Desde hace varias décadas, estamos siendo bombardeados constantemente
por la propaganda ecológico-climática que afirma que el planeta está en
peligro, a causa de las emisiones de CO2, y que nosotros, los
humanos, podemos salvarlo aceptando todo tipo de restricciones en nuestra vida
cotidiana. Evidentemente, es una quimera totalitaria al servicio de los de
siempre, que han inventado esta narrativa para aumentar sus ganancias y
establecer una sociedad de control digital.
La mayoría de la población (la masa) sólo utiliza una forma de
informarse, la televisión. Y claro está, les tienen amedrentados con las
catástrofes venideras si no aceptan todo tipo de restricciones climáticas. Sin
embargo, hay un montón de bibliografía seria que desmiente categóricamente
todas las afirmaciones hechas en este sentido.
Existe una publicación gratuita -que puedes descargar de Internet- titulada Física del Clima, donde se explica el llamado “efecto
invernadero” que, resumiendo, dice lo siguiente:
Resumen
“Una vez
descontado el albedo (porcentaje de radiación que cualquier superficie refleja
respecto a la radiación que incide sobre ella), la Tierra recibe una cantidad
de radiación del Sol muy insuficiente para justificar su temperatura media de
15°C (algunos la colocan en 14ºC).
Por otro lado,
para mantener su equilibrio energético y térmico, la Tierra debe devolver al
cosmos la energía que recibe permanentemente del Sol, y sólo puede
intercambiarse con el cosmos mediante radiación.
Debido a su
temperatura, la superficie del suelo terrestre irradia en una gama de ondas
(las llamadas infrarrojas "distantes" o "térmicas") donde
el aire, hasta varios miles de metros sobre el nivel del mar, es totalmente
opaco debido a la bandas de absorción de CO2 y especialmente de
vapor de agua, excepto por una estrecha banda de frecuencias llamada “Ventana
Atmosférica”.
Esta opacidad
impide que la superficie terrestre irradie toda la energía que recibe, por lo
que se crea un desequilibrio radiactivo: la superficie terrestre recibe más de
la que puede devolver y, por tanto, afortunadamente se calienta; de no ser así,
viviríamos en una glaciación permanente.
Desde la
superficie, la evacuación de este calor se produce de varias formas:
1.
La “Ventana Atmosférica”
permite evacuar una pequeña parte de ella por radiación directa desde la
superficie del suelo y los océanos al cosmos.
2.
La mayor parte es arrastrada
por la evaporación de los océanos y la evapotranspiración de las plantas y de
los suelos, que, como un tubo de calor que evita la capa opaca, transfiere, por
convección, una energía considerable (calor latente de vaporización/condensación)
desde la superficie del suelo hasta la cima de las nubes, donde se recupera por
condensación y luego es evacuado por radiación (el vapor de agua enrarecido ya
no es un obstáculo). Cuanto más calor hace, más fluye este tubo de calor: es el
principal regulador climático.
3.
Una parte importante del aire
caliente terrestre también asciende por convección natural, hasta la cima de
las nubes, donde también puede irradiar.
4.
La radiación restante, en la
banda de absorción de CO2, sólo se libera en la estratosfera, donde
el CO2 está lo suficientemente enrarecido como para dejar de ser un
obstáculo: debido a la estrechez de esta banda y a la altitud (y por tanto a la
temperatura) a la que se encuentra desplegado, su proporción es muy pequeña.
La temperatura de
la superficie del suelo se estabiliza cuando es suficiente para que la
evaporación (evacuación del calor latente) y la convección (evacuación del
calor sensible) compensen su desequilibrio radiactivo: esta temperatura “media”
se sitúa entonces en torno a los 15°C.
Esto demuestra el
papel regulador (y no amplificador) de la evaporación (y por tanto del vapor de
agua), sin la cual el calentamiento, debido al desequilibrio radiactivo, sería
insoportable.
Los factores de
equilibrio con los océanos y la vegetación hacen que la duplicación de la
concentración de CO2 atmosférico sea improbable o remota. Pero si se
produjera tal duplicación, tendría un impacto menor en la ya saturada y muy
estrecha banda de absorción de CO2, y en el aumento de temperatura
que podría provocar, y este impacto se vería compensado en gran medida por un
aumento en el flujo del heatpipe de vapor de agua: en total, el aumento de
temperatura no podría exceder los 0,65°C.
Por lo tanto,
debemos buscar en otra parte las causas del actual calentamiento global, sobre
todo porque las últimas observaciones parecen incriminar la insolación, a
través, sin duda, de una disminución del albedo, cuyas razones no se conocen
con certeza. Además, el clima sigue ciclos, de por sí poco conocidos, pero cuya
amplitud puede ser mayor que el aumento que estamos experimentando.
Por último, no
debemos olvidar que el clima es caótico y que hacer simulaciones precisas del
clima en un lugar determinado para dentro de 50 años o más es simplemente una cuestión
de hacer conjeturas”.
Dicho esto, veamos ahora lo que está haciendo la UE con la excusa del
cambio climático.
El Reglamento Europeo sobre el Clima dice que los países de la UE deben
reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55 %,
de aquí a 2030, con el objetivo final de ser climáticamente neutra en 2050.
Por lo tanto, el Pacto Verde Europeo
obliga jurídicamente a los países de la UE a lograr los objetivos climáticos
para 2030 y 2050.
¿Qué significa esto? Pues lo que estamos viendo: cierre de
explotaciones agrícolas y ganaderas; prohibición de circular con automóviles
propulsados por hidrocarburos en las ciudades y un paquete de medidas “objetivo
55” que incluye: energía, transporte, comercio de derechos de emisión y reducciones, uso
de la tierra y silvicultura.
En definitiva, toda una serie de restricciones, nuevos impuestos y
cambio de estilo vida impulsados por la UE para supuestamente salvar el
planeta.
Pero por muchas políticas que active la UE, para llegar a cero
emisiones de CO2 en el año 2050, siempre serán inútiles si la
mayoría de la contaminación procede de un puñado de países que no pertenecen a
la UE. En 2019, estos fueron los 10 países que más emisiones de C02
produjeron: China, 10.065 millones de toneladas (MT); Estados Unidos, 5.416 MT;
India, 2.654 MT; Rusia, 1.711 MT; Japón, 1.162 MT; Alemania, 759 MT; Irán, 720 MT;
Corea del Sur, 659 MT; Arabia Saudita, 621 MT e Indonesia, 615 MT.
Como habrás observado, en esta lista sólo hay un país de la UE y,
además, es uno de los países que tienen emisiones más bajas.
Entonces, ¿de qué estamos hablando? Pues, por supuesto, no de salvar el
planeta, sino de cambiar el mundo -con la excusa del cambio climático- y la UE
es la punta de lanza de este proyecto.
Todo esto del cambio climático antropogénico es una mentira descomunal
que ha calado en la sociedad porque los medios de comunicación, vendidos al
poder global del dinero, no hacen otra cosa que fomentar dicha mentira.
Para rizar el rizo de esta locura, voy a contar lo que vi en un
hospital. En la sala de espera de Radiología, del hospital privado de Lanzarote
(Hospiten), han instalado un contador que te dice las partes por millón (ppm)
de C02 que hay en ese momento en la sala. Como no pude resistir la
tentación, me puse a echar mi aliento varias veces al aparatito y, como era de
esperar, de 645 ppm lo subí a 1.265.
Quién haya tenido la “brillante” idea de poner ese contador en la sala
de espera de un hospital es un “genio”,
porque ha conseguido dos objetivos: demonizar el CO2 -un gas
imprescindible para la vida en el planeta- e inducir a los usuarios a ponerse
una mascarilla, cuya única utilidad es la de fomentar la sumisión.
El miedo que todo el mundo tiene a morir, más un total desconocimiento
de cómo funcionan verdaderamente los ecosistemas de nuestro planeta, ha llevado
a un número creciente de iluminados a embarcarse en una nueva causa ideológica,
la de salvar el planeta. Esta causa, creada por los globalistas para
establecer su totalitarismo planetario, es apoyada por los fanáticos
ecologistas y, por supuesto, por los científicos paniaguados del clima
que, amparándose en sofismas y evidencias inconsistentes, han creado una
nueva religión, la del cambio climático antropogénico. Si bien a primera vista sus
motivos pueden parecer nobles, son, sin embargo, acciones fanáticas que bien
podrían conducir al suicidio colectivo de la humanidad.
Nos estamos jugando mucho. O paramos esta locura o muy probablemente esta locura acabará con nuestro estilo de vida, en el mejor de los casos, o directamente con nosotros.
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