Conspiración es una palabra que define el
procedimiento para llevar a la práctica un evento real mediante el engaño, el
secretismo y la nula transparencia. Este recurso ha sido y sigue siendo
utilizado por todas las culturas a lo largo de la historia de la humanidad.
Ahora bien. La “teoría de la conspiración” es
otra cosa. Surgió como un fenómeno cultural en los Estados Unidos tras el asesinato
del presidente, John Fitzgerald Kennedy, y, desde entonces, no ha parado de
crecer.
Las teorías conspiranoicas se ofrecen como
explicación alternativa a un evento social, político o económico importante
cuando la versión oficial es confusa, insatisfactoria o raya en la imbecilidad.
La teoría de la conspiración puede venir de
dos partes diferentes: una independiente y otra de la parte interesada.
La que viene de la parte interesada
(disfrazada de independiente) suele ser exagerada, y con tintes paranoicos, con
la intención de ridiculizar a las demás teorías independientes para dar más
credibilidad a la versión oficial.
Es por esto que la “teoría de la conspiración”
ha adquirido un significado un tanto despectivo y peyorativo, ya que implica
una tendencia a ver la influencia de algún “ente maligno” en ciertos eventos. Por
lo tanto, la teoría de la conspiración se ha convertido en algo común en los
medios de comunicación de masas para desacreditar cualquier pensamiento crítico.
La mayoría de las teorías de la conspiración
son, en realidad, denuncias de la verdadera conspiración. Entre los que
elaboran estas teorías están los periodistas de investigación con experiencia,
investigadores profesionales altamente cualificados, historiadores, profesores
universitarios y todo tipo de profesionales denunciando sus propias
experiencias. Luego, están los “detectives buscadores de la verdad” que bucean
en Internet, recopilando información de aquí y de allá, y que en función de su
ideología, formación y creencias sacan sus conclusiones.
Pues bien. Todos estos teóricos de la
conspiración, en conjunto, representan la “quinta esencia” de los medios
alternativos a la información oficial controlada por el poder. Y, como todo en
esta vida, a veces están en lo cierto y a veces no.
El lingüista, Noam Chomsky, define la teoría
de la conspiración como, más o menos, lo opuesto al análisis institucional.
Hay una realidad manifiesta: todo aquel debate
honesto que se quiere cerrar de inmediato se le etiqueta de "teoría de la
conspiración" y queda fulminado. Así, de esta manera, es como el
pensamiento crítico del individuo es descalificado y ridiculizado, siendo cada
vez más difícil mantenerlo: sostener cualquier teoría en contra de lo
institucional puede dañar seriamente la reputación y la carrera profesional de
quienes lo hacen.
Tras el asesinato de J.F.Kennedy, y aprovechando
el surgimiento de teorías conspiranoicas espontáneas, hubo algunos listos -los
verdaderos creadores de la etiqueta "teoría de la conspiración"- que
se hicieron con la “patente” de tan maravillosa idea. Sabían exactamente lo que
esta nueva forma de especular con la información suponía: conseguir que los investigadores
en busca de la verdad queden en entredicho. Y así ha sido desde entonces.
No obstante, por mucha etiqueta conspiranoica
que se le ponga a una verdadera conspiración real, diseñada para engañar a la
gente, tarde o temprano termina siendo descubierta.
Tenemos el ejemplo de los atentados
terroristas en EEUU del 11 de septiembre de 2001. Se ha demostrado que el Informe oficial de la Comisión del 11-S es una falacia,
una chapuza creada por el Gobierno de los Estados Unidos para engañar al pueblo
estadounidense y al resto del mundo.
¿Y qué pasa con esta pandemia? ¿Qué hay de
verdad y qué de “teoría de la conspiración”?
Todos estamos informados hasta la saciedad de
la versión institucional de esta pandemia. Ahora bien. Existen otras versiones,
científicamente más sostenibles, que, sin embargo, no son tenidas en cuenta por
los medios de comunicación de masas.
La pandemia del coronavirus ha hundido en la
miseria y el hambre a millones de personas en todo el mundo. Esto es un hecho y
no es discutible.
Ahora bien. Nuestro experto, Fernando Simón,
nos dijo que esto era una cosa pasajera sin importancia y luego que era
gravísima. Fernando Simón ha incurrido sistemáticamente en graves contradicciones.
Para justificar semejante torpeza, ahora se dice que no se sabe nada del virus
y que hay que ir aprendiendo sobre la marcha. Entones, ¿qué clase de experto es
alguien que no sabe lo que se trae entre manos? ¿Cómo pueden obligarnos a protegernos,
de algo que desconocen, con unas medidas draconianas que rayan el absurdo?
En una entrevista realizada al Doctor Klaus Püschel.0 (profesor y médico forense del Instituto Uke en el Hospital Universitario de Hamburgo), entre otras cosas, comenta que las personas sanas no tienen que preocuparse por el virus, ya que todos los fallecidos tenían una enfermedad previa y estaban en la edad media de la muerte y morir por complicaciones ocasionadas por este virus o por alguna otra causa.
En una entrevista realizada al Doctor Klaus Püschel.0 (profesor y médico forense del Instituto Uke en el Hospital Universitario de Hamburgo), entre otras cosas, comenta que las personas sanas no tienen que preocuparse por el virus, ya que todos los fallecidos tenían una enfermedad previa y estaban en la edad media de la muerte y morir por complicaciones ocasionadas por este virus o por alguna otra causa.
Otro informe (COVID-19 Patient Notification
System) asegura que solo el 5% de las
víctimas del RU murieron exclusivamente de covid-19/. Entonces, ¿dónde
está la supuesta peligrosidad del virus? ¿Qué importa el número de contagiados
si sólo es mortal para una minoría? ¿Por qué no se ha protegido únicamente a
esa minoría? Tomar la decisión de un
confinamiento mundial, provocando el colapso de la economía, ¿no será para
poner en marcha la agenda globalista, en la que se incluye la reducción drástica
de la población mundial, la desaparición
del dinero en efectivo/l y el control absoluto
sobre la población/?
Para terminar una última cuestión: ¿lo
anteriormente expuesto es una teoría de la conspiración o es una denuncia, en
toda regla, de la verdadera conspiración?
Como siempre, no te creas nada de lo que
acabas de leer y razona por ti mismo a ver a que conclusión llegas.
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