¡Así
que estamos en guerra! Al menos eso es lo que ha dicho el presidente de Francia,
François Hollande, después de los atentados del día 13 de noviembre de 2015 en
París. Es más, ha anunciado un estado de emergencia de 3 meses (la constitución
francesa no permite más de 12 días) y para ello cambiará la Constitución.
También, ojo al dato, ha dicho a Bruselas que no cumplirá con los objetivos de
déficit, ya que es prioritario acometer el gasto en la guerra contra el EI.
Pues
qué bien. Con todo mi respeto y solidaridad con las víctimas -siempre pagamos
los mismos- ya tienen la escusa perfecta para intentar salir o retrasar el
colapso económico inminente que se avecina, con una salida bélica que, por
cierto, es lo que históricamente siempre se ha hecho (sólo por poner un
ejemplo: la salida de la Gran Depresión del 29 derivó en la 2ª guerra mundial)
Ahora
están intentando hacer una gran coalición internacional –Francia y Rusia ya se
han unido- para acabar con el EI y el terrorismo en general. Pero no olvidemos
que el terrorismo ha sido creado, financiado y promovido por occidente –mejor dicho
por EEUU- para salvaguardar sus intereses económicos y geo-políticos. Esto no
lo digo yo, lo dicen, entre otros, ex agentes de la CIA y del M16. Ya les dijo
Putin en una reunión de Naciones Unidas: “¿se dan cuenta de lo que han hecho?”
Se
está generando tanto odio, por parte de unos y otros, que es casi imposible
evitar lo que parece inevitable.
Como
todo en esta vida, el fenómeno del terrorismo tiene solución. Lo que hay que
tener es voluntad de encontrar esa solución. Pero no creo que los mismos que
han creado este problema tengan intención de resolverlo y más aun cuando lo
utilizan para acometer sus tropelías económicas y financieras.
Según
todos los indicadores la economía mundial está por los suelos y a punto de
colapsar.
Las
economías de EEUU y Japón –sólo por citar a dos de las economías más grandes
del mundo- están endeudadas hasta la médula y a punto de estallar. Y en China,
según los analistas, no es oro todo lo que reluce, y aunque esté creciendo a un
6,9%, según la mayoría de indicadores está en desaceleración y con una deuda
que ha pasado de los 2 billones de dólares en el año 2002 a 28 billones de
dólares en el año 2015, y a esto hay que sumarle que tienen la mayor burbuja
inmobiliaria de todo el planeta.
Las
diferentes fases de flexibilización cuantitativa llevadas a cabo por los bancos
centrales no han hecho más que agravar la situación y el mundo financiero se ha
convertido en un gran casino en el que los únicos que sacan beneficio son los
tramposos. Un ejemplo claro de esto es el caso del Deutsche Bank, que no quiere
seguir ofreciendo a sus clientes depósitos, puesto que no necesita capital,
gracias a que el Banco Central les proporciona todo el dinero gratis que
necesitan, ya que el BCE tiene la potestad de emitir moneda con toda la
facilidad del mundo. El siguiente paso que darán los bancos será la
remuneración de intereses negativos; es decir, que habrá que pagar un interés
por tener el dinero en el banco.
Pero
el ejemplo más claro del gran casino en que se ha convertido el sistema
financiero es el comercio de alta frecuencia o transacciones de alta frecuencia
-HFT por sus siglas en inglés- que, como su nombre indica, consiste en comprar
y vender miles de títulos al día a velocidad de vértigo (especulación pura y
dura). Los fondos de cobertura, los operadores financieros y grandes firmas
comerciales con muchos especialistas que han surgido en la última década, disponen
de ordenadores súper-rápidos y programas muy complejos para disparar las
órdenes en menos de una milésima de segundo. De hecho, en términos de volumen,
las transacciones de alta frecuencia computarizadas representan actualmente entre
dos tercios y tres cuartas partes de todas las operaciones de Wall Street. Alucinante
¿verdad?
Por
mucho que nos digan que la economía se está recuperando, no es verdad, son
solamente chanchullos y maquillaje financiero para aguantar el tirón.
Hay
un indicativo claro de que esto es así. Se trata del Índice Báltico Seco que se
ha desplomado más de un 50% desde marzo y los economistas temen que esta caída
responda a una desaceleración generalizada del comercio global. (El Índice Báltico Seco -BDI por sus siglas
en inglés- es un indicador diario de precios, elaborado a partir de los datos
suministrados por los consignatarios de buques a la Baltic Exchange de Londres,
que sirve de referencia del coste del transporte de mercancías a granel por las
principales rutas marítimas del mundo)
¿Y qué
nos está diciendo el índice BDI sobre el comercio y el crecimiento mundial?:
resulta que la correlación entre el comercio mundial y el BDI es extremadamente
fuerte. La Agencia Holandesa para el Análisis de la Política Económica (CPB)
elabora mensualmente el CPB World
Trade Monitor, una estadística sobre el comercio mundial. Pues bien. Al
analizar los datos, resulta evidente que los volúmenes comerciales se han ido
debilitando desde finales de 2013 hasta alcanzar mínimos históricos, por lo que
todo parece indicar que el comercio mundial se está deteriorando a pasos
agigantados y está entrando prácticamente en coma.
Bueno,
pues esto es lo que tratan de evitar o retrasar los dueños del mundo, hasta que
tomen posiciones en el nuevo paradigma que está por venir. Para ello están utilizando,
entre otros, a un puñado de beduinos -la mayoría poco instruidos y sin futuro,
llamado EI- que, por otra parte, si se les financia, adiestra y organiza, con
el paso del tiempo se pueden convertir en una seria amenaza.
Parafraseando
a Putin en uno de sus discursos ante las Naciones Unidas: “¿se dan cuenta de lo
que han hecho?”
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