Las crisis económicas que venimos padeciendo,
en los últimos cuarenta años, no son más que la consecuencia que trajo la ruptura del patrón oro. Está
desregularización ha liberado las manos de los bancos centrales que, desde
entonces, no hacen otra cosa que adoptar políticas monetarias “imprudentes”, por
decirlo de una manera suave. Entre otras cosas, han permitido crear un endeudamiento
masivo de la economía y, además, ese endeudamiento se ha canalizado fundamentalmente
hacia la generación de burbujas, esencialmente de activos financieros.
Actualmente, los bancos se han convertido en
verdaderas mafias que, en su afán de hacer negocio, violan sistemáticamente
todas las reglas mediante innumerables chanchullos financieros.
Hoy en día, prácticamente todos nuestros pagos
y transacciones las efectuamos mediante dispositivos electrónicos y tarjetas de
crédito, a través de una entidad bancaria, que, indudablemente, saca tajada de
las diferentes operaciones quedándose con parte de nuestro dinero.
¿Pero y si una “innovación tecnológica”
permitiera que cualquiera fuera dueño de su propio banco y dinero, libre de
impuestos y comisiones bancarias?
¿Te imaginas hacer pagos, inversiones,
préstamos, apuestas, depósitos y todo tipo de contratos sin intermediarios, y,
además, de una manera global, casi instantánea y gratuita? Y lo más importante:
¿te imaginas que una criptodivisa pudiera ser un valor refugio como lo es el
oro o una obra de arte?
Efectivamente parece demasiado bueno para ser
real, así que la cuestión es si esto es una fantasía o el futuro del dinero y
del comercio.
Y aquí es donde entra el descubrimiento de
Bitcoin: uno de los inventos más importantes de la humanidad, según algunos, y
una burbuja de “dinero mágico”, según otros.
Tim Draper, conocido inversor en capital de
riesgo estadounidense, aseguró: “esta es la mejor tecnología desde
Internet y una transformación sociológica”. En la misma dirección se
pronunció Bill Gates: “Bitcoin es un “tour de force” tecnológico”.
Otros, sin embargo, como Warren Buffett, dicen:
“Bitcoin es un espejismo”. De idéntica manera de pensar es Alan Grisman
(expresidente de la FED), que cuando le preguntaron si Bitcoin podría ser el
nuevo oro, respondió: “por supuesto que no. Hay que tener mucha
imaginación para deducir cuál es el valor intrínseco de Bitcoin”.
¿Pero qué es Bitcoin?
Bitcoin no es más que un protocolo de
software, de código abierto, muy parecido al código utilizado para sostener Internet
o el correo electrónico (código abierto significa que cualquiera puede usar
el protocolo, que ninguna persona o empresa puede controlarlo y que todo cambio
en el software es público, abierto y transparente).
Bitcoin es una moneda digital y un software de
ordenador. A diferencia de los dólares, libras, yuanes, etc. virtuales creados
de la nada por la banca, los bitcoins son creados matemáticamente mediante una
red global de ordenadores conectados a Internet.
Pero la pregunta que se hace la gente es: ¿verdaderamente
Bitcoin reúne los requisitos del dinero? Definitivamente sí: Bitcoin es una
moneda duradera, transportable, divisible, homogénea y de oferta limitada.
A diferencia de los bancos centrales, que
mediante la flexibilización cuantitativa inundan el mercado de nuevo dinero,
haciendo que se devalúe el dinero ya existente, con Bitcoin esto no ocurre, ya
que nadie pueden cambiar las reglas matemáticas ni incrementar el número de
bitcoins, que tiene un tope de 21 millones. Esta cifra se alcanzará en el año
2140.
La mayoría de los expertos apuntan a que Bitcoin
representa para el dinero lo mismo que representó Internet para la información.
Desde su nacimiento, en 2009, Bitcoin no ha
parado de subir, salvo las lógicas fluctuaciones puntuales de algo novedoso que
todavía no es estable y está en vías de desarrollo. Aunque bien es verdad que
nadie sabe a ciencia cierta cómo evolucionará.
Lo primero que debemos aclarar es que
cualquier cosa tiene el valor que nosotros le demos y Bitcoin no iba a ser
menos. Así que si la gente lo demanda tendrá valor, de lo contrario, no.
Veamos ahora cómo funciona Bitcoin.
Bitcoin es una moneda digital, creada en un
ordenador. Ahora bien. Si esto es así, la pregunta básica es: ¿si todos los
ficheros generados en un ordenador pueden ser copiados infinitamente, por qué
con Bitcoin no se puede hacer lo mismo? Pues porque Bitcoin no es un fichero,
sino una unidad de cuenta digital descentralizada que no se puede copiar ni
replicar infinitamente. Este problema lo resolvió Satoshi Nakamoto (inventor de
Bitcoin). Por eso Bitcoin es a día de hoy imposible de falsificar.
Bitcoin utiliza una red P2P “entre iguales” (“peer
to peer”) que no comparte ficheros, sino que registra el intercambio de una
unidad de cuenta (Bitcoin) en un “libro contable” descentralizado llamado
cadena de bloques. Una particularidad de Bitcoin es que la contabilidad siempre
cuadra y no se pierde ni un solo Bitcoin, ya que jamás salen de la cadena de
bloques.
¿Y quién se encarga de realizar el registro en
la cadena de bloques? Pues los llamados “mineros”: personas que con un
ordenador y un software crean bitcoins matemáticamente y son recompensados por
su trabajo con nuevos bitcoins.
Naturalmente el minado de bitcoins se ha
convertido en un negocio muy rentable, por lo que han proliferado las llamadas
“granjas Bitcoin”, compuestas por centenares de ordenadores trabajando día y
noche.
A modo de curiosidad diré que China dispone de
la mayor concentración de “granjas Bitcoin”, aunque es Islandia el país que
reúne las mejores condiciones para este tipo de “granjas”: por el frío, el bajo
coste de la electricidad y la excelente velocidad de conexión a Internet.
¿Pero qué significa minar bitcoins?
Minar bitcoins no es más que ir añadiendo
transacciones a la cadena de bloques, mediante un procedimiento establecido de
antemano llamado protocolo Bitcoin, que consiste en la inscripción de
transacciones descentralizadas y su validación.
Cada vez que un “minero” completa un bloque
correctamente, y es validado por la comunidad de “mineros”, este pasará a
formar parte de parte de la cadena de bloques.
Para hacerlo, el “minero” tendrá que adivinar el
“Nonce” (número que resuelve el problema matemático particular en cada caso)
y así crear una firma digital única que corresponderá a una sola entrada
particular.
La firma se consigue mediante una función
“hash” (ecuación matemática que toma cualquier entrada dada y crea una única
salida, aparentemente al azar) que siempre va a corresponder a esa entrada
en particular.
La función criptográfica de “hash” es unidireccional y hace que sea prácticamente
imposible deducir el contenido de la entrada leyendo el valor “hash”.
Ejemplo de función “hash” (fuente Wikipedia)
La función “hash” utilizada en Bitcion se
denomina “SHA256”. Usando esta función puedes crear una firma digital
única para una determinada entrada. Por ejemplo, para la entrada “pepe
luengo”, obtenemos la siguiente firma:
4857bd249316d5923a810bb91462905fb70663e5d0dbd98051135c164c03b3bb
Puedes hacerlo tú mismo entrando en una
calculadora de “hash” online y verás que el resultado para la entrada “pepe
luengo” es la misma.
Ahora bien. Esto sería muy sencillo para los
“mineros”, así que, ¿cómo complicamos la cosa? La solución está en pedir una
firma que sea difícil de generar rápidamente; es decir, pedir un valor “hash”
específico de salida, que empiece con un determinado número de ceros como, por
ejemplo, este:
“00000000000000xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx…..”
Estadísticamente es improbable esa larga fila
de ceros al comienzo del valor “hash” de salida. Sin embargo, hay una
particular combinación de entradas para una salida de “hash” que comience con
todos esos ceros. Y aquí es donde entra en escena el “Nonce”: un número aleatorio
particular que los mineros tendrán que adivinar, y poner al final de la entrada,
para crear ese valor “hash” específico que empiece por un número determinados
de ceros con el que validar un bloque y añadirlo a la cadena de bloques.
Tiempo de minado.
Inicialmente, minar bitcoins era relativamente
rápido, pero cuanto más nos vamos acercando a la cifra tope de 21 millones su
creación es más lenta. Así, en el periodo de un año, comprendido entre julio de
2010 y julio de 2011, se minaron 3,5 millones de Bitcoins, alcanzando la cifra
de 6.721.200 bitcoins totales. Sin embargo, después de transcurridos 5 años,
durante el mismo periodo de tiempo de un año, esta vez comprendido entre julio
de 2016 y julio de 2017, se minaron solamente 700 mil bitcoins, alcanzando un
total de 16.424.300 bitcoins. Esto significa que después de 5 años, en el mismo
periodo de tiempo de un año, se han minado 5 veces menos bitcoins.
Recompensa para los “mineros”.
Cada vez que un “minero” completa un nuevo
bloque (compuesto por unas 2000 transacciones) y lo añade a la cadena de bloques,
tiene permiso del protocolo para llevarse una recompensa de nuevos bitcoins,
llamada transacción coinbase. Esa recompensa comenzó siendo de 50 bitcoins por
bloque. Cada cuatro años el protocolo se ajusta reduciendo la recompensa a la
mitad (25, 12.5,…..., etc). Como vemos, con el tiempo la recompensa será muy
pequeña, aunque está previsto que los mineros también puedan ser recompensados
a través de la percepción de tasas voluntarias de los usuarios que solicitan
las transacciones.
Parece muy complicado ¿verdad? Pues igualmente
complicado fue Internet, el correo electrónico o WhatsApp, por poner unos
ejemplos, y ahí están.
Y ahora viene lo interesante del actual momento Bitcoin.
Evidentemente, pensar que los mineros van a
seguir trabajando cada vez más por menos no es de sentido común. Así que, dado
que para que exista Bitcoin es necesario
que existan también los “mineros”, si estos no encuentran un incentivo adecuado
abandonarán y, como ya he dicho, sin “mineros” no hay Bitcoin.
Pero no hay que alarmarse, ya que este
escenario está previsto en el protocolo Bitcoin. Si baja el número de
“mineros”, también bajará la dificultad para adivinar el “Nonce”, creando así
un nuevo aliciente.
En mi modesta opinión, si los “mineros” han de
seguir siendo incentivados para que no abandonen y si la gente cada vez está
más interesada en Bitcoin -del que sólo se van a crear 21 millones-, a Bitcoin
no le queda otro remedio que seguir subiendo –al menos a corto y medio
plazo-, por lo que pienso que tiene todas las papeletas a su favor para
convertirse en un activo financiero alternativo de inversión.
¡Ojo al dato! En el último año Bitcoin ha
subido un 950%. Esto quiere decir que una inversión de 100 € en Bitcoin habría
rentado 950 € al año. Actualmente la rentabilidad media de los depósitos
bancarios con garantías es del 0,2% anual, lo que significa que para obtener
una rentabilidad de 950 €, habría que hacer un depósito de 475.000 €, que
estarían retenidos por el banco durante un año. Es como para pensárselo
¿verdad?
Además, hay un hecho importante que pocas
personas saben o tienen en cuenta. Cuando haces un depósito en un banco, no
estás guardando tu dinero a modo de una caja fuerte en la que puedes sacarlo
cuando quieras. Lo que estás haciendo, verdaderamente, es dar un crédito al
banco, y este te lo devolverá siempre que sea solvente. Pues bien, los bancos
–todos- son insolventes. Es fácil de comprobar. Si todos los clientes de un
banco intentasen retirar sus depósitos al mismo tiempo, ningún banco podría
devolver dicha cantidad (es lo que se denomina “insolvencia técnica”). Y esa es la gran diferencia con Bitcoin, donde
tú eres tu propio banco y el único dueño de tu dinero.
Muchos aseguran que Bitcoin es una burbuja, y
probablemente no les falte razón, pero no debemos olvidar que la gente se hace
rica con las burbujas.
Aunque la mayor de las incógnitas no está en si
Bitcoin es o no una burbuja, sino en cómo afrontarán los poderes fácticos esta
innovación.
Actualmente Bitcoin no es legal ni tampoco ilegal,
es alegal; es decir, no existe legislación sobre él. Así que puede ser que de
la noche a la mañana “nuestros dueños” decidan ilegalizarlo, dando por
terminada “la fiesta”.
Ahora bien. Si tenemos en cuenta los últimos
acontecimientos, parece poco probable, ya que el gestor del mayor mercado de
derivados y futuros del mundo, CME Group, ha anunciado que sacará al mercado contratos
de futuros sobre Bitcoin a partir del 18 de diciembre de 2017. La creación de
un mercado de futuros abre la puerta a los ETF (siglas en inglés de los fondos
cotizados en bolsa) de Bitcoin, lo que introducirá a las criptodivisas en la
industria financiera.
Y ahora viene la “pregunta del millón”: ¿es verdaderamente
Bitcoin una realidad o un espejismo?
A día de hoy, parece que nadie ha dado
respuesta a este dilema. El mismo Satoshi Nakamoto, inventor de Bitcoin, dijo:
“Estoy seguro de que dentro de veinte años habrá un gran volumen de
transacciones en bitcoins, o ninguna”.
Pues si lo dijo Satoshi, no voy a ser yo quien
le desmienta.
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