La mayoría de
medios de comunicación nos han vendido un Donald Trump idiota,
extravagante y altamente arrogante. Y no digo que no les falte razón. Pero en
este mundo en que vivimos, donde la mentira se ha institucionalizado, está
claro que nada es lo que parece.
Todos hemos oído a Donald Trump prometer
muchas cosas durante la campaña electoral que le llevó a la presidencia de los EEUU.
La más repetida, y que caló hondamente entre sus votantes, fue la de volver a hacer
grande a los EEUU. Y parece ser que en ello está.
La manera de apretar las tuercas en materia
económica a la EU, para que aporte más dinero a las arcas de la OTAN, unido a
la imposición de aranceles y el incremento del tipo de interés del dinero, son
medidas encaminadas a hacer realidad su promesa.
Mientras en Europa seguimos aplicando
políticas globales neoliberales, que conllevan la deslocalización de empresas y
externalización de puestos de trabajo, EEUU está volviendo a utilizar las
mismas estrategias que le hicieron grande en el siglo pasado.
Con la presión ejercida sobre sus aliados de
la OTAN, para que gasten más dinero en defensa, se está asegurando la
sostenibilidad de su industria armamentística, dado que mayoritariamente será
EEUU quien proveerá de armas a los países miembros.
Del mismo modo, con la imposición de aranceles
a los productos que llegan a EEUU -fundamentalmente de China y de la UE- está
protegiendo su mercado interior.
Kennedy dijo en una ocasión: “cuidado con
despertar al gigante chino”.
Evidentemente, se refería a que China era una
dictadura comunista y no disponía de una economía de libre mercado, así que le
inquietaba que si algún día China llegara a democratizarse fuera un peligro
para los intereses de EEUU. Pero lo cierto es que, aunque China no se ha
democratizado, ha experimentado un cambio en su política económica que ha hecho
mucho daño a la economía estadounidense.
El Partido Comunista Chino en el poder se dio cuenta
de que una cosa es la democracia y otra muy distinta “las cosas de comer”. Así
que cambió sólo en el plano mercantil dejando intacto el régimen político.
China ha hecho una cosa muy inteligente para
salir del estancamiento económico en el que se encontraba: promover una economía
de libre mercado orientada al socialismo. Es decir, el Estado permite el libre mercado, no interfiere en establecer precios
ni favorecer empresas estatales, pero industrias
básicas y sectores regulados como las telecomunicaciones o el sector bancario
son mayoritariamente propiedad del Estado, aunque también compiten entre ellas
en un sistema de precios establecidos por el mercado.
Ante esta seria amenaza, lo que pretende
Donald Trump es que se vuelva a fabricar en EEUU, terminando de algún modo con
la deslocalización de empresas y la externalización de los puestos de trabajo.
De esta forma crecerá el empleo, subirán los salarios y, en consecuencia, la
gente vivirá mejor. En definitiva, lo que él decía: “volver a hacer grande a
los EEUU”.
Todo el mundo ha criticado la imposición de
aranceles, por parte de Donald Trump, diciendo que era una mala decisión que
afectaría a la economía. Evidentemente que afectará a la economía. Sin embargo,
lo importante es ver a quién le afecta y de qué manera le afecta.
Según parece, las consecuencias del incremento
de aranceles han supuesto una ligera subida en los mercados estadounidenses,
mientras que los asiáticos y europeos van a salir perdiendo. Eso es lo
que aseguran los expertos, puesto que EEUU importa más de lo que exporta (véase
cómo ha afectado a Turquía la subida de aranceles al acero y aluminio)
¿Y qué decir del precio del dinero?
En Europa el BCE tiene fijado un interés del
0%, mientras que la FED lo ha situado en el 1,75%. Con la subida de tipos de
interés, por parte de la FED, los EEUU han controlado la inflación y han
protegido su divisa. Así de simple.
Por otra parte, el BCE ha anunciado su
intención de acabar con el dinero barato para finales de este año. Esto
supondrá un varapalo tremendo para economías tan endeudadas como España e
Italia que, junto con el Brexit, pueden dañar gravemente (por no decir hacer
desaparecer) la UE.
Donald Trump ha criticado en numerosas
ocasiones la globalización, y no le falta razón. Parece que sus políticas están
encaminadas en este sentido, así que enemigos no le van a faltar. También, no
para de atacar a los medios de comunicación, por lo tanto, no es de extrañar su
mala prensa.
Siendo objetivos, el movimiento pro
globalización ha sido el causante de que en nuestro país (como en otros de
nuestro entorno) haya desaparecido prácticamente la clase media, se haya
promovido la deslocalización de nuestras mejores empresas (con la consecuente
pérdida de puestos de trabajo y bajada de salarios) y de contraer una deuda
galopante que no nos va dejar levantar cabeza durante varias generaciones.
Con esto no estoy diciendo que Donald Trump sea
la panacea que arreglará los males del mundo ni estoy rompiendo una lanza a su
favor (jamás se me ocurriría). Simplemente expongo hechos que, indudablemente, están
teniendo consecuencias.
Seamos realistas. Lo que verdaderamente le
preocupa al votante estadounidense (como a cualquier votante) es poder llegar a
fin de mes sin dificultad, por eso en EEUU se ha dando la siguiente paradoja: la
mayoría de gente que tradicionalmente vota demócrata ha votado republicano; es
decir, al “payaso” de Donald Trump, rompiendo así los esquemas de todas las
encuestas que daban como favorita a Hillary Clinton.
¿Y cómo un “payaso” como este lo ha
conseguido?
Muy fácil. Mediante la utilización de
“big-data”. Al saber exactamente lo que piensa, ansía y demanda la población
mayoritaria de EEUU, dijo en campaña electoral lo que los estadounidenses
querían escuchar. Esto se hace siempre, pero, evidentemente, está claro que él
contó con datos más fiables y estuvo mejor asesorado que sus rivales. Así de
simple.
En resumen, “Obras son amores, y no buenas
razones”, que decía Lope de Vega. Lo demás; es decir, las cifras
macroeconómicas que presentan gobiernos, bancos e instituciones, no son más que
propaganda numérica falsa, que es utilizada por ellos mismos de la manera que
mejor les conviene en un sistema amañado como este.
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