domingo, 30 de julio de 2023

LO DEL PARANOICO “CAMBIO CLIMÁTICO ANTROPOGÉNICO” RAYA EN LA ESTUPIDEZ ABSOLUTA

La última barbaridad que se quiere llevar a cabo -que no es la primera ni será la última- es el sacrificio de 200.000 reses sanas de ganado vacuno, por parte del Gobierno Irlandés, con la excusa de que "contribuyen al “cambio climático”.

Esta estúpida ocurrencia no sólo es dañina para el sector, sino también cara, ya que el Departamento de Agricultura pagará a los ganaderos 600 millones de euros para que los inviertan en producir alimentos veganos. Esto quiere decir que cada vaca sacrificada le costará al Gobierno Irlandés 3.000 €, cuando el precio de una vaca oscila entre los 600 € y 1.500 €.

Cualquiera que se tome en serio semejante majadería debería al menos informarse sobre el CO2, el aporte real del mismo a la atmósfera por la actividad humana y, lo más importante, si hay dinero de por medio.

Lo primero que hay que entender, es que tanto las vacas como los humanos llevamos toda la vida expulsando C02. Si bien ahora las vacas son un “peligro” para el planeta, no veo por qué no se puede llegar a la conclusión de que 8.000 millones de personas (10 veces más que vacas) son más peligrosas para el planeta que las vacas, puesto que no sólo expulsan pedos, sino que utilizan aviones, coches, calefacción, aire acondicionado, etc. ¡Ah! Y nuestro crecimiento demográfico es muy superior al suyo. Por lo tanto, esto puede llevar a pensar que sería bueno también para la salud del planeta sacrificar humanos.

La gente se cree (sin contrastar) todas las sandeces que dicen los medios de comunicación, los políticos (que por cierto, ¿qué sabrán ellos del CO2?), los “científicos paniaguados” del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)  o las estupideces  de la ignorante “Greta majareta” (Greta Thunberg) que asegura que la actividad del hombre está destruyendo el planeta. Esto sencillamente no es cierto.

El clima de la Tierra lleva cambiando desde que se formó. Si ahora las condiciones meteorológicas parecen más extremas que antaño, es simplemente porque hay un alarmismo diario intencionado que no cuenta toda la verdad.

Además, sabemos que hoy en día se puede manipular el clima, tal y como se reconoce en la información publicada, el 10 de abril de 2023, en la página web de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET): ver aquí, también aquí y aquí.. Entonces, ¿quién me dice a mí que los dueños del mundo –proclives a la despoblación- no están detrás de todo este “sarao”?

Lo que estamos viendo puede que no sea el resultado de un cambio del clima normal, sino más bien la manipulación del clima por parte de la clase dominante, que puede estar utilizando la tecnología HAARP y la pulverización de productos químicos y metales pesados en nuestros cielos para modificar a su antojo el clima. Evidentemente, no tenemos pruebas contundentes de que esto sea así, pero no sería descartable, dado el potencial tecnológico de los militares (alto secreto) que es muy superior de lo que la mayoría de la gente cree.

La falsa narrativa climática hará lo mismo que hizo el Covid-19: crear en la población el pánico necesario para que acepte sin rechistar todas las medidas draconianas, habidas y por haber, en aras a salvar el planeta. Planeta, por cierto, que no necesita ser salvado.

El clima se ha convertido ahora en la herramienta principal que la plutocracia está utilizando para monopolizar la agricultura, la ganadería y la producción de alimentos en general.

Pero los dueños del mundo no sólo planean deshacerse de las vacas, sino que quieren controlar todos los aspectos de nuestras vidas: lo que comeremos, dónde y cuándo podremos viajar, la cantidad de energía que podremos consumir e incluso quiénes podrán procrear.

¿Comprendes ahora un poco mejor a donde pretenden llevarnos a través de la absurda farsa del “cambio climático”?

Es hora de decirle a toda esa población ignorante y sumisa, que no hace otra cosa que consumir propaganda de la televisión, que el clima está siendo utilizado para controlarnos, esclavizarnos y muy probablemente para matarnos.

Cada vez que oigas  a todos esos defensores del “cambio climático” pronunciarse sobre la necesidad de matar animales para salvar el planeta, ten en cuenta lo siguiente: El C02, o dióxido de carbono, es absolutamente imprescindible para la existencia de la vida en la Tierra, ya que sin él todo moriría. Por lo tanto, llegar a “cero neto” de CO2  (el estúpido objetivo de los “salvadores del planeta”) es un suicidio, y lo saben.

Lo que está sucediendo, es que el “cambio climático” está siendo utilizado para forzar a la humanidad a vivir en una gigantesca “jaula de grillos”, donde seremos esclavos de una casta privilegiada de ricachones sin escrúpulos.

Y no, no lo están haciendo para salvar el planeta. El planeta les importa una mierda (con perdón). Si realmente les importara, no utilizarían la histérica “agenda verde” para promover una tecnología más contaminante y derrochadora de recursos que la que utilizamos actualmente.

Para “salvar el planeta”, y con ello al ser humano, no hay necesidad de matar animales, sólo hay que deshacerse de la partitocracia y despojar a banqueros y multimillonarios de sus inmensas fortunas.

El nuevo ataque contra la humanidad, después del Covid-19 y la guerra de Ucrania, ya está en marcha. Se trata de catástrofes climáticas apocalípticas programadas.

Al igual que con el Covid-19, las artificiales estrategias de choque climáticas generarán el mismo pánico en la población, que originó el famoso “coronavirus”, con el fin de imponer medidas coercitivas que ninguna persona en su sano juicio aceptaría: sacrificio de animales, reducción de zonas agrícolas, impuestos sobre el CO2, restricciones de movilidad, cupos energéticos limitados y muchas otras cosas más.

Para terminar, decir que el supuesto cambio climático antropogénico puede que, efectivamente, esté ocasionado por el hombre. Pero no por las emisiones de CO2 a la atmósfera, sino por las instalaciones HAARP, repartidas por el planeta, y la geoingeniería. ¿Y tú qué crees? 

jueves, 20 de julio de 2023

CAÍDA DELIBERADA DE OCCIDENTE

¡Occidente está en caída libre!

No, no es un titular alarmante, sino una realidad que los políticos y los medios de comunicación tratan de tergiversar. Pero lo verdaderamente indignante es que es claramente intencional.

Una de las maneras más eficaces de poner patas arriba una sociedad, y facilitar su completo colapso, es a través de la educación.

En la tapia del colegio de una localidad de la Comunidad de Madrid reza un gigantesco letrero que dice: “La educación es la herramienta más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. Y, efectivamente, así es. Pero lo que no dice ese letrero es que lo hace en los dos sentidos: para bien o para mal.

El actual sistema educativo ha sido diseñado por los oligarcas del mundo para producir un ejército de esclavos obedientes y sumisos. Se trata de que el “populacho” tenga un aprendizaje limitado que le sirva para desempeñar un trabajo esclavo el resto de su vida. Para lograrlo, es primordial anular la creatividad de los niños y hacerles verdaderos estúpidos. Y en esas estamos.

Si desde siempre la educación no ha sido otra cosa que adoctrinamiento, lo de ahora raya en la subnormalidad. Año tras año el sistema educativo del mundo occidental está haciendo a los niños más tontos, más indefensos a la hora de defenderse ante los abusos del poder y más incapaces de tener pensamiento propio (gran parte de culpa la tienen las pantallitas).

En la actualidad, se está introduciendo en la mente de los niños toda una serie de nuevas ideas distópicas. Son ideas completamente infundadas para destrozarles psíquicamente, de ahí el descomunal aumento de suicidios entre los adolescentes. Se les enseña, por ejemplo, que su mera existencia está poniendo en peligro la vida del planeta; que su respiración puede ocasionar problemas a los demás y matar a sus abuelos; y, lo más enfermizo, se les enseña a desnaturalizar su género, haciéndoles dudar de si son niños, niñas o “niñes”. En definitiva, se trata de imponer una “nueva religión distópica”, basada en la mentira, para poner todo patas arriba.

El “gran espectáculo circense del Covid-19”, que hemos tenido la desgracia de soportar estos tres últimos años, parece haber creado las condiciones propicias para el nuevo paradigma distópico que estamos presenciando. Pareciera como si el mundo de repente se hubiera vuelto loco. La política, la economía, la ciencia, la investigación, la medicina, la educación, la justicia y toda aquella actividad donde medie el dinero están a unos niveles de corrupción y distopía jamás vistos.

Depender del Estado para tener educación, libertad y justicia es una tozudez masoquista, dado que los gobiernos occidentales están tomando decisiones radicalmente opuestas a los intereses de sus ciudadanos.

Tenemos a la UE suicidándose económicamente al renunciar voluntariamente a las fuentes de energía tradicionales baratas y asequibles. Está obligando a la industria y a las familias a depender de la energía eólica y solar (más cara y escasa) en aras a mantener a toda costa las políticas verdes de la Agenda 2030. También acaba de aprobar la nueva  Ley de Restauración de la Naturaleza, que asfixiará al sector agrario y ganadero a base de insensatas restricciones suicidas.

Pero la clave está en desmontar la familia, base de nuestra civilización. La ideología de género no es más que eso. Todo ese interés en “educar” a los niños sexualmente es para que adopten la creencia de que no existe diferencia entre sexos, lo que les condicionará a no tener hijos el día de mañana. Esto se está enseñando actualmente en los colegios, además de ser el cansino tema de moda de políticos, películas, series y programas progres de televisión.

Pero la contradicción más flagrante se encuentra en el funcionamiento cotidiano de los gobiernos de Occidente, especialmente en la UE. La mayoría de ellos toman deliberadamente decisiones que violan continuamente su constitución, los tratados internacionales y todo tipo de leyes.

A los políticos occidentales se les llena la boca de hablar de “democracia”, de “estado de derecho”, de “transparencia” y de  los “valores occidentales” que se supone defienden los derechos humanos. Sin embargo, la realidad es bien distinta, ya que, en la práctica, hacen todo lo contrario a lo que representan esos valores.

La UE se ha convertido en el sumiso lacayo beligerante y autodestructivo de la plutocracia globalista. Las políticas que la UE lleva aplicando desde hace décadas ya acabaron con la industria en España. Ahora la nueva Ley de Restauración de la Naturaleza va a destruir el sector primario, con lo cual sólo nos quedará el sector servicios, con el turismo a la cabeza. Pero cuando se regulen -en el mejor de los casos- o se prohíban los viajes, a tenor de las nuevas reglamentaciones climáticas que están por venir, ya no tendremos nada y dependeremos 100% de papá Estado. Y de eso se trata.

Por si esto no fuera suficiente, España, conjuntamente con Alemania, Argentina, Australia, Brasil, Burkina Faso, Chile, Ecuador, EEUU, Panamá, Perú, República Checa y Uruguay, ha firmado un compromiso para reducir las “emisiones de metano” cerrando granjas, lo que generará aún más la reducción inminente de alimentos.

Todas las promesas electorales de los políticos de la UE son sistemáticamente incumplidas. Así, tenemos que el Gobierno Italiano de Giorgia Meloni (elegida por sus promesas de poner fin a la inmigración ilegal) ha admitido la llegada de medio millón de nuevos inmigrantes extracomunitarios. Eso por no hablar del Presidente de Francia, Macron, o el Presidente de España, Sánchez, que no hacen otra cosa que aplicar constantemente políticas destinadas a destruir a la clase media de sus respectivos países.

Desde que el mundo se volvió idiota, al hacer caso de las distópicas “medidas sanitarias” impuestas para paliar la falsa pandemia, no han hecho más que proliferar “nuevas ocurrencias” a cada cual más estúpida. La proliferación de “ciudades 15 minutos”, la vergonzante campaña para convencer a la gente sobre la ingesta de insectos, el fin inminente de los vehículos propulsados por combustibles fósiles para hacerlos eléctricos, la nueva ideología del cambio climático antropogénico, la machacona corriente LGBTI, el nuevo tratado de pandemias de la OMS o la cercana desaparición del dinero en metálico y la introducción de las CBDC están destrozando deliberadamente a Occidente.

Este es el programa de la élite: una estrangulación intencionada de la economía, para que no se puedan satisfacer las necesidades de las 8.000 millones de personas que actualmente habitamos el planeta.

Ahora pregúntate, ¿por qué y para qué? La respuesta es obvia, pero te daré algunas pistas:

-Los precios de los alimentos siguen y siguen subiendo de una forma desenfrenada, ya que cada vez son más escasos.

-El hambre en el mundo ha alcanzado niveles alarmantes, y eso que su erradicación es uno de los objetivos primordiales de la Agenda 2030.

-Según las Naciones Unidas, alrededor del 30% de la población mundial no tiene acceso constante a los alimentos, y aproximadamente 1.000 millones de personas se enfrentan a una "grave inseguridad alimentaria".

No sé si te has dado cuenta, pero históricamente la forma más eficaz de diezmar una población siempre ha sido a través de enfermedades, hambrunas y guerras. ¿No es esto lo que está en juego en este momento? Interesante, ¿verdad?

Los sociópatas dueños del mundo no tienen ninguna intención de seguir manteniendo el nivel de vida actual. Pretenden que nos adaptemos a vivir en “ciudades 15 minutos”, comamos insectos y nos atiborremos a “vacunas” bajo el riesgo de perder nuestra futura Renta Básica Universal.

Actualmente este plan se está implementando a la vista de todos. Lo sorprendente es que está siendo terriblemente exitoso, dado que la reacción de la gente es bastante pobre, por no decir directamente nula. Así que o despertamos y sacrificamos nuestra relativa comodidad, o nos arriesgamos a ser eliminados.

Ya sabes el dicho: “No hay más ciego que el que no quiere ver”. 

martes, 11 de julio de 2023

LA PLUTOCRACIA Y EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

Desde que el ser humano empezó a vivir en sociedad siempre ha habido unos cuantos “tíos listos” gobernando a todos los demás. Estos “tíos listos” son los que han creado este Sistema –hecho a su medida en función de sus intereses- decidiendo por todos nosotros cómo debemos vivir, pensar y actuar. En la actualidad, esta oligarquía privilegiada es, además, inmensamente rica y posee la mayoría de los recursos del planeta, lo que supone que, tanto si nos gusta como si no, su poder sobre nosotros es inconmensurable. A este tipo de gente se le denomina “plutocracia”.

Hoy en día disponemos (eso sí, unos más que otros) de una fascinante tecnología avanzada que nos ha permitido un desarrollo muy rápido. Esta tecnología nos ha proporcionado muchas cosas buenas, pero la otra cara de la moneda es que también tiene el potencial de ser utilizada por la plutocracia para imponer una tiranía a escala mundial, tal y como estamos viendo.

Los dueños del mundo son unos fanáticos del control y llevan décadas diciendo que el planeta está sobrepoblado. El futuro que tienen pensado y diseñado para nosotros es ir acabando poco a poco con la “población sobrante” y al resto dividirla en dos grupos: los intelectualmente útiles y los esclavos idiotas y sumisos que harán los trabajos más desagradables (esto ya es una realidad).

El control de la salud a nivel mundial (con la inoculación de “vacunas” a diestro y siniestro) y las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC) serán las herramientas principales para llevar a buen puerto su plan.

La consolidación del poder de la plutocracia sobre todo el mundo civilizado es un hecho. Nadie en la historia de la humanidad había logrado tal hazaña. Para ello se han servido de la banca, de la propaganda y de la nación más poderosa del mundo, los EEUU. Por cierto, hay que aclarar que cada vez que oímos que los EEUU han invadido algún lugar o dictaminado sanciones económicas contra tal o cual país, no se trata de la decisión del pueblo americano, sino de la plutocracia, que utiliza a ese país como brazo ejecutor de su diabólico programa de dominación.

La plutocracia tiene infiltrados a sus esbirros en los cinco continentes además de bases militares estadounidenses: no hay país occidental importante que no tenga al ejército de EEUU dentro de su territorio.

También controla todas esas instituciones supranacionales como la ONU, la OTAN, la OMS, el FEM, la FED, el BCE, el BM, el Consejo de Relaciones Exteriores, el Club de Roma, el Grupo Bilderberg y un larguísimo etcétera.

Con todo este inconmensurable poder hacen y deshacen a su antojo sin que nada ni nadie se interponga en su camino. Por lo tanto, si han decidido reestructurar el mundo de arriba abajo lo harán. No te quepa la menor duda.

En 2020 comenzó la remodelación del ser humano más ambiciosa de la historia. Muchas de las cosas que vimos durante la falsa pandemia perseguían un objetivo claro que nada tenía que ver con la salud: la reeducación de las masas.

Estamos asistiendo a unos cambios radicales extremadamente preocupantes para todos aquellos que valoramos la libertad. Desafortunadamente, la mayoría de la gente ni siquiera es consciente, ya que la televisión (único medio que utilizan para informarse) no habla de ello y sólo da estúpidas “noticias” banales que sirven para desviar la atención de lo que realmente está sucediendo y de paso entretener y asustar a la población.

Es evidente que los niños son el futuro. Pues bien. Millones de padres no tienen ni idea de lo que está pasando en los colegios con la educación de sus hijos. El hundimiento de la educación es un hecho, ya que las nuevas ideologías disfrazadas de solidarias, incluyentes, sostenibles y tolerantes están haciendo de nuestros hijos una panda de analfabetos descerebrados sumisos y obedientes. Es tan evidente, que hasta se ha eliminado el latín y la filosofía del programa educativo: asignaturas básicas para desarrollar un pensamiento propio.

Por otro lado, han creado toda una nueva clase social de parásitos subvencionados, que serán utilizados en su momento para crear el caos que la plutocracia necesita para imponer su Nuevo Orden Mundial.

También se están implementando las herramientas precisas para el control de toda la humanidad a un ritmo vertiginoso.

La Unión Europea ya ha anunciado que quiere imponer este año una identidad digital obligatoria para ciudadanos y empresas como parte del “eIDAS 2.0” (Servicios Electrónicos de Identificación, Autenticación y Confianza). Con ello quieren garantizar que todos los estados miembros ofrezcan una billetera de identidad digital para, según la Comisión Europea, que al menos el 80 % de los ciudadanos puedan utilizar una solución de identificación digital para acceder a servicios públicos clave para 2030.

No hay que ser muy listo que digamos para darse cuenta de que esta identificación digital será la base sobre la que la OMS impondrá su certificado de salud, los bancos centrales las CBDC y el gobierno el control personal de la huella de carbono y el carnet de crédito social. En definitiva, nuestra esclavitud digital.

Nos encaminamos a toda velocidad a una tecnocracia anclada en el cientificismo. He de aclarar que el cientifismo nada tiene que ver con la ciencia, ya que la ciencia explora el mundo utilizando el método científico, mientras que el cientificismo no es más que una visión especulativa del mundo.

Los colosales avances tecnológicos se están utilizando contra nosotros para construir un mundo distópico, transhumanista y tecnocrático. Si seguimos mirando hacia otro lado, como si no pasara nada, y callando ante la injusticia, la corrupción o la tiranía, estos dementes se saldrán con la suya.

Una vez conseguida nuestra esclavitud digital, sólo les quedará crear el oportuno caos para que aceptemos de buen grado el control absoluto de la humanidad.

Probablemente, los últimos acontecimientos de Francia sean el principio del caos necesario para la consolidación definitiva del Nuevo Orden Mundial. Pensar que los políticos franceses son idiotas, y no son conscientes del problema que iban a generar con una inmigración desmesurada de magrebíes y africanos, es una ingenuidad. Y eso mismo está pasando prácticamente en toda Europa. Además, ese “multiculturalismo”, del que hablan nuestros políticos, nunca existió. Ciudades como Londres, París o Nueva York tienen barrios específicos habitados por personas de diferentes culturas que no se integran (ni quieren integrarse). Eso por no hablar de los guetos que existen en la periferia de la mayoría de las grandes ciudades.

La política del “buenismo” es algo que se lleva aplicando desde hace décadas en Occidente y tiene un objetivo: desestabilizar los Estados Nación, con el fin de imponer el Nuevo Orden Mundial que, según sus promotores, llegará a través del caos.

La tan manida estrategia “problema, reacción, solución” se repite. Ya sabes: ellos crean el problema (energético, económico, climático, sanitario, migratorio, vandálico, etc.), nosotros reaccionamos y demandamos medidas urgentes para paliar la situación (subvenciones, vacunas, restricciones de todo tipo, más estado policial y control) y ellos “pasan el rodillo”, a modo de solución, que previamente nosotros hemos demandado. Así de sencillo.

Tener el control absoluto sobre la humanidad es el fin del Nuevo Orden Mundial. Si bien nada parece detener a la plutocracia, hay, sin embargo, varios de los llamados “conspiradores” o “negacionistas” que han dado la voz de alarma intentando despertar a la población y así ralentizar lo máximo posible la implantación definitiva del NOM. Pero, la pregunta clave es: ¿conseguiremos detenerlo?