Que los humanos estamos sometidos mediante un sofisticado y complejo
sistema de dominación no debería ser ningún secreto para ninguno de nosotros.
Multitud de entidades privadas, arropadas bajo el paraguas de la ciencia, la
cultura o la medicina, más la labor propagandística de los medios de
comunicación nos han llevado a un estado de dominación completo, mucho más
efectivo que el que tradicionalmente se conseguía por la fuerza de las armas.
Organizaciones e instituciones no gubernamentales como la Organización
de Naciones Unidas (ONU), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Fondo
Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), el Banco de Pagos
Internacionales (BPI), el Foro Económico Mundial (FEM), la Organización Mundial
de Comercio (OMC), la Alianza para la Vacunación (GAVI), la Unión Europea (UE)
o la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), entre otras, más los
cómplices de esta enorme “conspiración abierta”; es decir, los gobiernos de los
Estados del mundo que se han convertido en títeres de estas fuerzas
ocultas, están contribuyendo al genocidio
de los pueblos.
La gobernanza mundial ya es una realidad. La Agenda 2030 de la ONU se
ha impuesto a todas las naciones para impulsar el plan de exterminio masivo y
la esclavización definitiva de la humanidad sin que ningún país oponga
resistencia. Esto no es ninguna exageración, ya que no hay país en el
mundo que haya anunciado su deseo de abandonar dicha Agenda y mucho menos la
ONU.
Las señales están por todas partes. Sin embargo, parece que el único
que no se entera de lo que está pasando es el “pueblo soberano”, que sigue
votando elección tras elección a los mismos políticos que le están arruinando
la vida.
Tenemos ante nosotros una conspiración real dotada de formidables
medios políticos, técnicos y financieros y aquí nadie parece darse cuenta. Desde
el año 2020, esta pesadilla, que lleva instalada entre nosotros desde hace
décadas, está progresando a una velocidad de vértigo. De hecho, pudimos ver
cómo la “crisis del coronavirus” desencadenó toda una serie de soluciones
totalitarias de delirios esperpénticos, muchos venidos para quedarse.
Estas nuevas soluciones totalitarias están dadas por los nuevos magos
de hoy en día llamados “expertos”. Los aproximadamente 5 ó 6 mil canales
de televisión de todo el mundo no hacen otra cosa que consultar “expertos” para
difundir su mensaje. Y lo mismo hacen los gobiernos: consultan a los
“expertos” cualquier cosa, dando por hecho que su opinión es irrefutable. Y
claro está, han proliferado como setas.
Es evidente que reducir drásticamente la población mundial no es una
solución ética para abordar los desafíos a los que se enfrenta la humanidad. Por
eso, las élites tratan de disfrazar esta realidad inventando problemas donde no
los hay, como el cambio climático, una pandemia o la escasez de recursos, para
luego ofrecernos las llamadas “soluciones sostenibles”.
Todas las políticas y los programas que promueven la educación sexual,
el acceso a anticonceptivos, el empoderamiento de la mujer, el desarrollo
económico equitativo y la promoción de prácticas sostenibles en agricultura,
energía y uso de recursos van encaminados descaradamente a reducir la población
mundial. Si a eso le sumamos la falta de acceso a servicios de salud, la pobreza
extrema y la paupérrima educación tenemos la fórmula perfecta para llevar a
cabo el ansiado exterminio.
La situación es peor de lo que la gente cree, ya que Schwab y compañía quieren
implantar su agenda cuanto antes. Lo lamentable, es que esto está sucediendo
ante los ojos de las propias víctimas sin que sean capaces de identificarlo.
Por lo tanto, no sólo lo consienten, sino que incluso están colaborando con
este genocidio sin saberlo.
El mal llamado “pueblo soberano”, y digo mal llamado porque de soberano
no tiene nada, no es más que una masa de gente ignorante, cobarde y, por qué no
decirlo, bastante idiota. Porque hay que ser muy idiota para no ver lo que han
hecho con nosotros estos últimos cuatro años y a dónde nos quieren llevar.
Ahora los medios de comunicación copan todos los espacios informativos
con las protestas de los agricultores bloqueando media Europa. Algunos ven en
ello un atisbo de esperanza. Sin embargo, estas protestas no son otra cosa que
más de lo mismo, ya que han sido deliberadamente alentadas por el poder para
seguir avanzando en su agenda.
¿Hasta cuándo va a seguir ignorando el “pueblo soberano” que las
huelgas y manifestaciones son una herramienta del poder y no un derecho de los
ciudadanos? Es una jugada maestra: nos fastidiamos entre nosotros mismos para protestar
por las políticas que nos impone el Gobierno.
Porque, digo yo, ¿a santo de qué estos agricultores, que están en su
derecho a quejarse, tienen que perjudicar a otros ciudadanos como ellos?
Imagina una persona que tiene cita para una operación y no puede llegar al
hospital por estar bloqueado en la carretera, ¿por qué tiene que pagar esa
persona las consecuencias del conflicto entre el Gobierno y los agricultores?
¿No sería más razonable que pagara el Gobierno que es el que ha causado el
problema? Al final, como siempre, se llegará a un acuerdo. Evidentemente, estos
acuerdos suelen terminar en forma de subvenciones, y una vez que los
agricultores acepten el dinero del Gobierno estarán a merced de sus pagadores
que, a cambio, les impondrán lo que les plazca. Ya sabes, quien paga manda.
Mientras no comprendamos que la única manera de escapar de esta tiranía
es deshacernos de la clase política y toda esa multitud de instituciones
gubernamentales y no gubernamentales, nada cambiará. Porque no se trata de que
nos hagan ninguna concesión, no la necesitamos. Se trata de que desaparezcan de
nuestras vidas para siempre con sus normas, sus leyes y sus fuerzas represivas.
Lo que necesitamos es educación de calidad y acceso al verdadero conocimiento,
nada más.
En fin. Mucho me temo que el “pueblo soberano” no sabe lo que le espera
y, si lo sabe, parece que se la trae al pairo. De no ser así, no entiendo su
postura.
El 18 de febrero de 2024 se celebran elecciones al Parlamento de Galicia. Si el “pueblo soberano” hubiese tomado conciencia de lo que está pasando las urnas deberían estar vacías. Pero me temo que eso no va a suceder y todo seguirá como hasta ahora. Por lo tanto, la Agenda 2030 seguirá adelante hasta lograr sus objetivos de despoblación y control, y el “pueblo soberano” no hará nada para evitarlo.
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