los derivados financieros en el mundo? Pues no, nadie lo sabe. 

Según los “gurús economistas”, el crack financiero más devastador de la historia está a punto de producirse. Evidentemente, si esto llegara a suceder el “populacho” lo perdería todo de la noche a la mañana.

Este sistema corrupto tiene a los bancos centrales técnicamente en quiebra y al sistema monetario actual a punto de colapsar. Sin embargo, todo esto no es más que un plan para que los mismos banqueros dueños del mundo, que están ocasionado intencionadamente este caos, nos impongan un nuevo sistema basado en una moneda digital centralizada (CBDC): un asiento contable, programable y caducable con el que establecer una sociedad sin dinero físico, sin propiedad privada y, evidentemente, sin libertad. ¡Bienvenidos al “Gran Reinicio”!

La tecnología para llevarlo a cabo ya está disponible y sólo queda el encaje “legal” para quitárnoslo todo.

Según explica David Webb (analista de bolsa) en su libro "The Great Taking", para acometer esta expropiación total se han modificado leyes a escala internacional a espaldas de la opinión pública.

En 2008, David Webb fue testigo de la primera quiebra de un agente de bolsa. Le chocó que las cuentas de los clientes de este corredor de bolsa se cargaran a la masa de la quiebra del corredor, lo que nunca antes habría sido posible, ya que, a lo largo de la historia, los valores mobiliarios han sido siempre bienes personales. Como no le encajaba, se puso a investigar y descubrió que se debía a cambios en el Código Comercial Uniforme de Estados Unidos (contrato de garantía que determina usar los bienes personales como garantía). Siguiendo con su investigación, desveló que, una vez cambiado el Código Comercial Uniforme, se inició un proceso de armonización para consagrar este modelo en la legislación de todo el mundo, a través de la Unión Europea, creando lo que se denomina "Grupo de Seguridad Jurídica". Esto significa seguridad jurídica para que los acreedores garantizados (léase los bancos) puedan embargar los bienes de los clientes.

Según Webb, el sistema se ha modificado para poder transferir la propiedad a un nivel superior, especialmente en una crisis, con el fin de satisfacer las demandas del sistema de acreedores garantizados. Y cuando eso ocurra, las personas que creían estar protegidas, incluidas las instituciones y los fondos de pensiones más sofisticados, dejarán de tener protección.

En definitiva, han ideado este sistema para que los acreedores garantizados se hagan con todo: embargarán todas las acciones y bonos subyacentes, lo que les dará el control de todas las empresas públicas y, por supuesto, privadas.

Esto no es una mera teoría de la conspiración. Cualquiera que investigue un poco, descubrirá que los banqueros dueños del mundo están detrás de la Unión Europea y del Euro, de la Unión Norteamericana y del Amero, además de ser los impulsores de la Agenda 2030 y el Nuevo Orden Mundial.

Y ahora la pregunta del millón: ¿Pero cómo podemos consentir cosas así? Pues muy sencillo: por ignorancia y cobardía.

Nuestra sociedad está colapsando debido a la ignorancia y cobardía del 80% de la población, que no hace otra cosa que escuchar y hacer caso de las tonterías que dice la televisión. 

Por si se te ha olvidado, hace 4 años esta gente aceptó lo inaceptable: consintió que le encerraran en su casa; permitió que sus mayores fueran asesinados mediante la eutanasia o quemándoles los pulmones al hacerles respirar oxígeno a una velocidad letal de 40 y 60 litros por minuto; se inyectó un tratamiento génico experimental, presentado de manera engañosa como una vacuna protectora, cuyos efectos secundarios, extremadamente graves y mortales, siguen siendo ocultados a día de hoy por las autoridades y los medios de comunicación; se prestó a usar una mascarilla, totalmente ineficaz, cuyo único propósito era el de hacerles callar; y lo peor de todo, se negó a escuchar a los verdaderos expertos tratándoles como teóricos de la conspiración.

¿De verdad crees que esta gente alguna vez va a reaccionar? Para eso primero tendría que saber lo que se le viene encima, que no lo sabe. Aunque creo que da igual, porque cuando le digan que tiene que abandonar este mundo, porque somos muchos, lo hará convencida y sin rechistar, como hace siempre.

La Unión Europea se está en caída libre con un déficit comercial de 155.000 millones de euros y una deuda del 97% de su PIB. Los Estados Unidos tienen un déficit comercial de más de un billón de dólares al año y 34 billones de deuda. Y España, tuvo en 2023 un déficit comercial de 40.300 millones y una deuda de 1,57 billones de euros.

Estos datos reflejan que Occidente, capitaneado por el imperialismo yankee, está en fase terminal. Se está autodestruyendo deliberadamente con todas esas políticas financieras y nuevas ideologías. Y lo hace con un único propósito: despoblar el planeta.

Que los dueños del mundo necesitan la devastación económica y el desastre social para establecer su tan ansiado Nuevo Orden Mundial, es más que evidente. Pero ahora explícaselo tú a ese 80% de la población que elección tras elección vota fielmente a sus propios verdugos, dándoles carta blanca para hacer con ellos lo que quieran.

Como dijo Julio César: “Alea jacta est”. 

miércoles, 20 de marzo de 2024

LAS INSTITUCIONES MASÓNICAS QUE DOMINAN EL MUNDO

Pensar que a día de hoy vivimos en Estados soberanos, y que somos nosotros los que con nuestro voto decidimos el devenir de las cosas, es de una ingenuidad supina y, por desgracia, la creencia de la gran mayoría. Sólo los que conocen hasta qué punto nuestros Estados están ligados a una vasta red internacional de instituciones mafiosas pueden entender lo que está pasando. Evidentemente, mientras los Estados se mantengan dentro de esta red nada cambiará.

Instituciones supranacionales en manos de los multimillonarios más poderosos del mundo ya se han hecho con el control del planeta. Ahora sólo les falta moldearlo a su antojo, lo que supone -como llevan diciendo hasta la saciedad- reducir drásticamente la población y que cada individuo este perfectamente catalogado, etiquetado y controlado.

Organizaciones, poco o nada transparentes, como el Club de Roma, la Orden de los Illuminati, el Club Bildelberg, el Comité de los Trescientos, el Consejo de Relaciones exteriores y un largo etcétera son las que verdaderamente ejercen el poder en el mundo. Y al mando de todas ellas están los masones, cuyo número se estima en alrededor de 6 millones en todo el planeta.

A día de hoy, prácticamente todo está en manos de la masonería, empezando por el Vaticano (por mucho que se empeñe el Vaticano en decir que ser masón es incompatible con ser católico), cosa que sorprenderá a muchos creyentes, pero que pueden comprobar ellos mismos en la numerosa bibliografía existente.

Todas estas organizaciones poco transparentes son, sin embargo, las que ejercen su influencia en las instituciones supranacionales más importantes del mundo.

La primera de todas es la ONU: una organización supranacional, creada en 1945, para la “preservación de la paz mundial” que, paradójicamente, desde su creación el número de guerras en el mundo se ha disparado. Fue fundada durante la Segunda Guerra Mundial por dos masones de alto grado: el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt y el primer ministro británico Winston Churchill. Esta organización no es ni mucho menos lo que parece y sólo sirve para proteger los intereses de las oligarquías.

Otra organización, que está tomando una relevancia cada vez más importante, es la Organización Mundial de la Salud (OMS). Fundada en 1948, es el brazo ejecutor “especial” de la ONU. Es la responsable, entre otras cosas, de la esterilización de millones de mujeres en Kenia, India y otras muchas partes del mundo. También fue quien dirigió el experimento Covid-19, con sus millones de víctimas y cientos de miles de muertos, y ahora mismo está tratando de imponer un nuevo Tratado de Pandemias para llevar al mundo a una dictadura sanitaria.

La tercera en importancia es la Unión Europea (UE), punta de lanza del Nuevo Orden Mundial. Nació el 1 de noviembre de 1993. Cada vez está más claro que la UE es un instrumento masónico para el desmantelamiento de la democracia y la soberanía de sus Estados miembros. Actualmente, alrededor del 80% de las leyes de los Estados miembros las dicta la UE; es decir, que la Comisión Europea, -que no ha sido elegida por el pueblo- es quien dicta las normas.

Otra organización no menos relevante es el Foro Económico Mundial (FEM). Fundado el 24 de enero de 1971, es un club elitista que aglutina a los banqueros y empresarios más poderosos del mundo. Este foro está dirigido por la élite financiera masónica de más alto rango como son los Rothschild o los Rockefeller. El FEM quiere establecer una sociedad tecnocrática y transhumanista. Sus objetivos, según ellos, para 2030 son: imponer un gobierno mundial único, un nuevo sistema monetario global (las CBDC), el fin de propiedad privada (“no tendrás nada y serás feliz”) y la implantación de la Inteligencia Artificial a todos los niveles.

Luego tenemos la City de Londres: un Estado completamente independiente, dentro de otro Estado, como el Vaticano o Washington DC. La City de Londres está controlada por los Rothschild, donde más de 500 bancos hacen sus sucios negocios allí, dado que es intocable y está por encima del bien y del mal.

Llegamos ahora a la Reserva Federal (FED). Fundada en 1913 por un puñado de banqueros masones para controlar a voluntad la inflación y deflación. Con su Sistema de Reserva Fraccionaria han estado creando dinero de la nada y luego prestándolo a un interés usurero. Tiene, desde entonces, al Gobierno de los EEUU agarrado por los huevos.

Seguimos con el Banco de Pagos Internacionales (BPI), fundado en Basilea (Suiza) en 1930. Es, digámoslo así, el banco central de todos los bancos centrales. Se cuentan con los dedos de una mano los países en el mundo cuyo banco central haya permanecido fuera del alcance de las zarpas de los Rothschild, dueños y señores de este banco.

Y así podríamos nombrar muchas más instituciones francmasonas como las tres agencias de noticias más importantes del mundo (Agence France-Presse (AFP) Associated Press (AP) y Reuters), el bastión masónico de Washington DC; el World Wildlife Fund (WWF), Amnistía Internacional, el Vaticano, la UNESCO, Hollywood, el Pentágono y un larguísimo etcétera.

Esta, y no otra, es la autoridad más poderosa del mundo. Es la que impone sus reglas y la que está introduciendo la cultura occidental en todo el mundo -ya sea en China, la India o Arabia Saudita- con el fin de conseguir su tan ansiado único Gobierno Mundial.

La cultura occidental es, de hecho, un arma de destrucción masiva. Así se refleja en el panfleto “Armas Silenciosas para Guerras Tranquilas”, donde se dice que el público no puede creer que sea atacado y subyugado por un arma llamada “cultura”. Y es que el mundo entero ha caído en la trampa de Occidente y su “cultura” políticamente correcta.

¿No lo ves? Pues es muy evidente. Empecemos con el cine, que no hace otra cosa que difundir ideologías y mensajes subliminales como, por ejemplo, a favor de la ideología de género. Luego está la música, con el rap como mejor exponente: algo anodino, machacón y de mal gusto, pero que cumple el cometido de aborregar a las masas. Le siguen los videojuegos,  que difunden violencia gratuita por doquier dirigida a la población más joven haciéndola tremendamente agresiva. Seguimos con las series televisivas, creando adictos a la caja tonta (no tan tonta) desde donde somos manejados y adoctrinados. Y luego está, como no, el omnipresente fútbol que, por cierto, hace mucho tiempo que dejó de ser un deporte para convertirse en una herramienta de control de masas y un suculento negocio. Si a esto le sumamos las drogas, incluido alcohol y tabaco, que producen desastrosos efectos tanto en la población adicta como no adicta, el cóctel explosivo está servido y sólo es cuestión de tiempo para que surta efecto.

La cultura occidental prácticamente ya se ha instalando en todas partes. No hay una gran ciudad del planeta que no tenga suburbios modernos donde instalar guetos para pobres e inmigrantes. Las grandes superficies y supermercados han proliferado como setas por todo el planeta en detrimento del pequeño comercio más personal. Los coches invaden todo el espacio urbano y se han hecho dueños de las calles. Y lo más importante, la cretinización del “populacho” es la misma en todos los lugares (lo vimos durante la falsa pandemia).

Pues bien. Todos estos conceptos han venido de EEUU: país elegido por los masones para imponer sus delirios a todo el planeta. Recordemos que EEUU es el país con el mayor número de masones del planeta (cerca de un millón, de los seis que hay en el mundo)

Y ahora una última reflexión. Si alguien en su sano juicio piensa que el “populacho” ignorante, sumiso, simplón y sin ideas propias es capaz de cambiar esto, por muchos ilusos bien intencionados que luzcan chalecos amarillos o convoquen tractoradas sin ser conscientes de que así no hacen otra cosa que colaborar con el sistema, debería hacérselo mirar.

Sin embargo, hay una cosa muy simple que sí podemos hacer y que tendría una enorme repercusión en el devenir de las cosas: dejar de votar. Pero mucho me temo que el “populacho”, que ha sido programado para estar constantemente asustado, piensa que es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer y jamás dejará de votar. Cree que es su derecho, y su ceguera no le permite ver que le están tomando el pelo. 

domingo, 10 de marzo de 2024

ATAQUE INSTITUCIONAL A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Negar la existencia de censura en los medios de comunicación es tan absurdo como negar la evidencia del día y la noche. Cualquiera que tenga un mínimo se sentido común se habrá dado cuenta de que sistemáticamente hay unanimidad en todos los grandes medios de comunicación: cuentan lo mismo, demonizan lo mismo, ensalzan lo mismo y ocultan lo mismo. Ante esta tesitura, queda claro que esta gente no está ejerciendo el periodismo, sino que se limita a poner negro sobre blanco todo aquello que le dita la voz de su amo.

La censura hoy en día está tomando un cariz muy peligroso, llegando a convertir en delito la libertad de expresión. Es el caso de la Fiscalía Provincial de Valencia, que solicita una pena de tres años de prisión para un hombre que calificó la inmigración de invasión. Se le acusa de un delito de odio. ¡Hay que joderse con estos progres! ¿Desde cuándo el odio es un delito? Tanto el odio como el amor son sentimientos intrínsecos a la naturaleza humana y no pueden ser judicializados. Es tan absurdo como judicializar la tristeza, la felicidad o el miedo. Otra cosa es que se le haga daño a alguien porque se le odia; el delito está en el daño, no en el odio.

La Unión Europea y algunos presidentes de gobierno como Trudeau, Macron, Sánchez o Biden, entre otros, han declarado la guerra a los medios alternativos independientes, acusándoles de  ser los culpables de que los grandes medios de comunicación, controlados por grandes corporaciones, ya no tengan el mismo nivel de influencia sobre la opinión pública e incluso hayan perdido parte de su credibilidad. De ahí que estén preparando un montón de “leyes censura” para acabar con la libertad de expresión, y muy particularmente con la privacidad en Internet, pues pretenden que nos identifiquemos cada vez que entremos en la Red.

Pero el problema no es la censura en sí, que la hay, sino la inmensa cantidad de “personas de bien” que procesan obediencia ciega al discurso oficial de los grandes medios de comunicación. Y lo peor de todo, es que no aceptan que existan personas que, habiendo tenido la “osadía” de investigar y consultar otras fuentes, no piensen como ellos. Un ejemplo claro han sido los ataques, por parte de los grandes medios, a los disidentes de la narrativa oficial de la falsa pandemia y las “vacunas” de ARNm. La prueba evidente, es que aunque hoy en día se dispone de datos e información suficiente, como para demostrar que todo fue un engaño, los medios de comunicación hayan dejado el asunto en el olvido.

Los grandes medios de comunicación tratan de convencernos de que lo único fiable y veraz es lo que ellos nos cuentan y que el resto no son más que bulos, falsedades, teorías de la conspiración o ideología fascista. En honor a la verdad, he de decir que mayoritariamente lo consiguen (recuerda la campaña contra los no vacunados, donde sólo les falto meternos en la cárcel)

La mayoría de la gente no es consciente de que nos están literalmente idiotizando y privando de toda libertad de expresión. No se da cuenta de que su tremenda ignorancia y falta de interés, por conocer las cuestiones que van cercenando cada vez más su ya maltrecha libertad, son en realidad una forma muy sutil de esclavitud. En definitiva, la gente se ha vuelto tan dócil y sumisa, que sólo quiere que la entretengan y no moverse de su zona de confort.

Lo que impera en estos momentos es la mentira a todos los niveles. ¿Y quién es el culpable de que esto suceda? Evidentemente, la culpa es de todos nosotros, que estamos aceptando en silencio los cambios distópicos actuales.

Se está preparando toda una nueva retahíla legislativa para que todo aquel que ose cuestionar las conspiraciones reales del momento, como la ideología de género, el cambio climático antropogénico o el nuevo Tratado de Pandemias de la OMS, entre otras cosas, sea considerado enemigo público número uno de la sociedad y, por tanto, pueda ser perseguido.

Luego están las mentiras que los medios de comunicación difunden a los cuatro vientos como, por ejemplo, los desastres supuestamente provocados por el cambio climático. Sin embargo, la realidad es que ni los incendios se agravan, ni aumentan las catástrofes climatológicas (huracanes, tormentas, etc.), ni se derriten los casquetes polares, ni sube el nivel de los mares, ni se reduce la masa forestal ni nada de lo que pronosticaron en el pasado se ha cumplido (puedes consultar tú mismo los datos y hacer la correspondiente comparación). En definitiva, no es más que pura propaganda para conducir a la masa en la dirección deseada. 

Esto mismo ocurrió con la falsa pandemia, que fue una prueba indiscutible para ver con qué rapidez la población asumiría al unísono los dictados del gobierno, por muy descabellados que estos fueran. ¿Y quién fue el artífice de tal disparate? Evidentemente, los grandes medios de comunicación, con la todopoderosa televisión a la cabeza. Ellos fueron los encargados de llevar a cabo la mayor autocensura y propaganda de la historia. En honor a la verdad, he de decir que tuvieron un éxito arrollador, y ese éxito se debió a que hicieron un excelente trabajo: demonizaron todo aquello que interesaba demonizar (el Covid-19), ensalzaron todo aquello que convenía enzalzar (las “vacunas”) y ocultaron todo aquello que pusiera en duda su relato.

Es evidente que la mentira, la censura y la falta de libertad de expresión hicieron posible la falsa pandemia, y con ello la puesta en escena de todas esas estúpidas medidas totalitarias. Cuatro años después, casi todos los gobiernos del mundo (fundamentalmente los que tomaron más partido en esta locura) han ampliado su poder y abusado de su autoridad para oprimir aún más a sus gobernados. Y es que los gobiernos han aprendido a utilizar una crisis tras otra para ampliar su poder, y justificar todo tipo de tiranía en nombre de la seguridad nacional, de la salud o de salvar el planeta.

Insisto en que el problema está en la población, que bien por ignorancia, sumisión o cobardía no tiene la valentía suficiente para decir ¡basta!

Las líneas ideológicas hoy en día están más marcadas que nunca; no caigas en esa trampa. Piensa en cómo eran las cosas en el pasado y te darás cuenta enseguida de que te están engañando. No tengas miedo a consultar otros medios alternativos que no son financiados con dinero público o privado. Analiza lo que dicen y compáralo con lo que cuentan los grandes medios de comunicación atiborrados a millones por el poder global del dinero. Lo importante es que pienses por ti mismo y no te dejes influenciar por ideologías, por muy en sintonía que estén contigo. Y lo más importante, no permitas que te distraigan con la política circense y el constante aluvión de malas noticias; no le prestes ni un minuto de atención. Y, por supuesto, habla sin tapujos de lo que quieras. Sólo así podremos salvar la libertad de expresión.