¿De verdad es el “pueblo soberano” quien ejerce el poder a través de
sus representantes electos? Evidentemente, no. Quien ejerce el poder sobre el
“populacho” es la partitocracia; es decir, unos partidos políticos que, aparte
de freírnos a impuestos, sólo sirven a los intereses de los lobbies,
instituciones supranacionales y otros actores importantes. Y no es ninguna
teoría de la conspiración. Es un hecho probado y tan real como la vida misma.
Hoy en día votar no tiene ningún sentido. La única opción válida para
fomentar un cambio de paradigma es la abstención; es decir, no votar.
No votar implica haberse dado cuenta de que el sistema político está
totalmente podrido. Ya sabes: el poder corrompe. Por lo tanto, la corrupción es
inherente a cualquier sistema político o institución donde se ejerza el poder.
El hecho de votar es consecuencia del grado de ignorancia y estupidez
de los ciudadanos, que todavía no se han enterado de que la democracia no
existe, es sólo una ilusión. Por no existir, ni siquiera existe dentro de los
partidos políticos, ya que los mismos diputados no tienen libertad para ejercer
su voto en el Parlamento. Simplemente el hecho de que hayan sido previamente
designados a dedo por sus jefes, para formar parte de las listas electorales,
les obliga a obedecerles. Es lo que cínicamente llaman “disciplina de partido”.
Naturalmente, quien no se somete a ella es expulsado del partido.
Los partidos políticos no están para dar soluciones a los problemas de
la sociedad, entre otras cosas, porque no saben cómo hacerlo. Sólo se preocupan
de salvar su culo y de asegurar los interese de la mano que les da de comer.
Dividen a la gente por puros fines partidistas y, como resultado, somos la
sociedad la que pagamos los platos rotos. Pero lo peor de todo, es que el
dinero que nos roban, a través de los impuestos, se despilfarra en cosas que
nosotros, el “pueblo soberano”, no podemos controlar (acabamos de ver cómo
nuestro Presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, acaba de dar 1.100 millones de
euros en armas a Ucrania sin que nosotros podamos hacer nada para impedirlo).
Y lo de administrar el Estado es pura fantasía. Su gestión no sólo es
mala, sino pésima. De ahí que la deuda pública en España sea descomunal (1,6
billones de euros, en febrero de 2024, y creciendo). Esto, que no lo oirás de
la boca de ningún político, está a punto de llevar al país a la bancarrota. Y,
claro está, como debemos mucho más de lo que producimos, no hacen más que
subirnos los impuestos.
Veamos ahora la incongruencia de este sistema electoral “democrático”,
analizando los resultados de las últimas elecciones generales de 2023.
En julio de 2023 España contaba con una población de 47.475.420
habitantes, de los cuales tenían derecho a voto un total de 37.469.458. El
número total de personas que votaron fue de 24.952.447, y el número de personas
que no votaron 12.517.011. Es decir, que prácticamente 1/3 del censo electoral no
votó.
Ahora veamos cómo se repartieron esos votos entre los diferentes
partidos políticos que se presentaron a las elecciones: PP 8.160.837 de votos,
PSOE 7.821.718, Vox 3.057.000, SUMAR 3.044.996, ERC 466.020, JUNTS 395.429, EH
Bildu 335.129, EAJ-PNV 277.289, BNG 153.995, CCa 116.363 y UPN 52.188.
Como acabamos de ver, el partido más votado fue el PP con 8.160.837
votos. Sin embargo, las personas que no votaron fueron una aplastante mayoría
de 12.517.011. Es decir, 4.356.174 más que el partido más votado. Entonces,
¿qué clase de democracia es esta que deja fuera a la mayoría del censo
electoral?
Sin pretender ser demasiado suspicaz, me parece a mí que lo único que
te permite esta democracia es cambiar de pastor, pero no dejar de ser oveja.
Para dejar de ser oveja, la única opción es no votar. Es la forma más rápida de
cambiar de paradigma y la manera más sutil de decirle a esa partitocracia que
se vaya a tomar por donde amargan los pepinos y nos deje de una vez en paz.
Ojo con confundir no votar con votar en blanco. No votar es no
introducir ninguna papeleta en la urna, y votar en blanco es introducir una
papeleta en blanco en la urna, que no es lo mismo. Cuando votas en blanco estás
reconociendo y validando la partitocracia. Sin embargo, no votar significa que
no estás de acuerdo con el sistema.
¿Y qué decir de la gilipollez del voto útil? Útil para ellos, los
votados, que a partir de entonces van a cobrar un buen sueldo y a tener unos
privilegios que tú no tienes. Lo que se necesita en este país no es el voto
útil, sino una reforma integral del corrupto sistema político. Esta democracia
lo único que nos permite es elegir cada cuatro años a nuestros nuevos amos.
Nada más. ¡Manda huevos! ¡Mira que llamar a esto “soberanía popular”! Es para
tarados mentales.
Probablemente soy un iluso, pero sería increíblemente maravilloso que
la gente despertara de su letargo y se atreviera a dejar de votar. Una
abstención mayoritaria es, sin duda, el mayor temor de los políticos. Por eso
su mensaje es hacernos creer que los necesitamos, que sin ellos la sociedad
sería un caos. Y no es verdad. Es al revés. Son ellos los que nos necesitan a
nosotros y los que tienen desquiciada a la sociedad. De ahí que todo el tiempo
nos estén diciendo que van a resolver nuestros problemas. ¡Cuánta mentira e
hipocresía! Lo único que en realidad persiguen todos los políticos -da igual de
la ideología que sean- es mantener al “populacho” en la ignorancia, la
mediocridad y la pobreza. Esta es la forma de perpetuar la partitocracia.
La deuda galopante de España pronto nos pasará factura; mejor dicho, ya
nos la tendría que haber pasado. Esto pone de manifiesto que el sistema es un
sistema amañado, y que las reglas que se aplican al “populacho” no se aplican
de igual manera al Estado. Si tú no pagas la hipoteca, no te conceden otro
crédito para hacer frente a los pagos, te embargan la casa y punto. Pero si el
Estado se endeuda hasta las trancas, porque gasta más de lo que recauda, como
estamos viendo, no pasa nada, se le presta más dinero y aquí paz y después
gloria. Eso sí, ahora está en manos de los acreedores, que le exigirán un
montón de reformas (implementar nuevas ideologías, aplicar las nuevas políticas
del cambio climático o llevar a cabo la Agenda 2030).
El día 9 de junio son las elecciones al Parlamento Europeo, donde se
espera una elevada abstención. Mi pregunta es: ¿se va a tener en cuenta la
abstención? Lo pregunto, porque en 2019 sólo votó el 49,3% de un censo de 370
millones de personas y no se tomo en cuenta.
Es obvio que integrar la abstención en el sistema electoral aumentaría
la representatividad y la legitimidad del proceso electoral. Pero esto no gusta
a los políticos, que tendrían menos margen para hacer sus chanchullos.
Sin embargo, una abstención muy alta se consideraría un descontento
generalizado con el sistema político, lo que llevaría irremediablemente a
acabar de una vez por todas con la partitocracia.
Decía Thomas Jefferson: “Cuando la gente teme al gobierno hay tiranía.
Cuando el gobierno temen a la gente hay libertad.”
Ahora la gente teme al gobierno, es obvio, ¿verdad? Sin embargo, no votar implica que será el gobierno el que tema a la gente. Así que de nosotros depende. Y es tan fácil como no ir a votar.
Un amigo mío en su papeleta escribe exabruptos contra el politiqueo y "vota"...dice que así queda más claro su rechazo de este engatusamiento social.
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