Las evidencias no
hacen otra cosa que corroborar que existe un plan a nivel global para cambiar
el mundo; eso sí, el mundo de los de abajo.
Todas las
decisiones tomadas, durante los dos últimos años, por instituciones como la
OMS, la ONU, el FEM, la FED, el BCE, el FMI, entre otras, y la mayoría de
gobiernos del mundo, han ido intencionadamente a malograr la salud de las
personas y, sobre todo, a arruinar su economía.
Entonces, ¿qué
clase de gobernantes “electos” son esos que quieren lo peor para sus
gobernados?
El gobierno de mi
país (hablo de España porque es lo que conozco de primera mano), con la inestimable
colaboración de los medios de comunicación, médicos y jueces, ha cometido un
delito de alta traición por arruinar deliberadamente nuestra economía y
deshacerse del mayor número de “estómagos inútiles”, que decía Henry Kissinger.
Según el último
informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza, un total de 12,5
millones de personas, es decir, el 26,4% de la población española, se
encontraban en riesgo de pobreza y/o exclusión social en 2020, y
subiendo.
Para evitar que
esa pesadilla distópica siga avanzando, necesitamos que los gobiernos que han
atacado a sus poblaciones y han perdido por completo su legitimidad sean
derrocados. Porque cuando todos los gobiernos toman las mismas medidas, e
incluso utilizando las mismas palabras (nueva normalidad, cambio climático,
crisis energética,…), es que obedecen consignas.
Las decisiones
aparentemente dispares o contradictorias tomadas en los dos últimos años tienen
en realidad el mismo objetivo: hundir la economía y acabar con el mayor número
de personas “sobrantes”, según ellos, evidentemente.
Medidas como encerrar
tres meses a los ciudadanos no solo no procuró su salud, sino que arruinó a
muchos de ellos. Apoyar a Ucrania, proporcionándole armamento, es la mejor
manera de enquistar una guerra que traerá consecuencias. La “entrega”, por
parte de nuestro Presidente de Gobierno, del Sáhara a Marruecos ha incomodado a
Argelia que, probablemente, nos cortará el suministro de gas o incrementará su coste,
además de ocasionar serios problemas a Ceuta, Melilla y las Islas Canarias. Subir
el precio del combustible, con la que está cayendo, ha exasperado a los agricultores
y transportistas que, con sus “legítimas” protestas, están poniendo palos en
las ruedas a la cadena de suministros. En definitiva, medidas así son el arma
perfecta para arruinar cualquier economía.
Entonces, ¿qué
pasa? ¿Es que nuestro gobierno es idiota? ¿Es que no sabe que el fuego no se
apaga echándole gasolina? ¿O sí lo sabe?
Todo,
absolutamente todo lo que se cuece en el mundo de la política y la economía
está rigurosamente planificado y no tiene nada de casual. Lo que me sorprende,
es que en pleno siglo XXI sigamos dejando nuestras vidas en manos de políticos
corruptos y falsas democracias.
Los partidos
políticos están copados por personas extremadamente ambiciosas cuyo único
objetivo es medrar, eso está hartamente demostrado. ¿Y qué decir de las
democracias? Definición de democracia según la RAE: “Sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del
pueblo a elegir y controlar a sus gobernantes”. A ver, ¿he leído bien? Pues
sí, dice que el pueblo tiene derecho a controlar a sus gobernantes. ¿Y
esto cómo se hace? Porque sencillamente no es verdad, no tenemos mecanismos
reales para hacerlo.
No seamos
ingenuos. Nosotros no controlamos nada. Lo único que verdaderamente hacemos es
introducir una papeleta en una urna cada cuatro años y ya está. Y este gesto,
aunque nos pese, hace de nosotros unos esclavos consentidos.
Estamos en medio de una encrucijada donde los modelos económicos, monetarios,
financieros, educativos, culturales y territoriales están siendo liquidados a
gran velocidad. Este proyecto terminara con la globalización del planeta bajo el
pretexto del desarrollo sostenible. Y la pregunta es: ¿queda
mucho para que tengamos esa globalización? Y la respuesta es tajante: ¡ya
la tenemos!
De los 194 países
soberanos, reconocidos por la ONU en el mundo, 193 son miembros de los
Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y participantes en la
Agenda 2030, que forma parte del Gran Reinicio del FEM.
La Cuarta
Revolución Industrial y el Gran Reinicio del Foro Económico Mundial traerán
consigo identificación digital,
dinero electrónico, crédito social, renta básica universal, identificación
biométrica, inteligencia artificial, democracia electrónica, pasaporte
sanitario y transhumanismo. En definitiva, una esclavitud descomunal para todo
aquel que sobreviva a su plan eugenésico.
Dicho esto, está
claro que nuestros gobiernos son el problema y debemos deshacernos de ellos
antes de que nos vendan al mejor postor. Y para hacerlo solo se necesitan tres
cosas muy sencillas que, además, están al alcance de todo el mundo:
1. Dejar de ver la televisión. Si dejas de ver la televisión dejas de
recibir su propaganda, su intimidación y lavado de cerebro. En otras palabras,
si no te llega su mensaje, no pueden controlar tu mente.
2. Sacar el dinero del banco. Después de ingresada tu nómina o pensión en el
banco, retira el dinero dejando solo en tu cuenta las domiciliaciones de
recibos y haz todos tus pagos en metálico. Si pagas en metálico no pueden
rastrear tus gastos, por lo tanto, dejan de controlar tus movimientos.
3. No volver a votar jamás. Si votas, aunque sea en blanco, estás
legitimando el sistema, de ahí el empeño en que votes. Si no hay votos en las
urnas, no hay legitimación del sistema, por lo tanto, no hay sistema.
Si fuéramos
capaces de hacer esto, no te quepa la menor duda de que el sistema se derrumbaría
y entonces sí cabría la posibilidad de ir hacia un nuevo tipo de sociedad que,
aunque nunca será perfecta, sí infinitamente mejor que la actual.
La verdadera
dificultad radica en cómo hacemos para que nuestros semejantes despierten. Porque,
al final, son seres humanos engañados desde la más tierna infancia y con unas
creencias muy arraigadas difíciles de erradicar.
Un sistema de gobierno mundial está a punto de ser implantado. Si los ciudadanos del mundo no nos oponemos firmemente a este golpe de estado mundial, nos convertiremos en seres anodinos y nunca más volveremos a ser lo que éramos. De nosotros depende, aunque el tiempo se acaba.