miércoles, 20 de diciembre de 2023

COP28: UN MONUMENTAL ENGAÑABOBOS

La CUP28 (Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU) se celebró entre los días 30 de noviembre y el 12 de diciembre de 2023 en el centro de congresos Expo City Dubái, en la ciudad emirato de Dubái, bajo la presidencia de Emiratos Árabes Unidos.

Oficialmente, el acuerdo firmado en la COP28 es un paso más para conseguir las cero emisiones netas globales de CO2 en el año 2050, hacer una transición justa y equitativa de los combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) a las fuentes de energía renovables y un aumento de las inversiones para la adaptación a las alteraciones climáticas. Sin embargo, documentos obtenidos por periodistas independientes del Centro de Informes Climáticos hablan de que el país anfitrión ha utilizado esta cita para cerrar acuerdos sobre petróleo y gas con al menos 27 países antes de la cumbre.

Todo ha sido un engaño manifiesto.

Resulta que la COP28 ha estado dirigida por el Sultán Al Jaber, quien a su vez es el director ejecutivo de la compañía petrolera nacional Adnoc. Evidentemente, existe un notorio conflicto de interés entre Al Jaber (director de la compañía nacional de petróleo de EAU) y los objetivos de esa reunión que, supuestamente, buscaba desincentivar la quema de petróleo, gas y carbón por parte de los países asistentes a la cumbre. Tal es así, que el mismísimo Al Jaber abrió la conferencia diciendo: “No hay base científica que indique la necesidad de una eliminación gradual de los combustibles fósiles para limitar el calentamiento global a 1,5°C”. Paradójicamente, el rey Carlos III de Inglaterra en su discurso de la ceremonia de inauguración dijo todo lo contrario: “Rezo con todo mi corazón para que la COP28 sea otro punto de inflexión decisivo hacia una acción verdaderamente transformadora en un momento en el que, como nos han estado advirtiendo los científicos durante tanto tiempo, estamos siendo testigos de puntos de inflexión alarmantes”.

Nos toman el pelo de una manera estrepitosa. Vamos a ver, ¿en qué quedamos? ¿Ha sido esta una cumbre para reducir el consumo de petróleo o, por el contrario, una oportunidad para los países productores de vender su producto?

Partiendo de la base de que lo que ha dicho Al Jabir es verdad, existe otra gran verdad que no se ha mencionado en esa cumbre: que a día de hoy no hay nada que pueda sustituir por completo a los combustibles fósiles, al menos a corto y medio plazo. Y lo saben.

¿Por qué digo esto? Pues porque vivimos en una sociedad completamente dependiente de la electricidad. Esto es así, nos guste o no nos guste.

Hoy en día hay dos tipos de producción de electricidad: la ininterrumpida (procedente de la energía hidroeléctrica, nuclear, carbón, gas natural y petróleo) y la ocasional (procedente de turbinas eólicas y paneles solares). Evidentemente, no podemos confiar nuestros hospitales, aeropuertos, transacciones bancarias, etc. a una electricidad que dependa de si hace Sol o sopla el viento. Por consiguiente, si queremos seguir como hasta ahora necesitamos los combustibles fósiles sí o sí.

Por otra parte, todos los componentes de los medios de producción de electricidad y todos los dispositivos eléctricos se fabrican hoy en día a partir de productos petroquímicos derivados del petróleo. Turbinas eólicas, centrales eléctricas, paneles fotovoltaicos, vehículos eléctricos, bombillas y un larguísimo etcétera se fabrican a base de derivados de petróleo. Tampoco sería posible la informática, los conductos eléctricos, los aislantes de las placas electrónicas ni muchas de las grandes construcciones sobre las que hoy se asienta nuestra civilización, porque todas ellas requieren de derivados de este elemento actualmente tan denostado.

Entonces, ¿por qué organizaciones supranacionales tecnócratas pretenden ahora desconectarse del petróleo, gas y carbón y centrarse en eso que se ha dado en llamar “energía verde” proveniente de fuentes renovables?

Seamos rigurosos. La electricidad producida por las energías renovables requiere de un almacenamiento masivo que a día de hoy es un espejismo. Por lo tanto, sin combustibles fósiles simplemente no habría electricidad suficiente para todo el mundo con el nivel de vida actual. Esto también lo saben.

La COP28 –como la 27, 26, 25, etc.- nunca ha tenido la intención de mejorar nuestras vidas. La COP28 es un club de lobbies del FEM que quiere controlar y gestionar nuestras vidas, que es una cosa muy distinta. El verdadero objetivo de esta cumbre -continuista de lo que se viene pretendiendo desde 1972 con las “teorías ecologistas” no probadas del calentamiento global del “profeta” Al Gore- es crear una “agenda de carbono” que conduzca a la eliminación gradual de todas las libertades fundamentales, incluida la propiedad privada y el derecho a viajar. Evidentemente, todas esas restricciones serán aplicadas al “populacho”, no a ellos (no hay más que ver su osadía y descaro al acudir a estas cumbres en sus jets privados).

Aparte del consiguiente negocio lucrativo para algunos, la COP28 ha cumplido con creces sus objetivos. En ella se han puesto las bases para aplicar un sinfín de nuevas medidas restrictivas para la población: prohibición de usar vehículos de gasolina y diesel, dejar de consumir ciertos alimentos (carne) e incorporar otros nuevos (insectos), cambios en el transporte, regulación de viajes, implementación de ciudades 15 minutos, etc. Obviamente, todas estas medidas impopulares nos las venderán como necesarias e imprescindibles para salvar el planeta.

Sin embargo, ni el FEM ni la ONU ni el resto de organizaciones globalistas tienen ningún interés en salvar el planeta, esa es la realidad. Lo que quieren, es que el “populacho” sea cada vez más pobre y menos numeroso. Para eso es para lo que se han inventado el cambio climático antropogénico, al que achacan todos los desastres naturales acaecidos en los últimos años. Pero esto no es así de ninguna de las maneras, ya que el uso de tecnología militar para modificar el clima parece ser la explicación más relevante para comprender el aumento de los desastres naturales que hemos padecido en los últimos 20 años.

Multitud de artículos científicos revisados por pares, unidos a la información proporcionada por diferentes organizaciones intergubernamentales, documentos militares y patentes registradas revelan que, en funcionamiento, el HAARP (Programa de Investigación Auroral Activa de Alta Frecuencia), el calentador ionosférico más potente actualmente después del ruso SURA, según algunas fuentes, es capaz de influir en el clima. Del mismo modo, la modificación del clima mediante geoingeniería es una técnica contrastada desde hace décadas. Por lo tanto, las acusaciones del IPCC, de que es el hombre el causante del aumento de los fenómenos ambientales extremos (sequías, inundaciones, olas de calor, olas de frío, tornados, huracanes, etc.), son falsas, infundadas y sólo obedecen a intereses creados.

Parece ser que después de “salvar” a la humanidad con la “vacuna” del Covid-19, ahora toca “salvar el planeta”. Con esta excusa pretenden seguir implementando un totalitarismo global. Sin ir más lejos, en España, a partir de enero de 2024, los coches que no tengan etiqueta medioambiental (el 30% del parque automovilístico nacional) ya no podrán circular por las calles de Madrid. O sea, que pagamos un impuesto de circulación para luego no poder circular. Es de genios, la verdad; para quitarse el sombrero. Y lo hacen una y otra vez y no pasa nada. ¿O es que ya hemos olvidado lo que nos hicieron en 2020?

Pero la última ocurrencia ya es de traca. Después del anuncio de Christine Lagarde, sobre la inminente llegada de las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC), resulta que el BCE ha elaborado un informe donde dice que el uso de billetes tiene un impacto medioambiental equivalente a recorrer 8 kilómetros en coche. ¡Manda huevos! Que diría Federico Trillo. Tomar a los ciudadanos por imbéciles profundos a este nivel es una apuesta muy arriesgada, ¿no crees? Evidentemente, es pura propaganda para que la gente acepte las CBDC como parte del paquete de medidas para salvar el planeta.

Seguramente, el gran encuentro globalista de la COP28 haya reunido al mayor número de tontos defensores del cambio climático antropogénico del planeta (unos 70.000). Pero esos tontos no van a salvar el planeta, entre otras cosas, porque no necesita ser salvado. Lo único que han hecho ha sido colaborar en establecer un pensamiento globalizado único sobre la existencia del cambio climático antropogénico, repitiendo esta mentira lo suficiente hasta convertirla en una “verdad”. Y, claro está, una vez aceptemos esta falsa “verdad” estaremos vendidos, ya que este es uno de los puntos fundamentales de la Agenda 2030 para llevar a la humanidad a un mundo totalitario global.

Definitivamente, de esto, y no de otra cosa, va toda esta parafernalia de la COP28: un engañabobos para todo aquel que les quiera poner atención. 

domingo, 10 de diciembre de 2023

NADIE TENDRÍA PODER SOBRE NOSOTROS SIN NUESTRA COLABORACIÓN

En el mundo, siempre ha existido una minoría de “tíos listos” que se han aprovechado de una inmensa mayoría de tontos. Esta es la cruda realidad que, por cierto, no ha cambiado en absoluto y sigue vigente a día de hoy.

Evidentemente, esta minoría de tíos listos” no posee poderes sobrenaturales para tener a ocho mil millones de personas bajo la suela de su zapato. Sin embargo, no tiene necesidad, pues simplemente controlando las estructuras de poder el control de toda la humanidad está más que asegurado.

Paradójicamente, esas estructuras de poder están a cargo de una serie de personas que, aunque también pertenecen al pueblo, son, por lo general, tremendamente ambiciosas, codiciosas y prepotentes. Estamos hablando de políticos, jueces, fiscales, militares, policías, inspectores de Hacienda, abogados del Estado, diplomáticos y un largo etcétera que son los encargados de conducir al rebaño. En definitiva, son los que, sin saberlo (o sabiéndolo), trabajan para las élites que controlan el mundo.

Como es natural, los “tíos listos” no van a permitir que nadie deshaga sus estructuras de poder. De por sí, aquellos que lo han intentado han quedado “fuera de servicio”.

El mundo en que vivimos está anclado en una gran mentira. Esta gran mentira es creída a pies juntillas por la inmensa mayoría de tontos, que han dejado sus vidas en manos de todas estas estructuras de poder. ¿Y quiénes se encargan de extender esta gran mentira por los cinco continentes? Obviamente, los medios de comunicación de masas.

Nos venden la idea de que existe libertad de prensa y, por tanto, libertad de expresión. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, puesto que en la actualidad sólo hay tres grandes agencias que suministran las noticias que vemos en televisión, leemos en los periódicos y escuchamos en la radio en prácticamente los cinco continentes. Estas tres agencias son: la estadounidense Associated Press (AP), la francesa France-Presse (AFP) y la británica Reuters.

Las noticias que salen de estas agencias están controladas  -e incluso a veces escritas- por personal de los servicios secretos y militares de alta graduación. De ahí que en todas partes se produzcan las mismas afirmaciones o negaciones de la supuesta realidad. Luego, los periodistas de los diferentes medios sólo tienen que “copiar y pegar” y darle un toque personal a la noticia, aunque alguno ni siquiera se molesta en hacerlo.

Decía Ortega y Gasset que el “hombre-masa” es aquel que carece de iniciativa propia, de pensamiento propio y que sólo vive de las aportaciones de los demás. Naturalmente, un hombre así es manejado como un pelele. Está tan ciego, que es incapaz de ver que la política no es más que un reality show para entretener a esa inmensa mayoría de tontos que mantienen el sistema con su voto. Y lo peor, es que ignora que todos los partidos políticos con posibilidades de gobernar son un gigantesco engaño y que el verdadero poder lo ejercen otros.

Los gobiernos, tal como los conocemos, están controlados por lobbies que sirven a los intereses de entidades financieras y grandes corporaciones propiedad de los “tíos listos”. Mientras, nosotros, el “pueblo soberano”, nos dedicamos a pagar impuestos y a vivir felizmente ignorantes en esta prisión sin muros llamada “democracia”, en la que nos pasamos la vida discutiendo sobre qué títere político tendrá el honor de robarnos, de restringir nuestra libertad o de endeudarnos hasta la médula en los próximos cuatro años. En definitiva, nos han vendiendo un  producto tan cuidadosamente elaborado y enlatado que hemos llegado a creer que lo necesitamos. Y lo que es el colmo de la desfachatez: que lo controlamos. Evidentemente, no es así.

Acabamos de comprobar cómo tantos días de protesta callejera, tanto discurso inútil de la oposición, tanto comunicado de la CEOE, del CGPJ, de jueces, abogados y funcionarios posicionándose en contra de la investidura de Pedro Sánchez -a cambio de amnistiar a unos señores que cometieron un delito, fueron juzgados y condenados- no ha servido de nada. Y no ha servido de nada, porque el “pueblo soberano” no tiene mecanismos reales de control sobre el Gobierno y sus instituciones.

La gente que verdaderamente cree que vive en una sociedad libre, y que es el único dueño de su vida, es porque sigue la narrativa que le contaron. Pero, cuando una sociedad está sustentada en el dinero, los datos revelan otra cosa.

Podríamos decir que nuestra sociedad se apoya en cinco pilares básicos: alimentación, sanidad, energía, información y finanzas. Estos cinco pilares deberían estar controlados por el pueblo. Sin embargo, si miramos quiénes son los mayores accionistas de las grandes compañías de alimentación, de las farmacéuticas, de las petroleras, de los medios de comunicación y de la banca, ¿a quién vemos? ¡Bingo! ¡Acertaste! A BlackRock y Vanguard Group. Evidentemente, estas dos mastodónticas entidades están controladas por ese insignificante número de “tíos listos” y no por el “pueblo soberano”.

La realidad es que los “tíos listos” llevan haciendo negocio con la humanidad desde tiempos inmemoriales. Tal es así, que ahora incluso se refieren a nosotros como “recursos humanos”. Además, tienen a los gobiernos bajo control. De hecho, son ellos quienes deciden que nuestra educación sea una mierda para garantizar que no entendamos nada, que nuestro salario sea el justito para llegar a fin de mes con el fin de seguir manteniéndonos esclavizados a un trabajo y son los que establecen que muchas de nuestras distracciones sean absurdas, banales e incluso de mal gusto.

Decía Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud: “La manipulación intencionada y razonable de la opinión pública es la base de un sistema democrático”. Por lo tanto, sólo hay una forma de deshacerse de esta dictadura disfrazada de democracia representativa: dejar colaborar con esta locura.

Necesitamos ciudadanos dispuestos a hacer algo más que quejarse. ¿Te has parado a pensar que todo depende de tu voto? Los políticos dependen totalmente de los votos, así que deja de darles tu voto. Sin votos, no hay democracia representativa que valga. Este es el primer paso que hay que dar si queremos cambiar las cosas, ya que la estupidez de intentar cambiar el sistema desde dentro nunca ha funcionado.

Dicho esto, no me cabe la menor duda de que, como reza el título de este artículo, nadie tendría poder sobre nosotros sin nuestra colaboración. ¿Capisci?