viernes, 10 de febrero de 2023

EL VIEJO ANHELO DE DOMINAR EL MUNDO MÁS CERCA QUE NUNCA

 A partir de que el hombre albergó las primeras intenciones de vivir en sociedad,  siempre ha habido personas hambrientas de poder que han intentado dominar a los demás. Desde entonces los imperios han ido sucediéndose unos a otros con el mismo objetivo común: conquistar el mundo para hacerse con las riquezas del planeta. Tanto los imperios asirio, babilónico, persa, romano, chino, español y británico tenían el deseo de conquistar todo lo conquistable. Por lo tanto, el viejo anhelo de dominación mundial no es nada nuevo, sino una de las principales realidades en la historia de la humanidad.

Muchas personas creen que el deseo de gobernar el mundo es cosa del pasado. Se equivocan, está más vivo que nunca. Lo que sucede, es que la manera de dominarlo ha cambiado y ya no son necesarios los imperios. Ahora las nuevas tecnologías, unidas a la manipulación mental de todo tipo, son la manera preferida de los “nuevos imperialistas” para dominar a toda la humanidad sin que se dé cuenta.

Si le decimos a la gente que hoy en día pueden implantar opiniones en nosotros, insertar sentimientos y emociones, borrar de nuestra mente cualquier creencia o convencernos de que lo negro es blanco y lo banco negro dudo que lo tomasen en serio. Sin embargo, la tecnología para hacerlo posible ya existe y ha sido desarrollada por el  Instituto Tavistock. Además, parece que no estemos tan lejos, dado que actualmente mucha gente ha aceptado, con la más absoluta normalidad, que el sexo ya no lo determina la biología (hembra cromosomas “XX”, varón cromosomas “XY”), sino cada cual. Ciertamente, un hombre puede sentirse mujer, una mujer hombre o no tener género definido, pero eso es otro tema, por cierto, muy complejo como para “solucionarlo” con una ley.

Acabamos de ver como a través de una falsa pandemia se ha sometido a una tiranía sanitaria a toda la humanidad; como ciertas instituciones, no gubernamentales, han colocado a sus títeres en los gobiernos; como se han amañando elecciones con el más absoluto descaro y como se está manipulando el clima para crear la “teoría del cambio climático antropogénico”.

Con la excusa de poner fin a los grandes problemas de la humanidad, los “nuevos imperialistas”, a través de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), están imponiendo su famosa Agenda 2030: un plan global diseñado para hacerse con los recursos del planeta y establecer un exhaustivo control centralizado sobre toda la población mundial.

Este plan, que lleva décadas implementándose, ahora está en la última fase y su ejecución se está llevando a cabo a una velocidad de vértigo. El resultado final será un sistema de esclavos tecnológicos del que será imposible escapar.

Cualquiera con unos mínimos conocimientos de historia sabe quiénes fueron los grandes déspotas del pasado. Pero, ¿sabemos quiénes son actualmente los tiranos que desean adueñarse del mundo? 

Mucho se ha hablado de que “filántropos” como Bill Gates, George Soros y compañía son los nuevos sátrapas que pretenden someter a toda la humanidad. Sin embargo, esta gente son simples testaferros del verdadero poder en la sombra. Lo mismo ocurre con el FEM, controlado por corporaciones financieras encubiertas muy poderosas cuyo mayor baluarte es el anonimato.

Esta gente actúa desde sus “cuarteles generales”, que se encuentran en los llamados “estados soberanos” como la City de Londres, Washington DC  o la Ciudad del Vaticano. Pero lo que la mayoría de la gente ignora, es que estos Estados independientes, dentro de otros estados, están por encima del bien y del mal: no pagan impuestos, no responden ante ningún gobierno y son literalmente intocables.

Lo tremendo del caso, es que incluso una mayoría de líderes políticos no tiene idea de que estos estados soberanos existen, y menos aún que son los que gobiernan el mundo: muchos de los políticos y personalidades públicas que conocemos no son más que meros títeres de estos “trileros ocultos”, sin que ellos mismos lo sepan.

Para llevar a cabo la dominación del mundo, este “gobierno en la sombra” ha creado una inmensa “red clientelar” formada por bancos, gobiernos corruptos e instituciones supranacionales como Bilderberg, Club de Roma, Trilateral, CFR, FEM, ONU, OMS, BM, FMI o la CIA, entre otras muchas.

Con los jóvenes líderes de  Klaus Schwab infiltrados en los gobiernos de los países más influyentes del mundo, el sometimiento de las instituciones, el absoluto control de los medios de comunicación y la manipulación e infantilización de la población, el desarrollo de su agenda para dominar el mundo está más que garantizado.

Por supuesto, culpar de todos nuestros males a este “gobierno en la sombra” es la manera más fácil de decir “no me da la gana hacer nada para cambiar las cosas”. Porque la realidad es que somos nosotros mismos los que estamos participando activamente en este suicidio colectivo.

Si solo fuera que unos cuantos “tíos listos” quieren adueñarse del mundo sería relativamente fácil de solucionar. Lo único que habría que hacer es eliminar los “cuarteles generales” desde los que operan y punto. Sin embargo, el problema está en nosotros, con lo cual la cosa cambia por completo y es mucho más complejo y desalentador. Y es que nos han “dado por detrás” tantas veces, que hemos perdido el respeto por nosotros mismos y no nos quedan fuerzas para resistirnos.

La agenda de los “nuevos imperialistas” constituye el  mayor despliegue de “la casa de los horrores” que se haya concebido jamás. Si no se detiene a tiempo, nos conducirá irremisiblemente a la destrucción del ser humano tal y como lo conocemos. Y la culpa será solo nuestra. De nadie más.

Estamos viendo, en riguroso directo, como una “casta”, no elegida por nadie, se considera con “derecho divino” a gobernar el planeta. Su objetivo es reducir la población e instaurar un régimen totalitario tecnocrático transhumanista a  nivel mundial. ¿Lo vamos a consentir? Y lo que es más importante y urgente, ¿vamos a hacer algo al respecto?

Mucho me temo que mientras la gente no tome conciencia de lo retorcido que es el mundo en el que vive no hará nada para cambiarlo.

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