Cada día aparecen nuevos informes sobre las
secuelas que están dejando en la población las “vacunas” Covid-19. Tal es así,
que muchos gobiernos, entre ellos el español, empiezan a tener que dar
explicaciones de por qué insistieron en aplicar una “vacuna” que no estaba
aprobada ni testeada y que, además, como se demostró, ni protegía ni evitaba el
contagio ni era eficaz ni segura.
Recientemente, nuestro exministro de Sanidad,
Salvador Illa, se ha visto obligado a hacer unas declaraciones en las que se
inhibe, tanto él como el Ministerio de Sanidad, de cualquier responsabilidad
por los daños que están ocasionando las “vacunas”. Concretamente, ha dicho que
en España no se obligó a nadie a vacunarse, que la gente acudió voluntariamente
y que él, el Ministerio de Sanidad y los profesionales de la salud lo único que
hicieron fue animar a la población a inocularse.
¿Este señor es tonto de baba o los tontos
de baba somos nosotros? Porque vamos a ver. Animar es, por ejemplo, “animo a la
gente a vacunarse por esta u otra razón, la que sea”. Sin embargo, lo que se
hizo fue que si no te vacunabas, y no tenías el “pasaporte” Covid, no podías
viajar, acompañar a un familiar al hospital, trabajar, entrar en un restaurante
y un montón de cosas más. Y para más inri, en televisión se hizo una campaña de
odio descomunal contra los no vacunados, tratándoles de negacionistas,
apestosos, bebe lejías y diciendo lindezas como: “Hay que vacunarles por lo
civil o por lo militar”, “Es necesario hacerles la vida imposible”. “Que se les
prohíba la atención médica”. “Hay que excluirles de la sociedad”. Y la más
increíble de todas: “Ya nos encargamos nosotros de que tú no te mueras por
gilipollas. Sí, todo esto se decía constantemente en televisión las 24 horas
del día los 7 días de la semana.
Eso, Señor Illa, no es animar, eso es
coaccionar, que es muchísimo más mezquino que el obligar.
Por otra parte, pensar que el Gobierno –que
jamás se ha preocupado por nuestro bienestar- de repente antepusiera nuestra salud
a la economía, da que pensar. Si te acuerdas, dijeron que paralizaron la
economía por salvarnos la vida. ¡Venga ya! Que somos imbéciles, pero no tanto. Según
sus cálculos más pesimistas, la “pandemia” podría llevarse por delante al 0.2%
de la población mundial. Sin embargo, no creo yo que por esa “minucia” (para
ellos, naturalmente) pararan el mundo. El objetivo, está claro, tuvo que ser
otro.
El Gobierno dice que todo lo hizo para
salvar vidas. ¿Seguro? Porque ese mismo Gobierno que nos encerró, nos obligó a
usar mascarillas y nos vacunó para salvar vidas está dando armamento a Ucrania
para matar a personas. Es el mismo Gobierno que gestiona una sanidad pública de
pena, donde las demoras para consultar con un especialista son interminables y las
listas de espera para una intervención quirúrgica inasumibles, que le está
costando la vida a miles de personas. Y sí, es el mismo Gobierno que ahora no
se hace responsable de las víctimas de las “vacunas” Covid-19, abandonándolas a
su suerte.
¿Es así como nuestro Gobierno cuida de
nosotros? Pues con amigos como este (nuestro Gobierno) para que queremos
enemigos.
Cada día es más incuestionable que la falsa
pandemia sólo tuvo un objetivo: inocular la máxima cantidad posible de dosis al
mayor número de personas en todo el mundo.
Recordemos que la distribución y posterior
inoculación generalizada de estas “vacunas” experimentales fue permitida bajo
la autorización de uso de emergencia. Por lo tanto, se eximió a los fabricantes de toda
responsabilidad.
Pero que se exima de responsabilidad a los
fabricantes no quiere decir que no estén causando daños importantes a los
inoculados.
Los informes oficiales de varios gobiernos
han hecho sonar todas las alarmas, al documentar un número sin precedentes de
exceso de muertes, por todas las causas, desde la administración generalizada
de las “vacunas” Covid-19.
Veamos los datos oficiales del exceso de
muertes producidas en algunos países a raíz de las inoculaciones.
-Estados Unidos sufrió un exceso de muertes
de 674.954 en 2021 y luego un exceso de 434.520 muertes en la semana 49 de
2022. Esto equivale a más de 1,1 millones de muertes en exceso, en casi dos
años, desde que fueron implantadas las “vacunas”.
-Canadá sufrió un exceso de muertes de
35.318 en 2021 y luego un exceso de 25.333 muertes en la semana 34 de 2022.
Esto se compara con un exceso de 31.042 muertes en 2020 en la semana 53. Sin
embargo, al observar las cifras hasta la semana 34, tanto en 2020 como en 2021,
queda claro que 2022 ha sido, de hecho, el peor año en cuanto a exceso de
muertes, con diferencia.
-Las cifras oficiales de EuroMOMO, que
incluye el Reino Unido y otros 26 países de Europa, revelan que la mayor parte
del continente sufrió un exceso de 375.253 muertes en 2021 y 404.6000 muertes
adicionales en 2022, lo que equivale a un exceso de 779.853 muertes en los dos
años.
-Australia tuvo un exceso de 11.068 muertes
en 2021 y luego, sorprendente, un exceso de 22.730 muertes en la semana 38 de
2022. Esto contrasta con 2020, cuando solo se registró un exceso de 1.306
muertes en pleno apogeo de la “pandemia” y antes del lanzamiento de las
“vacunas”. Por lo tanto, Australia sufrió un impactante aumento del 1.640% en
el exceso de muertes en solo 39 semanas a lo largo de 2022, en comparación con
53 semanas a lo largo de 2020.
-Nueva Zelanda sufrió en 2021 un exceso de
2.169 muertes y luego un sorprendente exceso de 5.286 muertes en la semana 49
de 2022. Estas son cifras impresionantes para una población de 5 millones de
personas. Sin embargo, en 2020 se registraron 160 muertes menos de las
esperadas en el punto álgido de la pandemia. Por consiguiente, Nueva Zelanda
sufrió un impactante aumento del 3.404% en el exceso de muertes en 49 semanas a
lo largo de 2022 en comparación con 53 semanas a lo largo de 2020.
Este dramático aumento del exceso de
muertes pone de manifiesto que ese interés por vacunar con varias dosis a toda
la población mundial no tenía el propósito de acabar con la falsa pandemia,
sino un objetivo mucho más perverso. Y lo más preocupante de todo, es que aún
no sabemos qué repercusiones tendrán las “vacunas” a largo plazo.
Estos son datos irrefutables que cualquiera
puede comprobar. Pero si los relacionamos con lo que dice el FEM, a través de
su ideólogo, Yuval Harari, puede que se
nos pongan los pelos como escarpias y empecemos a ver con más claridad lo que
está sucediendo.
El FEM dice que ahora ya no se necesita a la gran mayoría de la
población, puesto que el desarrollo de tecnologías como la inteligencia
artificial y la bioingeniería permitirán reemplazar a estas personas.
Sí, has leído bien. Esta gente ya no cuenta
con la mayoría de nosotros. Lo dice abiertamente. Lo inverosímil, es que
todavía hay gente que niega la mayor: que hay en marcha un plan de despoblación.
Este blog lleva denunciando, hasta la
saciedad, que estamos siendo eliminados por una élite de maniacos que utilizan todos
sus recursos tecnológicos, financieros, políticos y mediáticos para llevar a
cabo un programa de despoblación mundial. Dicha despoblación significa -aunque
la gente se niegue a creerlo- eliminar físicamente al mayor número de
seres humanos que ellos consideran prescindibles.
Lamentablemente, los acontecimientos
desarrollados recientemente sugieren que está afirmación no es especulativa.
Los datos objetivos indican que las “vacunas” están ocasionando estragos. Si a
esto le sumamos el veneno que comemos, lo que cae de nuestros cielos, las excesivas
radiaciones que recibimos de tecnologías como la 5G, la crisis energética, la
inflación y la crispación de las masas a través de la política, lo que tenemos
es un cóctel perfecto para acabar con el mayor número de personas que, según el
Foro Económico Mundial (FEM), sobran.
El FEM es una organización privada con sede
en Suiza (como no). Formalmente, no representa a nadie ni habla en nombre de
ningún gobierno o institución. Por lo tanto, no tiene ningún derecho a
organizarnos la vida. Sus miembros no han sido elegidos por nadie ni nadie le
ha otorgado poder para planificar el futuro de la humanidad. Entonces, ¿por qué
lo hace? Porque quiere, porque puede, y porque, tristemente, no hay nadie que
se lo impida. Así de simple.
Ilya Prigogine
fue un
físico, premio Nobel de Química, que estudio la termodinámica de los sistemas
abiertos. Su estudio se basa en la reacción de Belousov-Zhabotinsky (una
reacción oscilante que sirve como ejemplo clásico de la teoría del caos). Según
Prigogine, un sistema abierto,
como un ecosistema o la sociedad humana, necesita un aporte
incesante de energía. En el caso de la sociedad humana, la energía proviene de
la economía, la electricidad, la comida, la sanidad, los combustibles, la red
de infraestructuras, etc. Este aporte de energía es necesario para poder
subsistir, ya que de lo contrario colapsaría y significaría la muerte de
millones de personas.
¿Y qué estamos viendo ahora? Pues que
los dueños del mundo, con las nuevas tecnologías en su poder, ya no necesitan
una tercera guerra mundial para deshacerse de la población “sobrante”, dado que,
como ya hemos visto antes, si a un sistema abierto, como la sociedad humana, le
quitas la energía (electricidad, comida, sanidad, combustible, etc.) crearás un
caos absoluto y colapsará. Y esto, querido lector, es lo que se está llevando a
cabo en este momento. Lo alucinante, es que no engañan a nadie, ya que llevan
diciéndolo desde hace décadas.
Y nosotros, ¿es que no tenemos nada que decir? Lamentablemente, nuestra pasividad pone de manifiesto que nos importa un bledo. Así que si a nosotros no nos importa, imagínate a ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario