lunes, 30 de octubre de 2023

¿QUÉ SIGNIFICA EL “DESARROLLO SOSTENIBLE” DE LA ONU?

El trabajo de décadas de la élite para acometer  lo que ellos llaman “desarrollo sostenible” se está llevando a cabo mediante la siguiente hoja de ruta:

1.  La aceptación por parte de los Estados miembros de la ONU de la Agenda 2030 en la Cumbre de la ONU, celebrada en septiembre de 2015.

2.  La firma del Acuerdo sobre el Clima en la Cumbre de París, en diciembre de 2015.

3.  La nueva Ley de Pandemias de la OMS, que se ratificará en mayo de 2024.

4.  La Cumbre del Futuro de la ONU, a celebrar en septiembre de 2024.

Los puntos 1 y 2 de esta agenda ya están operativos. A la nueva Ley de Pandemias de la OMS sólo le queda ser ratificada por los 193 Estados miembros de la OMS (esto prácticamente se da por hecho). Ya sólo queda que todos los líderes mundiales firmen en la Cumbre del Futuro de la ONU, a celebrar en septiembre de 2024, un nuevo pacto llamado “Pacto para el Futuro”, que si sale adelante se implementará a partir de 2025 y que, según ellos, creará “el futuro que queremos”.

Este “Pacto para el Futuro” no es más que la implantación de un sistema de control global propuesto por la ONU.

Propuesta de la ONU: “Nuestra agenda común incluye 12 compromisos para lograr un Nuevo Orden Mundial multilateral fuerte. Se trata de no dejar atrás a ningún ciudadano del planeta y firmar un nuevo contrato social que defina nuestras obligaciones para proteger el planeta de acciones humanas dañinas”.

Evidentemente, dentro de esas supuestas acciones humanas dañinas está el cambio climático antropogénico. De ahí que la ONU haya lanzado el siguiente mensaje: “Nos comprometemos a reducir las emisiones de dióxido de carbono a cero para 2050 o antes. Esto implica una reestructuración total de los sistemas energético y alimentario”. Te suena, ¿verdad?

Para justificar su patético plan, se han basado en una intrépida teoría que establece nueve límites planetarios para llegar a la destrucción de la vida en la Tierra. Estos límites son: cambio climático, integridad de la biosfera, cambio en el uso del suelo, uso del agua dulce, flujo biogeoquímico, acidificación de los océanos, carga de aerosoles en la atmósfera, agotamiento del ozono estratosférico y contaminación química.  Por lo visto, ya hemos sobrepasado cinco límites, lo que ha hecho saltar todas las alarmas.

Está teoría cuenta con el apoyo del Instituto Potsdam, el Club de Roma y el Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados que se han autoerigido en la nueva “estirpe salvadora” que definirá los límites de nuestras acciones.

Como no podía ser de otra manera, los partidarios y promotores de esta “nueva religión” son las personas  más ricas, poderosas e influyentes del mundo que poseen y controlan la economía global.

Dirigiendo las operaciones se encuentra el Consejo de Relaciones Exteriores, la Trilateral y el Instituto Real de Asuntos Internacionales Británico. Así que, sin consultar con nadie, estas tres organizaciones, no gubernamentales, se han autoerigido en las encargadas de “custodiar el planeta” para que las futuras “generaciones de estúpidos” no lo destruyan.

La élite globalista trata de imponer su Nuevo Orden Mundial basándose en la teoría de que el CO2 producido por el hombre es el causante del calentamiento global. Fue el físico y eugenista sueco, Svante Arrhenius, quien en 1896 desarrolló la teoría del dióxido de carbono. Enseguida surgieron oportunistas -como los Rockefeller- que empezaron a interesarse por la cuestión y a financiar a “eminentes climatólogos” encargándoles numerosos estudios. Obviamente, conociendo la trayectoria de los Rockefeller cualquier estudio financiado por ellos no ofrece ninguna garantía de imparcialidad.

Por otra parte, la teoría de Arrhenius está estrechamente relacionada con las advertencias de que el crecimiento de la población conducirá a una “catástrofe malthusiana” de hambruna y escasez de recursos si no se frena radicalmente el crecimiento demográfico.

¿Y cómo frenar rápidamente el crecimiento demográfico? Ciertamente existen innumerables formas de hacerlo, aunque las más usuales y rápidas son mediante guerras, hambrunas y enfermedades, que, por si aún no te has percatado, es precisamente lo que estamos viviendo últimamente.

La falsa pandemia fue la excusa más rastrera para inocular “vacunas” que están causando estragos en la población, la guerra de Ucrania la coartada perfecta para crear la crisis energética ahora amplificada con el conflicto de Gaza y la crisis energética la principal justificación para promover hambrunas y miseria.

Pero esto no termina aquí. Ahora en Europa se ha abierto un nuevo frente: la incesante inmigración ilegal descontrolada.

En lo que va de año, cerca de 30 mil inmigrantes africanos han llegado en cayuco a las Islas Canarias, duplicando la cifra del año anterior. Curiosamente, eligen la isla más pequeña para desembarcar, con el objetivo de colapsarla y así obligar a las autoridades a trasladarlos al continente. Esto mismo ocurre en Italia en la isla de Lampedusa.

Cuando la gente emigra -bien sea por razones políticas o económicas- lo hace en igual proporción de hombres mujeres y niños todas las edades. Sin embargo, los inmigrantes que está recibiendo Europa son sólo varones muy jóvenes. Más que una inmigración parece una invasión. Vamos, podríamos decir que es el Plan Kalergi hecho realidad: un supuesto complot internacional, orquestado por las élites políticas y económicas, para importar millones de trabajadores de África, mezclarlos con los europeos y crear así un híbrido débil y fácil de manipular. Hemos de reconocer que si esto no es el Plan Kalergi se le parece mucho, ¿no crees?.

Desde el año 2020 la humanidad ha sido amedrentada, domesticada e idiotizada como nunca antes lo estuvo. Pues de esto va el “desarrollo sostenible” de la ONU: de control y despoblación. A esto le llaman ellos “el futuro que queremos”. Evidentemente, será el futuro que quieren ellos, no el que queremos nosotros. 

viernes, 20 de octubre de 2023

NUEVA CONFRONTACIÓN PALESTINO-ISRAELÍ: SUMA Y SIGUE

El conflicto palestino-israelí no tiene nada que ver con lo que nos están contando los grandes medios de comunicación en Occidente, que sólo emiten trágica propaganda barata para desviar la atención y de paso fomentar la división y el odio entre los pueblos. Sin embargo, el verdadero objetivo, como en toda conflagración que se precie, es geopolítico y, por supuesto, económico.

Cualquiera que haya seguido durante las últimas décadas los acontecimientos en Oriente Próximo, sabrá de la capacidad militar de Israel y la eficiencia de su servicio de inteligencia. Por lo tanto, hay cosas que no se entienden.

¿Cómo es posible que Hamás pudiera derribar el muro que separa Israel de la franja de Gaza sin que Israel se diera cuenta?

¿Qué ha pasado con el Mossad -el servicio de inteligencia mejor preparado del mundo- para que haya sido pillado en bragas?

¿Por qué Israel no reaccionó hasta pasadas 5 horas?

Y lo más increíble de todo: ¿Es que Hamás es idiota y no sabe que un ataque de esas características contra Israel es un suicidio?

Lo que hay detrás de todo esto sólo lo saben aquellos que lo han organizado. Pero, evidentemente, huele que apesta y tendrá consecuencias para todo el mundo.

Si el conflicto de extiende por los países del Golfo Pérsico -cosa más que probable- algunos países occidentales como la UE lo vamos a pasar muy mal.

¿Recuerdas la crisis del petróleo de 1973?

En octubre de 1973, se libró la Guerra de Yom Kippur entre Israel y una coalición de estados árabes. Coherentemente, esa coalición de estados -todos pertenecientes a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP)- proclamó un embargo de crudo contra los países occidentales que apoyaban a Israel. Seis meses después el precio del petróleo se disparó casi un 300%, teniendo graves consecuencias para la economía mundial.

Si la situación en Gaza empeora, es seguro que el embargo de petróleo y gas se volverá a llevar a cabo -por lo menos por algunos de los países árabes de la OPEP- a los países que apoyan a Israel, como es el caso de la UE o EEUU. Además, Irán podría cerrar el Estrecho de Ormud y restringir así el paso de petroleros hacia Occidente, con lo que los precios del petróleo y el gas natural licuado se incrementarían hasta alcanzar niveles sin precedentes. Esto reavivaría la inflación ya existente en la UE, donde el regreso de la crisis energética probablemente asestaría el golpe definitivo a su ya maltrecha economía, con innegables consecuencias nefastas para su población.

Este posible escenario pone de relieve la gravedad de la situación en la que nos encontramos actualmente, ya que el conflicto palestino-israelí tiene la capacidad de acabar con Europa en términos energéticos y provocar un colapso devastador en otras economías como la estadounidense. En definitiva, lo que se está cociendo no es otra cosa que un golpe demoledor a la frágil economía global.

Como es de esperar, el resurgimiento de la inflación obligará a los bancos centrales a volver a subir los tipos de interés, viéndose nuevamente afectados los consumidores, las empresas y también los mercados financieros. Por otro lado, la deuda soberana probablemente se disparará, provocando un nuevo colapso total de los mercados de activos y crédito, similar a lo ocurrido en la primavera de 2020.

Pero la cosa se podría poner aún peor si la OPEP dejara de utilizar el dólar americano en el comercio del petróleo. Esto haría que la demanda de dólares colapsara, creándose un aumento sin precedentes en la oferta monetaria estadounidense, dando lugar a la hiperinflación. En definitiva, el caos apocalíptico de la economía mundial.

Y ahora la pregunta del millón: ¿Es esto lo que se busca? Lo pregunto, porque parece que todos los caminos llevan a Roma; es decir, a la destrucción de la economía mundial.

Como ha ocurrido a lo largo de la historia, una catástrofe siempre ofrece una “oportunidad” para los más avispados. Y aquí la “oportunidad” será para los globalistas, que necesitan deshacer el orden establecido para implantar su Nuevo Orden Mundial.

Llevamos décadas siendo amedrentados con predicciones de catástrofes apocalípticas que nunca se cumplen. Los “científicos”, “intelectuales” y otras “especies de sabelotodo” no hacen más que amenazarnos con una inminente catástrofe mundial sin dejar lugar a dudas (nueva pandemia, IIIª guerra mundial, ebullición climática, etc.). Y, claro está, la única solución que nos ofrecen es el control absoluto sobre todos nosotros y el racionamiento de los recursos del planeta (por parte de ellos, naturalmente). Para eso se aterroriza a los pueblos, para que acepten las políticas dictatoriales de sus gobiernos en aras al bien común y salvar el planeta.

No hay que ser ningún experto en temas geopolíticos para darse cuenta de que el camino hacia la dictadura global es cada día más evidente. Sin embargo, el mundo permanece paralizado aceptando sumisamente una tiranía tras otra.

Todo lo que estamos viendo últimamente (pandemia, guerra de Ucrania, cambio climático antropogénico, conflicto de Gaza, inmigración descontrolada, etc.) está aumentando el nivel de estrés en la población que, si de por sí ya viene asustada de fábrica, se ha vuelto paranoica. A eso hay que sumarle las armas silenciosas como las “vacunas” de ARNm, la tecnología 5G o la inteligencia artificial, entre otras, que están acabando con nuestra  fuerza de voluntad y capacidad de pensar. La consecuencia, es que cada vez nos resulta más agotador ser conscientes de los acontecimientos distópicos a los que somos sometidos constantemente. Parece como si nos costase recordar quiénes somos y de dónde venimos. Esto está condicionando al cerebro humano a ser cada vez más pasivo e indiferente. Y, por si aún no te has enterado, de eso se trata.

Definitivamente, en este nuevo conflicto palestino-israelí ni Israel va a acabar con Hamás ni Palestina se va a librar de Israel. Este enfrentamiento se ha desatado para acelerar el derrumbamiento de la economía mundial, que es imprescindible para llevar a buen puerto el “Gran Reinicio” que nos conducirá a ese Nuevo Orden Mundial totalitario.

Bajo mi punto de vista, eso es lo que se pretende. Otra cosa es que se consiga. 

martes, 10 de octubre de 2023

LA PSEUDOCIENCIA HA TOMADO LA DELANTERA A LA CIENCIA

A cualquier persona que ose cuestionar, criticar o rechazar cualquier dogma científico siempre se le hace la misma pregunta para descalificarle de inmediato: ¿Quién eres tú para desafiar a la ciencia, cuál es tu legitimidad?

Esto mismo es válido y se aplica en todas las actividades y profesiones como el deporte, la medicina, la economía e incluso en oficios como la jardinería. Si no perteneces a su casta, no tienes legitimidad para opinar y es suficiente para desacreditarte. Además, cada casta ha creado su propio lenguaje para hacerse aún más inentendible para el resto de los mortales.

Pondré un ejemplo: cuando los geólogos hablan de buzamiento nadie que no sea de su casta entiende a qué se refieren. Sin embargo, están hablando de algo tan sencillo como de inclinación. Y así ocurre en todas y cada una de las diferentes profesiones, ramas de la ciencia o la industria.

Pero la profesión número uno del mundo en este sentido es sin duda la medicina. Es evidente que a veces nuevos vocablos aportan la precisión necesaria que se requiere. Sin embargo, palabras como “astenia” para denominar la fatiga, “eritema” para el enrojecimiento o “prurito” para el picor son simplemente léxicos, podríamos decirlo así, para darse importancia y descolocar al profano.

Hoy en día hay miles de preguntas incómodas para la ciencia que se han convertido en delirantes, anticientíficas y, en algunos casos, hasta ilegítimas para todos aquellos “profanos” que osan formularlas. Me refiero a preguntas como estas: ¿Son realmente los patógenos los que nos enferman? ¿Es el hombre el causante del cambio climático? ¿Son efectivas las vacunas?…….

Estas y otras muchas preguntas están proscritas a día de hoy precisamente por la misma ciencia. Pero la ciencia no puede hacer eso.

Según la RAE, “la ciencia es el conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente”. Por lo tanto, la ciencia sólo puede existir con la condición de que pueda ser refutada. Sin embargo, la pseudociencia es irrefutable y todos los experimentos llamados “científicos” tienen un único propósito: confirmar el dogma. Y eso es lo que está sucediendo actualmente.

Que yo sepa, los postulados de de Koch, que supuestamente permiten probar la teoría viral, nunca han sido verificados. Según Wikipedia, los postulados fueron formulados a partir de los experimentos de Robert Koch con el Bacillus anthracis. Demostró que al inyectar una pequeña cantidad de sangre de un ratón enfermo en uno sano, en el último aparecía carbunco. Tomando sangre del segundo animal e inyectándola en otro, obtenía de nuevo los síntomas de la enfermedad. Luego de repetir la operación una veintena de veces, consiguió cultivar la bacteria en caldos nutritivos fuera del animal y demostró que, incluso después de muchas transferencias de cultivo, la bacteria podía causar la enfermedad cuando se inoculaba a un animal sano. Estos experimentos fueron aplicados para establecer la causa del carbunco, pero se generalizaron para el resto de las enfermedades infecciosas.

Los postulados de Koch son los siguientes:

-El agente patógeno debe estar presente en los animales enfermos y ausente en los sanos.

-El agente debe ser cultivado en un cultivo axénico puro aislado del cuerpo del animal.

-El agente aislado en un cultivo axénico debe provocar la enfermedad en un animal susceptible al ser inoculado.

-El agente debe ser aislado de nuevo de las lesiones producidas en los animales de experimentación y ser exactamente el mismo al aislado originalmente.

Pues bien, hasta la fecha nadie ha podido verificar que esto se cumpla con las enfermedades infecciosas como la gripe o el Covid-19. ¿Y qué ha hecho la “ciencia”? Pues simplemente decir que los postulados de Koch son una referencia clásica pero, de hecho, son más un ideal y que, en muchos casos, la causalidad se valida sin que se cumplan plenamente los criterios.

¡Ala! ¡A tomar por culo todo rigor científico!

Por otro lado, la virología afirma que los virus causan enfermedades después de la transmisión entre huéspedes como los humanos. Sin embargo, la falta de evidencia científica que respalde esas afirmaciones ha obligado a la creación de nuevos métodos pseudocientíficos para respaldar sus prácticas anticientíficas.

Esto mismo está sucediendo en todos los ámbitos de la “ciencia”, donde la pseudociencia justifica cosas tan injustificables como el cambio climático antropogénico, las “inofensivas” radiaciones no ionizantes, etc.

Visto lo visto, no nos queda más remedio que aceptar que la ciencia ha sido traicionada y corrompida, siendo la pseodociencia la que ha tomado la delantera con la única finalidad de que “todo vale si es por la pasta”.

Está claro que los dueños del mundo no quieren debate científico. Quieren idiotas obedientes y sumisos. Pero como todavía hay algunos que se resisten a ser obedientes y, sobre todo, que siguen -erre que erre- cuestionándose las cosas, se han empezado a implementar todo tipo de leyes para prohibir poner en duda todo aquello que la “ciencia” dice, bajo pena de ser denostado, sancionado y ahora incluso hasta encarcelado.

Seamos claros. Hoy en día el poder ya no se asienta en la realeza ni en la clase gobernante, sino en el cártel bancario. Pero, ¿se sabe quién posee y controla ese cártel? Pues claro que sí: las familias judías más importantes del mundo, con los todopoderosos fondos de inversión BlackRock y Vanguard Group a la cabeza.

Tanto BlackRock como Vanguard Group son dueños de miles de empresas. Poseen todos los grandes bancos, las grandes corporaciones, los medios de comunicación, las farmacéuticas, las tecnológicas y las energéticas. En definitiva, son los dueños de todo aquello que afecta a nuestra vida.

Podríamos decir que el actual CEO de Vanguard Group, Tim Buckley, y el jefe de Blackrock, Larry Fink, tienen un poder  casi infinito sobre las finanzas y la economía mundial, lo que les confiere una autoridad casi omnipotente  ante cualquier gobierno y, cómo no, sobre la ciencia, la medicina y todo lo demás.

Actualmente el cártel bancario judío lo controla todo. Y si lo controla todo, entonces no es de extrañar que el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) -que gestionó la “pandemia” del Covid-19 en EEUU- tuviera en nómina a personas judías con doble nacionalidad estadounidense-israelí como estas:

-Rochelle Walensky (Directora del CDC)

-Anne Schuchat (Subdirectora del CDC)

-Sherri Berger (Jefa de Personal del CDC)

-Mitchell Wolfe (Director Médico del CDC)

-Jeff Reczek (Director del CDC Oficina de Washington)

También son judías, con doble nacionalidad estadounidense-israelí, algunas personas que tuvieron que ver con las “vacunas” y las consecuencias económicas y sociales de la “pandemia” como:

-Jeff Zients (Zar del Covid-19)

-Andy Slavitt (Consejero Senior del Covid-19)

-Rachel Levine (Asistente del Secretario de Salud), es además transgénero.

-Alvert Bourla (Director de la vacuna Pfizer)

-Mikael Dolsten (Director Científico de Pfizer)

-Joanne Waldstreicher (Director Médico de Johnson & Johnson)

-Michael Rosenblatt (Director Médico de Merck)

-Tal Zaks (Director Científico de Moderna)

-Larry Fink (CEO de BlackRock)

-Rob Kapito (Presidente de BlackRock)

-Yuva Harari (Consejero Principal del FEM)

Evidentemente, puedes creer que todo esto es casual, pero las casualidades no existen y menos aún de esta envergadura.

El Nuevo Orden Mundial se está imponiendo en todo el mundo basándose en falsos argumentos científicos. Como he dicho hasta la saciedad, se trata de reducir drásticamente la población mundial para lograr una sociedad controlada digitalmente cien por cien por esta casta de mega ricos.

¿Hasta cuándo vamos a seguir dando la espalda a esta realidad?