Estamos viviendo un
momento en la vida del ser humano en el que empezamos a tener serias dudas de
lo que es real y lo que se ha dado en llamar virtual.
Creo sinceramente
de que no somos conscientes en el “jardín” que nos estamos metiendo.
La vida de las
personas y la economía están estrechamente relacionadas entre sí y ambas, bajo
mi punto de vista, están empezando a ser virtuales.
Hoy en día estamos
rodeados de tecnología. Prácticamente todo el mundo dispone de un teléfono
móvil, un ordenador o una tablet. Pues bien. Estas tres herramientas son muy
útiles y han colaborado notablemente a mejorar nuestras vidas, pero también es
cierto que han influido, y de qué manera, en nuestras relaciones sociales y prácticas
financieras.
Como todo en esta
vida, la tecnología puede ser bien utilizada y aportar beneficios al individuo
y a la sociedad o, por el contrario, mal utilizada y provocar daños que, en
algunos casos, pueden llegar a ser irreparables.
Ahora las redes
sociales nos permiten comunicamos a la vez con miles de personas. De por sí,
hay muchísima gente que tiene en su cuenta de facebook o twitter más de 3000
amigos, por no hablar de WhatsApp; y está bien. Está bien, porque la gente
puede estar comunicada y en contacto, en tiempo real, con otras personas que
están en otra ciudad o país que, de otra manera, perderían el contacto.
Pero, ¡ojo! Esto no
puede sustituir a las relaciones sociales de contacto. Me estoy refiriendo a
visitar físicamente a los amigos, familiares, compañeros, etc., ya que se está
dando, y cada vez con más frecuencia, que estamos sustituyendo las relaciones
de contacto por las relaciones virtuales y este comportamiento, a veces,
incluso puede llegar a ser enfermizo.
Voy a relatar aquí
una anécdota que me ocurrió este verano:
Estando cenando en
un restaurante, llegaron un grupo de 10 chicas jóvenes (entre 20 y 25 años) a
celebrar el cumpleaños de una de ellas y se sentaron en la mesa de al lado.
Hasta aquí todo normal. Pues bien, se pasaron toda la velada cada una con su
móvil y sin dirigirse la palabra en toda la noche. Esto no me lo estoy
inventando ni tampoco exagerando. Incluso lo comentaron los camareros, a los
cuales ni siquiera les hacían caso cuando intentaban tomar nota de la comanda.
Pues bien, esto
mismo, pero mucho más agravado, es lo que está ocurriendo con la economía.
De todos es sabido
que la economía fue creada para la administración de bienes y servicios pero, volviendo
a lo de antes, todo en esta vida puede estar bien o mal regulado.
La desregularización
del sistema financiero, acaecido en los últimos 30 años, ha provocado que la
economía actual sea prácticamente virtual, salvo algunas excepciones: El dinero
actual es virtual (sólo existe en moneda un 3%) y se crea de la nada a través
de los programas de “flexibilización cuantitativa”. Lo que antes hacía subir la
bolsa (por ejemplo el abaratamiento del petróleo) ahora la hace bajar y
viceversa. Hoy puedes hacer una inversión sin dinero mediante “apalancamiento”
y encima asegurarlo con una “permuta de incumplimiento crediticio”. Por último,
existe la posibilidad de realizar miles de operaciones en bolsa en menos de un
milisegundo mediante las “transacciones de alta frecuencia”. Y todo esto sin
aportar nada a la economía real.
En fin, así
podríamos seguir con un montón de prácticas fraudulentas y especulativas, que
están vigentes a día de hoy.
El sistema
financiero actual se ha convertido en un “gran casino”, pero con una diferencia
sustancial: en un casino tradicional la apuesta siempre es a ganar y en este
casino financiero se puede apostar a ganar o perder, e incluso se puede apostar
en medio de la carrera a si un caballo, pongamos en el metro 300 de la carrera,
ocupará la cuarta, quinta o sexta posición. No hay límites. Pero no olvidemos
que todas estas “celadas” están puestas ahí para favorecer a los grandes
inversores en detrimento del resto.
Con nuestra
pasividad hemos dejado que el mundo haya sido tomado por un atajo de
delincuentes financieros y ahora nuestras vidas están en sus manos. ¿Te
imaginas lo que podría pasar si decidieran cargarse el sistema financiero?: para
empezar comenzaría el desabastecimiento energético, con lo cual, adiós a toda
la red informática mundial; adiós a la red de transportes internacional; adiós
al abastecimiento de alimentos…. En fin, mejor no pensarlo.
Vivimos encerrados en
nuestra “pequeña burbuja” particular y pensamos que estas cosas no ocurrirán
nunca, y probablemente sea así. Pero veamos a grandes rasgos el estado de la
economía mundial:
·
La
deuda en el mundo es descomunal -tanto la de los estados como la de empresas y
familias- y jamás se va a poder pagar.
·
En
el año 2015 se produjo la mayor cantidad de impagos de deuda de toda la
historia por el endeudamiento excesivo.
·
La
economía mundial no tira y se ralentiza.
·
El
comercio mundial se desmorona, según indica el Índice Báltico Seco.
·
El
precio de las materias primas cae, empezando por el petróleo que ha pasado en un
año y medio de los 140 dólares el barril a los 30; es decir, se ha desplomado casi
un 80%.
·
El
motor chino está en plena desaceleración de su economía.
·
Las
economías de Rusia y Brasil están por los suelos, siendo estos dos países de
los BRICS los que mayores expectativas generaban a la hora de tirar del carro
de la economía.
·
Las
bolsas han caído en los primeros 15 días de enero casi tanto como en todo el
año 2015.
·
El
“todopoderoso” dólar no vale nada y ya no tiene quien lo sostenga.
Bueno, la lista
podría ser más larga pero creo que con esto es suficiente para darnos cuenta
del patético estado en el que se encuentra la economía.
Está claro que con
estos datos hace tiempo que la economía mundial tenía que haber colapsado, y si
aun no lo ha hecho es porque estamos inmersos en una economía virtual; o sea,
“ficticia” -nada que ver con la economía real- y como es inventada, podemos
seguir así (engordando la pelota) por los siglos de los siglos. Además, de
momento, no hay nada que la sustituya.
Mi pregunta es: ¿hasta
cuándo se puede seguir manteniendo esta mentira?
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